Free rainer

Estreno en España: 27 Agosto 2010

Título: Un juego de inteligencia

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Sinopsis

Rainer, un exitoso productor de televisión, lo tiene todo: un gran sueldo, un ático de lujo, un cochazo, una novia imponente… Ha alcanzado la cima gracias a unos shows televisivos de lo más estúpidos y vulgares. Hasta que un día, la misteriosa Pegah empotra su coche a toda velocidad contra el suyo. Tras semejante experiencia, Rainer da un vuelco a su vida y decide producir un programa inteligente para el prime-time de su cadena. Hundido por los pésimos índices de audiencia de su nuevo programa, Rainer deja su trabajo para investigar los sistemas de medición de audiencias que mantienen como números uno a los programas más idiotas. Rainer, Pegah y sus nuevos amigos están decididos a probar la existencia de una conspiración en la estimación de los porcentajes de audiencias, pero los ejecutivos de la cadena no están dispuestos a abandonar así como así lo que les ha costado años construir.

Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Con esta película, Hans Weingartner sigue la línea trazada en Los edukadores, desarrollando un drama que tiene como protagonistas a un grupo de idealistas que luchan contra las injusticias del sistema. Acá no hay alborotadores que dejan amenazas a los ricos, sino un grupo, también de alborotadores, que luchan contra el sistema monopólico de medición de audiencia, y con eso, intentar lograr que la gente deje de ver contenidos idiotizantes.

El grupo está encabezado por un ex productor estrella, que alguna vez supo vivir entre la abundancia y el frenesí de las drogas, mientras robaba ideas de otros y llevaba a la pantalla chica los productos más vulgares que uno podría imaginar. El inicio de la película lo muestra en todo su esplendor, sangrando luego de drogarse a más no poder, mientras mira una de sus producciones exitosas, un show donde hacen una competencia de esperma para ver cuál de los participantes fecunda el óvulo de la participante protagonista. A Weingartner no le hace falta mucho más que esta secuencia para exponer, con gruesos subrayados, su crítica a la inmoralidad en la que está sumergida la televisión en la actualidad. A Rainer lo vemos acumulando éxitos, pero con una evidente angustia que se hace presente cada vez que Rainer se pone a prueba, con las drogas y con la velocidad. Rainer no quiere saber nada del mundo que le ha dado una vida de lujo, y uno puede ver a simple vista esa insatisfacción, pero como tal, sale a la luz recién cuando se cruza con una mujer decidida a vengarse por un suicidio en el que Rainer tuvo cierta injerencia. Este cruce, y la culpa del caso que la conecta con la chica que le choca el auto, hace que Rainer de vuelta su vida e intente cambiar la televisión que el público, supuestamente, elige ver.

Primero, Rainer intenta produciendo un programa periodístico de calidad, pero la audiencia decae estrepitosamente y lo obligan a cerrar el proyecto. Lo siguiente que decide hacer Rainer, es juntarse con Pegah, la chica, y armar un grupo de muchachos bastante particulares y sin nada que perder, con el fin de destapar la olla que, aparentemente, esconde el sistema único de medición de audiencia. Creyendo que estas mediciones estadísticas están digitadas para beneficiar a unos y castigar a otros, comienzan a armar un plan de sabotaje del sistema, y al infiltrarse en él, descubren que no parece haber nada turbio, por lo que deciden manipularlo ilegalmente, aplastando a los programas estúpidos, y elevando el nivel de audiencia de los contenidos más elevados (subiendo el nivel de, por ejemplo, las proyecciones televisivas de los films de Fassbinder), lo que hace poner en crisis al canal que enriqueció a Rainer, y que el público termine volcándose naturalmente por los programas y los contenidos menos dañinos para el intelecto.

La hipótesis de Weingartner, que podríamos reducirla a una simple frase, “el público consume lo que se le brinda”, es interesante pero no es nueva, está bastante difundida la idea de entender al público televisivo de esa manera. Y aunque esta hipótesis no oculta una mirada demoledora del televidente como alguien perfectamente manipulable, dicha lectura no deja de tener cierto componente de verdad.

El conflicto que genera la mirada de Weingartner no es el juicio que uno pueda llegar a tener sobre este discurso, sino el lugar al que apunta el mismo en su relato. Weingartner parte de ese discurso para poner en escena a un grupo de idealistas que arriesgan todo por cambiar el modo en el que la televisión oficia de ansiolítico o estupefaciente de la sociedad. Como todo protagonismo a cargo de idealistas, la mirada positiva respecto al cambio que se puede producir no deja de tener un alto grado de ingenuidad. Y esta ingenuidad, que uno puede llegar a digerirla al entrar en la frecuencia del relato, termina contaminando toda la crítica que intenta hacerse del sistema. Es esa ingenuidad que adquiere protagonismo la que hace que se nos muestre, por ejemplo, al comienzo de la película, la vida frenética de Rainer a puro trazo grueso.

Dejando de lado esta ingenuidad, por momentos irritante, que anula, mediante subrayados, toda intencionalidad crítica, estamos ante una película que se sostiene con una pequeña dosis de suspenso y un ritmo ajustado. Aunque estos elementos quedan relegados a un segundo plano frente al maniqueísmo que surge de su planteo ingenuo y facilista. Para ver una crítica aguda del mundo televisivo y de lo que genera la medición de audiencia, deberíamos remitirnos al genial film Network, el adelantado clásico de los setenta de Sidney Lumet, o a algunos pasajes de dramas puntuales como Requiem por un sueño. Frente a estos ejemplos, el simplismo del film de Weingartner no tiene mucho que hacer.

Lo mejor de la película: Su buen ritmo, y la solvencia del elenco.

Lo peor de la película: Una crítica a la televisión que se ve anulada por la ingenuidad, el esquematismo y los subrayados del planteo.

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Título original: Free Rainer: Dein fernseher lügt. 

Dirección: Hans Weingartner. 

Países: Alemania y Austria. 

Año: 2007. 

Duración: 129 min.

Género: Drama. 

Elenco: Moritz Bleibtreu (Rainer), Elsa Sophie Gambard (Pegah), Milan Peschel (Phillip), Gregor Bloéb (Maiwald), Simone Hanselmann (Anna). 

Guión: Hans Weingartner y Katharina Held.

Producción: Hans Weingartner y Antonin Svoboda. 

Música: Andreas Wodraschke y Adem Ilhan. 

Fotografía: Christine Maier. 

Montaje: Andreas Wodraschke. 

Diseño de producción: Udo Kramer. 

Vestuario: Thomas Oláh. 

Distribuidora: Baditri. 

Estreno en Alemania: 15 Noviembre 2007.

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