Crítica LOS LÍMITES DEL CONTROL

Estreno en España: 2 Octubre 2009

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Sinopsis

Este thriller dramático sigue a un hombre solitario y misterioso que desempeña sus actividades fuera de la ley. Ahora se encuentra en España para completar un trabajito cuyos objetivos son inicialmente desconocidos. Su aventura no sólo le conducirá a través del país, sino también a través de su propia conciencia.

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Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Uno va a un museo de arte contemporáneo. Como sabemos, la mayoría de las obras que se pueden ver allí son conceptuales, no necesariamente figurativas. Un espectador obtuso, apegado a los cánones clásicos, rechazará, aún hoy, la idea de poder disfrutar una obra que “no se entiende”. Un espectador atento, no un estudioso en la materia, se dejará llevar por las obras que le causen algún interés en particular, y pasará por alto aquellas que no lo atrapen. Cuando uno se detiene en una obra que le llama la atención, pero cuyo significado no está muy a la vista, inevitablemente quiere saber más de ella, desea conocer lo que quiso expresar el artista, los procedimientos que empleó para crearla. Pero, independientemente de esa necesidad de conocer en profundidad la obra, sabe fehacientemente que es capaz de disfrutarla sin un manual de instrucciones, sin que le digan lo que tiene que pensar sobre ella.

Algo más o menos parecido es lo que ocurre con los mejores films de Jim Jarmusch. No estamos ante obras no figurativas, pero sí con un considerable nivel de hermetismo, que deja ver en su entramado la necesidad de saber más de lo que se cuenta, pero a su vez, con una capacidad de seducción visual, que nos cautiva pese a no poder conocer todo lo que, suponemos, deberíamos saber de la historia y de sus personajes. La línea argumental se sustrae a un presunto asesino a sueldo a quien le es encomendado un trabajo por el cual debe recorrer varias ciudades de España, yendo al encuentro de diversos personajes que lo acercarán a su presa (al menos eso es lo que podemos deducir). En la primera escena le encomiendan el trabajo, pero Jarmusch escamotea al máximo la información que se aporta en esta conversación, y lo mismo sucede con todas los encuentros que se suceden en la película. La mecánica de los encuentros suele ser la siguiente: El killer en cuestión va a un café, pide dos expressos en tazas separadas, se produce el encuentro con algún supuesto informante, este hace alguna reflexión de índole científico, filosófico o metafísico (siempre sobre temas aparentemente absurdos o irrelevantes), intercambian pequeñas cajas de cerillas en los platos de las tazas, y luego del encuentro el killer abre la nueva caja, extrae un papel con la información y, acto seguido, se lo come. El killer no sólo se mastica el papel con la información para limpiar pruebas, lo hace fundamentalmente para impedir que el espectador sepa algún detalle sobre la misión del personaje, y de esa manera no puede trazar la hilación necesaria para que el thriller avance como tal.

Jarmusch parece decirnos que la acción no conduce a nada, o mejor dicho, que la acción es solo una excusa para exponer otros elementos. De hecho, en el encuentro final con quien será la presa del protagonista, poco importa el desenlace. Lo que importa, a los ojos del relato, es que esta presa es un americano que inspira temor aunque no sepamos nada de él (lo maravilloso de Bill Murray está en eso, en una sola escena y con un ajustadísimo parlamento, consigue mostrarse temerario, a la vez que refleja el pánico de saberse atrapado por su asesino). El elemento crucial de esta película es el concepto planteado en el título de la misma, la idea de lo que se puede o no controlar, representada por un personaje que parece estar preso de un control absoluto, desde su pulcra y particular vestimenta, con un look de asesino algo glamoroso (la repetida acción de abotonarse y desabotonarse el traje refleja gran parte de esa necesidad de control), y su imposibilidad autoimpuesta de vincularse emocionalmente con otras personas durante su misión, son algunos elementos que exponen este concepto. La pregunta que inicia cada uno de los diálogos, el “usted no habla español, ¿verdad?” expresado por todos los personajes que conoce el protagonista, es también un reflejo claro del idioma como elemento de control, así como la rígida puesta en escena, que se acopla al permanente control del personaje, hasta desestructurarse en dos momentos puntuales, en el clímax y en el acto de liberación final que cierra la película. Y el tema del control se desprende también de muchos de los monólogos, como el de las drogas alucinógenas, la mayoría de los cuales encuentran su reverso en el discurso de “El americano”.

Jarmusch despliega en Los límites del control un poderoso entramado intelectual, con reflexiones y alusiones de distinto tipo. En determinados momentos, su protagonista va a un museo y se detiene a contemplar una obra. Nosotros, como espectadores, podemos esforzarnos buscando la cohesión de todos los elementos que se dan cita aquí (algunos aspectos se fusionan claramente, como la repetida frase “La vida no vale nada”, y los versos de la petenera, la faceta trágica del flamenco, que se oye en la película, pero otros elementos se resisten a establecer un patrón común), o bien podemos hacer como el solitario asesino, detenernos a contemplar en silencio la obra e intentar sacar conclusiones personales al respecto. La belleza visual y sonora de este último opus de Jarmusch, desde los extravagantes encuentros café de por medio hasta la climática escena con sabor a western en la fortaleza ubicada en Almería, previa al momento en el que el killer “usa su imaginación” y accede, sin que sepamos cómo, a la oficina de su oponente, nos habilitan a colocarnos en la piel de un espectador que contempla fascinado una obra conceptual. Podemos llegar a entender algunos aspectos de la búsqueda que motorizó esta obra, se nos escaparán otros, pero aún así no podemos dejar de apreciar su belleza, la enigmática seducción de las imágenes que conforman esta propuesta.

 

Lo mejor de la película: La atrapante puesta en escena de Jarmusch, y el entramado intelectual que se esconde en su hermetismo.

Lo peor de la película: Que muchos pueden salir indignados ante el intencionado escamoteo de toda información.

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Dirección y guión: Jim Jarmusch.
País:
 USA y Japón.
Año: 2009.
Duración: 116 min.
Género: Thriller, drama
Elenco: Isaach de Bankolé (solitario), Alex Descas (criollo), Jean-François Stévenin (francés), Luis Tosar (violín), Paz de la Huerta (mujer desnuda), Tilda Swinton (rubia), Youki Kudoh (moléculas), John Hurt (guitarra), Gael García Bernal (mexicano), Hiam Abbass (conductora), Bill Murray (americano).
Producción: Stacey Smith y Gretchen McGowan.
Música: Boris.
Fotografía:
 Christopher Doyle.
Montaje: 
Jay Rabinowitz.
Diseño de producción: 
Eugenio Caballero.
Vestuario: 
Bina Daigeler.
Estreno en USA: 1 Mayo 2009.

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Biofilmografía de Jim Jarmusch

Jim Jarmusch (n. Akron, Ohio, Estados Unidos, 22 de enero de 1953) es un director y guionista estadounidense de cine independiente.

Jim Jarmusch inicialmente estudió Historia de la Literatura Inglesa y Estadounidense en la Universidad de Columbia de Nueva York, y fue más tarde, ya con las influencias literarias, alumno de la New York University Film School, donde fue ayudante de Nicholas Ray. Ahí comenzaría su carrera fílmica.

Su primera película, Permanent Vacation (1981), rodada en 16 mm y con bajo presupuesto, es una historia sobre un joven marginado en Manhattan. En 1982 dirigió el cortometraje The New World (El nuevo mundo), que en 1984 dio lugar al largometraje Extraños en el Paraíso con la que ganó la Camera d’Or en Cannes. Este relato de las aventuras y desventuras de dos amigos y una chica húngara, ambientado en un paisaje típico americano y rodada en blanco y negro, atrajo la atención de la crítica y Jarmusch pasó a ser considerado un nuevo valor del séptimo arte. En 1986 dirigió Bajo el peso de la ley, relato de tres criminales que escapan de la cárcel y se esconden en las zonas pantanosas de Louisiana. Ambas películas fueron alabadas por la crítica europea como evidencia de la existencia de una nueva tradición minimalista de estética experimental; pero la obra de Jarmusch cautiva principalmente por su retrato agudo y emotivo de la figura del perdedor al margen de la sociedad. En sus dos siguientes películas: Mystery Train (El tren misterioso, 1989) y Night on Earth (Noche en la Tierra (1991), un conjunto de cinco relatos que transcurren en Estados Unidos y Europa con un taxi como pretexto, abandona el formato en blanco y negro pero continúa con su obsesión por los personajes marginados que sufren o se rebelan contra la sociedad; esta película constituye su obra maestra absoluta. The Limits of Control (“Los límites del control”), 2009, es una película ambientada en España, que uno de sus perdedores ha de recorrer para realizar un encargo.

Además de las influencias literarias, cabe destacar las influencias musicales para Jarmusch. Músicos como Tom Waits (del cual es un reconocido amigo), Joe Strummer, Iggy Pop, John Lurie y Screamin Jay Hawkings aparecen en sus películas, y también su cuidada elección con las canciones que forman parte de las bandas sonoras de sus films.

 

Filmografía

Permanent Vacation, 1980.

Stranger Than Paradise (cortometraje), 1982.

Stranger Than Paradise, 1984.

Coffee and Cigarettes (cortometraje), 1986.

Down by Law, 1986.

Coffee and Cigarettes II (cortometraje), 1989.

Mystery Train, 1989.

Night on Earth, 1991.

Coffee and Cigarettes III (cortometraje), 1993.

Dead Man, 1995.

Year of the Horse, 1997.

Ghost Dog: The Way of the Samurai, 1999.

Coffee & Cigarettes, 2003.

Broken Flowers, 2005

The Limits of Control, 2009

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