Crítica “El niño de barro”

Estreno en España: 18 Mayo 2007

Estreno en Argentina: 6 Septiembre 2007

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Sinopsis

Inspirada en hechos reales. Buenos Aires, 1912. Una serie de brutales asesinatos a menores se propaga por la ciudad. Mateo (Juan Ciancio), un niño de 10 años, esconde un secreto: a veces su mente le conduce a un oscuro lugar de la memoria en donde es testigo de los asesinatos. Al descubrirse su secreto muchos creerán que es el asesino. Estela, su madre (Maribel Verdú), con el apoyo del forense de la policía, el Dr. Soria (Chete Lera), tratan de encontrar una explicación racional a las visiones y así minar el escepticismo del Comisario Petrie (Daniel Freire). Pero los asesinatos siguen ocurriendo….Y el caos termina por adueñarse de la situación.

 

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Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Inspirada en los crímenes del joven asesino conocido como “El petiso orejudo”, El niño de barro toma el punto de vista de un niño que sueña con esas muertes. Este punto de vista ficticio supondría a priori un problema de abordaje de la historia. Sin embargo, este personaje funciona no solo por empatía con el espectador, sino a su vez para ocultar el eje central de la trama, elemento que de a poco va cobrando más fuerza, en una más que elogiosa estrategia narrativa. La realización es correcta, tal vez excesivamente correcta, con una impecable fotografía, una extraordinaria reconstrucción de época, y una prolijidad estética que salta a la vista, pero la acción se resiente en muchos momentos, y el cuidado visual tiende a devenir en solemnidad y poco ritmo narrativo. Del elenco adulto se destaca Maribel Verdú, como la sufridísima madre del protagonista, quien cuenta con momentos muy logrados, sin llegar al nivel de sus mejores papeles. Pero en este caso, quienes se llevan todos los lauros, son los chicos, especialmente Juan Ciancio, en el rol de Mateo, el niño que tiene visiones de los asesinatos, y Abel Ayala, un excepcional actor joven, en un papel asombroso. El resto del elenco, en general compuesto por actores españoles y argentinos, natural condición de coproducción, pero, en este caso, bien justificada su diversidad por la época de inmigración que retrata, acompaña bien, exceptuando César Bordón, que desde su destacado papel no alcanza el nivel de los demás, sobre todo el de Daniel Freire, Chete Lera, y de los secundarios Roly Serrano y Sergio Boris. El resultado es un film cautivante, con cierta pesadez narrativa en la primera mitad de la película, un muy buen logrado suspenso en la segunda mitad, y un final sorprendentemente oscuro y dramático, bien justificado por el guión y el tono general de la película.

 

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Dirección: Jorge Algora.
Países:
España y Argentina.
Año: 2007.
Duración: 103 min.
Género: Thriller psicológico.
Interpretación: Maribel Verdú (Estela), Daniel Freire (comisario Petrie), Chete Lera (Dr. Soria), Juan Ciancio (Mateo), César Bordón (Octavio), Abel Ayala (Cayetano), Sergio Boris (subinspector Palacios), Óscar Alegre (Valentín), Roly Serrano (Blas), Shahir Jaller (Jesualdo).
Guión: Jorge Algora, Christian Busquier y Héctor Carré.
Producción: Julio Fernández, Susana Maceiras, Harold Sánchez, Fernando Blanco y Adrián Suar.
Música: Nani García Silva.
Fotografía:
Suso Bello.
Montaje: Rita Romero.
Dirección artística: Mariela Rípodas.
Vestuario: Cecilia Monti.

 

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Biografía de Jorge Algora

Jorge Algora realiza su primera pieza audiovisual en 1984 y hasta hoy ha trabajado ininterrumpidamente en la dirección y realización de programas de televisión, documentales y mucha publicidad. Aunque nace y comienza a desarrollar su actividad en Madrid, se traslada afectiva y laboralmente a Galicia en 1986, donde realiza la mayoría de su producción.

En los últimos años ha dirigido los documentales “Emigrantes en tierra de emigrantes”, “Tierra de náufragos”, “Camino de Santiago, el Origen” y la serie documental de 104 capítulos “Galicia Visual”.

En 2005 estrenó su primer largometraje para televisión “Mintiendo a la vida” (Televisión de Galicia, Televisión de Cataluña y Televisión Valenciana).

En 2007, estrenará su primer largometraje de ficción “El niño de barro”, film rodado íntegramente en Argentina.

 

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Notas de producción

La película nos sumerge en los arrabales de una ciudad de emigrantes, prostitutas, policías corruptos… En una época, el 1900, que se ha convertido en mítica.

El rodaje ha durado ocho semanas, repartidas entre las localidades de San Antonio de Areco y

Buenos Aires.

La producción cuenta con treinta y seis actores, más de mil figurantes y se han ambientado más de setenta decorados naturales.

Todos los menores que participan en la película han estado apoyados por psicólogos y han participado en clases de juego dramático para que no se vieran afectados por las duras situaciones que representaban.

Para el espacio de las pesadillas se ha recreado una feria de época, rescatando la imagen, perdida, de una calesita o tiovivo, tirada desde su interior por un caballo.

La banda sonora esta compuesta por Nani García e interpretada por la Galiza Filme Orquestra.

El cantante argentino, Daniel Melingo, ha compuesto e interpreta el tema de la película: “El pequeño paria”.

Aunque el telón de fondo son los crímenes del “Petiso orejudo” la película aborda como tema principal el maltrato a la infancia, desde distintos niveles.

La espeluznante historia del famoso asesino argentino se ha convertido en un escalofriante relato cinematográfico: impactante por tratarse de un niño asesino de niños y universal porque muestra las tragedias que generan los comportamientos miserables.

 

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Carta del director

Lo primero que me interesó de “El niño de barro”, fue el personaje en el que se inspira el guión:

Cayetano Santos Godino “El Petiso Orejudo”. Un demente que comenzó sus ataques a los diez años, mató por simple placer a cinco niños y lo intentó con otros siete. Fue detenido a los dieciséis y la historia lo ha convertido en leyenda.

Sobre la idea de que los agresores se apoderan de la vida de sus victimas, decidí que el protagonista de mi película no fuera Cayetano, sino “el niño de barro”, uno de los menores a los que torturó y que, por su naturaleza especial, quedó “conectado” con él.

Este planteamiento me permite crear un espacio, “las pesadillas”, que utilizo para no tener que mostrar las escenas más duras de agresión a los menores… Los sonidos nos hacen imaginar el resto.

Los habitantes de “El niño de barro” están indefensos ante la desigualdad y la injusticia. En su mundo es creíble la aparición de monstruos que actúan a sus anchas con total impunidad.

Ninguna luz señala el final del túnel.

He buscado la tensión, la angustia y la sorpresa. Sumergir al espectador en una atmósfera desasosegante, en la que se recortan los empeños inútiles de los protagonistas y el vacío adquiere el más elocuente de los significados.

Mi preocupación por los niños victimas, torturados, utilizados sexualmente… Los convierte en el motivo principal de la película.

Cuento algo que ocurrió en Buenos Aires en 1912 pero las noticias, que hoy llenan las páginas de los diarios, en cualquier lugar del mundo, nos demuestran que los motivos para las pesadillas, siguen estando ahí.

Jorge Algora

Director de “El niño de barro”

 

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Algunas anécdotas

En el 2003, la economía Argentina parecía haber tocado fondo, una lamentable política económica había encerrado las ilusiones de ese gran pueblo en “el corralito”. Por aquellos días, un argentino me hizo llegar un guión que se titulaba “El niño de barro”, la historia que contaba, me dejó tan impresionado que poco tiempo después estaba aterrizando en el aeropuerto de Ezeiza para comenzar una aventura cinematográfica que hoy esta a punto de concluir.

La ambientación de la película es 1912, una época en la que Buenos Aires era la Meca del mundo y a ella llegaban millones de emigrantes buscando un futuro mejor pero como la historia se repite, aquel viaje para muchos se convertiría en un infierno. Y eso es lo que le pasó a la protagonista de nuestra película, Estela Montero (Maribel Verdú), una gallega que tuvo que emigrar, que allí se quedó embarazada y que durante la película se verá obligada a luchar desesperadamente por la vida de su hijo, Mateo (Juan Ciancio), un niño diferente.

Pol-Ka (El hijo de la novia, Luna de Avellaneda), la productora Argentina de “El niño de barro” se encuentra en el barrio de “Palermo Hollywood” una zona residencial de la ciudad en donde abundan las productoras de cine y televisión, desde ese lugar privilegiado fuimos haciendo realidad esta película que sobre el papel parecía imposible.

En el mes de Abril de 2006 viajamos desde Galicia a Buenos aires un equipo compuesto por la productora ejecutiva, Susana Maceiras, el director de fotografía (Suso Bello), el ayudante de dirección (Hector Carré) y yo, el director (Jorge Algora), desde Cataluña nos acompañó el director de producción Eduard Vallés. En Argentina nos encontramos con el equipo más

numeroso con el que habíamos trabajado, a pesar de que todos tenemos una experiencia de más de veinte años en el medio audiovisual, más de doscientas personas trabajando en los diferentes departamentos (Arte, vestuario, producción, dirección, FX…) en aquellos momentos fui verdaderamente consciente de la película y de la responsabilidad que tenia entre las manos:

Encajar un plan de rodaje difícil por los férreos sistemas de los sindicatos argentinos, la selección de 35 actores, diseñar íntegramente un vestuario de época para los actores principales y disponer de más de 1000 figurantes… Los frentes que se iban abriendo parecían no agotarse nunca.

Uno de los grandes retos era construir una feria de época en la que funcionara un tiovivo tirado por un caballo real, me había documentado y sabia que en 1900 las calesitas eran así, pero parecía ser el único que tenia ese dato, la fortuna se puso de mi parte, ya que por aquellos días, coincidiendo con la gran Feria del Libro que se celebra en la ciudad en el mes de mayo, se presentaba un libro titulado “La historia de las calesitas en Buenos Aires”, el libro no mostraba ninguna imagen que demostrara mi teoría pero durante su presentación conocimos a un calesitero de noventa años que la confirmó, pero también nos dijo que ya no existía ninguna calesita de aquellas y construir algo parecido se hacia económicamente complicado… Ya estaba apunto de empezar a buscar otras opciones, cuando en La Plata, una ciudad a 100 Km de la Capital, nos informaron que podía haber una. Fuimos a verla y allí estaba, la última calesita con una calle central para que un caballo real, de los grandes, pudiera mover aquellos centenarios caballitos de madera.

Otra de las dificultades de “El niño de barro” es que parte de las acciones se desarrollan en las calles del arrabal porteño y cuando digo calles no estoy hablando de frontales de edificios, sino de edificios a ambos lados, por los que circulan autos y carretas y existe vida comercial. En la película se describen 14 calles de diferente nivel social. Este reto si que parecía insalvable, Buenos Aires es una ciudad que tiene rincones que representan cualquier arquitectura desde el siglo XIX hasta hoy, pero el desorden urbanístico de los últimos decenios hacia imposible encontrar calles del 1900 y menos tantas.

Después de dar mil vueltas y con el desesperado pensamiento de que la película no se podría rodar en esa ciudad rebelde y caótica, un domingo el director de producción y yo agarramos un “remix” (coche con conductor) y nos fuimos a San Antonio de Areco la “Cuna de la tradición gauchesca” como se lee en un cartel a la entrada de la localidad y allí estaban aquellas calles del Buenos Aires del 1900, tal y como las había visto en mis visitas de documentación al extenso archivo fotográfico del Museo de la Nación.

Otro pequeño inconveniente era que en la película aparecen muchos niños, niños que juegan, que corren… pero también que son acosados sexualmente y que mueren. Si se trata de una película bastante dura, pero también apasiónate y diferente. Pienso que los argentinos están dotados para la interpretación desde que nacen y por eso fui capaz de encontrar, con la ayuda de mi director de casting Walter Rippel un elenco de nueve niños actores entre los 20 meses a los 16 años, que así lo demuestran. La producción articuló medidas para que los menores estuvieran especialmente cuidados: psicólogos, maestros, expertos en juego dramático, dobles de acción… Hay que decir, en honor a la verdad que en esta película, aunque no lo parezca, no se ha hecho sufrir a los niños, ni a los animales, otra cosa será la tensión que sufran en sus butacas los espectadores.

Los días y las noches de rodaje fueron largos, agotadores y muchos de ellos fríos, ya que la película se rodó en pleno invierno, aún así, muchos piensan que nos hemos salvado y lo cierto es que en algunos días de rodaje en el mes de Julio, el equivalente en Europa al mes de Diciembre, algunos miembros del equipo trabajaban en “remera” (camiseta de manga corta).

Confirmando lo que dicen por allí y por aquí que el tiempo se está volviendo loco.

El caso es que después de cinco meses en La Argentina (Con negociación de permiso de trabajo incluido), “El niño” había nacido y estaba fuerte y sano.

No me quiero extender con los detalles de un cierre de rodaje emocionantemente calido, solo deciros que en el ambiente se percibía la sensación de que entre todos habíamos echo algo grande. Tal vez lo único que podría haberse cargado este rodaje es que la selección de Argentina hubiera llegado a la final contra España en los Mundiales de fútbol, eso si hubiese sido insalvable porque os puedo asegurar que por aquellas tierras, el fútbol es más que una religión.

De como Juan Ciancio se convirtió en, “El niño de barro”.

Viernes, primera semana de rodaje. Es de noche y esta preparado el efecto de lluvia. Nos encontramos en una de las calles de San Antonio de Areco, rodando una de las secuencias más duras e impresionantes de “EL niño de barro”, todo el equipo, guarda silencio, parapetado en el interior de los camiones o en las carpas montadas para protegernos de la lluvia y el frío.

Juan Ciancio, mi protagonista de 11 años, aparece acompañado por el equipo de vestuario y maquillaje. Viste con uno de esos pijamas, enteros de época, como los del Western. Cecilia Monti, la jefa de vestuario, me dice que para conseguir el aspecto que necesito, el niño se deberá revolcar en los charcos de la calle, doy e visto bueno con la preocupación de saber lo desagradable que le va a resultar al chaval, a pesar del neopreno térmico que lleva por debajo.

Le transmiten la orden y Juan, sin dudarlo ni un segundo, comienza a revolcarse por el suelo, como si se tratara de un juego en un parque temático. De pronto se levanta y me grita, con las manos arriba: ¡Jorge! ¡Aquí tienes a “tu niño de barro”!

Walter Rippel, mi director de casting argentino, era el encargado de encontrar al protagonista, tenía que ser un niño, que respondiera a estos planteamientos previos:

MATEO MONTERO (11 años)

Argentino, moreno, delgado, bajito y de aspecto frágil.

Debe expresarse con timidez pero también tiene que ser capaz de tener arrebatos que demuestren un carácter fuerte.

El espectador ha de identificarse con él, pero también debe haber algo en él que nos resulte inquietante.

Necesito que sea creíble como niño que vive en un barrio obrero, que sobrevive en la calle y que no lo tiene fácil.

Walter chequeo, con este perfil, a unos 150 niños, principalmente actores, pero como no llegaban a encajar, amplió la búsqueda otros 500 pidiendo que tuvieran, al menos, alguna experiencia de teatro escolar.

Sobre ellos hicimos una selección de 10, con los que quise trabajar personalmente. Entre ellos había niños con más de 7 películas y con gran solvencia interpretativa. Tras las primeras sesiones de trabajo, nuestros ojos se dirigieron a Juan Ciancio, un chaval de 11 años, que había participado en el grupo de teatro vecinal, “Catalinas Sur” del barrio de La Boca y que solo había participado en un cortometraje titulado “La familia de Roque”.

Sin embargo, todavía algo no me acababa de cerrar. Pedí un nuevo encuentro y hablamos. Le hice ver lo importante que era para mi esta película y le dije que, si finalmente resultaba elegido, estaría totalmente en sus manos. Le expliqué, el nivel de verdad que necesitaba, todo el tiempo que íbamos a pasar juntos y que creía que en él. Traté de indicarle los aspectos en los que dudaba y los recursos expresivos que necesitaba encontrar. Quedamos emplazados para tres días más tarde e increíblemente, Juan, había encajado cada uno de los matices que le había propuesto. Exhibía ahora una capacidad actoral comprometida y critica, que, además, fue capaz de mantener hasta el último día de rodaje.

El pasado mes de diciembre nos volvimos a encontrar y vimos juntos la película, al terminar,

Andrea su madre lloraba y Juan me dijo, con ese convencimiento suyo, de niño que trata de parecer maduro, “Está muy bien, mereció la pena trabajar juntos”.

Mientras se alejaba por el pasillo del hotel, me quedé pensando en sus palabras, los dos habíamos cumplido nuestra parte del trato y eso era lo verdaderamente importante.

 

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La historia de “El Petiso Orejudo”

La ciudad porteña de Buenos Aires vio nacer, el 31 de octubre de 1896, al hijo de los inmigrantes calabreses Fiore Gordino y Lucía Ruffo. Este niño quién llevaría el nombre de Cayetano Santos horrorizaría a la Argentina algunos años más tarde bajo el apelativo de el “Petiso Orejudo”.

Fiore fue quizá responsable en parte de haber engendrado a quién se convertiría en el primer criminal en serie en la historia policial argentina. Alcohólico y golpeador, había contraído la sífilis tiempo antes del nacimiento de Cayetano. El niño vino al mundo con graves problemas de salud, de hecho, durante sus primeros años de vida estuvo varias veces al borde de la muerte a causa de una enteritis. La niñez de Cayetano transcurre en la calle, vagando. A partir de los cinco años concurre a varias escuelas de donde siempre es expulsado por su falta de interés en los estudios y su comportamiento rebelde. El escenario de sus correrías y carrera criminal serían los baldíos y conventillos de los barrios de Almagro y Parque Patricios, por entonces todavía al borde de la pampa. Es una zona de quintas, de retiro, de descanso. Pero también es un arrabal desgranado de paisanos y extranjeros. El 28 de septiembre de 1904, contando con apenas 7 años, Cayetano da inicio formal a su carrera criminal, a fuerza de engaños lleva a Miguel de Paoli, de casi dos años hasta un baldío y allí lo golpea para luego arrojarlo sobre un montón de espinas, un policía que pasaba se percata de lo sucedido y lleva a ambos niños a la comisaría de donde serían recogidos mas tarde por sus respectivas madres.

Al año siguiente, Cayetano agrede a su vecina Ana Neri, de apenas 18 meses. Le conduce hasta un baldío en donde le golpea repetidamente en la cabeza con una piedra. Nuevamente es descubierto por un policía quién pone fin al ataque y le detiene, pero, dada su corta edad es dejado en libertad esa misma noche.

Extrañamente, el que sería el primer asesinato de Cayetano pasó desapercibido y solamente sería descubierto años después cuando lo relata, en su confesión ante la policía. Según él cuenta, en 1906 toma a una niña de aproximadamente 2 años y la lleva hasta un baldío sobre la calle Río de Janeiro donde intenta estrangularla, después, decide enterrarla viva en una zanja que cubre con latas. Las autoridades, al conocer este crimen, se trasladan hasta el lugar pero se encuentran con que se había edificado una casa de dos pisos. La historia no pudo ser corroborada a pesar de que los archivos policiales registran una denuncia por desaparición con fecha 29 de marzo de 1906, de una niña de tres años de nombre María Roca Face, tomada en la comisaría 10ª. La niña desaparecida nunca fue encontrada. Ese mismo año, al parecer apenas algunos días después de cometer su primer asesinato, Cayetano sería denunciado ante la policía por su padre al descubrir que ha martirizado a algunas aves domésticas. Fiore encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de su cama, una caja en donde guarda los cadáveres de otras aves. A continuación se reproduce el acta que en aquella ocasión fue levantada:”En la Ciudad de Buenos Aires, a los 5 días del mes de abril del año 1906, compareció una persona ante el infrascripto. Comisario de Investigaciones, la que previo juramento que en legal forma prestó, al solo efecto de justificar su identidad personal dijo llamarse Fiore Godino, ser italiano, de 42 años de edad, con 18 de residencia en el país, casado, farolero y domiciliado en la calle 24 de Noviembre 623. Enseguida expresó: que tenía un hijo llamado Cayetano , argentino, de 9 años y 5 meses, el cual es absolutamente rebelde a la represión paternal, resultando que molesta a todos los vecinos, arrojándoles cascotes o injuriándolos; que deseando corregirlo en alguna forma, recurre a esta Policía para que lo recluya donde crea oportuno y para el tiempo que quiera. Con lo que terminó el acto y previa íntegra lectura, ser ratificó y firmó. Fdos: FRANCISCO LAGUARDA, Comisario. -Fiore Godino”. “Se resolvió detener al menor Cayetano Godino y ser remitió comunicado a la Alcaidía Segunda División, a disposición del señor Jefe de Policía”

Cayetano pasó recluido poco más de dos meses y después regresa a las calles, como ya no asiste a la escuela vuelve a dedicarse a la vagancia, sumido en sus morbosas fantasías, masturbándose continuamente. El 9 de septiembre de 1908 vuelve a las andadas, conduce a Severino González Caló, de 2 años, a una bodega ubicada frente al Colegio del Sagrado Corazón, ahí lo sumerge en una pileta para caballos cubriéndola después con una tabla para ahogar al pequeño. El propietario del lugar, Zacarías Caviglia, descubre la tentativa pero Godino se defiende diciendo que el niño había sido llevado hasta allí por una mujer vestida de negro de la que suministra señas particulares. Es conducido a la comisaría de donde es recogido al día siguiente. Seis días más tarde, el 15 de septiembre, en Colombres 632, quema con un cigarrillo los párpados de Julio Botte, de 22 meses de edad. Es descubierto por la madre de la víctima, pero alcanza a huir. Seis días más tarde, el 15 de septiembre, en Colombres 632, quema con un cigarrillo los párpados de Julio Botte, de 22 meses de edad. Es descubierto por la madre de la víctima, pero alcanza a huir.

El 6 de diciembre Fiore y Lucía Godino, cansados de los continuos problemas causados por Cayetano vuelven a entregarlo a la policía, esta vez es enviado a la Colonia de Menores Marcos Paz en donde permanece por tres años. Durante su encierro concurre a clases en donde medio aprende a leer y escribir. La estancia de Cayetano en Marcos Paz, lejos de regenerarlo, le endurece. El 23 de diciembre de 1911 regresa a las calles; ahora es un criminal frío y terriblemente potenciado. Su liberación se da, al parecer, a petición de sus padres con quienes regresa a vivir. En un fútil intento por redimirlo de su secuela criminal se habían ocupado de conseguirle trabajo en una fábrica, por desgracia solamente es capaz de mantener el puesto por tres meses. Nuevamente comienza a vagar por las calles, pero esta vez no se circunscribe a los barrios conocidos, sus vagabundeos le llevan a frecuentar lugares y personas del más bajo nivel de moral de la pujante ciudad de Buenos Aires. Asimismo, comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza que se traducían en ganas de matar, sobre todo después de tomar alcohol.

1912 es un año que marca hitos en más de una historia, por un lado se desata la guerra en los estados balcánicos y por otra el Titanic se lleva al fondo del mar toda la gloria y pompa con que fue bautizado. El 17 de enero del fatídico 1912 Cayetano, quién ya es conocido en las calles con el sobrenombre de “Petiso Orejudo”, se introduce en una bodega de la calle de Corrientes y da rienda a otra de sus grandes pasiones; el fuego. El incendio que provoca tarda cuatro horas en ser sofocado por los bomberos. Después de su arresto declararía:”Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego.”El 26 de enero de 1912 un crimen aterrador conmueve a la sociedad porteña. El cadáver del menor Arturo Laurora, de 13 años es encontrado en una casa puesta en alquiler en la calle Pavón. El cuerpo es descubierto, golpeado y semidesnudo, con un trozo de cordel atado al rededor del cuello. Su desaparición había sido reportada apenas el día anterior. Las investigaciones no conducen a ningún lado. Posteriormente Cayetano confesaría la autoría de este crimen.

El 7 de marzo siguiente Cayetano prende fuego a las ropas de Reyna Bonita Vaínicoff de cinco años, la pequeña fallece 16 días después de debatirse entre la vida y la muerte en el Hospital de Niños. En los meses siguientes el Petiso causa dos incendios más que son controlados fácilmente por los bomberos sin que se produzcan víctimas. El 24 de septiembre, mientras trabaja en una bodega propiedad de Paulino Gómez, Cayetano mata de tres puñaladas a una yegua. No fue detenido por falta de pruebas. Apenas unos días después prende fuego a la Estación Vail de la compañía de tranvías Anglo-Argentina, el incendio fue controlado por los bomberos. En noviembre 8 el Petiso Orejudo, con engaños como siempre, convence a Roberto Russo de 2 años a acompañarlo a un almacén en donde supuestamente le compraría unos caramelos. Le lleva hasta un alfalfar a pocas cuadras en donde le ata los pies y procede a ahorcarlo con un trozo de la cuerda que usa para atarse los pantalones, son descubiertos por un peón del alfalfar quién los entrega a las autoridades. Cayetano declara haber encontrado atado al niño y estarlo rescatando cuando son descubiertos, es liberado por falta de mérito. El 16 del mismo mes, en un baldío situado en las calles de Deán Funes y Chiclana, intenta golpear a Carmen Gittone de 3 años. Un vigilante hace acto de presencia y el agresor consigue escapar. Días después, el 20 de noviembre, se lleva de la esquina de Muñiz y Directorio a la niña Catalina Naulener de 5 años. Busca un baldío por la calle Directorio, pero antes de encontrarlo la menor se resiste a seguir. Godino se descontrola y la golpea. El dueño de la casa ubicada en el número 78 de la mencionada calle interviene y Cayetano logra huir de nuevo.

El último crimen del Orejudo es probablemente el mejor documentado de su espectacular carrera, su víctima, Gerardo Giordano de apenas tres años sale, como todas las mañanas después de desayunar con sus padres, de su casa ubicada en la calle Progreso número 2185 para reunirse con sus amiguitos y jugar a todo aquello que acostumbran jugar los niños en esa edad. Esa misma mañana del 3 de diciembre, a pesar de los acostumbrados gritos de su padre, Cayetano sale de su casa ubicada en Urquiza 1970, ya lleva clavada entre los ojos la determinación terrible de matar. Después de vagabundear un rato por las calles, Santos Godino encuentra, en la calle Progreso un grupo de chicos jugando. Se les suma sin despertar ninguna sospecha porque, después de todo, su aspecto de idiota siempre le ha permitido ganar la confianza de sus víctimas. Poco después consigue convencer a Gerardo para que lo acompañe a comprar unos caramelos. Un rato antes y sin éxito, invitó a Marta Pelossi, de 2 años de edad; pero la menor, asustada, se refugió en su domicilio. Así pues, víctima y homicida se encaminan sin apuro hacia el almacén ubicado en Progreso 2599 en donde compran dos centavos de caramelos de chocolate. Enseguida el más chico los reclama, pero Godino, imperturbable, resuelve dosificarlos: le permite algunos, y le promete los demás si acepta acompañarlo hasta cierto lugar alejado, la Quinta Moreno.

Una vez en la entrada, el chico llora y se resiste a entrar. Pero el asesino lleva hecho demasiado, ni siquiera vacila: lo agarra con violencia de los brazos, lo introduce en la quinta y lo arrincona cerca de un horno de ladrillos. Lo derriba con fuerza y lo aquieta poniéndole la rodilla derecha sobre el pecho. Godino conoce el mecanismo: con apuro, pero sereno, se quita el piolín que lleva por cinturón (se trata de esos lazos de algodón que se utilizan en albañilería para sostener las plomadas), y empieza a enrollarlo en el cuello de Gerardo, le da 13 vueltas y procede a estrangularlo. Pero Gerardo intenta levantarse, así que Cayetano procede a atarle de pies y manos cortando la cuerda con un cerillo encendido. De nuevo procede a asfixiarlo con el cordel pero el chiquillo se resiste a morir. Una idea cruza por la mente de Cayetano; ¿Por que no atravesarle la cabeza con un clavo?

Uniendo la acción a la idea el Petiso se da a la tarea de encontrar la herramienta deseada, su búsqueda le lleva al exterior del local en donde topa con el padre de Gerardo quién le pregunta por el paradero del niño, imperturbable, Cayetano, le responde no haberlo visto y le sugiere dirigirse a la comisaría más próxima a levantar un reporte. Mientras tanto el Orejudo encuentra un viejo clavo de 4 pulgadas, regresa con él junto a su víctima, usando una piedra como martillo lo hunde en la sien del niño moribundo y después de cubrirlo con una vieja lámina de zinc huye de la escena del crimen. Esa noche, durante la velación de su víctima, Cayetano hace acto de presencia. Después de observar durante algún tiempo el cadáver de Gerardo huye llorando del lugar. (Según declaró posteriormente, deseaba ver si el cadáver aun tenía el clavo en su cabeza) Para su desgracia dos policías, el Subcomisario Peire y el principal Ricardo Bassetti ya habían ligado cabos con casos anteriores y esa misma madrugada se allanó el hogar de los Gordino arrestando a Cayetano, encontrando en sus bolsillos un artículo de periódico aun fresco que relataba los pormenores del asesinato y en sus pantalones restos del piolín con que había intentado ahorcar a Gerardo.

Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de asesinatos. En una primera instancia, Santos Godino fue declarado irresponsable y se lo recluyó en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados delincuentes, donde atacó a dos pacientes. Uno estaba inválido en una cama. Otro se movía en silla de ruedas. Después intentó huir. Lo trasladaron a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras y finalmente, en 1923 se le trasladó al penal de Ushuaia, la provincia más austral de la Argentina, a la “Cárcel del Fin del Mundo”. En 1927 los médicos del penal le hicieron una cirugía estética en las orejas, porque creían que allí radicaba su maldad. Obviamente este tratamiento “radical” no sirvió de nada.En 1936 pidió la libertad y se la negaron: de los dictámenes médicos elaborados por los doctores Negri y Lucero y los doctores Esteves y Cabred se concluye que;”Es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean”

De su vida de recluso se sabe poco. Apenas alguna anécdota como la siguiente: en 1933, consiguió detonar la furia de los presos porque mató al gato mascota del penal arrojándolo junto con los leños al fuego; le pegaron tanto que tardó más de veinte días en salir del hospital. Las circunstancias de su muerte, ocurrida en Ushuaia el 15 de noviembre de 1944 siguen siendo nebulosas. Supuestamente murió a causa de una hemorragia interna causada por un proceso ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que había sido maltratado y, con frecuencia, violentado sexualmente. Sobrellevó los largos días de la cárcel, sin amigos, sin visitas y sin cartas. Murió sin confesar remordimientos. El penal de Ushuaia fue finalmente clausurado en 1947. Cuando el cementerio fue removido sus huesos ya no estaban.

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