Crítica CÓMO CELEBRÉ EL FIN DEL MUNDO

Estreno en España: 22 Mayo 2009

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Sinopsis

Bucarest, 1989, último año de la dictadura de Ceausescu. Eva (Dorotheea Petre), de 17 años, vive con sus padres y con su hermano de 7, Lalalilu (Timotei Duma). Un día en la escuela, Eva y su novio Alex -hijo de un odiado oficial del partido comunista- rompen accidentalmente un busto de Ceausescu. Alex confiesa su culpa ante toda la clase y un comité disciplinario del partido, Eva se niega y es trasladada a un reformatorio. Allí conoce a Andrei (Cristian Vararu), que se está preparando para escapar del país cruzando a nado el Danubio. Eva decide escapar con él. Lalalilu, asolado por la fuga de su hermana, llega a la conclusión de que Ceausescu es el culpable de todo su dolor y la razón principal de la decisión de Eva. Entonces, con sus amigos de la escuela, traza un plan para lograr que Eva regrese y empezar una nueva vida en una Rumanía libre.

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Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Hace unos años se dio una explosión en el cine rumano, y comenzaron a aparecer en los cines de todo el mundo películas dedicadas a narrar los años negros de la dictadura comunista de Ceausescu. Si ese mismo cine se hubiese producido apenas unos años después de la caída de Ceausescu, las películas hubiesen padecido del “síndrome de urgencia” y carecido del análisis retrospectivo pertinente, que solo se puede hacer cuando esa época ya ha quedado definitivamente sepultada, y no sigue condicionando el presente del país. Afortunadamente, estas películas aparecen casi veinte años después del final de ese período, y los diferentes abordajes de las exitosas películas rumanas que narran ese período, permiten conocer distintas miradas (no ideológicas, sí estéticas) sobre la última dictadura rumana. Aquí el oscuro fáctor Ceausescu se observa en la piel de dos hermanos, una adolescente que es tildada de rebelde por un hecho circunstancial, y que luego se enamora de un joven opositor al régimen que sueña con escapar del horror, y un niño que, sumido en su mundo infantil, juega con combatir a Ceausescu, al ver en él el centro de los males que padece su familia y su entorno. Si el callado sufrimiento de la joven Eva permite conocer el sentimiento de la familia y los vecinos, como una pequeña muestra del sentir popular en el último año de la dictadura, el accionar del pequeño Lalalilu, pese a la originalidad del abordaje lúdico que relaciona al niño con su realidad política y a la ternura que despierta el pequeño actor Timotei Duma, no deja de subrayar la linealidad del discurso ideológico de la película. De ahí que cuando el pequeño comienza a urdir su plan, sale a la luz la mayor exposición discursiva, que atenta contra la gran pintura costumbrista de los personajes. Cómo celebré el fin del mundo es una película no solo importante por su temática sino profunda y conmovedora en su reconstrucción del universo previo al fin de la dictadura comunista en Rumania, que consigue su momento más complejo y conmovedor cuando se ve televisado el último discurso de Ceausescu, con un público que pasa de vitorearlo a denostarlo con silbidos, mientras que los compañeros de Lalalilu celebran el triunfo de su plan y la familia festeja el fin de una era oscura para la historia de su país, en una tan ingeniosa como fundamental interacción entre ficción y realidad. Los subrayados no abundan (podrían haber sido mucho más evidentes y directos, simplemente por el solo hecho de tener a un niño como la voz principal del discurso ideológico), y no llega a reducir el potente efecto discursivo que se presenta a través del costumbrismo. Cine rumano ubicado en el extremo opuesto del humor ascético y absurdo de otras películas que tratan aspectos similares, como 12:08 al Este de Bucarest, pero tan necesario como aquel, y con enormes y genuinos valores cinematográficos, para entender la realidad política de un país que, curiosamente, parece demostrar su talento cinematográfico gracias a Ceausescu, o al terrible efecto que han causado esos años negros en la sociedad rumana.     

 

Lo mejor de la película: Su abordaje costumbrista, que permite sumergirnos de lleno en el mundo oscuro de la Rumania previa al fin de la dictadura.

Lo peor de la película: Algunos leves subrayados discursivos que se encarnan en la figura del pequeño Lalalilu.

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Dirección: Catalin Mitulescu.
Países:
Rumanía y Francia.
Año: 2006.
Duración: 106 min.
Género: Drama, comedia.
Elenco: Dorotheea Petre (Eva), Timotei Duma (Lalalilu), Ionut Becheru (Vomica), Cristian Vararu (Andrei), Valentino Marius Stan (Tarzan), Marian Stoica (Silvica), Mircea Diaconu (padre de Eva), Carmen Ungureanu (madre de Eva), Grigore Gonta (padre de Vomica), Nicolae Praida (Titi), Jean Constantin (Florica).
Guión: Andreea Valean y Catalin Mitulescu.
Producción: Catalin Mitulescu, Daniel Mitulescu, David Thion, Lee In-ah y Philippe Martin.
Música: Alexander Balanescu.
Fotografía:
Marius Panduru.
Montaje: Cristina Ionescu.
Dirección artística: Daniel Raduta.

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Biofilmografía de Catalin Mitulescu

Catalin Mitulescu nació en Bucarest en 1972 y estudió ciencias geológicas en la universidad de dicha capital. Pasó tres años viajando y trabajando en el extranjero, en países como Austria, Hungría, Polonia e Italia.
A su regreso a Rumania, se matriculó en el programa de dirección cinematográfica de la UATC de Bucarest.
Tras graduarse en 2000, ha dirigido cortometrajes y también anuncios publicitarios y vídeos musicales.

 

Filmografía

# Cum mi-am petrecut sfarsitul lumii (2006)

# Trafic (2004)

# Bucuresti-Wien, 8-15 (2000)

# 17 minute intarziere (1999)

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