Estreno en España: 20 Noviembre 2009
Puntuación:
Sinopsis
Cuando Burt y Verona descubren que están a punto de tener un niño, sufren una crisis de pánico. No soportan el pueblo donde viven, y ahora que los padres de Burt se mudan de allí, pierden el sistema de apoyo con el que contaban. Deciden emprender un viaje en busca del sitio ideal para echar raíces y criar un niño. De paso, visitan a una serie de parientes y amigos. Algunos son absolutos excéntricos, otros son conmovedores, pero todos ayudarán a Burt y a Verona a encontrar su destino.
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
Siempre me gusta hablar de las películas que a uno lo enamoran. No se trata de aquellas que representan la perfección del tipo de cine que uno elige ver, ni películas particularmente riesgosas o desbordantes de originalidad, que nos gustan en la medida en que nos sorprenden, sino de películas tan honestas y cálidas que, irremediablemente, tocan una fibra íntima de nuestro corazón. Suena cursi, pero hay que admitirlo, es así, y cuando sucede, nos enamoramos de lo que vemos, aún identificando sus anomalías, que por otro lado, es la forma más sincera de conectarnos con lo que nos devuelve la pantalla, quitándole todo gesto de idealización.
En los últimos años me pasó con tres películas concretas, tres films excesivamente dulces, de esos que, tímidamente, dejan una marca imborrable. La primera es Once, un drama independiente irlandés sobre un músico y una inmigrante, que se conocen, se hacen amigos y graban un disco. La historia de amor estaba servida en bandeja, pero afortunadamente, se privilegió un relato honesto sobre un vínculo muy especial. La segunda es Nick and Norah’s infinite playlist, una comedia romántica independiente americana. Aquí sí había una historia de amor (de pareja), y el amor que se construía iba a caballo de un formidable retrato del universo adolescente, descartando sus aspectos más obvios, y apostando a una calidez que podía fácilmente conectarnos con aquello que sentíamos en nuestra adolescencia, aunque nuestro pasado no se parezca en nada a la vida de estos chicos que corrían de un lugar a otro para escuchar a su banda favorita. La tercera es esta, Un lugar donde quedarse.
¿Qué hace que nos enamoremos de esta película? Muchas cosas. Entendamos antes que nada qué es lo que la hace especial dentro del cine de Sam Mendes. A partir del estreno de Belleza americana, Mendes fue etiquetado como el descarnado retratista de una sociedad capaz de sumergirse en un mar de hipocresía al ver frustrado el “sueño americano”. Mendes trató de desprenderse de esta etiqueta, pero sólo a medias. El aroma a cine negro de Camino a la perdición y el tono bélico de Jarhead no ocultaron la lectura bienpensante de Mendes sobre los males de la sociedad americana, y con Revolutionary Road volvió al drama familiar, aunque con una menor carga de ironía que en Belleza americana, apelando a una construcción de personajes más auténtica y menos atada a una necesidad de decir determinadas cosas sobre las miserias de la clase media americana. Sin embargo, pese a la madurez narrativa, el discurso político seguía imperando la escena.
Con Un lugar donde quedarse, el enfoque es otro. Hay una menor carga de dramatismo que en sus anteriores films, una mayor apuesta a la comedia, con una sólida base dramática y una profunda historia de amor. Pero más allá del tono, el cambio de enfoque se da a partir de la pareja protagónica. En los dramas familiares de Mendes, la construcción de una familia iba atada al modelo del ideal americano (y occidental). En Un lugar donde quedarse se muestra el lado opuesto, la construcción de una familia a partir de un embarazo deseado pero inoportuno, y con el amor como sustento principal. Burt y Verona se aman, van a tener un hijo y eso los empuja a construir una familia, pero el viaje inesperado de los padres de Burt, sumado a la ausencia permanente de los padres de Verona, que murieron varios años atrás, los obliga a buscar un entorno donde poder construir su familia, una familia externa, amigos, conocidos, que les den el apoyo necesario para ese momento especial. Lo que buscan no sólo es un poco de cariño y contención de afuera, sino la posibilidad de encontrar un reflejo de la familia que desean para ellos, un modelo que los ayude a construir el suyo.
Con ese propósito, Burt y Verona recorren Estados Unidos, y se van hasta Canadá en una oportunidad, para buscar a los pocos seres queridos con los que supuestamente pueden contar, pero lo que ven es una serie de modelos descompuestos y deformes que nada tiene que ver con lo que desean construir. Si Mendes nos mostraba en sus anteriores películas a familias consumidas por la hipocresía del modelo tradicional, en esta nos muestra a una pareja que ve la puesta en crisis de este modelo, expresada de distintas maneras, y deciden que ellos no desean eso para sus vidas, que su camino será otro, seguramente más difícil porque carece de un espejo donde poder mirarse, pero al menos más auténtico, y seguramente mucho más sólido, porque el núcleo de la familia que desean construir es el amor mutuo, y no lo que el modelo social demanda de ellos. Mendes se corre de la mirada cínica o cruda sobre la familia y el “sueño americano”, para mostrarnos a una pareja que parece mirar el desencanto de sus personajes anteriores, asumiendo que su camino y su hogar será otro y no un camino “a la perdición” o un hogar en crisis permanente. Al correrse de una mirada y poner el foco en los que miran desde otro lado ese modelo que hasta ayer era protagonista de su cine, Mendes deja de juzgar a sus criaturas (al menos a las protagónicas), y expone un relato mucho más honesto, desacartonado, y con un cinismo más acorde a la naturaleza de sus personajes, que a la necesidad de expresar un discurso sobre la sociedad americana.
Un lugar donde quedarse no abandona el discurso ideológico de Mendes, de hecho lo encarna en el punto de vista de esta pareja, pero antes que un relato sobre las familias americanas es una historia de amor sumamente tierna y cálida, con una pareja que es incapaz de pelear (uno de los momentos más graciosos es cuando Burt comienza a actuar una serie de insultos hacia Verona para tratar de despertar las pulsaciones de su hijo), y que van descubriendo la fortaleza del amor que los une. El casting es uno de los aspectos más sorprendentes de esta película, empezando por la pareja principal, John Krasinski y Maya Rudolph, dos actores con carreras algo diferentes (Krasinski ha actuado en series de comedia y en otras películas románticas, mientras que Maya Rudolph se ha formado específicamente en “Saturday Night Live”, destacándose como comediante), pero que funcionan a la perfección, tanto en la química de pareja como en la combinación de humor y drama.
El resto del elenco aporta bastante, con grandes interpretaciones y sin disparidades. Sin embargo, si el retrato de la pareja protagónica desborda sinceridad en su construcción, para mostrar el reverso de ella, Mendes se inclina por historias que, de tan extremas y absurdas, potencian enormemente la comedia, pero carecen de la verosimilitud de las familias descompuestas de sus films anteriores. Difícil es comparar, pese a lo evidente, a la madre que se ríe de manera descontrolada de los defectos de sus hijos, o a los padres que crían a sus hijos con una sobreprotección de raíz hippie, y sólo la pareja que sufre la pérdida de varios embarazos, o la historia del hermano de Burt, que ha debido criar solo a su hija luego de que su mujer los abandonó, poseen el realismo y la conexión dramática con los relatos anteriores de Mendes. Pese al contraste entre las primeras y las últimas familias que se ven en la película, lo que resalta es el vínculo cálido y dulce de Burt y Verona, que sostiene los distintos tonos que afloran en el retrato de las distintas familias que visitan. Tanto la perseverancia en la búsqueda de un hogar de la pareja principal, como el reverso que constituyen las otras familias que aparecen, conforman un relato que habla claramente de la necesidad de construir una familia sin espejos de ningún tipo, con una identidad y una voz propia y única. Pero este “mensaje” no busca imponerse. Lo que sí se impone es una hermosa, cálida y honesta historia de amor, que a mí particularmente me ha llegado al corazón.
Lo mejor de la película: Una historia de amor y de la génesis de una familia, contado de manera tan cálida como honesta, con un claro discurso ideológico que no se impone ante la historia de amor que cuenta, con la formidable composición de la pareja protagónica a cargo de la sorprendente dupla Krasinski – Rudolph, y con un elenco que funciona a la perfección.
Lo peor de la película: La aparente inconexión entre el absurdo y la inverosimilitud de las familias que visitan al comienzo, y el contundente drama de las que visitan hacia el final.
Título original: Away we go.
Dirección: Sam Mendes.
Países: USA y Reino Unido.
Año: 2009.
Duración: 98 min.
Género: Comedia dramática.
Elenco: John Krasinski (Burt), Maya Rudolph (Verona), Jeff Daniels(Jerry), Maggie Gyllenhaal (LN), Allison Janney (Lily), Chris Messina (Tom),Catherine O’Hara (Gloria), Paul Schneider (Courtney), Carmen Ejogo(Grace), Josh Hamilton (Roderick).
Guión: Dave Eggers y Vendela Vida.
Producción: Peter Saraf, Edward Saxon y Marc Turtletaub.
Música: Alexi Murdoch.
Fotografía: Ellen Kuras.
Montaje: Sarah Flack.
Diseño de producción: Jess Gonchor.
Vestuario: John Dunn.
Distribuidora: Universal Pictures International Spain.
Estreno en USA: 26 Junio 2009.
Biofilmografía de Sam Mendes
Samuel Alexander Mendes (Reading, Berkshire, Inglaterra – 1 de agosto de 1965) es un director de cine y teatro británico.
Estudió en la Universidad de Cambridge. Como director de escena, es muy conocido por su producción de 1998: “Cabaret” (musical) estelarizada por Alan Cumming. Como director de cine se le reconoce por su ópera prima “American Beauty” (1999), la cual lo hizo acreedor a un premio de la Academia por Mejor Director.
Tras una cadena de romances con varias actrices, que incluye a Cameron Diaz, Calista Flockhart y Rachel Weisz, Sam se casó con la actriz inglesa Kate Winslet 24 de mayo de 2003. Su primer hijo Joe Alfie Winslet-Mendes nació el 22 de diciembre de 2003. También tiene una hijastra, Mia Hiney Threapleton, producto del primer matrimonio de Winslet con el asistente de dirección inglés Jim Threapleton.
Filmografía
Cabaret (TV) (1993)
Company (TV) (1996)
American Beauty (Belleza Americana) (1999)
Road to Perdition (Camino a la perdición) (2002)
Jarhead (2005)
Revolutionary Road (2008)
Away we go (2009)
Predicador (Preacher) (2011)