Crítica LA VIDA SIN GRACE

Estreno en España: 13 Junio 2008

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Sinopsis

Hubo un tiempo en el que Stanley Phillips (John Cusack) tenía claro cómo sería su vida: soñaba con alistarse y estaba destinado a hacer carrera en el ejército. Su sueño estuvo cerca de cumplirse, pero se vio truncado debido a su miopía. Ahora atiende a los clientes de una tienda de productos del hogar mientras que su mujer, sargento, combate en la guerra. Igual de torpe en casa que en el trabajo, Stanley se encarga de sus hijas, Heidi (Shélan O’Keefe) y Dawn (Gracie Bednarczyk), de 12 y 8 años. Aunque las quiere, es incapaz de asumir un papel más afectivo y las niñas echan mucho de menos a su madre. Mientras soporta su trabajo y se pelea con la paternidad, recibe la noticia de la muerte de su mujer. Él mismo no sabe cómo afrontarlo y se ve incapaz de contárselo a sus hijas. Desesperado por retrasar el momento de decírselo, se embarca con ellas en un viaje improvisado por carretera para darles sus últimos momentos de inocencia. Cuanto más se alejan de casa, más se estrecha su relación, pero Stanley sabe que tiene que enfrentarse a la tarea inevitable de cambiar sus vidas para siempre.

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Crítica de Cine.com
por
Leo Aquiba Senderovsky

Y continúan nomás los coletazos de la guerra de Irak. Los norteamericanos no se cansan de sumar una pila de dramas en los que se empeñan en contarnos los daños, directos o colaterales, de la guerra en la sociedad. Dos elementos son realmente interesantes de Grace is gone o La vida sin Grace: Que podría suceder en un contexto completamente distinto, y que sucede, en efecto, en ese contexto. El hecho que pueda suceder en un contexto distinto la aleja de otras producciones más impregnadas de actualidad. Aquí de lo que se trata, en líneas generales, es de un padre que no se atreve a decir a sus hijas que su madre ha muerto, que no va a volver de la guerra. Ahora bien, descartando las patéticas discusiones políticas entre Stanley (el padre, interpretado por un enorme John Cusack), y John (Alessandro Nivola), que básicamente podrían dividirse entre republicanos (Stanley) o demócratas (John), o en el falso debate sobre los que son o no “patriotas”, hay otra idea que puede extraerse de este contexto. Si toda la película gira en torno a la pérdida de la inocencia de las hijas, especialmente de la mayor, quien de a poco comienza a darse cuenta el verdadero propósito del viaje que ha organizado su padre, la línea paralela que puede leerse es la pérdida de la inocencia del padre, quien posee una férrea convicción sobre el deber de defender su patria. Lástima que esa línea evidente queda en un potencial solo explotado en esa discusión típica entre el adulto conservador, y el adolescente tardío con ideas demócratas. El resto se inclina al drama puro y duro, con una sobresaliente actuación de Cusack, cuyos momentos más flojos suceden cuanto más lo vemos a él en pose seudo-autista, con los hombros encogidos, y sin saber cómo acercarse a sus hijas, y el férreo contrapeso que representa Shélan O’Keefe, quien interpreta a la hija mayor, y que muestra unas sorprendentes dotes actorales a la hora de componer un personaje con un arco dramático tan claro como complejo. Los que hayan visto la argentina Kamchatka, y separando los trasfondos políticos y temporales de una y otra, notarán cierta similitud en la composición de los dos hermanos/as: El/La mayor, comenzando a perder la inocencia y a entender el mundo que lo/la rodea, y el/la menor, completamente abstraído de lo que sucede a su alrededor, jugando y saltando en la cama todo el tiempo. Quizás los mayores defectos de esta propuesta provengan de una dirección con varios momentos pobremente resueltos, del poco aprovechamiento que se hace de la línea política del protagonista, y su consecuente arco dramático, y de una trama con un notable exceso de momentos bajón, que lamentablemente no nos priva del plano con las niñas llorando al enterarse de lo ocurrido. Hay una cosa denominada ética, que algunos directores parecen desconocer, pero eso ya es otro tema, aunque no hubiera estado mal evitar ese plano, total se entiende lo que sucede sin necesidad de ver las pobres caritas de las niñas. Torpezas y debilidades de directores que no saben narrar sin ser obvios. Hoy por hoy, uno de los grandes males que aqueja a Hollywood.

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Dirección y guión: James C. Strouse.
País:
USA.
Año: 2007.
Duración: 90 min.
Género: Drama.
Elenco: John Cusack (Stanley Phillips), Alessandro Nivola (John Phillips), Shélan O’Keefe (Heidi Phillips), Gracie Bednarczyk (Dawn Phillips).
Producción: Galt Niederhoffer, John Cusack, Grace Loh, Celine Rattray y Daniela Taplin Lundberg.
Música: Clint Eastwood.
Fotografía:
Jean-Louis Bompoint.
Montaje: Joe Klotz.
Diseño de producción: Susan Block.
Vestuario: Ha Nguyen.
Estreno en USA: 7 Diciembre 2007.

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CÓMO SE HIZO “LA VIDA SIN GRACE”

“La vida sin Grace” explora las distintas facetas del valor: el valor de un soldado, que lucha por defender la vida y la libertad y el valor de aquellos que deben afrontar la vida lejos de sus seres queridos, al tiempo que, día sí día también, les recuerdan los peligros del combate. El director y guionista se inspiró en sus propias experiencias para dar profundidad a la historia y a los personajes. “Un verano hice un viaje con mi hermano y sus hijas. Fuimos a un parque de atracciones de Ohio llamado Kings Island. Mi hermano estaba pasando por un divorcio muy duro, así que fuimos a ese lugar maravilloso adonde van las familias felices, sólo que nadie hablaba y todo el mundo estaba enfadado. Nunca olvidaré esa sensación”. La idea de incorporar las presiones reales y la tragedia de la guerra, tanto para los soldados como para sus familias, vino más tarde. “Estaba viendo un informativo en el que salía un reportaje sobre los padres de los soldados muertos en la guerra y me hizo preguntarme: ¿cómo afectaría a tu sistema de creencias perder por la causa a un ser querido? Me di cuenta de que la historia contada desde esa perspectiva sería importante para mucha gente”. El productor Galt Niederhoffer, de Plum Pictures, había tenido la suerte de trabajar con Strouse en Lonesome Jim, su primer guión. “Nos ha ido muy bien con las dos películas de Jim,” admite Niederhoffer. “Es un guionista de gran talento que crea personajes complejos y conmovedores. Para nosotros fue increíble ver cómo además de tener un gran talento para la escritura era también un excelente director. Es exactamente la clase de director con el que queríamos trabajar cuando creamos Plum”, añade Celine Rattray, socia de Niederhoffer en Plum. En cuanto Lonesome Jim tuvo luz verde, el agente de Strouse se reunió con productores de Los Angeles. Strouse se refiere en broma a estas reuniones como ‘las reuniones Perrier’, porque duraban el tiempo de beberte un botellín de agua. Esto cambió cuando conoció a Grace Loh, que desde hace años es la productora y la socia de John Cusack en New Crime Productions. Strouse señala que Loh “fue la única productora aparte de la gente de Plum que parecía interesada de verdad en lo que yo quería contar”, por lo que fue la única con la que compartió la idea de “La vida sin Grace”.

“Conocí a James gracias a su guión de Lonesome Jim. Supe que era capaz de capturar una historia muy personal de manera muy convincente. Cuando me habló de La vida sin Grace, me llamó la atención que la madre muera en la guerra. Es algo de lo que nunca oyes hablar. Enseguida empecé a pensar en cómo afectaría esa pérdida a la familia, lo distinto que sería de perder a un padre y, por supuesto, cómo lo afrontaría él. Siempre buscamos historias originales con grandes personajes,” añade Loh, “Por la forma en la que Jim hablaba de Stanley, supe que sería un papel intenso y complejo que exigía mucho esfuerzo y que John podría meterse en la piel del personaje si se desarrollaba el potencial del guión”.

Strouse empezó a escribir el guión con John Cusack en mente. Era consciente de que para que la historia funcionara tenía que reflejar de forma fidedigna las experiencias personales de una familia de carrera militar. Karen Pavlicin, la autora del libro “Surviving Deployment” (Sobrevivir al despliegue), destinado a las familias militares, le sirvió de asesora. “Karen nos resultó de gran ayuda en algunos aspectos del guión, sobre todo con el protocolo en la escena en la que llaman a la puerta de Stanley”.

Lo que le llamó la atención a Strouse durante el periodo de documentación fue la aprehensión general de las familias militares a las noticias, sobre todo a la televisión. “En las familias militares, los informativos no se toman a la ligera. Consideran que las noticias son algo peligroso. Los padres son muy protectores: hay que vigilar a los niños si quieren ver la televisión y tienen que estar con ellos para supervisar. En la situación actual hay opiniones muy diferentes y eso para un niño puede resultar muy confuso”.

Strouse le entregó el guión a Cusack y Loh y se reunió con ellos y con Niederhoffer cuatro semanas más tarde en Nueva York. Enseguida supo que había encontrado a los productores adecuados “Lo bonito de La vida sin Grace es que es una historia sobre gente real y lo que les une cuando les sacude una tragedia de guerra. Es muy fácil que dejen de afectarnos las cifras y las estadísticas, y por eso es importante recordarnos lo que pasa a nivel humano. La película habla del amor, la pérdida, el dolor, el valor y la superación. Las emociones no discriminan, nos afectan a todos. Esto es lo que hace que la película tenga tanta fuerza. Va más allá de cualquier perspectiva política.”, dice Loh.

Se metieron de lleno en la historia, lo cual no quiere decir que estuvieran de acuerdo con todos los personajes. “Nuestras opiniones y las Stanley, el personaje de John, son muy distintas. Lo último que queríamos era convertir la película en una tribuna política, pero sí descubrir la verdad, que creemos que Jim plasmó de una forma tan bella en su guión”, admite Loh.

Strouse equilibró la historia con el hermano de Stanley, John, interpretado por Alessandro Nivola. A través de los ojos de John vemos la postura totalmente opuesta, la que no está a favor de la guerra ni del gobierno. Incluso para aquellos que compartan esta postura, la película presenta a Stanley de una forma que hace que comprendamos, e incluso justifiquemos, sus ideas, porque está viviendo ese estilo de vida, no sólo la ideología. “Tengo que reconocer el mérito de John y Alessandro, porque hicieron un buen trabajo con el material de esas escenas. Si el público sintiera que todo es “actuación”, parecería que el personaje de Alessandro es sólo una marioneta que expresa las opiniones políticas liberales del guionista. Yo crecí en una comunidad pacifista menonita, donde mi padre era un auténtico outsider, una figura muy patriota y militarista. Las dos posturas me parecen legítimas. Cuando la escribí, intenté que La vida sin Grace no pareciera una película polémica antibelicista. Quiero plantear preguntas, no dar las respuestas.”, dice Strouse.

“Quería mostrar las pasiones que pueden levantar las desavenencias políticas, sobre todo dentro de una familia. Mi relación con mi hermano me enseñó mucho sobre la dinámica entre Stanley y el suyo. Sé por experiencia que en una familia puedes pasar de estar muy cabreado por algo a decir: ‘¿Hay algo de comer?’ a los dos minutos.

Como director, era la primera vez que Jim Strouse tenía que tomar cientos de decisiones muy rápidamente. “Aunque había visto a Steve Buscemi dirigir casi todas las escenas de Lonesome Jim, el proceso de hacer La vida sin Grace me pareció increíblemente humilde”, rememora Strouse. “El primer día estás rodeado de cientos de personas que han hecho al menos cinco películas y tú no has hecho ninguna. Fui muy sincero con todo el mundo. Les decía: ‘Sé lo que quiero, pero si tenéis una idea mejor, decídmelo.’ Conté con mucha ayuda durante el proceso y también conocía la historia como la palma de mi mano”.

Aunque es un actor con experiencia, con La vida sin Grace era la primera vez que John Cusack se embarcaba en un proyecto tan íntimo y que exigía tanto emocionalmente. “Nunca había hecho una película de sólo tres personajes. He interpretado a personajes que están aislados hasta cierto punto, pero nada como esto. Durante casi toda la película Stanley se enfrenta a su dolor completamente sólo y nunca había interpretado a un personaje sometido a una tensión tan prolongada”.

“El proceso de hacer una película tan sobria e íntima como La vida sin Grace no podía ser más distinto a hacer una gran película de Hollywood, en donde se da más importancia a absolutamente todo antes que la actuación. Se gasta tanto tiempo, esfuerzo y dinero en cada pequeño detalle antes de que intervengan los actores, que parece que la interpretación es lo último que se tiene en cuenta. Con La vida sin Grace ocurrió exactamente lo contrario. En esta película todo surge del guión y de la interpretación: la mía, la de las niñas, la de Alessandro…”

Como actor y productor, Cusack tuvo que trabajar con Strouse en varios niveles. “Jim y yo les rezábamos a los mismos dioses. Probablemente yo, por mi experiencia, conocía algunos atajos y distintos caminos,” dice Cusack. “Yo me dejaba guiar por él. Al final intentamos crear un espacio sagrado para descubrir a los personajes con todo el respeto e imaginarnos sus vidas sin idealizarlos. Fue una experiencia muy íntima e intensa, maravillosa”.

Strouse, director novel, reconoce la suerte que tuvo al trabajar con un actor de la talla de Cusack y no dudó en recurrir a su gran experiencia. “Dependía mucho de John, me ayudó mucho. Él también dependía de mí y hablamos mucho del personaje.”, explica Strouse. “Le dije a John que se me ocurrió el personaje de Stanley porque crecí en Indiana en los años ochenta. Si eras atleta, y creo que Stanley lo era, era una época fantástica. La universidad de Indiana comenzó una dinastía con Bobby Knight, y Larry Byrd era una estrella en Boston”.

“Mi hermano era un atleta destacado en el instituto”, dice Strouse. “Me dijo algo que me sirvió para construir el personaje de Stanley. Dijo: ‘En el instituto pensaba que podía conseguir cualquier cosa que quisiera. Si trabajas, te recompensan y te tratan como un dios, y después del instituto y la universidad, es como si te empujaran por un precipicio.’ Le pregunté a John: ‘¿cómo pasas de ser Audie Murphy a ser el gerente de una tienda de productos del hogar?'”

Cusack creó un pasado para Stanley, lo que hace que su actuación sea increíblemente profunda. Cusack supuso que si Stanley había sido atleta en el instituto, probablemente lo dejaría por una lesión y, como dice Strouse: “lo interpretaba caminando encorvado, con una forma extraña de andar. Pienso en Stanley como una planta que crece en la oscuridad, luchando para encontrar luz y que se marchita. Así es como Stanley exalta su desilusión”.

“Jim tenía cosas maravillosas que aportar a la historia,” añade Cusack. “Como actor y productor yo tenía cosas diferentes que decir, cosas que los actores entienden. Juntos trabajamos mucho para encontrar la verdad de todas las escenas. Esa era nuestra misión y dar libertad a las niñas para asumir riesgos todos los días era la mitad de la batalla”.

Cusack también fue un mentor para las más jóvenes del reparto. “A la hora de trabajar con las niñas, intentábamos que el plató fuera una especie de espacio sagrado en el que celebrábamos lo que es único de cada persona. Por ejemplo, cuando Grace Bednarczyk, de ocho años y que interpreta a Dawn, cantaba o bailaba en los descansos de rodaje, yo la animaba a incorporarlo al personaje. Con eso conseguimos una mayor improvisación en las escenas de Grace y en algunas de las escenas rodadas en el coche”.

“Todo esto era nuevo para mí. Mi regla con las niñas no era decirles lo que estaba bien o mal, sino simplemente hacerlo. Intenté motivarlas todo lo que pude. John y yo intentamos crear un entorno seguro para que ellas exploraran sus personajes durante el rodaje.”, añade Strouse.

Cusack pronto se dio cuenta de la dificultad de interpretar a Stanley. “Yo era muy puntilloso con el proceso, por la cuenta que me traía. Para crear un personaje tan complejo como Stanley, alguien que se guarda tantas cosas dentro durante tanto tiempo, necesitaba mucho espacio. Es como la cocina, necesita su tiempo”.

Strouse y Cusack también colaboraron muy estrechamente con el director de fotografía Jean-Louis Bompoint para ejecutar lo que Strouse llama ‘estrategia de cámara’ para reflejar y realzar los personajes y la narrativa. “Hablamos mucho de la cámara como un ‘observador respetuoso’. Quería que la película comenzara con una sensación de estaticidad para reflejar el interior de Stanley. Es una persona muy cerrada y reservada que quiere a sus hijas, pero que no siempre sabe cómo hablar con ellas. Para plasmar eso, mantuvimos la cámara fija para intentar crear una sensación de distancia entre Stanley y las niñas. A medida que avanza la película y Stanley empieza a soltarse, la cámara también empieza a soltarse. La película empieza con una estaticidad fría y termina con calor y movimiento. Cuando llegan a Jardines Encantados, la cámara literalmente baila a su alrededor.”, explica Strouse.

Cusack está de acuerdo en que rodar con cámara en mano en el parque temático de Florida fue una experiencia maravillosa. “Creo que fue fundamental contar con alguien como Jean-Louis. Todos estábamos de acuerdo en que no queríamos que el estilo condicionara la interpretación, y la idea de Jim del observador respetuoso encajaba perfectamente con la película”.

“Jean-Louis acertó, porque le interesan las personas y sabe lo que es estéticamente bello. Cada día era como si bailáramos. Cuando rodamos la escena en la que Stanley está solo por primera vez y se derrumba, improvisamos la posición de la cámara. A veces las cosas salen mejor cuando no están planeadas”.

Cusack también recuerda que la misma escena ayudó a preparar a sus jóvenes coprotagonistas para rodar el desenlace de la película, la escena en la que Stanley reúne fuerzas para contarle a sus hijas que su madre ya no volverá. “Cuando rodamos esa escena ya nos conocíamos todos muy bien y la película había sido una prueba de fuego para todos nosotros. Tanto Shélan como Gracie eran actrices con una gran empatía, pero yo hice mi primera película a los 16 años y sé cómo funciona la mente de un joven actor”.

Para la escena con más fuerza y más exigente de la película, Cusack y las niñas debían trasmitir el viaje emocional por el que están pasando. Cusack pensó que ver a Stanley desde una perspectiva externa les ayudaría a meterse en situación. Vieron las tomas de su gran escena emotiva antes de rodar la escena familiar en la playa. “Sabía que ayudaría ver a Stanley sufrir ese tipo de dolor, así que cogimos un ordenador, nos sentamos en el coche y todo el mundo se tomó cinco minutos. Estoy convencido de que en llegado ese momento todos teníamos una conexión con nuestros personajes y sentíamos que podíamos soltarnos bastante. Hablamos sobre imaginarnos, con respeto, que conectamos con la pena, la alegría, el dolor y la ironía de nuestras propias vidas. Eso es lo que hacen los actores.”, dice Cusack.

“Las dos niñas son extraordinarias. Cada día intentaba dar lo mejor de mí mismo, y sé que ellas también. Lo haces por una razón, porque crees que esta puede ser una oportunidad de hacer una obra de arte”.

Strouse tenía previsto rodar la película en orden cronológico, pero supo ver las oportunidades que puede dar la libertad de improvisar. El resultado fueron algunos de los momentos más memorables de la película. En un Walmart que había visitado esa mañana vio que los empleados estaban celebrando algo dando saltos y abrazándose. Pensó en incluirlo en el guión, pero al final decidió no hacerlo por miedo a que resultara condescendiente. Cusack le preguntó cómo sería la vida en una tienda como la de Stanley, así que Strouse le contó esa anécdota.

“John estaba muy interesado en utilizarla. El día que rodamos las localizaciones para la tienda de Stanley, John incluso inspeccionó el almacén. Lo rodamos y ahora no puedo imaginarme la película sin ese preciado momento, que dice mucho del personaje.”, dice Strouse.

“Cuando escribes el guión, es muy fácil escribir McDonald’s o Blockbuster, pero en la película, la imagen de estos iconos es muy poderosa. Es fácil mirar con desprecio el Medio Oeste o cualquier ciudad pequeña, pero no muy creativo. Creo que muchos directores dan una visión condescendiente o idealizada del Medio Oeste. Yo prefiero observarlo desde la perspectiva de alguien que vive allí”, añade Strouse.

Nacido en Chicago, Cusack ha rodado muchas películas en la zona y sugirió la ciudad como base para la producción de La vida sin Grace. Strouse había ambientado intencionadamente la película en la típica área residencial de una ciudad sin nombre del Medio Oeste, fácil de encontrar en Chicago. “Chicago es un lugar genial para rodar, pero la mayor parte de la película transcurre en la carretera, y esa carretera ahora es muy universal. En coche, Estados Unidos parece todo igual. Creo que visualmente creamos la sensación de que la autopista es una arteria abierta que recorre el país. Para mí es muy interesante que en la película ya no se vean zonas rurales.”, dice Cusack.

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