Crítica DESTINO: WOODSTOCK

Estreno en España: 25 Septiembre 2009

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Sinopsis

Año 1969. Elliot, un decorador afincado en Greenwich Village, Nueva York, al que las cosas le van francamente mal, debe volver a su pueblo en el estado de Nueva York para ayudar a sus padres a llevar un viejo motel llamado El Monaco. El banco está a punto de quedarse con el negocio; el padre de Elliot amenaza con quemar el edificio, pero no ha pagado el seguro; y él ni siquiera tiene dinero para llegar a casa de sus padres. Al enterarse de que a un pueblo vecino le han denegado el permiso para celebrar un festival hippy de música, Elliot llama a los organizadores pensando que puede ser la ocasión de revitalizar el motel. Tres semanas después, medio millón de personas se dirigen hacia la granja de su vecino en White Lake. Elliot está a punto de sumergirse en una experiencia que definirá a toda una generación, cambiará su vida y la cultura pop para siempre.

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Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Si comparamos a Destino: Woodstock con otra película de Ang Lee, Brokeback Mountain, sin duda una de sus películas más celebradas, podríamos decir que a Lee le gusta construir retratos particulares de la historia y la sociedad americanas. Claro que la filmografía de Ang Lee es tan heterogénea que, si bien se podría establecer un vínculo entre ambas, la pluralidad de géneros y estilos que recorre toda su carrera se contradice en principio con la posibilidad de establecer conexiones entre algunas de sus películas. Pese a ello, si el director de películas como Hulk o El tigre y el dragón dirige dos dramas tan distintos pero con una visión personal de mundos ya transitados anteriormente por el cine, la relación parecería estar servida en bandeja.

Y la realidad es que no es tan así. Mientras que Brokeback Mountain se caracterizaba por una sencillez narrativa que reducía al mínimo su promocionada condición de película polémica, en Destino: Woodstock cohabitan tantas historias como géneros en el cine de Ang Lee. Volviendo a las similitudes, en ambas estamos ante personajes que, en determinado momento y por circunstancias opuestas, consiguen liberarse de los preconceptos y las ataduras morales. En Brokeback Mountain, se da a través del vínculo de dos hombres que comparten trabajo en una zona alejada de la urbe, en una época no menos espinosa para este tipo de relación. En Destino: Woodstock seguimos estando lejos de la ciudad, pero la circunstancia que se desarrolla, el legendario festival de Woodstock, con la aparición de la sociedad hippie, es la escena propicia para que el joven Elliot, quien por esas casualidades se convierte en el facilitador de ese festival al organizar la zona en la que se ha criado para tal evento, consiga liberarse de las cadenas que lo atan a la mentalidad conservadora de su familia.

Se mencionó aquí que en Destino: Woodstock conviven varias historias. Por un lado, la cámara prácticamente no se aleja de Elliot, siguiéndolo desde su agobiante rol de sostén de su familia y de la zona donde se encuentra el motel regenteado por sus padres, hasta que se asume como un joven y comienza lentamente a compartir las experiencias liberadoras de los hippies que se acercan al festival. Por otro lado, el hecho de que Ang Lee le dé la espalda al escenario de Woodstock (la mejor decisión de Lee en toda la película es hablar de Woodstock sin recrear las míticas performances que allí se sucedieron), centrándose en la revolución cultural que se gestó a su alrededor, hace que cobre protagonismo una extensa galería de personajes sumamente particulares, como el grupo teatral que vive en el granero, el joven organizador del festival, el guardia de seguridad travestido (un sorprendente Liev Schreiber, que no bromea demasiado con lo absurdo de su personaje), los mafiosos que llegan para presionar a los comerciantes, los vecinos del lugar (especialmente el encarnado por Eugene Levy), y una larga fila de jóvenes con las hormonas revueltas y bastante marihuana encima. En medio de todo ese tumulto de personas e historias particulares, a quienes Lee les dedica particularmente un espacio nada desdeñable, la imagen protagónica de Elliot se diluye hasta mostrarlo como a un mero testigo de semejante fenómeno que, ocasionalmente, en las escenas más potentes del film, aprende a rebelarse de los mandatos parentales (especialmente de una madre judía demandante y dominante, estupendamente interpretada por Imelda Staunton, acompañada por un marido que se somete a todas sus decisiones), a la vez que se anima a abrir las puertas de la percepción, probando todo lo que está a su alcance. La simpleza con la que se narran los “viajes” de Elliot contrasta finalmente con el inútil revés dramático que toma la historia con sus padres, haciendo que ambos aspectos no termine de fusionarse coherentemente en el trayecto evolutivo de Elliot.

¿Pero cuál es realmente la película que quiso contar Ang Lee? ¿Es la historia del heterogéneo grupo de asistentes a Woodstock? ¿Es la radiografía de una época y de un acontecimiento muy particular? ¿Es acaso el conflicto familiar de Elliot? ¿O es su extraña convivencia con una horda de jóvenes desprejuiciados? Destino: Woodstock podría haber sido todo eso en una película que supiera narrar todo con una mayor solidez, unificando esos elementos sin perder de vista el trayecto del personaje de Elliot. La permanente pantalla dividida pobremente empleada por Lee para mostrar diversos puntos de vista del acontecimiento, no ayuda a una feliz cohesión de todos los elementos. En sus mejores pasajes, Destino: Woodstock es un retrato sencillo, encantador y desbordante de felicidad del instante en el que una parte de la sociedad americana decide liberarse. En los peores, un drama familiar contado con cierto desgano, que no termina de cuajar con la radiografía social de ese instante. En su necesidad de que todos los aspectos puedan caber en una sola historia, Lee apela a un medio tono supuestamente unificador, pero que justamente va a contramano de lo que parece promover. Cuando vemos a Elliot comenzar a alucinar por las drogas, es cuando más se nota las consecuencias de ese medio tono propuesto por Ang Lee, que por un lado habla de la condición liberadora de los alucinógenos, pero que no se atreve a una liberación real de la escena, a la posibilidad de viajar junto con el personaje. Allí es cuando queda claro que la simpleza y la calidez del tono propuesto por Ang Lee sirve para un retrato encantador de una época de libertad, pero es una barrera infranqueable a la hora de captar el verdadero poder que tiene esa liberación en el personaje. Algo parecido ocurría con Brokeback Mountain, donde también predominaba un medio tono que lavaba extremadamente la polémica historia de amor entre los dos hombres. Indudablemente, es para celebrar esta mirada original de aquel viejo y mítico Woodstock, no así la suma de elementos que reducen el potencial que tenía la historia del joven protagonista.

 

Lo mejor de la película: La revelación de Demetri Martin, y la feliz participación de grandes actores como Imelda Staunton, Liev Schreiber y Eugene Levy, sumado al original enfoque del festival de Woodstock, evitando las postales clásicas de rock que rodean el evento.

Lo peor de la película: El medio tono que carece de la libertad necesaria para que la película pueda sumergirse en el viaje alucinógeno de Elliot, y que intenta unificar demasiados elementos, haciendo que el conflicto principal pierda fuerza.

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Dirección: Ang Lee.
País:
USA.
Año: 2009.
Duración: 110 min.
Género: Comedia.
Elenco: Demetri Martin (Elliot Teichberg), Imelda Staunton (Sonia Teichberg), Emile Hirsch (Billy), Liev Schreiber (Vilma), Jonathan Groff (Michael Lang), Dan Fogler (Devon), Henry Goodman (Jake Teichberg), Paul Dano, Eugene Levy (Max), Jeffrey Dean Morgan (Dan).
Guión: James Schamus; basado en el libro “Taking Woodstock” de Elliot Tiber y Tom Monte.
Producción: James Schamus, Ang Lee y Celia Costas.
Música: Danny Elfman.
Fotografía: Eric Gautier.
Montaje: Tim Squyres.
Diseño de producción: David Gropman.
Vestuario: Joseph G. Aulisi.

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Biofilmografía de Ang Lee

Ang Lee (Pingtun, Taiwán, 23 de octubre de 1954) es un director de cine chino de Hollywood nacido y crecido en Taiwán pero educado en Estados Unidos.

Muchas de sus películas han enfocado las interacciones entre la modernidad y la tradición. Sus obras también tienden a tener un tono de comedia ligera que marca una ruptura con el realismo trágico que caracteriza el cine de Taiwan tras el fin del período de ley marcial en los años 1990. Fue el primero en introducir temas homosexuales en el cine asiático y también fue pionero en las películas de artes marciales/exotismo oriental de gran presupuesto de Hollywood.

Ha estudiado teatro en la universidad de Illinois e hizo su máster en la escuela de arte Tisch de la Universidad de Nueva York, dónde en 1984 realizó una película titulada Fine Line como tesis. Fue compañero de clase de Spike Lee.

En 1992 se da a conocer internacionalmente en un film sobre un anciano que no sabe/puede adaptarse a la vida occidental moderna (Manos que empujan), y obtiene la etiqueta de “prometedor”. Al año siguiente, presenta una película que afianza su carrera y le revela como uno de los máximos exponentes de su generación dentro del cine taiwanés: la co-produción El banquete de bodas, en la que revela una frescura inusual y un talento aún por calibrar. Su siguiente producción va a consagrarle a nivel mundial: Comer, beber, amar (1994), le proporciona uno de sus mayores éxitos personales, logrando que su universo cinematográfico trascienda el film de cintas coétaneas que fracasaban en mayor o menor medida en su intento por conjugar las culturas oriental-occidental dentro de historias intimistas y familiares donde se da la consabida ruptura-dominación por la tradición (Cometé una taza de té de Wayne Wang, 1988, es un buen ejemplo).

En el 2001 fue profesor visitante en la universidad de Dartmouth y allí estrenó El tigre y el dragón, un auténtico fenómeno a nivel mundial que se convirtió casi desde su estreno en un clásico moderno instantáneo.

Por Brokeback Mountain ganó el León de Oro del Festival de Venecia del 2005. Repitió éxito en el mismo festival, dos años después, con una obra totalmente distinta, que aborda la historia de su país: Deseo, peligro.

 

Filmografía

# Taking woodstock (2009)

# Deseo, peligro (2007)

# Brokeback Mountain (2005)

# Hulk (2003)

# El tigre y el dragón (2000)

# Cabalga con el diablo (Ride With the Devil, 1999)

# La tormenta de hielo (The Ice Storm, 1997)

# Sentido y Sensibilidad (Sense and Sensibility, 1995)

# Comer, beber, amar (1994)

# El banquete de bodas (1993)

# Manos que empujan (Tui Shou, 1992)

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