Ich bin Enric Marco

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Estreno en España: 18 Diciembre 2009

Estreno en Argentina: 8 Abril 2010 (BAFICI)

Título: Mi nombre es Enric Marco

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Sinopsis

El ex presidente de la principal asociación española de deportados, Enric Marco, emprende un viaje desmitificador hacia su pasado: un viaje en coche a Alemania. Dos años antes, un historiador demostró que Enric Marco no era el resistente que decía ser y que las experiencias del campo de concentración, relatadas durante años en televisión, eran inventadas. Ahora, Marco recorre el mismo trayecto que hizo en tren en 1941 a bordo de un convoy de trabajadores enviados por Franco a Hitler, en plena Guerra Mundial. Ese viaje, que debe conducirlo al penal de Kiel (donde pasó un año acusado de actividades de propaganda comunista, antes de regresar a España), se cruza en varios puntos con el viaje imaginario que tantas veces contó: su viaje desde la resistencia francesa a los campos de concentración en trenes de ganado –el mismo destino que sufrieron miles de republicanos españoles exiliados tras la Guerra Civil. Casi fatalmente, el viaje termina en el campo de concentración de Flossenbürg: ese lugar que nunca pisó durante la guerra; ese lugar donde se forjó a sí mismo como el superviviente que no logra dejar atrás.


Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Con su considerable humildad, Ich bin Enric Marco se coloca entre los grandes documentales que adhieren a una concepción moderna de este género, la de presentar más preguntas que respuestas. Ultimamente, los documentales más interesantes y desafiantes no son los que se ocupan de la exposición inteligente de certezas sino los que instalan la compleja incertidumbre de lo real. Para este fin, muchos documentales se colocan entre la realidad y la ficción, otros se detienen en puntos de vista opuestos e irreconciliables (un gran ejemplo de esto es Capturing the Friedmans, si no la vio, véala), y algunos en la mera observación, el recurso documental más sencillo y a la vez, más complejo. De esa manera, un efecto audaz que generan estos documentales es la desconfianza, algo inconcebible para la idea clásica del documental.

La desconfianza que despierta Ich bin Enric Marco radica en la naturaleza del protagonista de este documental, el Enric Marco del título, un hombre que durante décadas fingió ser un sobreviviente del Holocausto. Por ello, esta desconfianza está más cerca de ser una consecuencia del retratado que un efecto buscado en el retrato. Cuando los directores abandonan el prólogo, en el cual se le informa al espectador, mediante diversos testimonios y material de archivo, la verdad que manifestaba este hombre hasta el momento de su impostura, inician el viaje con Enric Marco a los lugares que sí recorrió en su pasado. Para cualquier espectador ajeno al caso, es inevitable ver este viaje esperando que al final se devele una nueva impostura, que Marco revele que ese pasado, el que describe la película, tampoco existió y que es otro invento suyo, como lo fue su paso por los campos de concentración nazis.

Sin embargo, la película no es una desmitificación de otra desmitificación, simplemente es el retrato de un hombre que ha engañado a toda una sociedad con el pasado que adujo públicamente, en medio de un viaje en el que se muestra su pasado real. Un viaje que intenta enfrentarse a la confesión del hombre, pero se encuentra con algo tan natural como siniestro, el testimonio de alguien que, contradiciéndose permanente, no muestra arrepentimiento alguno, porque considera que su engaño no ha sido tal, sino que hizo frente a la necesidad de que alguien con facilidad de palabra pueda construir un discurso basándose en el testimonio real de varios sobrevivientes con menos locuacidad que él.

Esta es la excusa principal que presenta Enric Marco en el momento más dramático del film. Santiago Fillol y Lucas Vermal, los directores, lo observan detenidamente, lo indagan pero fundamentalmente se dedican a observarlo, y en esa mirada se desnuda la naturaleza de un ser tan infranqueable como patético, tan aferrado a su discurso como víctima de su descabellada ambición por ser parte de la historia. La mirada de Fillol y Vermal lo expone sin concesiones, y aunque un espectador desconocedor del personaje y de su impostura puede demandar un prólogo más extenso, o una interacción del viaje de Marco con los testimonios que narran su impostura, la exposición que hacen los directores es elogiable al no desembocar en subrayados o en juicios explícitos.

La simple observación define la opinión de la película sobre este personaje, y en ese sentido, la necesidad de una confesión que se ve resquebrajada hacia el final (el poster del film sintetiza brillantemente la conclusión del film, revelando a un protagonista que accede a revisar su pasado y que amenaza con quebrarse en su testimonio, pero termina sepultando esa opción), genera una enorme incomodidad y plantea interrogantes, que dan pie a un debate posterior, pero que, afortunadamente, el film no se preocupa por responderlos. A Fillol y Vermal les bastó emprender un esforzado viaje con el personaje y seguirlo a sol y a sombra para, confesiones aparte, desentrañar su naturaleza.

Lo mejor de la película: El retrato sin concesiones de un hombre que, en su esfuerzo por no mostrarse débil, revela todo su patetismo.

Lo peor de la película: Que los directores podrían haber considerado hacer interactuar a Marco y su viaje desmitificador con los testimonios en torno a su impostura, especialmente para que los espectadores ajenos al caso tengan una dimensión más precisa de este.

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Dirección y guión: Santiago Fillol y Lucas Vermal.

País: España.

Año: 2009.

Duración: 90 min.

Género: Documental.

Producción ejecutiva: Oriol Maymó y Víctor Font.

Fotografía: Marc Gómez del Moral.

Montaje: Cristóbal Fernández y Sergi Díez.

Distribuidora: Intermedio.

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