Sinopsis:
La película está basada en hechos reales, y trata acerca de las investigaciones que realizó Jim Garrison, fiscal del distrito de Nueva Orleans, entre los años 1966 y 1968 acerca del asesinato de John F. Kennedy en 1963. Jim Garrison, después de haberse repasado más de mil veces los documentos de la Comisión Warren, cree que hay errores muy profundos en la investigación del asesinato, y se pone a intentar averiguar qué es lo que realmente ocurrió.
Sus pesquisas le llevarán a descubrir que, lejos de la teoría del asesino solitario que defiende el Gobierno, lo que se esconde es un entramado en el cual los servicios secretos norteamericanos están profundamente implicados detrás de la muerte de JFK. Pero las investigaciones no terminan allí: su propia carrera y su vida (así como la de su familia y la de las personas que trabajan con él), van a verse dramáticamente modificadas ante las presiones de los que no desean que salga la verdad a la luz.
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
Oliver Stone es un director inclasificable. Figura típica del ciudadano norteamericano de fuertes ideales, y crítico con la situación política de su país, vivió en carne propia la crudeza de Vietnam (hecho que reflejó en la excepcional Pelotón), y dirigió otros excelentes films, para ir desdibujándose en los últimos años, con películas que colaboraron en un juicio por demás hiriente de crítica y público. Pocos directores han sufrido tal marginación, habiendo realizado películas tan importantes política y artísticamente, como JFK. Probablemente, el otro caso de exclusión de la “aldea” de Hollywood, sea Brian De Palma, cuyo único film de características políticas (o de los pocos, junto con Los intocables o Corazones de hierro), fue Scarface, curiosamente, sobre un guión de Oliver Stone.
Tópicos de Stone son el comunismo, sobre todo la visión conflictiva de Norteamérica sobre la Cuba de Fidel Castro, la Guerra de Vietnam, Nixon, etc. Todos estos tópicos sobrevuelan JFK, un film enorme, impecable, y que permitió la reapertura del caso del asesinato de Kennedy. La premisa del film, y de Garrison (Kevin Costner con acento sureño en uno de sus pocos papeles irreprochables), es que Lee Harvey Oswald fue apenas un chivo expiatorio en un enorme complot que, con la muerte de Kennedy, logró que el gobierno termine promoviendo la invasión a Vietnam, hecho que Kennedy quería evitar.
Una época convulsionada, donde los pacifistas, los que buscaban la integración de blancos y negros, y los que abogaban por un gobierno democrático, eran asesinados por supuestos “asesinos solitarios”, figura que Jim Garrison describe en el juicio como el elemento típico utilizado mediáticamente para ocultar intereses perversos de altos escalafones de poder. Garrison es el modelo norteamericano del hombre que pelea contra todo, incluso contra su familia, para poder revelar una verdad (busquen cualquier ejemplo, desde los westerns clásicos hasta films de Spielberg como Encuentros cercanos del tercer tipo), es, entonces, el ejemplo que cristaliza un modelo que suele calar hondo en los espectadores, solo que aquí pelea casi como un loco solitario, contra todo un gobierno, para que haya justicia en su país.
La película logra todo lo que se propone, provocar una conmoción al momento de su estreno, ser un ejemplo de buen cine político, y trabajar con distintos materiales fílmicos, en particular con las filmaciones caseras que captaron el asesinato de Kennedy, para apoyar inteligentemente su teoría de que el asesinato del presidente fue, en realidad, un deliberado golpe de estado.
Ejemplo de valentía cinematográfica y política, pese a que Stone retomó, antes y después de JFK, cuestiones vinculadas a los escándalos políticos de esos años, jamás logró condensar un fuerte discurso en una película tan grande (el corte del director editado en dvd dura nada menos que 3 horas y 20 minutos), imprescindible y brillante en todos sus aspectos, que apunta tanto a los resortes de poder que digitan la vida de Estados Unidos, como a la ceguera de una sociedad, que se amparaba en la complicidad de los medios para no (querer o poder) ver más allá de los hechos.
Dirección: Oliver Stone
Producción: Arnon Milchan, Oliver Stone, A. Kitman Ho
Guión: Oliver Stone y Zachary Sklar (basado en Crossfire: The Plot That Killed Kennedy, de Jim Marrs, y On the Trail of the Assassins, de Jim Garrison)
Música: John Williams
Fotografía: Robert Richardson
Montaje: Joe Hutshing y Pietro Scalia
Reparto: Kevin Costner, Kevin Bacon, Tommy Lee Jones, Laurie Metcalf, Gary Oldman, Michael Rooker, Jay O. Sanders, Sissy Spacek
Premios obtenidos: Globo de Oro a Mejor Dirección; Oscar a Mejor Fotografía y Mejor Montaje
Biografía de Oliver Stone
Oliver Stone (Nueva York, Estados Unidos, 15 de septiembre de 1946) es un director de cine y guionista estadounidense. Estudió en las universidades de Yale y Nueva York.
Participó como soldado en la Guerra de Vietnam, en la que fue herido dos veces. Este hecho marcará su vida y es protagonista de algunos de sus mejores trabajos.
Sus trabajos cinematográficos se inspiran a menudo en hechos reales, y está bastante decantado ideológicamente. Le gusta llevar a cabo una puesta en escena que se asemeje al documental. Debido a que con frecuencia es difícil separar la licencia poética de la manipulación, no siempre sus trabajos son apreciados de modo unánime. Sus películas JFK: caso abierto y Asesinos natos han probado que la polémica suele acompañar a sus trabajos.
Sus primeros contactos con la industria del cine (es decir, sin contar los trabajos de guión y/o dirección en películas menos conocidas) fueron como guionista de gran éxito. Suyos son los guiones de El expreso de medianoche, de Alan Parker (1978), Conan el bárbaro, de John Milius (1982), y El precio del poder, de Brian De Palma (1983).
El paso al primer plano de la actualidad cinematográfica se produce con la dirección de Platoon en 1986, con la que obtendrá el Oscar a la mejor dirección, galardón que volvería a obtener en 1989 con Nacido el 4 de julio. En 1987 realizó Wall Street, una de sus mejores películas, y en la que narraba las peripecias de un tiburón de las finanzas, magistralmente interpretado por Michael Douglas.
No pudo renunciar a la gran ambición de todo progresista estadounidense y creyó ser capaz de reabrir el caso del asesinato de John F. Kennedy en JFK: caso abierto (1991), que causó un enorme revuelo y contribuyó a hacer crecer su imagen (muy autofomentada) de provocador. Tras una breve pausa lírica con la dirección de The Doors, volvió al ojo del huracán polémico con Asesinos natos, en la que resulta difícil discernir entre la violencia gratuita y la denuncia de dicha violencia. Después ha seguido haciendo buenas películas, pero no ha conseguido volver a estar tan en la cima mediática.