Crítica TE QUIERO, TÍO

Estreno en España: 12 Junio 2009

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Sinopsis

“Te quiero, tío” se centra en un hombre (Paul Rudd) que está a punto de casarse cuando se da cuenta de que no tiene ningún amigo que pueda ejercer de padrino en su boda. Entonces empezará a concertar una serie de citas con hombres para encontrar al padrino perfecto, lo que dará lugar a no pocas confusiones y descubrimientos.

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Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

La idea de base ya es lo suficientemente original como para que esta película comience a sumar sus buenos puntos. Peter, el protagonista, no es un perdedor, un adolescente tardío, el estereotipo principal de la comedia americana actual. Nada de eso. Es un exitoso vendedor de inmuebles, a punto de casarse, cuyo principal dilema es el conseguir un padrino para su boda. Conseguir un padrino implica antes conocer a un amigo que oficie como tal, ya que de lo que carece Peter, principalmente y casi sin darse cuenta, es de un amigo.

La trama es una clara comedia romántica, con todos sus tradicionales códigos puestos al servicio de una historia de amistad masculina, que no parece distar demasiado de un romance. Empieza con la consigna “chico busca chica”, con Peter padeciendo una serie de citas con potenciales amigos que mejor perderlos que encontrarlos, todo esto hasta que las casualidades de la vida hacen que pueda “conocer a su chica”. Peter conoce a un hombre con quien no parece compartir demasiado (Sydney sí responde al infaltable estereotipo del adolescente tardío), pero rápidamente encuentran muchos puntos en común, adquieren una química particular y no pueden dejar de compartir tiempo juntos. Luego vendrá lo que todos podemos imaginar, los celos de la novia, el distanciamiento (la escena del rompimiento como si fuera el corte de la relación es tan obvia como graciosa), y el reencuentro, pero para ello, la película ya nos ha comprado con su preciosa oda a la amistad entre hombres, con gags pequeños y simples, como el espástico movimiento de bajo que hace Peter intentando imitar al bajista de Rush o la ridícula pelea de Sydney con Lou Ferrigno, gags que carecen de la originalidad del punto de partida, pero suman para describir el estado de felicidad de Peter mientras comparte tiempo con Sydney. Otros gags suman muchísimo más, precisamente por la sorpresa que despiertan, como lo que Sydney hacer con el dinero que le pide prestado a Paul, gags que a su vez alimentan genuinamente la calidez de esta historia de amistad al comienzo forzada y programática, pero que fluye gracias a dos personajes que logran cuadrar a la perfección.

Y más allá de los personajes están los dos actores que los interpretan. Por un lado Paul Rudd, un rostro bastante conocido de estas comedias. Su carencia total de estridencias, su solidez interpretativa y su economía de recursos gestuales lo colocan en un lugar más cercano a la empatía con el espectador que el grueso de los actores de comedia actuales, que hacen del grotesco gestual su arma principal. Por el otro lado, Jason Segel, un actor que viene en ascenso desde Forgetting Sarah Marshall, con una gestualidad más marcada que la de Rudd, pero que muy lejos está de hacer de su rostro un vehículo cómico per se. Juntos conforman una dupla que en principio parece desprenderse directamente de la dupla Rudd – Sean William Scott (fórmula similar: hombre en proceso de encaminarse hacia una madurez concreta – adolescente eterno) de la reciente Mal ejemplo, pero a diferencia de aquella, aquí la dupla no se presenta como el agua y el aceite, congenian mucho más, incluso en las características interpretativas de ambos, logrando una comedia sólida, sencilla, y fundamentalmente, dueña de una calidez y un espíritu especial a la hora de plasmar, con los particulares códigos de la comedia romántica, un vínculo que merece ser periódicamente revisitado por el cine americano, y que la comedia actual vive dando sobradas muestras de su vital relevancia.

 

Lo mejor de la película: Una premisa original, peculiarmente trabajada bajo los códigos de la comedia romántica, y una gran dupla protagónica, Rudd – Segel, carente de las estridencias típicas de este género.

Lo peor de la película: Un desaprovechado Andy Samberg, y los cameos (Ferrigno – Rush) que no llegan a tener el peso que la historia parecería querer darles.

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Dirección: John Hamburg.
País:
USA.
Año: 2009.
Duración: 105 min.
Género: Comedia.
Elenco: Paul Rudd (Peter Klaven), Jason Segel (Sydney Fife), Rashida Jones (Zooey), Andy Samberg (Robbie), J.K. Simmons (Oz), Jane Curtin (Joyce), Jon Favreau (Barry), Jaime Pressly (Denise).
Guión: John Hamburg y Larry Levin; basado en un argumento de Larry Levin.
Producción: Donald De Line y John Hamburg.
Música: Theodore Shapiro.
Fotografía:
Lawrence Sher.
Montaje: William Kerr.
Diseño de producción: Andrew Laws.
Vestuario: Leesa Evans.
Estreno en USA: 20 Marzo 2009.

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Filmografía de John Hamburg

I Love You, Man (2009)

“Welcome to the Captain” (3 episodios, 2008)

“Stella” (2 episodios, 2005)

Along Came Polly (2004)

“Undeclared” (3 episodios, 2001-2003)

Safe Men (1998)

Tick (1996)

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CÓMO SE HIZO “TE QUIERO, TÍO”

1. El proyecto

  Las comedias románticas comparten a menudo la misma estructura básica: chico conoce a chica, chico conquista a chica, chico pierde a chica, chico recupera a chica. La película de John Hamburg ‘Te quiero, tío’ le da la vuelta a ese enfoque clásico (es una comedia ‘bromántica’ que explora la amistad entre dos tipos), en este caso, dos tipos que son completamente opuestos. Después de declararse a su novia, Zooey Rice (Rashida Jones), Peter Klaven (Paul Rudd), un exitoso agente inmobiliario de Los Ángeles, se da cuenta de que, al contrario que su novia, que llama inmediatamente a sus mejores amigas para contarles la noticia, él no tiene amigos íntimos: de hecho, no tiene ningún amigo. Tras pasar años siendo un mujeriego concentrado en las relaciones románticas, Peter se da cuenta de que su carencia de amigos preocupa a Zooey, así que se embarca en una precipitada búsqueda para encontrar a un amigo que haga de padrino en su boda. Bajo la guía de su hermano, Robbie (Andy Samberg), un entrenador personal que es gay y que parece saber bastantes cosas de los hombres, Peter se lanza a una serie de ‘citas con hombres’ desastrosas y, de una manera bastante incidental, se tropieza con Sydney Fife (Jason Segel), un soltero carismático que merodea por las casas en busca de comida gratis y de divorciadas solitarias. Peter se siente intrigado por Sydney, y los dos hombres traban una amistad que le enseña a Peter algo que nunca había experimentado, el verdadero significado de la amistad masculina, pero que también amenaza a su relación con Zooey, obligándole a tomar algunas decisiones difíciles. “Te quiero, tío” comenzó su andadura como un bosquejo de Larry Levin (“Dr. Dolittle”) titulado “Let’s Make Friends”, el cual llamó inmediatamente la atención del productor Donald De Line. “Tenía una estructura básica y clásica de comedia romántica, pero con un giro: trata de cómo un hombre de treinta y tantos años encuentra un nuevo amigo íntimo. No se había hecho ninguna película acerca de la amistad masculina, ni una comedia que explorase los problemas de los hombres con la intimidad. Así que me dije: ‘¡Hecho!’”

  El proyecto llegó pronto a oídos de John Hamburg (“Los padres de ella”, “Y entonces llegó ella”) que estaba ocupado preparando diversos proyectos, tanto de escritor como de productor de los mismos. “Muy a menudo, hablábamos por teléfono, y John decía: ‘¿Qué pasa con ‘Let’s Make Friends’?, y yo le decía: ‘Aquí está, venga, únete’, y él iba y hacía otra cosa”, recuerda De Line.

  Pero el productor siguió esforzándose por incorporar a Hamburg al proyecto, sabiendo que estaba perfectamente capacitado para hacerlo. “John es un brillante escritor y director de comedias. Todo lo que escribe está imbuido de una cierta inteligencia y sofisticación. Sabe cómo hacer películas que se trasladan a un nivel que atrae a todo el mundo, y siempre es capaz de referirse a algo con lo que todos nos sentimos relacionados”.

  El productor ejecutivo Andrew Haas interviene: “’Te quiero, tío’ compaginaba perfectamente con la sensibilidad de John porque tiene una sólida comprensión de la naturaleza humana. Sabe cómo se relaciona la gente entre sí, pero es también un tipo increíblemente gracioso, así que siempre es capaz de insuflarle un sentimiento de humor realista a su trabajo”.

  De Line estaba seguro de que, una vez decidido, Hamburg sería capaz de conjuntar su estilo de comedia orgánico y naturalista con la elaboración de personajes simpáticos para el público. “Lo que John le aporta al proyecto es el detalle de los personajes y una verdad emocional que está en el núcleo de todo lo que ha hecho, sin importar lo absurda o ‘surrealista’ que pueda parecer al principio la premisa. Con John, uno se mete cómodamente en la piel de los personajes principales y reconoce sensaciones y situaciones que puede haber vivido uno mismo. Ese enfoque de la comedia es lo que diferencia a John”.

  Así que, más de cinco años después de haber leído “Let’s Make Friends”, Hamburg se encontró pensado de nuevo en la premisa que había en ese guión, y pronto apareció con su propia visión de la historia de un hombre sin ningún amigo íntimo, que parte en busca de un padrino el día de su boda, y llamando a su versión del guión “Te quiero, tío”.

  Entonces, él y De Line llevaron el proyecto a DreamWorks. “Era un tema que me decía algo, con el que pensaba que podría divertirme, y al que le podría aportar una visión cómica”, dice Hamburg. “Y siempre supe que quería dirigirla”.

 

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