Con motivo del 37º aniversario del último golpe de estado en Argentina, he realizado una seguidilla de artículos sobre las películas que creo que merecen ser descubiertas y analizadas, principalmente por su carácter de colaboracionistas del régimen militar, ya sea desde la propaganda lisa y llana o desde un discurso afín al ideario reaccionario y represivo de los militares.
Hemos hecho un análisis pormenorizado de las películas menos relevantes en su carácter propagandístico, pero no por ello menos interesantes. Pasamos de la propaganda institucional de la Armada previa al golpe, en Los chiflados dan el golpe (1975) hasta la propaganda política trasladada a una época histórica del país con la que el Proceso Militar se sentía identificado, en De cara al cielo (1979). Hemos visto cómo la comedia picaresca podía exponer su afinidad con la dictadura a través de una guerra entre dos organizaciones secretas (y, de paso, celebrar la tortura) en Las muñecas que hacen ¡Pum! (1979) y cómo se podían hacer alusiones a los desaparecidos para luego anular de manera siniestra estas alusiones, en Sucedió en el Fantástico Circo Tihany (1981). También vimos de qué manera penetró el discurso conservador y moralista de los militares en un drama olvidado como Juventud sin barreras (1979).
Sin embargo, nos falta analizar las propagandas más fuertes de las Fuerzas Armadas que se realizaron para la pantalla grande.
Ramón “Palito” Ortega inauguró su productora, Chango Producciones, en 1976, y con ella debutó como director en su primera producción propia, Dos locos en el aire. Para ese entonces, Palito era una de las estrellas más populares del país, tanto en su faceta de cantante como en sus películas, donde desplegaba su repertorio musical. Sin embargo, recién con el golpe de estado se probó como director y productor de las películas que protagonizaba.
Chango acompañó su carrera como director, que duró cuatro años, en los cuales realizó siete películas, casi dos por año, cuatro de ellas escritas por Juan Carlos Mesa, dos con guión de Víctor Sueiro y la última, ¡Qué linda es mi familia! (1980, protagonizada por Palito junto a Luis Sandrini y Niní Marshall). De las siete películas, cinco fueron protagonizadas por el propio Palito y dos por Carlitos Balá.
Como decíamos, el grueso de la producción de Chango se estrenó durante el período dictatorial. Entre 1976 y 1980, entrega todas producciones de Chango dirigidas por él y luego produjo dos películas más, sin ocupar la silla de director, Cosa de locos (1981), donde volvió a hacer dupla con Balá y, ya en democracia, Tacos altos (1985), un drama dirigido por Sergio Renán.
Las películas producidas y dirigidas por Ortega oscilaron entre la propaganda institucional de las Fuerzas y las comedias familiares conservadoras, afines a la ideología procesista, donde el foco podía estar en los valores cristianos respecto a la familia (por ej, Vivir con alegría, 1979, y ¡Qué linda es mi familia!) o en la recorrida turística por los bellos paisajes de nuestro país (Amigos para la aventura, 1978).
Las dos películas con las que Palito comenzó su faceta de director y productor, Dos locos en el aire (1976) y Brigada en acción (1977), son propagandas institucionales de la Fuerza Aérea y de la Policía Federal, respectivamente. En ambos casos, la comedia familiar con el toque de humor infantil que le aporta Balá es una mera excusa para grandes hiatos narrativos donde lo que se priorizan son los desfiles y formaciones militares y las proezas físicas de los cadetes.
En Dos locos en el aire, Palito interpreta a un piloto de la fuerza aérea que se enamora de la hija de su superior, interpretada por Evangelina Salazar. El protagonista es destinado a la Base Marambio. Antes de irse le dice a su superior, interpretado por Angel Magaña “estoy orgulloso, sé que esa base está para reafirmar nuestra soberanía”. Ya en la base se lo oye decir en off: “Aquí hay un símbolo hermoso de nuestra soberanía, que está siempre flameando en nuestra base. En este infinito de nieve y de cielo, se siente más cercana la presencia de Dios”.
Luego de regresar de esa travesía, el personaje de Palito “abandona la escuela de aviación militar para marchar a prestar servicios en los confines de la patria”, tal como dice su superior. Mientras Palito se despide de Evangelina para emprender su aventura patriótica, se lo oye cantando:
Allá van, valientes defensores
de la patria y de esta gran nación.
Allá van los hombres que a la patria
le entregaron su fe, su valor.
Son las alas de mi patria,
que en el cielo van surcando,
con orgullo su grandeza y el honor,
mientras brilla nuestro pabellón.
Sobre dicha canción se ve un desfile militar, planos de aviones remontando vuelo y la bandera argentina.
La tríada “Dios-Patria-Familia” se reivindica ampliamente en este film, aunque el personaje de Palito renuncia o, más bien, demora su futuro familiar junto al personaje de Evangelina para emprender su “heroica y patriótica” proeza, tal como es mostrado su accionar en la película.
Brigada en acción continuó la línea de Dos locos en el aire. A la dupla Ortega-Balá se sumó Juan Carlos Altavista, los tres interpretando policías, generalmente vestidos de civil y combatiendo a los malos mientras conducen un Ford Falcon sin chapa patente. También, como en Dos locos… el argumento es una excusa para largas escenas de formación de policías y militares, de cadetes entrenando y de parlamentos netamente institucionales, como “los medios para combatir el delito se han modernizado de modo de colocar a nuestra policía entre las mejores del mundo. Durante las 24 horas del día, hombres y mujeres trabajan de distintas formas, velando por la tranquilidad de sus semejantes”.
Alberto, el personaje que interpreta Palito, cuida a un chico llamado Cepillo, que, en un momento, dice: “Yo quiero ser como Alberto, policía”. Cuando llegan de visita con Cepillo a la escuela de cadetes, Alberto dice: “La escuela es un ejemplo de disciplina y trabajo”. Después de una escena de acción en la que muere un policía, mientras Palito, Altavista y Balá se van del hospital y lloran su partida, se oye de fondo la canción de Palito “Para siempre en soledad”, que dice así:
Pobre de esa gente
que no sabe adónde va
los que se alejaron
de la luz de la verdad
esos que dejaron
de creer también en Dios,
los que renunciaron
a la palabra amor.
Pobre de esa gente
que olvidó su religión
esos que a la vida
no le dan ningún valor
los que confundieron
la palabra libertad,
los que se quedaron
para siempre en soledad.
Pobre de esa gente
que desprecia a los demás
pobre del que mata
simplemente por matar
esos que perdieron
la esperanza y la razón
esos que eligieron
el camino del dolor.
En Dos locos en el aire las referencias a Dios se emplean para reivindicar el accionar de la Fuerza Aérea. Aquí, a través de esa canción, se asocia a la delincuencia con la ausencia de Dios. Para decirlo de manera más clara, Palito asocia la criminalidad al comunismo ateo.
En estas películas, Palito se sumerge en una comunión artística entre su obra musical y el lenguaje militar. Las escenas de entrenamiento de cadetes en ambas películas están musicalizadas con sus viejos hits en clave de marcha militar. De esta manera, podemos oír reversiones militares de canciones como “La felicidad” y “La sonrisa de mamá”. Si el discurso, tanto en los parlamentos propagandísticos como en las canciones especialmente compuestas, no bastara para entender el tono de estas películas, Palito muestra su profunda simpatía con el régimen fusionando sus canciones más populares con el lenguaje musical de los militares.
Además del tono conservador de las comedias que Ortega dirigió luego de estos dos films, la figura más emblemática del cine oficialista de la dictadura completó su obra de propaganda con la comedia nacionalista Amigos para la aventura, y terminó de plasmar su simpatía con las Fuerzas Armadas en su última película como director, ¡Qué linda es mi familia! Allí interpretó a un marino y le dedicó un lugar especial a la Armada, que hasta ese momento no había tenido un carácter propagandístico en su cine. En esta película canta la canción “Me gusta el mar, soy navegante”, que dice así:
Me gusta el mar tengo alma de navegante,
Mi bandera va adelante y mi corazón detrás
Me gusta el mar soy guardián de mis fronteras,
Donde empieza mi bandera se terminan las demás.
En una época de censura, donde las películas argentinas eran habitualmente cercenadas y donde hubo cineastas secuestrados y desaparecidos por el régimen, Palito Ortega recibió todo el apoyo económico e institucional de las Fuerzas Armadas para producir y dirigir films de claro sesgo propagandístico. Las vueltas de la política hicieron que Ortega pasara de ser una de las principales figuras de la cultura popular que le pusieron rostro y voz al gobierno militar, a ser la opción democrática que acabó con el liderazgo en Tucumán del represor Antonio Domingo Bussi y quien encarceló al brazo armado de Bussi, el comisario Mario “Malevo” Ferreyra.
Aún con este derrotero político, la comunión entre la obra cinematográfica de Palito Ortega y Chango Producciones con las Fuerzas Armadas, merece permanecer en la memoria de los argentinos.
Me llamo Adrian, tengo 38 años. El blog es exelente.En el año 2000 fui alumno en la Universidad popular de las Madres de Plaza de Mayo. En los unicos lugares que escuche hablar sobre cine y complicidad con las dictaduras fue en la universidad de las madres y en tu blog.Me gustaria conseguir mas material relacionado con el tema. Te felicito.
Adrián:
Antes que nada, muchísimas gracias por tus palabras.
Por suerte, hay bastante escrito y analizado sobre el tema. Para arrancar, además de mi blog (me falta reseñar algunas películas más, espero hacerlo pronto), te sugiero leer este artículo de Santiago García, crítico de cine y ex profesor mío: http://www.leercine.com.ar/nota.asp?id=17. Cuando García dirigía la revista Leer cine, sacó un dossier muy bueno sobre cine y dictadura, con formidables artículos de análisis. Existe también un compilado de ensayos reunidos por Sergio Wolf, editado en 1992 bajo el nombre “Cine argentino: La otra historia”. Uno de los ensayos es acerca del cine de la dictadura (fue uno de los primeros textos publicados en analizar dicho aspecto de la historia de nuestro cine). Este último libro hoy es medio inconseguible, pero tengo tres libros esenciales para recomendarte sobre el tema:
1) El cine argentino durante la dictadura militar 1976/1983, de Fernando Varea. Gran libro con reseñas de muchas películas de la época y un exhaustivo análisis.
2) Cine argentino : modernidad y vanguardia (tomo II), comp. Claudio España. Entre otros grandes textos sobre el tema, dedicados a distintas películas, ahí vas a encontrar un excelente análisis plano a plano del comienzo de La fiesta de todos, escrito por la profesora María Valdez. Dicho análisis lleva a poder comparar el comienzo de esta película con los primeros minutos de El triunfo de la voluntad, de Leni Riefenstahl.
3) Cine y dictadura – La censura al desnudo, de Judith Gociol y Hernán Invernizzi. Otro muy buen libro sobre el tema, especialmente por el foco que hacen en la censura de la época.
Espero haber sido de ayuda, nuevamente gracias y saludos!!!
Me resultó muy interesante lo que aquí escribiste. No coincido con elaristocrata, ya que el se olvida que en las universidades se hablan de cuestiones específicas de las carreras y no se realizan en sus aulas charlas o debates relacionados con el cine, mas allá de alguna charla de café. También habría que preguntarle a elaristocrata en cuantas universidades ha cursado y que carreras, para hacer este tipo de afirmaciones. Por otro lado coincido plenamente en lo que decís acerca de que todo esto no debe ser olvidado, pero por otra cuestión. El hombre aquí en cuestión es un ejemplo mas de los políticos argentinos, que se acomodan al poder de turno sin importar su color, solo para beneficio propio, siendo funcionales a una tranza cuasi mafiosa para perpetrarse en puestos de poder con el único objetivo de vivir a costa del esfuerzo de quienes honestamente trabajan y los sufren. Esta gente con estas prácticas, solo le interésa eso y mantener una clase baja lo suficientemente grande para que con dadivas, pagadas con el esfuerzo de la clase media, sienta que ellos son los que se las dan y los sigan votando.
Excelente análisis. Cuando era chico me llevaron a ver estas películas como muchos de mi generación, me gustaría saber cual es la opinión de los participantes de estas producciones, ya que muchos de ellos aun viven. y cuales fueron las características de los poseso de la realización de estas obras.
Hola Leo, muy interesante el posteo y los link que reenvían a las demás entradas.
Solo un dato, en la película “Brigada en acción”, Juan Carlos Altavista no trabaja como policía sino como mozo. El tercer integrante del equipo de Ortega con Balá es Alberto Martín, que hace del agente Luis Chávez.
Altavista en esta película encarna un mozo que dejó sus ambiciones personales para ponerse a trabajar. Tiene un hermano que “lo va a salvar” porque estudia abogacía y es el orgullo de la familia. Luego se demostrará que esto no es tan así.
Gonzalo.