Estreno en España: 13 Marzo 2009
Puntuación:
Sinopsis
Comienza con un flash. Un hombre se queda ciego repentinamente cuando conduce del trabajo a casa. De repente, todo su mundo se convierte en una neblina lechosa e inquietante. Una tras otra, cada persona que se cruza –su mujer, su médico, incluso el aparentemente buen samaritano que le lleva a su casa– correrá la misma suerte en un momento dado. A medida que se extiende el contagio y el pánico y la paranoia se apoderan de la ciudad, las víctimas de la ceguera repentina, de “La enfermedad blanca”, son confinados y sometidos a cuarentena en un psiquiátrico abandonado en donde cualquier parecido con la vida normal empieza a desvanecerse. Dentro del hospital en cuarentena hay un testigo secreto: una mujer (Julianne Moore) que finge estar ciega para poder estar junto a su marido (Mark Ruffalo).
Crítica de Cine.com
por Leo Aquiba Senderovsky
La adaptación de la laureada novela “Ensayo sobre la ceguera” de Saramago, podría haber resultado una obra tan extraña como fascinante. La versión cinematográfica del brasileño Meirelles se queda en lo “extraño” (no en su mejor acepción, por cierto), y no consigue más que eso. Difícilmente una película trazada en base a una estética visual determinada puede culminar en algo reprobable, ya que de por sí tiene el peso de lo arriesgado. Meirelles arriesga en su versión, pero se equivoca demasiado. Intentando acercarse a los personajes de la película (que en determinado momento comienzan a ver solo blanco), Meirelles le da a toda su película un tinte blanquecino saturado, seguido de una tendencia abusiva al desenfoque. Lo primero que uno piensa es que esto es un error claro, ya que no hay figuras borrosas en la visión de los personajes, solo un terrible blanco que invade sus ojos, por ende ese acercamiento es falso, y difícilmente ese manierismo visual pueda dar cuenta del horror en el que viven inmersos los protagonistas. Para peor, la novela de Saramago explora en la realidad de estos personajes, que al quedar encerrados, y sometidos a la falta de suministros, comienzan a actuar como bestias y deben reconfigurarse como sociedad, presos a su vez de la ausencia de visión, que los aleja del mundo en el que vivían. Cuando los síntomas bestiales comienzan a aparecer en la versión de Meirelles, aparecen de manera discutible, como si Meirelles en esos momentos no terminara de decidir qué mostrar y qué no, qué someter al criterio visual que gobierna la mayor parte de la película, y sobre qué debe hacerse foco. Curiosamente allí, Meirelles, en medio de la confusión, decide mostrar más de la cuenta, y la horrible y tortuosa realidad en la que viven los personajes, termina arremetiendo contra la propia película, que no sabe cómo actuar ante los actos de tremenda bajeza que expone el libro original. Ni Julianne Moore, ni Mark Ruffalo consiguen escapar a esa puesta sinuosa, que solo a través de una única y concreta decisión visual intenta disfrazar la poca solidez narrativa que invade el film. Los personajes principales finalmente podrán acceder a un rapto de esperanza, pero para la película ya es demasiado tarde, y lo que podría haber sido una reflexión luminosa e inteligente sobre la degradación de la sociedad (lo que es, en definitiva, el libro original), en manos de Meirelles y sus caprichos visuales (que en su momento, lo hicieron cobrar fama con Ciudad de Dios) termina por ser un desarrollo vacuo, envuelto en una puesta en escena visualmente desagradable, con muy pocos momentos cercanos al lucimiento de la trama.
Lo mejor de la película: El elenco, que hace lo que puede, y la densidad narrativa de la obra original.
Lo peor de la película: Las equivocadas decisiones estéticas del director, presentes a cada momento, y las indecisiones estéticas en los momentos más dramáticos de la historia.
Dirección: Fernando Meirelles.
Países: Canadá, Brasil y Japón.
Año: 2008.
Duración: 121 min.
Género: Drama, thriller.
Elenco: Julianne Moore (mujer del doctor), Mark Ruffalo (doctor), Alice Braga (mujer con gafas oscuras), Yusuke Iseya (primer ciego), Yoshino Kimura (mujer del primer ciego), Maury Chaykin, Danny Glover (hombre del parche negro), Gael García Bernal (el rey del Ala Tres), Don McKellar (ladrón).
Guión: Don McKellar; basado en la novela “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago.
Producción: Niv Fichman, Andrea Barata Ribeiro y Sonoko Sakai.
Música: Uakti.
Fotografía: César Charlone.
Montaje: Daniel Rezende.
Diseño de producción: Tulé Peake.
Vestuario: Renée April.
Estreno en USA: 3 Octubre 2008.
Biofilmografía de Fernando Meirelles
Fernando Meirelles (nacido en São Paulo, el 9 de noviembre de 1955) es un director y productor de cine brasileño.
Meirelles nació en una familia de clase media. Interesado por la arquitectura, ingresó a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAU-USP). Fue en la Facultad que comenzó su carrera cinematográfica con varios filmes amateur. Junto con el grupo de amigos con quienes trabajó en estos filmes, fundó la compañía productora Olhar Eletrônico. En los años 1980, Meirelles produjo una serie de proyectos para la televisión brasileña, entre otros la TvMix, y la serie infantil Rá-Tim-Bum, la cual está en su tercera década al aire.
Participó en varios proyectos experimentales e innovadores durante la década de 1990, con nombres conocidos en el medio, como Marcelo Tas. Durante esa década, Meirelles fundó la compañía productora O2 Filmes, junto con Paulo Morelli y Andrea Barata Ribeiro.
En 1997, Fernando Meirelles terminó la lectura de la novela Cidade de Deus, de Paulo Lins, y quiso transformar la novela en película, a pesar de que ésta involucraba una compleja historia con más de 350 diferentes personajes. Fue hasta tener el guión cinematográfico escrito por Bráulio Mantovani, que la producción comenzó, codirigida por el propio Meirelles y Kátia Lund. Cuando la película fue estrenada en Brasil en 2002, Meirelles saltó al primer plano de la fama. La película fue enviada ese mismo año al Festival de Cine de Cannes. Después del estreno internacional, se decidió enviar al filme Cidade de Deus como representante brasileño en el concurso por los premios Oscar en 2004. La película recibió cuatro nominaciones, incluyendo Mejor Edición, Mejor fotografia, Mejor Guión Adaptado y Mejor Dirección. Su siguiente película, El jardinero fiel le otorgó el Oscar de Mejor Actriz Secundaria a Rachel Weisz. Su próxima intervención en el cine será con la película Blindness a estrenarse en septiembre del 2008. El elenco está conformado por Don McKellar, Julianne Moore, Mark Ruffalo, Gael Garcia Bernal y Danny Glover. Fernando Meirelles ya ha consolidado con paso firme su carrera cinematográfica.
Filmografía
* Blindness, 2008
* El jardinero fiel (The Constant Gardener), 2005
* Cidade dos Homens (Ciudad de Hombres, televisión), 2003
* Cidade de Deus (Ciudad de Dios), 2002
* Palace II, 2002
* Domésticas, 2001
* Brava Gente, 2000
* O menino maluquinho 2: a aventura, 1998
* Olhar Eletrônico, (video) 1986
CÓMO SE HIZO “A CIEGAS”
En 1995, el célebre escritor José Saramago publicó la novela Ensayo sobre la ceguera, una fábula apocalíptica sobre una epidemia de ceguera que ataca primero a un hombre, luego a una ciudad y, por último, a todo el planeta, con una furia y velocidad devastadoras. Aunque la historia trataba sobre una pérdida repentina de visión, el libro abrió los ojos a los lectores sobre una nueva y reveladora visión del mundo. El libro fue aclamado por la crítica como un futuro clásico, una magnífica parábola sobre estos tiempos proclives a las catástrofes y nuestra ceguera metafórica ante las conexiones que tenemos los unos con los otros. Se convirtió en un bestseller internacional, que contribuyó, junto con una obra que invita a la reflexión, a que en 1998 Saramago ganase el Premio Nobel de Literatura. La novela no tardó en ganarse millones de admiradores en todo el mundo y muchos directores se sintieron atraídos por su complejo mundo, que nunca antes se había visto en la pantalla. Al fin y al cabo, ¿cómo se hace una película que convenza visualmente en la que casi nadie puede ver? Hacía falta una visión grandilocuente y alguien que tuvo esa visión desde el principio fue Fernando Meirelles, que por entonces era un prometedor director brasileño apasionado por el cine grande, intenso y envolvente. Al mismo tiempo, Saramago rechazaba a todos sus pretendientes, diciendo que no estaba interesado en una versión cinematográfica de Ensayo sobre la ceguera y Meirelles pasó a dirigir otra película, su novedosa y épica, a la vez que lírica, historia sobre la vida en las favelas brasileñas, “Ciudad de Dios”. Mientras, el guionista, actor y director canadiense Don McKellar también estaba intentando conseguir los derechos del libro. A McKellar, entre cuyas películas se encuentra el drama apocalíptico “Last Night,” le atraparon los temas de Saramago nada más leer la traducción inglesa de Ensayo sobre la ceguera y sabía que no iban a dejarle tranquilo hasta que escribiese su visión de la adaptación. Se puso en contacto con el productor Niv Fichman de Rhombus Media – con el que había colaborado en “Last Night” y como guionista en la ganadora de un Oscar® “El violín rojo” – con la idea de hacerse con los derechos. Tan pronto como Fichman leyó el libro, se quedó igualmente entusiasmado, pero aún se enfrentaban a un grave obstáculo: convencer a Saramago.
“Siempre me resistí (a vender los derechos de Ensayo sobre la ceguera) porque es un libro violento sobre la degradación social y no quería que cayera en manos equivocadas.”, dijo Saramago en una entrevista concedida a New York Times Magazine en 2007.
Pero Fichman y McKellar no aceptarían un no por respuesta. Sólo querían tener la oportunidad de reunirse con Saramago y exponerle sus ideas. Tras meses de continuas llamadas, de convencerle y camelarle, finalmente recibieron la noticia de que se reuniría con ellos… si estaban dispuestos a viajar a su casa de Lanzarote. La respuesta inmediata de Fichman fue: “Fantástico. Sí. ¿Dónde está Lanzarote?”
De camino a su cita con el octogenario autor, planearon su estrategia. No hablarían del libro o de su visión de la película, sino que intentarían hacer ver a Saramago la libertad creativa que aportaría su equipo, establecido en Canadá, a la película. “Creo que Saramago tenía miedo de que un estudio convirtiera esto en una película de zombies y que se perdiera la referencia política subyacente de la historia,” dice Fichman. “Así que le explicamos que nosotros tendríamos el control y que no le tendríamos que enviar las tomas diarias a nadie. Le explicamos que tendríamos libertad para escoger a los actores, para rodar cómo y dónde quisiéramos y para hacer lo que consideráramos que era mejor para la película”.
La estrategia valió la pena. “Creo que a Saramago le impresionó nuestro grado de compromiso”, recuerda McKellar, “Creo que confió en que teníamos la integridad que estaba buscando y que no pondríamos en riesgo la película”.
Finalmente, Saramago aceptó y McKellar empezó a trabajar en uno de los retos más estimulantes de su carrera. “Sabía que sería muy difícil que la película tuviera el tono del libro de Saramago”, explica McKellar, “Ninguno de los personajes tiene nombre ni pasado, lo cual es muy poco corriente en una historia de Hollywood. La película, al igual que la novela, aborda directamente el tema de la visión y los puntos de vista y te pide que veas las cosas desde otra perspectiva. Para mí, como guionista, resultó muy liberador”.
McKellar también comprendió que la película tendría que divergir del libro en varios aspectos clave. Sobre todo, tenía que considerar la idea de que en la sala de cine, el público iba a desarrollar una insólita relación de voyeurismo con estos personajes que pueden ser vistos pero que no pueden ver. En el libro, sólo la Mujer del Médico pude ver todos los terribles sucesos que están ocurriendo, pero en la película, el público se convierte, como ella, en testigo. Ambos compartirían la carga de la visión y esta era una situación delicada con la que McKellar debía ir con cuidado.
“Como la Mujer del Médico, el público está viendo a la gente, y aquí entra en cuestión la humanidad de observar y no actuar, que es uno de los temas fundamentales de la película,” señala McKellar. “En algunas escenas, sobre todo en la escena de la violación, estás viendo cosas que no necesariamente quieres ver. Quieres tener la libertad de mirar a otro lado, de girar la cabeza, pero no está permitido. Quería que el público compartiera la perspectiva de la Mujer del Médico, que cada vez tiene más responsabilidad”.
La Mujer del Médico ayudó a McKellar a adentrarse en la historia. “Incluso le pregunté a Saramago por qué la Mujer del Médico tarda tanto en pasar a la acción en el hospital. ¿Por qué no actuó antes? ¿Por qué, cuando vio lo que sucedía, no agarró sus tijeras y mató? Me dijo que tomó conciencia de la responsabilidad que entraña ver, primero hacia sí misma, luego hacia su marido, luego hacia su pequeña familia, luego hacia su pabellón, y finalmente hacia el mundo en el que tiene que crear una nueva civilización. Era una responsabilidad que no sabía que tenía. Toma conciencia a través de acciones y circunstancias, y eso es algo que quería que se percibiera claramente en la película”.
La fuerza del guión cautivó a todos los que lo leyeron y también interesó a dos productores adicionales: Andrea Barata Ribeiro de O2 Filmes, que había producido “Ciudad de Dios” y su reciente secuela “City of Men”, y a Sonoko Sakai, fundador de Bee Vine Pictures (afincada en Los Ángeles y Japón), que acaba de producir la adaptación de Francois Girard de “Seda”.
Cuando Niv Fichman leyó el guión de Don McKellar, lleno de suspense, revelador y sorprendentemente visual, supo que necesitaría un productor acorde con su sentido del ritmo, el equilibrio y creatividad, así como un profundo interés en el espectro de la naturaleza humana. Esto les llevó de nuevo a Fernando Meirelles que, en estos años, se había convertido en un aclamado director internacional. Había abierto camino a una era de cine global con “Ciudad de Dios”, llena de brillantez visual y acción pero también de escenas de una intensidad inolvidable.
La película fue nominada a cuatro Oscars ®, incluido el de Mejor Director. Meirelles se mudó a Hollywood para dirigir la sobrecogedora adaptación del thriller político de John Le Carré ambientado en África “El jardinero fiel”, protagonizado por Ralph Fiennes y Rachel Weisz, y que obtuvo otras cuatro nominaciones a los Oscars. Su capacidad de trasladar al público a nuevos mundos que cambian nuestras perspectivas con un estilo ambicioso fue un factor decisivo.
“Cuando soñaba con lo que sería perfecto para A CIEGAS, pensaba en la energía cinética y las interpretaciones naturales de ‘Ciudad de Dios,’ combinadas con la elegancia y la política muy sutil de ‘El jardinero fiel,’ así que supe que Meirelles era la elección acertada”, dice Fichman. “Empezamos con un libro de un Premio Nobel, teníamos una adaptación de uno de los mejores guionistas del mundo y ahora, con uno de los directores más innovadores, habíamos creado un conjunto que nos dio una fuerza increíble.” “Sólo hicieron falta cinco minutos para convencer a Meirelles para que tomase el timón de A CIEGAS,” recuerda el productor Andrea Barata Ribeiro, “Fernando podía haber hecho cualquier película, pero cualquiera que haya trabajado con él sabe que su preocupación es hacer del mundo un lugar mejor, y esta historia siempre fue importante para él”.
Meirelles empezó con los ojos cerrados, literalmente. Pasó horas con los ojos tapados, pensando en cómo se oiría el mundo y qué se sentiría si te quedaras ciego de repente. En busca de inspiración, releyó el libro una y otra vez, seis o siete veces, dejándose empapar por las múltiples facetas del retrato que hace Saramago de una humanidad sitiada. Entendió que la historia podía interpretarse de muchas maneras: como una metáfora de las reacciones personales y políticas ante los desastres naturales; como una alegoría de los peligros del futuro; como una reflexión sobre elegir no ver lo que sucede a tu alrededor; como un análisis de los instintos primarios; como una exploración de la conciencia humana, con sus flaquezas pero también con una fortaleza sorprendente… – y quería que todo esto estuviese en la película, pero no de una forma explícita. “Esta historia no tiene una verdad, y todas las distintas interpretaciones tienen sentido”, afirma.
“Hay muchos dilemas morales y creo que la película, en este sentido, va más allá que el libro, en el que las cosas son más en blanco y negro. He añadido mucho gris. Es una historia que debe generar muchas preguntas pero no dar ninguna respuesta. Plantea cuestiones sobre la evolución del hombre, nos hace reflexionar de forma crítica, pero no apunta a ninguna dirección en concreto. Como en la historia, cada uno tendrá que descubrir por sí mismo su propio camino.” En cuanto al estilo visual de la película, Meirelles prescindió del gris.
Quería dar énfasis al tipo de ceguera inesperada descrita por Saramago, no una oscuridad sin luz, sino una niebla impermeable y deslumbrante que impide ver claramente, pero no tapa. “Mi primer instinto fue hacer de esta historia oscura una película muy luminosa, con un brillo casi agobiante,” comenta. De este modo, aunque los personajes pierden la vista, el civismo y las estructuras sociales se desmoronan, la película mantiene una luminosidad deslumbrante que sugiere una luz al otro lado de la oscuridad.
Meirelles es conocido por hacer películas visualmente llamativas llenas de energía sobre temas exigentes, pero con A CIEGAS se enfrentó quizás al mayor reto de todos: ¿cómo ruedas una historia en la que ninguno de los personajes, salvo uno, tiene un plano subjetivo? Para solucionarlo, Mereilles se arriesgó a ir cambiando los planos subjetivos a lo largo de la película. Empieza con una posición de narrador omnisciente pero luego, dentro del hospital convertido en gulag, cambia al punto de vista subjetivo de la Mujer del Médico, porque es la única que ve.
Una vez que el público se ha acostumbrado a ese mundo, el plano subjetivo vuelve a cambiar, esta vez al Hombre del Parche Negro, que conecta a los que están en cuarentena con historias del mundo exterior y con sus propios mundos interiores. Por último, cuando la historia se traslada a la ciudad arrasada por la guerra, el punto de vista subjetivo de la película se convierte en una fusión de la narración del Hombre del Parche Negro y las imágenes que ven los ojos de la Mujer del Médico.
El resultado es una especie de multiplicidad construida con voces y perspectivas con resonancias del estilo de la prosa de Saramago y que deja entrever una forma distinta de ver. Para resaltar esta idea, Meirelles dividió la historia en lo que él ve como tres secciones estilísticas distintas.
“El primer acto es donde todo el mundo se queda ciego, todo se mueve muy deprisa y es casi una película de acción,” señala. “Me pareció importante que el público experimentara la opresión de no saber qué está pasando al principio.” Entonces, de nuevo, todo cambia. “Para el segundo acto, en el que el médico y su mujer llegan al psiquiátrico y experimentan la ceguera, utilizamos muchas imágenes abstractas para conseguir la sensación de estar realmente desorientado. Este acto también introduce al personaje del Hombre del Parche Negro como narrador y al Camarero que se declara a sí mismo Rey del Ala Tres. La historia toma otra dirección con un grupo que pelea contra el otro en una especie de guerra de bandas. Luego, tras el incendio del psiquiátrico, se abre una nueva puerta, la gente se va y se convierte una vez más en una película nueva.” Aunque su visión era compleja, una vez en el rodaje, Meirelles tuvo una mentalidad muy abierta, permitiendo la improvisación y los accidentes creativos. “Fernando tiene la facultad de hacer que todo el mundo se sienta cómodo. No hay fronteras. En el set se escuchaba portugués, inglés, francés, español y japonés, pero sólo hablábamos en un único lenguaje: el lenguaje con el que se hace una buena historia”, resume el productor Sonoko Sakai.
En el corazón de A CIEGAS están el Médico y la Esposa del Médico, dos personas corrientes arrancadas de su vida cotidiana en un remolino de desorientación y confusión.
La Mujer del Médico, la única persona en la historia que, por una cuestión de suerte, es inmune a la infección y aún ve (a pesar de fingir que es ciega), se convierte en cierta manera en los ojos del público y en su guía a través de todo lo que les sucede a los que han perdido la vista. Guía al público por el mundo terrorífico y amenazador del sanatorio abandonado, en donde cualquiera puede ser asesinado en cualquier momento, ya sea por los guardas asustados o por los propios reclusos frenéticos. Para su sorpresa, sintiéndose contra las cuerdas, se convierte en una auténtica líder de los ciegos, a los que estimula para que aprendan a vivir con su angustia e incertidumbre.
Para interpretar a la Mujer del Médico, los productores ficharon a Julianne Moore, cuatro veces nominada al Oscar® y a la que se la conoce por sus emotivas interpretaciones llenas de sutiles matices en títulos como “Lejos del cielo”, “Las horas”, “El fin del romace” y, más recientemente, en la visión de Alfonso Cuarón de un futuro distópico, “Hijos de los hombres.” Moore se sintió inmediatamente ligada a su personaje, al que no ve necesariamente como una heroína sino como alguien impulsado, como todos nosotros, a sobrevivir, un impulso que la lleva a lugares oscuros pero también a encontrar una fuerza en su interior que no sabía que tuviera.
“La Mujer del Médico es una persona normal, y creo que es una de las mejores cosas de la novela. No es perfecta, y lo que hace inicialmente (limpiar, atar cables, etc.) es sólo una parte mínima de lo que podría estar haciendo realmente. Al principio, su mayor preocupación es su marido. Sin embargo, su capacidad de ver la aísla, pero al mismo tiempo la convierte en líder,” comenta Moore. “Creo que con este personaje Saramago incorpora la idea de responsabilidad. Se pregunta quiénes somos y la responsabilidad que tenemos hacia los demás, hacia el mundo en que vivimos y hacia lo que hacemos en él. Tienes que plantearte si eres realmente consciente de las consecuencias de tus actos, y ahí es donde entra en juego la Mujer del Médico”.
Moore llevaba tiempo queriendo trabajar con Meirelles cuando recibió el guión de A CIEGAS. “Cuando me enteré de que iba a dirigir esta película, me interesó mucho participar. Es un director brillante con un punto de vista sorprendente”, dice. “Después de leer el guión, sentí que A CIEGAS era algo grande e importante y una historia necesaria en estos momentos.” La actriz sorprendió a los productores cuando llegó al rodaje teñida de rubio. Meirelles le había pedido que se cortara el pelo para la película, pero ella fue más lejos, una idea que se le ocurrió mientras leía el guión. “Supe que era lo correcto para el personaje”, explica. “El pelo rojo te hace destacar, porque estás en minoría. Quería que la Mujer no resaltara tanto”.
Durante el rodaje, Meirelles se quedó asombrado de cómo Moore combinaba la técnica con la ternura emocional. “Técnicamente, es como una máquina. Dices algo y ella responde inmediatamente. Entiende perfectamente la historia, el momento, la trama, y sabe exactamente a qué distancia debe estar de la cámara. Al mismo tiempo, es puro cine. Tiene algo, y no sé muy bien cómo llamarlo… ¿carisma? ¿expresividad? Sea lo que sea, cada día me quedaba sobrecogido por su actuación.” En contraste con el valor adquirido por su mujer, el Médico pierde el ánimo. Al principio de la historia es un líder dentro de la comunidad, fuerte y responsable, pero una vez que se queda ciego y le confinan al hospital, debe lidiar con una creciente sensación de impotencia y desesperación que le lleva al sometimiento.” Para interpretar al Médico, los productores eligieron a Mark Ruffalo, cuya carrera despegó con su papel de vulnerable encantador en el éxito independiente “Puedes contar conmigo” y que dado interpretaciones memorables en películas como “Olvídate de mí”, “Collateral”, “Todos los hombres del rey”, “Zodiac” y, recientemente, “Un cruce en el destino” con Joaquin Phoenix. Ruffalo era la elección perfecta para interpretar a este hombre respetado en su comunidad que vive una pesadilla que nunca hubiera podido imaginar.
Nada más leer el guión, Ruffalo no pudo resistirse a querer explorar la intensa experiencia del Médico en el mundo de los que acaban de perder la vista. “Lo que me pareció interesante es que el médico acaba descubriendo que él no es como pensaba y, en un momento sobrecogedor, también descubre que su mujer no es quien pensaba que era. La verdad interesante de este asunto es que él esperaba que fuera su mujer la que estuviera en su situación”.
“Él es como pensaba que era su mujer y es un momento muy difícil para cualquiera el que se desmoronen todas tus percepciones,” dice. “Creo que finalmente el Médico hace las paces con su incapacidad y su declive y admite su admiración ante la fortaleza de su mujer.” Ruffalo se había reunido por primera vez con Meirelles en Cannes en 2007 para hablar sobre el personaje del Médico, pero parecía que el rodaje coincidiría con el nacimiento del tercer hijo de Ruffalo.
A pesar de lo mucho que le interesaba el papel, Ruffalo dejó claro que necesitaba estar con su mujer en el parto. Aún así, Meirelles estaba convencido de que era perfecto para el papel y modificó las fechas de rodaje para que Ruffalo pudiera terminar a tiempo – y, por suerte, el bebé cooperó.
“Mark es de una honestidad brutal, no sólo sus personajes, sino él mismo. Aporta calidez al Médico y creo que su actuación es brillante.”, dice Meirelles.
Si la Mujer del Médico se convierte en los ojos de A CIEGAS, el personaje conocido como El Hombre del Parche Negro permite acceder al alma de la historia.
Empedernido parlanchín que también actúa de narrador de la historia, el Hombre del Parche Negro siempre fue para Fernando Meirelles la manifestación en la pantalla del escritor José Saramago. “Fue como si el novelista formara parte del reparto. Como paciente del Médico y como hombre que ya está ciego de un ojo cuando ataca el “Mal Blanco”, el Hombre del Parche Negro está en una posición privilegiada para explorar el mundo de los ciegos, ya que es el que mejor lo conoce”.
Sale a relucir cuando trae noticias – ¿o son rumores? – de lo que sucedió en el mundo exterior en los días posteriores a que los primeros ciegos fueran confinados, hilando historias de autobuses que vuelcan, aviones que chocan entre sí y sobre la disolución del gobierno, pero a medida que avanza la película, se convierte en su voz interior.
El Hombre del Parche Negro requería un actor con madurez, sensibilidad y elegancia, lo que les llevó a Danny Glover, un veterano con multitud de registros: la acción cómica de la saga de “Arma letal”, junto a Mel Gibson, interpretar a Nelson Mandela en el telefilme “Mandela”; a Paul Garner en la adaptación de Jonathan Demme de la novela “Beloved”, de Toni Morrison; y a Albert en la adaptación de Steven Spielberg de “El color púrpura”, para dar un giro a su carrera con el exitoso musical “Dreamgirls”.
“El Hombre del Parche Negro llega a este nuevo mundo de ceguera medio ciego, así que creo que entiende dónde está dentro de su propia verdad, dentro de sí mismo. Me pareció que este personaje se parecía mucho a Saramago, porque no se disculpa en ningún momento −es quien es y lo acepta,” explica Glover. Sobre todo, a Glover le sobrecogió la profundidad de A CIEGAS y todas las sensaciones que le provocó. “La estética humana se basa en la capacidad de ver”, señala.
“Creo que lo que dice Saramago es que si eliminamos eso, las relaciones que creamos y el camino hasta formar esas relaciones serán trascendentes y duraderas. La clave es cómo sale la gente de esta experiencia, y creo que todo tiene que ver con la idea de que si en los siglos XXI y XXII no encontramos un nuevo ethos, estaremos perdidos”.
Uno de los personajes más misteriosos de A CIEGAS es la Chica de las Gafas Oscuras, interpretada por Alice Braga, que hizo de Angelica en “Ciudad de Dios” y que acaba de participar en otra historia apocalíptica, “Soy leyenda”, junto Will Smith. Meirelles siempre la tuvo en mente para el papel.
“Alice es muy buena actriz y una muy buena amiga mía y tenía claro que quería que hubiera un actor brasileño en A CIEGAS,” dice. “Al principio, me preocupaba que tuviera que actuar en inglés, un idioma que aprendió hace tres o cuatro años, pero asumí el riesgo y mereció la pena. Creo que tiene un carisma innato”.
Braga enfocó su personaje como alguien que empieza siendo bastante reservada y enigmática pero que poco a poco se va abriendo más, sobre todo al medida que se encariña con el Niño Estrábico huérfano, que necesita su ayuda para sobrevivir a los peligros del “campamento” en cuarentena. “La Chica de las Gafas Oscuras es misteriosa,” dice Braga. “Aunque se acuesta con hombres porque es dinero fácil, no quería tratarla únicamente como a una prostituta. Al principio es bastante dura, pero luego desarrolla un sentimiento maternal muy fuerte”.
A Meirelles le impresionó todo lo que aportó Braga a la evolución del personaje. “Cuando llega por primera vez al hospital, tapada con sus gafas y con el pelo cubriéndole la cara, no sabes quién es ni entiendes su relación con el Niño. Parece muy fría, sin calidez ni afecto, pero entonces empieza a ver con diferentes ojos, desde dentro. A medida que trascurren las escenas, se vuelve más amable, un ser humano real. Este es el arco de su personaje. Debido a su ceguera, la Chica de las Gafas Oscuras aprende a ver”.
Para interpretar al personaje conocido como el Ladrón, que al principio de A CIEGAS es el buen samaritano que lleva a casa al Primer Ciego, los productores recurrieron a una elección poco habitual: el guionista de la película, Don McKellar, que también es un actor con experiencia. “No escribí el papel del Ladrón para mí,” aclara McKellar, “pero siempre me pareció un personaje muy interesante. Primero le vemos como un buen samaritano que lleva a casa al Primer Ciego, pero después resulta que se aprovecha de la situación cuando le roba el coche”.
“Me gusta que te hagan creer el ladrón es el malo. Es un personaje patético que al principio crees que es el malo de la obra y luego te das cuenta de que nada más lejos de la realidad. Hay algo de encanto en su desesperación pero cuando entra en escena el Rey del Ala Tres, conoces lo que es la auténtica desesperación”.
El Rey se conoce primero como el Camarero, su profesión antes de la aparición de la “ceguera blanca”, pero dentro del hospital en cuarentena, el Camarero se nombra a sí mismo real dictador y luego del resto del hospital, ya que empieza a controlar los escasos recurso proporcionados por el gobierno – comida, principalmente – pidiendo a cambio joyas, bienes y, por último, mujeres.
El papel fue a parar a manos de una de las estrellas de cine más prometedoras, Gael García Bernal, que se dio a conocer con los rompedores filmes de Alejandro González Iñárritu “Y tu mamá también” y “Amores Perros” y que obtuvo premios y reconocimiento con su interpretación del joven Che Guevara en “Diarios de motocicleta”, de Walter Salles.
Bernal hacía tiempo que admiraba la novela. “Siempre me pareció una historia trascendente,” dice. “Es sobre la incapacidad de la gente para vivir juntos, sobre lo que pasa cuando la gente realmente no ve a los demás. Me gusta que se cree una situación que pone a prueba todas las estructuras sociales y morales que nos han enseñado. Los pabellones se vuelven caóticos y corruptos, como el mundo, pero al final es una historia de esperanza porque lo único que puede salvarnos somos nosotros mismos”.
Bernal sabía que sería un papel extremadamente exigente, un retrato de la corrupción del poder que a la vez conservaba su propio sentido de humanidad, que debía ser cómica, salvaje y auténtica a la vez. “Creo que el Rey simplemente es muy práctico, muy pragmático. Parece frío porque no es un idealista y no ve esperanza, pero es un superviviente, igual que el resto,” dice Bernal.
“Decir que el Rey es malo sería ir en contra del sentido de la historia. Escoge soluciones prácticas en beneficio de su pabellón y la fuerza que tiene el personaje es que sus acciones resultan en un debate muy acalorado sobre la moral”.
El primer hombre que se queda ciego en A CIEGAS, el paciente cero, se convierte en el impulsor de la historia. El público asiste en suspense a cómo pierde repentinamente la visión mientras espera a que se ponga verde un semáforo, a cómo va dando bandazos por un mundo ahora hostil e intenta entender lo que le está pasando y el porqué.
Tras aceptar que un desconocido le lleve a casa (y que más tarde será el Ladrón), pronto transmite la extraña infección a su enfadada y desconsolada esposa y empieza una reacción en cadena que pronto estará fuera de control.
El Primer Ciego y su mujer son quizás los personajes que más cambiaron en la adaptación de Don McKellar de la novela de Saramago. Para empezar, añadió una nota de tensión conyugal, lo que aporta a las escenas una tensión emocional aún mayor, y se convierte en un tema en sí mismo, ya que la ceguera abre una grieta invisible entre la pareja, que al principio está insegura sobre qué les une si no pueden ver.
En segundo lugar, aunque en la novela no se habla de la etnicidad de los personajes, McKellar y Fernando Meirelles tomaron la decisión de usar a dos actores de origen asiático para añadir a la película una mezcla de culturas típica de cualquier ciudad post-moderna, pero una vez tomada la decisión, tardaron meses en dar con los actores adecuados.
Finalmente, escogieron a los japoneses Yusuke Iseya y Yoshino Kimura, que habían protagonizado en 2007 el éxito japonés “Sukiyaki Western: Django,” un remake de un Spaghetti Western de Sergio Corbuccinde de 1966, en el que también actuaba Quentin Tarantino, del director inconformista Takashi Miike. Los dos hablaban el inglés justo para que los papeles funcionaran, pero lo importante es que había entre ellos una química que les permitía trabajar juntos en silencio.
“Fernando comprendió que aunque los papeles estaban escritos en inglés, la pareja podía hablar en japonés entre ellos, así que no necesitábamos que dominasen el inglés”, dice Sonoko Sakai. “Esto nos permitió buscar a grandes actores, como Iseya y Kimura”.
Desde el primer momento, Fernando Meirelles supo que para llevar a la pantalla a A CIEGAS irónicamente necesitaría unas imágenes completamente originales que pudieran trasmitir la desorientación y el horror de los personajes para que el público se quedara fascinado con ese mundo. Para conseguirlo, incorporó a la producción a gran parte del equipo artístico de “Ciudad de Dios”, entre ellos: el director de fotografía nominado a un Oscar® César Charlone, que usó su experiencia en los “talleres sobre ceguera” para ayudar a crear la simulación visual del “Mal blanco”en la película; el nominado al Oscar al mejor montaje Daniel Rezende, que trabajó codo con codo con Meirelles para estructurar los cambios de plano en la película y los sinuosos puntos de vista; y el diseñador de producción Tulé Peak, que convirtió una cárcel en un improvisado campo de internamiento que la crítica comparó con el Infierno de Dante, al tiempo que transformó una ciudad cosmopolita en una metrópolis devastada.
Fieles al deseo de Saramago de que la película, igual que la novela, estuviera ambientada en una ciudad no identificada que aporte una universalidad atemporal, A CIEGAS fue rodada en tres países diferentes, sin que sean identificables. La mayoría los exteriores del principio fueron rodados en Sao Paulo, la ciudad natal de Meirelles. La parte central de la película, ambientada en el psiquiátrico convertido en campo de cuarentena, se rodó en la antigua cárcel de Guelph (Canadá); y el clímax, que se desarrolla en el paisaje arrasado de una metrópolis dominada por el caos, fue rodado en Sao Paulo y Montevideo (ciudad sugerida por el director de fotografía, de origen uruguayo).
A Meirelles, que estudió arquitectura, le fascina la estructura, pero también la providencia creativa. Sus momentos favoritos como director son cuando un simple corte cambia el sentido de una escena, cuando un movimiento de cámara parece tener alma de repente, cuando la música consigue el tono adecuado para una escena, cuando un actor conecta con una emoción llena de fuerza… y todo esto sucede en A CIEGAS. Uno de sus referentes fue la cita que aparece en el epigrama de la novela de José Saramago (del antiguo Libro de las exhortaciones): “Si puedes ver, mira, y si puedes mirar, observa.”. Al fin y al cabo esta historia sobre la ceguera, como resume Meirelles, “trata en realidad de aprender a ver”.