Estreno en España: 7 Agosto 2009
Puntuación:
Sinopsis
Diciembre de 1944, la “guerra total” está totalmente perdida. Goebbels (Sylvester Groth), sin embargo, no está dispuesto a ser derrotado tan fácilmente. Durante el día del año nuevo, el Führer (Helge Schneider) debe reactivar el espíritu de lucha de las masas con un discurso agresivo. El único problema es que el Führer no puede hacerlo. Enfermo y depresivo, evita el contacto con el pueblo. La única persona que ahora le puede ayudar es su antiguo profesor de interpretación, Adolf Grünbaum (Ulrich Mühe), un judío.
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
Si uno repasa muchas críticas de films sobre el nazismo publicadas en este medio, encontrará un tópico común, concretamente la necesidad que tiene el cine alemán de plantear una nueva forma de contar el horror nazi, apelando a la culpa por la responsabilidad colectiva en el ascenso al poder de Hitler. Este concepto es imposible de ignorar cuando se habla de una película alemana reciente que narre sucesos de aquella época. Ahora bien, Mein Führer no tiene absolutamente nada que ver con esa mirada, no le escapa a esa forma de concebir los hechos, sólo que decide plantear el horror desde otro lado.
Esta película es una suerte de fábula, de cuento imposible, como ya lo era la El tren de la vida, aquella película francesa de 1998 que mostraba a una comunidad judía que construía un falso tren de deportación para escapar a Israel. En ambas, el desenlace es acorde al horror de lo realmente sucedido, pero a diferencia de aquella, en esta no hay vuelta de tuerca rotunda que revela la imposibilidad de los hechos que se cuentan, sino que para la película esa imposibilidad es verosímil hasta el final. Si existiera alguna forma de no considerar a esta película una comedia con todas las letras, estaríamos ante un texto crítico pero, en cierta medida, bastante peligroso. Si en la polémica El hundimiento, lo que se había vendido como una imagen más “humana” de Hitler, en realidad era la imagen de un perro rabioso y descontrolado, incapaz de ver el derrumbe de su propio régimen, aquí no solo es tan desquiciado como en aquella, sino básicamente, un idiota con ínfulas de titán, visiblemente desmoralizado, pese a lo que intenta demostrar, y con severos traumas infantiles que lo llevaron a ser quien fue. Plantear, aunque sea en una comedia, que Hitler era casi un títere desbocado de Goebbels y otros ministros, y que el horror que provocó se debió principalmente a lo que vivió de niño, es de una irresponsabilidad bastante importante. Si entramos dentro del código de la comedia, donde podemos entender que determinados elementos se presentan desde una perspectiva de fábula cómica, la irresponsabilidad no es tan visible. Sí lo es hacia el final, cuando se abandona la comedia y queda la revelación pública de las humillaciones que dejaron una huella psíquica imborrable en su personalidad. Ahí es cuando uno puede sentir que, pese a que muchos textos optan por analizar “freudianamente” lo que fue Hitler de niño, para intentar entender de este modo como llegó a hacer lo que hizo, privilegiar este análisis es de un reduccionismo atroz, ya que en su accionar puede entrar tanto su vida, como su entorno, como la sociedad que demandaba, a cualquier precio, una presencia de ese tipo que promoviera el supuesto fortalecimiento del espíritu alemán, etc.
Ni que hablar de cómo el discurso de la película permite entrever la idea de Hitler como un idiota completamente influenciable. Es valioso no restarle importancia a las otras figuras destacadas del nazismo, como Goebbels, tal vez el más hábil, y cuyas ideas de la propaganda se siguen estudiando hasta hoy, pero mostrar a Hitler como idiota es el peor reduccionismo que se puede hacer de una figura de ese tipo, con todo el daño que ha causado. Naturalmente, esta imagen de Hitler nos remonta al clásico de Chaplin El gran dictador, pero allí el discurso no sólo era infinitamente más potente y crítico (su estreno fue contemporáneo al esplendor nazi), sino que la comedia funciona a la perfección, aún siendo una crítica política como pocas veces se ha visto en la historia del cine mundial. Obviamente, comparar Mein Führer con un clásico como El gran dictador, o afirmar que tal vez esta sea la versión alemana de aquella, con las muchas décadas de diferencia entre una y otra, no favorece demasiado a esta película. Pero si entendemos que después de Chaplin, prácticamente nunca nadie se ha atrevido a bromear tanto con el nazismo (no es fácil bromear con seis millones de víctimas), podemos darle a Mein Führer el beneficio de su frescura. Sin renegar del compromiso político que conlleva hablar del nazismo en clave cómica, y desde el propio punto de vista alemán, la película dirigida por Dani Levy se permite plasmar una aguda fábula de aquel horror, correctamente equilibrado entre el exacerbado patetismo de la interpretación de Hitler por Helge Schneider (sin dudas, el Hitler perfectamente encarnado por Bruno Ganz en El hundimiento es infinitamente superior a esta caricatura), y el dramatismo carente de subrayados del gran Ulrich Múhe (a quien muchos conocimos en La vida de los otros, poco antes de su fallecimiento), en su notable papel del recluso judío que está obligado a fortalecer el espíritu de Hitler, a la vez que busca constantemente desafiar al poder que ha condenado a todo su pueblo.
El cine alemán puede tranquilamente hacer una fábula cómica con el nazismo, a fin de cuentas, la fábula está obligada a evidenciar su contenido discursivo, y éste no deja de ser crítico, siendo a su vez la manera más original de contar el horror tantas veces descripto en el cine. Pero en esta fábula, la pintura grotesca de Hitler termina generando polémicas ineludibles, ya que, se cuente lo que se cuente, uno no puede ser tan ingenuo y considerar a Hitler como un hombre bastante idiota, o simplemente un ser humano acosado por sus traumas. La historia no merece que una figura tan terrible sea minimizada a este nivel, ya que al minimizar al verdugo, se corren serios riesgos de minimizar los acontecimientos.
Lo mejor de la película: Ulrich Mühe, y la idea de reflotar cierta veta cómica a la hora de releer el horror nazi.
Lo peor de la película: El peligroso reduccionismo que se hace, bajo las claves de la comedia, de la figura de Hitler.
Dirección y guión: Dani Levy.
País: Alemania.
Año: 2007.
Duración: 94 min.
Género: Comedia dramática.
Elenco: Helge Schneider (Adolf Hitler), Ulrich Mühe (Adolf Grünbaum), Sylvester Groth (Joseph Goebbels), Adriana Altaras (Elsa Grünbaum), Stefan Kurt (Albert Speer), Ulrich Noethen (Heinrich Himmler), Lambert Hamel (teniente general Rattenhuber), Udo Kroschwald (Martin Bormann).
Producción: Stefan Arndt.
Música: Niki Reiser.
Fotografía: Carl-F Koschnick.
Montaje: Peter R. Adam.
Diseño de producción: Christian Eisele.
Vestuario: Nicole Fischnaller.
Estreno en Alemania: 11 Enero 2007.
Filmografía de Dani Levy
Deutschland 09 – 13 kurze Filme zur Lage der Nation (2009) (segmento “Joshua”)
Mein Führer – Die wirklich wahrste Wahrheit über Adolf Hitler (2007)
Alles auf Zucker! (2004)
Hannah und ihr Papa (2002)
Väter (2002)
Das Geheimnis (1999)
Meschugge (1998)
Stille Nacht (1995)
Neues Deutschland (1993) (TV) (segmento “Ohne Mich”)
Ohne mich (1993)
I Was on Mars (1992)
RobbyKallePaul (1989)
Du mich auch (1986)