Sinopsis
Una película sobre las aventuras del Escuadrón Aéreo Lafayette, en el que jóvenes voluntarios americanos estaban al servicio de las fuerzas aéreas francesas antes de que Estados Unidos entrara en la Primera Guerra Mundial.
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
Flyboys es un noble retorno al cine bélico, terreno poco explotado por Hollywood en los últimos años, salvo enormes excepciones como Salvar al soldado Ryan.
Sin embargo, prácticamente todos los films de guerra desde Vietnam, incluyendo la citada película de Spielberg, son esencialmente films antibélicos. En ese sentido, Flyboys está más emparentada con la también reciente Pearl Harbor, en su patriotismo y su exaltación del heroísmo norteamericano.
Flyboys es eso, un film ingenuo que expone la vida idílica de los pilotos en la guerra, la amistad, la muerte (celebrada), la venganza y el romance. Al existir una maduración social en relación a lo que significa la guerra, y con films que se animan a mostrar la cruda realidad de la batalla, Flyboys resulta más una pieza de fanatismo retro que otra cosa.
Al respecto, se puede decir que las escenas de batalla están filmadas con mucha destreza y con efectos que no abruman, con backprojectings y planos típicos del cine bélico clásico. Su liviandad es lo más llamativo, pero con ese elemento y otros afines, logra construir una película coherente con su plateo, más bella que dura, narrada de forma clásica, y con una historia de amor, que a pesar de caer en todos los convencionalismos posibles (como todo el resto de la película), logra emocionar.
El siempre presente Jean Reno personifica aquí al capitán del escuadrón, que actúa más como un padre de los muchachos que como un militar, y los jóvenes se unen al escuadrón con una fuerza de voluntad bastante poco creíble. Pero todas ellas son cuestiones que conforman una ideología y una estética particular, que al representar verdaderas historias cinematográficas (historias típicas del western, el cine bélico, y demás géneros norteamericanos), siempre terminan gustando a la gente.
Es de destacar que su enfoque radique en la Primera Guerra Mundial, a diferencia del cine bélico último. La puesta en escena obtiene lo que busca, y tanto la reconstrucción de época, como la belleza de aquellos aviones de la Primera Guerra, son imponentes.
En síntesis, un bello y auténtico producto de entretenimiento, bien narrado, y que recuerda, desde el guión hasta los planos, a aquellas viejas primeras películas de guerra, que hace mucho quedaron atrás.
Dirección: Tony Bill.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 140 min.
Género: Drama, acción.
Elenco: James Franco (Blaine Rawlings), Jean Reno (Capitán Thenault), Martin Henderson (Reed Cassidy), Jennifer Decker (Lucienne), David Ellison (Eddie Beagle), Tyler Labine (Briggs Lowry), Abdul Salis (Eugene Skinner), Philip Winchester (William Jensen).
Guión: David Ward, Phil Sears y Blake T. Evans; basado en un argumento de Blake T. Evans.
Producción: Dean Devlin y Marc Frydman.
Música: Trevor Rabin.
Fotografía: Henry Braham.
Montaje: Ron Rosen.
Diseño de producción: Charles Wood.
Vestuario: Nic Ede.
Estreno en USA: 22 Septiembre 2006.
Biofilmografía de Tony Bill
Nació en San Diego el 23 de agosto de 1940. Tras graduarse en Inglés y Arte en Notre Dame, se inició en su carrera cinematográfica como actor. Sus años interpretativos se distinguieron por la calidad de los directores que le eligieron para sus películas: Sydney Pollack, Terrence Malick, Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Hal Ashby, etc. Otros, como Sir Carol Reed y John Sturges, le hicieron de mentores. A pesar de los elogios de la crítica como actor revelación, Bill quería ser realizador, no una estrella del cine. Su debut como director fue la popular Mi guardaespaldas (1980). Tony Bill es más conocido como el consumado director y productor independiente con fama de descubridor de nuevos talentos. Está casado con Helen Bartlett, su productora y socia en Barnstorm Films. Viven en la casa más antigua de Venice, California, al lado del aeropuerto de Santa Mónica, con sus dos hijas, Madeleine y Daphne, y con numerosas y variadas mascotas.
Filmografía
Flyboys, héroes del aire 2006, Director
Poder Blanco 2001, Director
La guerra del condado de Harlan 2000, Director
Nieve en el tejado 1998, Director
La fuerza del valor 1997, Director
Oliver Twist 1997, Director
Más allá del deber 1996, Director
Una Navidad diferente 1996, Director
El diablo vive enfrente 1994, Director
Visita por Navidad 1994, Director
Corazón indomable 1993, Director
Nuestro propio hogar 1993, Director
Gente loca 1990, Director
Cinco esquinas (Historias del Bronx) 1988, Director
Seis semanas 1982, Director
CÓMO SE HIZO “FLYBOYS: HÉROES DEL AIRE”
1.El proyecto
Cuando el productor Dean Devlin leyó por primera vez el guión de FLYBOYS se dio cuenta de que nadie había sido capaz hasta el momento de hacer una película que verdaderamente hiciera justicia a los hombres que lucharon en las batallas aéreas de la Primera Guerra Mundial. “Nunca he visto el tipo de caos aéreo que experimentaban aquellos soldados”, confiesa Devlin. “Sabía que usando equipos y efectos especiales modernos para recrear la época podríamos mostrar realmente cómo sucedió, cómo fue en realidad para aquellos extraordinarios y valerosos hombres”. Mientras que la Segunda Guerra Mundial estuvo exhaustivamente documentada y ha inspirado numerosas películas y programas de televisión que han mostrado hasta la saciedad sus horrores y sus héroes, la Primera Guerra Mundial, específicamente sus batallas aéreas sin precedentes, han permanecido ignoradas por los cineastas, documentalistas y autores. Aparte de la clásica tira cómica de Charles Schultz “Peanuts”, con un Snoopy obsesionado por el Barón Rojo (quien se imaginaba a sí mismo como un miembro de la legendaria Escuadrilla Lafayette), lo poco más que se sabía acerca de los primeros pilotos de combate del mundo llegó de unos pocos libros y todavía menos largometrajes… todos ellos producidos hace décadas. “Son varias las generaciones que nunca han visto estos aviones en acción”, comenta el Productor Ejecutivo, Phillip Goldfarb. “En mi memoria está el Blue Max y Von Richthofen y Brown. Es todo lo que recuerdo… y hace mucho tiempo de todo aquello”.
De hecho, todavía hace más años –más de 75– que una gran producción no retrataba la magnífica Escuadrilla Lafayette. ALAS, el primer filme que lo hizo, obtuvo el primer Oscar a la Mejor Película en 1929 y permaneció dos años en cartel. En 1930 le siguieron LA ESCUADRILLA DEL AMANECER y LOS ÁNGELES DEL INFIERNO, dos títulos que también gozaron de un considerable éxito (como FLYBOYS, todas ellas estuvieron dirigidas por pilotos expertos).
“La Primera Guerra Mundial no se ha mostrado realmente en ninguna película (moderna), con la excepción de la francesa Largo domingo de noviazgo y, hace más de 20 años, la australiana Gallipoli, ambas centradas en la guerra de trincheras”, apunta Devlin. “Hace décadas que no se veía nada sobre las batallas aéreas. Y creo que hace mucho que no se veían porque hace mucho que no existen aquellos aviones. Y la tecnología para recrear este tipo de combates se desarrolló hace muy poco”.
Pero eso no significa que se haya olvidado el impacto y el drama de los combates aéreos de la Primera Guerra Mundial: George Lucas se basó en las batallas de aquellas primeras películas para su saga de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS. De hecho, cuando llevó a cabo las primeras proyecciones de prueba de la película, y esperando a que se completaran los efectos especiales, sustituyó las escenas de combates galácticos que todavía no estaban listas por imágenes de combates de la Primera Guerra Mundial. Muchos de sus allegados se quedaron atónitos con las imágenes de los biplanos a modo de naves espaciales. Pero, como pudo comprobarse, la analogía era válida.
Devlin admite que el primer director en quien pensó cuando leyó FLYBOYS fue su viejo y oscarizado amigo, el actor/director/productor Tony Bill. Devlin sabía que Bill no sólo tenía licencia de piloto acrobático desde los 14 años, sino que además es un entusiasta de la Primera Guerra Mundial, con una de las mayores bibliotecas privadas del mundo sobre el tema. Devlin sabía que la pasión y el talento de Bill permitirían al realizador trasladar al público actual los peligros y amenazas que experimentaron aquellos hombres.
“Cuando estalló la Gran Guerra, la mayoría de personas no habían visto nunca un avión, y todavía menos habían volado en uno”, comenta el director Bill. “Los hermanos Wright habían volado en Kitty Hawk en los últimos días de 1903 pero, increíblemente, el avión permaneció aparcado en el hangar, y permaneció en el olvido durante varios años. La tecnología aeronáutica casi no había avanzado antes de la Primera Guerra Mundial. Era una época en la que la mayoría de personas ni siquiera habían visto un automóvil, de modo que los aviones de la Guerra eran las naves espaciales del momento. No tenían cabina, sistemas de protección ni paracaídas. Una simple chispa significaba la muerte casi segura. Básicamente eran objetivos inflamables voladores”.
Bill estaba decidido a mostrar con todo lujo de detalles la experiencia de aquellos valientes hombres, quienes eligieron convertirse en pilotos de combate en aviones abiertos fabricados con materiales como tela, madera, cables y lino.
“Si alguien se ha preguntado alguna vez cómo es volar cabeza abajo o realizar loops y tirabuzones en el cielo con un biplano de cabina abierta y otros aviones disparándote, ésta es la ocasión para descubrirlo”, afirma Bill. “No hemos usado ninguna plantilla preexistente para hacer la película. Es lo nunca visto”.
“Antes de que empezáramos a rodar, Tony me pasó algunos libros e historias para leer sobre aquellos chicos”, explica el coprotagonista, Tyler Labine. “Eran unas historias asombrosas, como la de un piloto que puso cabeza abajo el avión, se salió de su asiento y quedó colgando de las alas. Consiguió trepar de regreso a su puesto, controlar la aeronave y evitar ser derribado… ¡todo eso antes de estrellarse contra el suelo!”
El actor Jean Reno confiesa que se dio cuenta del extraordinario valor de aquellos hombres cuando vio por primera vez un avión de la época de FLYBOYS. “Cuando ves esos aviones de cerca te das cuenta de que son frágiles como cometas”, explica. “Están hechos únicamente de piel, madera, cables y tela, y te preguntas cómo… cómo una persona podía volar y luchar con aquellos armatostes. Básicamente se sentaban sobre las nubes, completamente abiertos a lo que les rodeara. Eran hombres de un gran coraje”.
A diferencia de los conflictos bélicos actuales, los combates de la Primera Guerra Mundial poseían un cierto aire de cortesía; en los cielos, los historiadores de la aviación apodaron aquellos combates “la última guerra de caballeros”. “La parte de la Primera Guerra Mundial que relatamos es la que acontecía en el aire”, comenta Bill. “Las horribles vejaciones y dolor que se sufría en el campo de batalla quedaba muy lejano para los combatientes aéreos. Ahí arriba se libraba una guerra muy distinta”. Este contraste emergía en parte de la condición elitista de los hombres que podían convertirse en pilotos. Muchos de aquellos jóvenes voluntarios habían recibido una educación inmejorable, eran aristocráticos o, en el caso de la Escuadrilla Lafayette, deportistas universitarios de alto nivel (de la Ivy League). A medida que se afinaban las tácticas aéreas, los encuentros se parecían cada vez más a los torneos militares, con combates uno contra uno al estilo de los duelos medievales a caballo con lanzas; pronto se les pasó a llamar los “Caballeros del Aire”.
“La Primera Guerra Mundial fue la última vez en que se produjo conexión directa entre combatientes de una guerra”, comenta Goldfarb. “Te acercabas lo suficiente para ver la cara del otro mientras luchabas en el aire. Hay quien cuenta que disparó a un enemigo desde una distancia tan corta que su sangre le salpicó en su propia cara. Resulta muy gráfico, pero también da muestra de una intimidad y de una conexión personal que no volverá a existir”.
“Cuando aquellos hombres fueron a la guerra lo hicieron con el concepto antiguo de marchar por los campos con sus rifles, con un ánimo invencible que sólo podría ser barrido por el nuevo fuego automático”, añade el actor James Franco. “Y entonces llegan los pilotos conservando sus viejas ideas de caballerías. La guerra siempre había sido un asunto de enfrentamientos cara a cara, hombre a hombre. La idea era convertirse en caballeros del aire; librar duelos; en efecto, sería la última modalidad de duelo, pues todas las armas modernas han acabado con el antiguo concepto de guerra”.
Uno de los protagonistas y también piloto acrobático David Ellison, quien da vida a Eddie Beagle, está de acuerdo con estas nociones de caballería: “Cuando estás volando, si le das a un enemigo sobre territorio extranjero, o le ves regresar a casa para volver a combatir otro día o le estrellas contra el suelo. Pero si el enemigo cae y el piloto sobrevive huyendo por su propio pie, nunca intentarás matarle desde el aire”.
Hacer esta película fue una apasionante recreación histórica, tanto para los actores como para los realizadores. “Creo que una de las razones que hacía que todos estuvieran entusiasmados con esta producción era que aquello nunca se había hecho de una forma tan realista”, explica Tyler Labine, quien encarna al aristócrata Briggs Lowry. “La Primera Guerra Mundial estalló hace muchos años y en gran parte se ha olvidado. Nuestra generación ni siquiera piensa en ella. Fue una guerra de proporciones épicas, tal como lo es este filme. Estoy seguro de que conseguirá mostrar al público la gran relevancia del conflicto”.
“No intentamos que el público vea un hecho histórico mediante la creación de aquel mundo”, afirma el Director de Fotografía, Henry Braham, todo un experto en planos aéreos. “La película es accesible desde el presente. Es una extraordinaria historia que no se detiene. Incluso desde la vertiente emocional, es algo muy íntimo. Y aunque tenemos una escala visual de dimensiones épicas, hemos trabajado duro para conservar la intimidad entre los personajes. Aquellos hombres volaban básicamente en cestos de mimbre completamente abiertos. Existe un intenso elemento de exposición y fragilidad humana que quizá ya no se consigue en la acción moderna ni en las películas de guerra”.
“Los grandes largometrajes sobre combates aéreos los han hecho pilotos auténticos: William Weldman, Howard Hawks, Howard Hughes”, apunta Devlin. “Nuestro director, Tony Bill, también es piloto. Creo que tenerle como director nos permite contar la historia de una forma muy fiel a aquel disfrute, a aquel viento en la cara, a la aventura y al miedo de estar en el aire. Queremos que el público capte la sensación de lo que era volar en aquellos biplanos por primera vez, tal como hicieron aquellos jóvenes”.