Publicado originalmente en “¿Crítico, yo?”
Llegó la décima edición del BAFICI. El evento que fascina a propios y extraños vuelve con diseño renovado (diseño PRO) y muchas novedades, entre las cuales se destaca, obviamente, las películas.
El BAFICI convoca a mucha, demasiada gente. Podría decirse que existen diversas clases de personas que asisten al BAFICI, a saber:
El amateur: Dícese de aquel que se acerca timidamente al festival, sea o no su primera vez, y elige cuidadosamente un número reducido de películas.
El semi-pro: Dícese de aquel que oscila entre un BAFICI-junkie y una precisa selección de las películas que verá. El semipro puede esperar con ansias el BAFICI, y volverse monotemático durante el transcurso del mismo. Pero intenta en lo posible no ir a ver basura (y si va a ver basura, es una elección intencional), y tampoco le importa demasiado si se pierde de ver alguna de las que eligió.
El profesional: Dícese del especímen más aborrecible y a su vez incomprendido de la fauna festivalera. El profesional es aquel que intenta ver de todo y se interna en el cine todos los días. Algunos, los más respetables, poseerán un cierto criterio a la hora de elegir las salas donde internarse, y muchos de ellos lo hacen por trabajo. La mayoría habla de todos los directores, películas y cinematografías, como si supieran realmente de lo que están hablando, y por supuesto, solo algunos de ellos realmente saben de lo que hablan. A estos últimos, mis respetos y condolencias por semejante sacrificio.
Yo creo pertenecer a la segunda clase. El año pasado vi ocho películas (un lindo número, pero tampoco una desproporción), hasta ese momento, mi record de películas en el festival. Hoy saqué entradas anticipadas para doce películas en el Hoyts, sin contar las otras tres o cuatro que planeo ver en otras salas. Es decir, a menos que se me presenten contratiempos laborales, probablemente duplique el número de películas del año pasado.
Los títulos para los que saqué son los siguientes: Val Lewton: The man in the shadows, Secrets behind the wall, Stellet Licht, Yo, The deathmaker, S.O.S. Ex, Interkosmos, Joe Strummer: The future is unwritten, Intimidades de Shakespeare y Victor Hugo, The unforeseen, Bye bye life y L’avocat de la terreur.
Dos nacionales, el resto internacional, y una de ellas que iré a ver con Giselle, perteneciente al primer (el más saludable) grupo de espectadores del BAFICI, más otras dos que iré a ver con ella en otras salas. De paso, entren aquí para ver su muy interesante artículo sobre el BAFICI.
Y repasando las cifras de venta anticipada de entradas que publica la página del BAFICI, se puede ver que la más convocante hasta ahora es Los paranoicos, de Gabriel Medina, la cual me quedé con ganas de ver (las funciones en el Hoyts se agotaron demasiado rápido). Pero también se ve que las otras con fuerte convocatoria son I’m not there, Shine a light, Antes que el diablo sepa que has muerto (una de las que ya vi para Cine.com), y Paranoid Park. Todas ellas con pronta fecha de estreno comercial, lo que indica facilmente que el grueso del público BAFICI no dista demasiado del que va al cine diariamente. A estas hay que sumarles títulos como El sueño del perro y La rabia, películas nacionales que en algún momento pasarán por salas comerciales, o tendrán un lanzamiento alternativo en el MALBA.
Yo prefiero ver propuestas que me interesen, y que difícilmente pueda ver comercialmente. Algunas de ellas me servirán para las críticas de la web, ya que medianamente coinciden con su estreno en España. Stellet Licht (Luz silenciosa, lo nuevo del mexicano Reygadas) se estrenó allá a comienzos de marzo, y en estos días se está estrenando el documental Joe Strummer… El resto, puro criterio personal.
El BAFICI da para todo, y desde acá seguiremos el desarrollo de su décima edición, junto con breves y anárquicos comentarios de los films que elegí.
Hasta la próxima…