Crítica SINGULARIDADES DE UNA CHICA RUBIA

Estreno en España: 18 Diciembre 2009

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Sinopsis

A los pocos días de empezar a trabajar como contable en la empresa de su tío, Macario se enamora locamente de una chica rubia que vive en el edificio de enfrente. Nada más conocerla quiere casarse con ella. Su tío se opone firmemente a esa unión y, al no poder hacerle cambiar de parecer, le despide y le echa de su casa. En la calle y sin trabajo, Macario se ve obligado a aceptar un trabajo en Cabo Verde, donde consigue hacer fortuna. Cuando finalmente consigue la aprobación de su tío para casarse, Macario descubre las “singularidades” de su prometida.

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Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Es complejo escribir una crítica, o apenas unas breves líneas, sobre la última película de Manoel de Oliveira, especialmente si anteriormente no se ha visto nada de él. Es la primera vez que tengo la oportunidad de ver una obra de este realizador portugués, de 101 años (sí, nació en 1908) y casi ochenta de carrera cinematográfica, por lo que tratar de acercarse a las dimensiones de la obra de un autor de esta talla (difícilmente haya en la actualidad un director mayor que él, o más prolífico), habiendo visto una sola película, y demasiado breve, (aunque la duración no es una variable que modifique las cualidades de una obra, en este caso es un elemento esencial para intentar entender su forma de abordar el cine), es un desafío mayúsculo.

Naturalmente, cualquiera empezaría por señalar la vitalidad que puede tener un realizador en actividad que ya ha cruzado la barrera de los cien años. Desde ya que el mantenerse activo y lúcido a esa edad es una virtud en sí misma, y aunque este sería el principal argumento para justificar a cualquier director longevo, filme lo que filme, estamos ante un realizador que no duda en plasmar esa vitalidad en su obra. La vitalidad es un aspecto esencial del mejor cine, no hay buen cine si no hay un corazón latiendo a más no poder dentro de él, un corazón que se detiene, cuestiona su naturaleza y continúa latiendo. No hay que confundir vitalidad con ritmo o con dinamismo. Una película puede tener un ritmo acelerado, pero si en el interior de ella no hay una energía vital, el movimiento sólo es una máscara, es apenas un recurso externo para ocultar el infinito temor a acercarse a cualquier signo de cuestionamiento, de interrogación, de aproximarse a la naturaleza de lo que este cine expone.

Si nos confundimos aceleración con vitalidad, corremos el riesgo de creer que el cine de Manoel de Oliveira es un paseo aletargado por un museo, todo es bello pero sumamente quieto. Al contrario, la quietud en este realizador es sólo aparente, nunca meramente contemplativa. Si menciona a Debussy o se muestran bellas obras de arte, no lo hace por puro placer personal o intelectual, sino para describir el universo burgués en el que habitan sus personajes. En su cine, por decirlo de alguna manera, pasan cosas, muchas cosas, y ni que hablar si la película en cuestión dura poco más de una hora. Su quietud (conviene llamarla estatismo formal), contrasta brutalmente con el cine promedio que vemos en la actualidad. Su puesta se traduce en escenas resueltas en muy pocos planos, muchas de ellas de un solo plano extenso, y algunas con un trabajo muy refinado con la profundidad de campo. Su trabajo formal por momentos nos remite a los primeros juegos complejos con la profundidad de campo, como en Ciudadano Kane de Welles. Y es que su puesta coquetea a veces con el cine clásico, o con algunas innovaciones de aquella época (aunque difícilmente encontremos el archiconocido “plano-contraplano”, y suele prescindir de los primeros planos), pero su manera de abordar la puesta podría decirse que es marcadamente teatral, o que arrastra en su estatismo, y en la marcación de los actores, algunos de los vicios más discutibles del teatro.

Dos cosas saltan a la vista de Singularidades de una chica rubia, dos aspectos, mas allá de lo formal, que poco tienen que ver con el cine que estamos acostumbrados a ver, y que dista incluso de muchas propuestas extremas. Por un lado, el desplazamiento que hay entre el tiempo de lo que vemos, y el tiempo que nos dictan las acciones de los personajes. Macario se enamora de una joven rubia que vive enfrente del lugar donde trabaja para su tío. Macario la observa, se acerca, inicia un vínculo, y le pide a su tío permiso para casarse. Su tío lo echa y Macario debe irse de viaje para trabajar y conseguir una estabilidad que le permita pedir formalmente la mano de la chica. Está claro que la forma de conducirse de estos personajes, hasta en los más mínimos detalles, dista enormemente del tiempo concreto en el que transcurre la historia, son comportamientos de otra época. Es difícil descifrar este desplazamiento, pero lo que queda claro, porque de Oliveira se ocupa de remarcarlo, es que se sabe un cineasta de otro tiempo que filma en este, y en su caso, lejos de ser un defecto o una desventaja, es una particularidad fascinante.

El otro elemento sorprendente es la brutal simplicidad narrativa. Su hora de metraje provoca que todo componente argumental se simplifique al extremo. Sus personajes no revelan su naturaleza a través de sus acciones, y cualquier acción quiebra u ordena lo inmediatamente anterior. Macario le pide permiso a su tío para casarse, su tío le niega el permiso, y Macario se aleja de él. Cada acción se resume en una escena y con pocos diálogos, pero muy puntuales. La sinopsis que se adjunta con esta crítica cuenta de cabo a rabo lo que sucede hasta dos escenas (unos cinco minutos) antes del final, donde se explica, con la misma simplicidad con la que está narrado el resto, las singularidades de esta chica. No hay dobleces, porque la duración no lo permite, pero también porque de Oliveira, a sus más de cien años, tiene una enorme urgencia por contar y filmar. Eso es lo que más representa la brevedad de sus películas (sus últimas películas comparten esta misma característica con Singularidades…).

De Oliveira no sólo filma a sus cien años, sino que quiere seguir filmando, y esta película es la clara muestra de ello. En Singularidades… podemos ver a un cineasta longevo que aún filma, que lo hace integrando su naturaleza de otro tiempo a un relato donde prima la fascinación de un hombre por una mujer, tal vez el mayor signo de vitalidad de la película. Pero además se aprecia la intención, o la necesidad, de seguir filmando. De Oliveira, como el tren que abre y cierra el relato, no detiene su marcha, conjugando en su interior presente y pasado, pero, sobre todo, futuro. Hacia el final sabemos de dónde viene Macario, lo que no sabemos es hacia dónde va. No lo sabemos, y tal vez de Oliveira tampoco lo sabe, de la misma forma en que su extrema longevidad le impide saber cuál será su futuro, cuándo terminará su propia película. Lo que sí sabemos es que de Oliveira, más longevo y particular que cualquier otro cineasta, seguirá andando, y lo sabe.

 

Lo mejor de la película: Las singularidades de esta obra, que muestran a un cineasta de más de cien años con plena autonomía creativa, y urgencia autoral.

Lo peor de la película: El poder confundir el estatismo, la simpleza argumental y el desfase temporal con morosidad narrativa y estética, y anacronismo, aspectos que no parecen definir al cine de Manoel de Oliveira.

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Título original: Singularidades de uma rapariga loura. 

Dirección: Manoel de Oliveira.

Países: Portugal, Francia y España. 

Año: 2009. 

Duración: 64 min. 

Género: Drama, romance. 

Elenco: Ricardo Trêpa (Macario), Catarina Wallenstein (Luisa), Diogo Dória (Francisco), Júlia Buisel (doña Vilaça), Leonor Silveira, Maria-João Pires, Maria Burmester, Luís Miguel Cintra, Glória de Matos, Filipe Vargas. 

Guión: Manoel de Oliveira; basado en un relato de Eça de Queiroz. 

Producción: François d’Artemare, Maria João Mayer y Luis Miñarro. 

Fotografía: Sabine Lancelin. 

Montaje: Catherine Krassovsky y Manoel de Oliveira. 

Dirección artística: Christian Marti y José Pedro Fenha. 

Vestuario: Adelaide Trêpa y Yara Jerónimo. 

Distribuidora: Sagrera. 

Estreno en Portugal: 30 Abril 2009. 

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Biofilmografía de Manoel de Oliveira

Manoel Cândido Pinto de Oliveira es un director de cine portugués nacido en Oporto el 11 de diciembre de 1908, considerado el más prestigioso de su país y el más conocido internacionalmente.

Manoel de Oliveira (1908- ) nació en una familia de holgada posición socio-económica en la ciudad portuguesa de Oporto. Estudió con los jesuitas, y desde muy joven manifestó su pasión por el séptimo arte. En los tiempos del cine mudo, Manoel de Oliveira hizo su primera aparición en pantalla como actor en una película de Rino Lupo, cineasta italiano que forma parte de la historia del cine portugués de los años veinte. Continuó interpretando tras haber hecho sus primeras aproximaciones como director y llegó a obtener un papel relevante en la segunda película sonora rodada en Portugal, A canção de Lisboa, de Cottinelli Telmo. Siendo ya director consumado, es rara la vez que no aparece fugazmente en alguno de sus filmes. En 1931, dirigió su primer corto, Douro, faina fluvial, película documental que dejaba patente la influencia que ejercían sobre él directores como Robert Flaherty y los documentales soviéticos. En esta película describía una jornada de trabajo de los pescadores de las riberas del río Duero. En este trabajo ya se revelaba su particular sensibilidad y su espíritu afín a las vanguardias europeas. Otros documentales son Já se fabricam automóveis en Portugal y Miramar, praia de rosas, ambos de 1938. Su producción fílmica dedicada a la ficción se caracteriza por una marcada teatralidad y una casi constante reflexión acerca de la naturaleza del arte, el espectáculo y la esencia del ser humano. En 1942 dirigió Aniki Bobó, interpretada por una pandilla de chicos de las calles de Oporto, film directo, simple, vivo, que supuso un logro excepcional, sobre todo si se tiene en cuenta que fue anterior al neorrealismo italiano. En 1956 dirigió El pintor y la ciudad, película a partir de la cual su estética y su lenguaje fílmico tomaron un rumbo distinto, minimizando la importancia del montaje y priorizando los planos largos y la puesta en escena más teatral, arropada por diálogos densos y textos muy trabajados, lo que le ha supuesto duras críticas y enemigos de su obra, así como seguidores incondicionales.

 

Filmografía

2009 – Singularidades De Uma Rapariga Loira

2007 – Cristovão Colombo – O enigma

2006 – Belle Toujours

2005 – Espelho Mágico

2004 – O Quinto Imperio

2003 – Una película hablada (Um Filme Falado)

2002 – O Princípio da Incerteza

2001 – Porto da Minha Infância

2001 – Je Rentre à La Maison

2000 – Palavra e Utopia

1999 – A Carta

1998 – Inquietude

1997 – Viagem ao Princípio do Mundo

1996 – Party

1995 – O Convento

1994 – A Caixa

1993 – Vale Abraão

1992 – O Dia do Desespero

1991 – A Divina Comédia

1990 – Non, ou a Vâ Glória de Mandar

1988 – Os Canibais

1987 – Mon Cas

1985 – Le Soulier de Satin

1983 – Lisboa Cultural

1983 – Nice – à propos de Jean Vigo

1982 – Visita ou Memórias e Confissões

1981 – Francisca

1979 – Amor de Perdição

1975 – Benilde ou a Virgem Mãe

1972 – O Passado e o Presente

1966 – O Pão

1965 – As Pinturas do Meu Irmão Júlio

1964 – A Caça

1963 – Acto de Primavera

1956 – O Pintor e a Cidade

1942 – Aniki Bóbó

1941 – Famalicão

1938 – Já se Fabricam Automóveis em Portugal

1938 – Miramar, Praia das Rosas

1932 – Estátuas de Lisboa

1931 – Douro, Faina Fluvial

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