Crítica ALIENTO

Estreno en España: 4 Julio 2008

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Sinopsis

Al descubrir que su marido tiene una amante, Yeon (Zia) decide visitar a un preso desconocido cuyos continuos intentos de suicidio han sido noticia en la televisión. Jin (Chang Chen) se queda sorprendido cuando Yeon vuelve a visitarle. Poco a poco, el preso se abre a la mujer. Yeon le dice a su marido que tiene a otro. Éste, celoso, la sigue a la cárcel y le prohíbe que vuelva a ver a Jin. Pero Yeon y Jin están mucho más unidos de lo que cree su marido…

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Crítica de Cine.com
por
Leo Aquiba Senderovsky

Reconozco que este no es el cine oriental que más frecuento. Sin embargo, siempre es grato observar un grupo de cineastas orientales, como Wong Kar-wai, Tsai Ming-liang o Kim Ki-duk que se muestran más confiados en el poder de las imágenes que el grueso de los realizadores de todo el mundo. Kim Ki-duk nos revela dos personajes que sufren una desgarradora soledad. Jang Jin está condenado a muerte por matar a su mujer y a su hija, y ha buscado liberarse intentando quitarse la vida en dos oportunidades. Yeon lo ve por televisión, y conecta la desesperación de Jin con su miserable vida, presa de un marido que le es infiel sin hacer el más mínimo esfuerzo por ocultárselo. Frente a esta humillación, Yeon decide liberarse visitando al condenado, llenando las paredes de la sala de visitas con paisajes luminosos y paradisíacos, y cantándole canciones para alegrarlo. Lo que nace entre ellos es una historia de amor que se sabe incapaz de crecer más allá de las paredes de la cárcel, y del poco tiempo de vida que le queda a Jang Jin. Kim Ki-duk plasma un crudo melodrama, sin caer en la explicitud oral, los protagonistas prácticamente no pronuncian palabra, Yeon solo se expresa cantando y bailando frente a Jang Jin, y las pocas palabras que ponen en escena el conflicto salen de la boca del marido de Yeon, quien luego de conocer esta historia, deberá entender la naturaleza de la relación de ambos. El radical vínculo que une a los presos que comparten la misma celda, con claros atisbos homoeróticos, se expresa a su vez de un modo puramente físico, hasta su previsible desenlace. Mención aparte merece la siempre presente cámara que espía la intimidad de Yeon y Jang Jin, con el propio Kim Ki-duk como el jefe de seguridad que vigila estos encuentros cada vez más pasionales y dolorosos. No le hace falta más para contar una historia donde el amor y el respiro (o aliento mutuo) se vuelven los motores principales de dos vidas despojadas de toda cercanía a eso que llamamos felicidad. Con suma honestidad y sinceridad con el material que cuenta, Kim Ki-duk nos entrega otro hermoso drama, donde las imágenes y los cuerpos (la cercanía de estos, pese al poco tiempo que cuentan para poder encontrarse y acercarse) se encargan de llenar lo que otro realizador cargaría innecesariamente de palabras.

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Dirección y guión: Kim Ki-duk.
País:
Corea del Sur.
Año: 2007.
Duración: 84 min.
Género: Drama.
Elenco: Chang Chen (Jang Jin), Zia (Yeon), Ha Jung-woo (marido de Yeon), Kang In-hyung (joven prisionero), Kim Ki-duk (jefe de seguridad), Lee Joo-seok (preso pintor), Oh Sun-tae (preso gordo), Kim Eun-seo (Hee, hija de Yeon).
Producción: Kim Ki-duk.
Música: Kim Myung-jong.
Fotografía: Sung Jong-moo.
Montaje: Wang Su-an.
Diseño de producción: Hwang In-jun.
Vestuario: Lee Da-yeoun.
Estreno en Corea del Sur: 29 Abril 2007.

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Biofilmografía de Kim Ki-duk

Kim Ki-duk es un director de cine surcoreano, nació en Boghwa, Corea del Sur el 20 de diciembre de 1960. Es uno de los más conocidos representantes de la vanguardia cinematográfica de ese país. Proviene de una familia de clase obrera y no ha recibido formación técnica como cineasta, comenzando su carrera a la relativamente tardía edad de 33 años como guionista y director.

Autor de una docena de obras a veces altamente experimentales, es distintivo el ritmo pausado de su cine, el fuerte contenido visual muchas veces cruento, el parsimonioso uso del diálogo y el énfasis en elementos criminales o marginales de la sociedad. Este último refleja la posición de Kim dentro de la sociedad surcoreana en general, y el ámbito fílmico en particular.

Kim nació el 20 de diciembre de 1960 en Bonghwa, en la provincia de Gyengsang del Norte, en el seno de una familia rural. Trasladados a Seúl cuando tenía 9 años, se educó para trabajar en agricultura, pero abandonó su formación para trabajar como obrero fabril a los 17 años. Se alistó en la infantería de marina del ejército surcoreano a los 20 años, y prestó servicio como suboficial hasta los 25; a su baja, se dedicó a la pintura —una afición desde niño—, ganándose la vida como acólito en un templo budista.

De acuerdo a Kim, fue en París donde acudió por primera vez al cine; entre las primeras películas que vio se contaron El silencio de los inocentes, de Jonathan Demme, y Los amantes del Pont Neuf, de Leos Carax, que le causaron ambas una gran impresión. De regreso en su país natal, su recién descubierta afición le llevó a presentarse a varios concursos de guión; en 1993 obtuvo el premio mayor del Instituto Nacional del Guión de Corea del Sur por Un pintor y un criminal condenado a muerte. En 1994 logró la tercera plaza del concurso organizado por el Concejo Coreano de Cine (KOFIC) con Doble exposición, y al año siguiente el premio mayor del KOFIC por Cruce imprudente. Aunque ninguno de estos guiones llegó a rodarse, su éxito le permitió obtener un contrato con Joyoung Films para rodar Cocodrilo (Ag-o), la brutal historia de un grupo de personas sin hogar que viven bajo un puente sobreviviendo a fuerza de astucia y violencia. Ag-o anticipó la conjunción de fotografía delicada y trama brutal que caracterizaría a la obra subsiguiente de Kim; obtuvo poco éxito con la prensa local, pero consiguió una plaza en el Festival Internacional de Cine de Pusan, donde se proyectó en la sección Panorama Coreano.

El festival de Pusan sería uno de los principales puntos de exhibición de Kim en los años siguientes. Su primer guión se transformó en Animales salvajes (Yasaeng dongmul bohoguyeog), rodada en 1996 en las calles de París, que se exhibió en el Festival Internacional de Vancouver. En 1998 La puerta azul (Paran daemun) se elaboró sobre otro guión premiado por KOFIC y tuvo más exposición internacional, proyectándose en la Berlinale y en el Festival de Cine de Karlovy Vary; un cambio rotundo en el estilo fílmico de su autor, es un híbrido entre melodrama adolescente y denuncia social, ambientado en una pequeña ciudad portuaria donde una joven prostituta es el único sustento de la familia que mantiene el pequeño hostal donde lleva a sus clientes. La relación agridulce entre la hija de la familia empobrecida y la prostituta es uno de los puntos centrales del film, evocado luego en otras obras del autor.

En 2000 rodaría dos películas: la muy experimental Ficción verdadera (Siljae Sanghwang), rodada en apenas 200 minutos y montada en tiempo real, acerca de un artista callejero, su ex novia, y otros personajes que atraviesan la plaza en la que éste ofrece sus obras durante la hora larga que dura el film, y la obra que le representaría el salto a la fama crítica internacional: La isla (Seom). Una morosa narración de la relación entre un fugitivo de la ley y la propietaria de un centro de pesca, en la que los inquilinos habitan tiendas flotantes en el lago. La isla se hizo notoria entre otras cosas por la crudeza de algunas de sus escenas, que llevaron al desmayo de un crítico en su premiere en el Festival Internacional de Cine de Venecia. La presencia de una prostituta, una figura recurrente en la filmografía de Kim, atrajo la ira del público coreano, y la violencia de algunas de las escenas provocó reacciones de desagrado, pero la obra estableció firmemente a su autor como una presencia significativa, y se proyectó en una docena de festivales en todo el mundo. Domicilio desconocido abrió el festival de Venecia al año siguiente, y Mala gente —una nueva incursión en el mundo de la prostitución forzada y la violencia como vínculo amoroso— fue su primer éxito de taquilla, entre otras razones gracias a la presencia de Jo Jae-hyeon en el papel principal.

Su siguiente película, El guardacostas (Hae anseon) contó con la presencia de una estrella local, Jang Dong-kun, pero resultó menos efectiva que las anteriores. En el 2003 Primavera, verano, otoño, invierno… y otra vez primavera (Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom) atrajo nuevamente la atención masiva, sobre todo por la mayor accesibilidad de un film desprovisto por completo de violencia. Con la primera presencia de Kim frente a las cámaras en el papel de un anciano monje budista, sus obsesiones con la violencia, la crueldad y la futilidad cíclica de la vida se desplazan ahora al comentario de las diversas pasiones que atraviesan la vida de una persona. Fue también la primera de sus películas en alcanzar distribución a gran escala fuera de los festivales y, fijó las bases para que las posteriores Samaria (que obtuvo el Oso de Plata al mejor director en Berlín en el 2004) y Hierro 3 (ganadora del premio equivalente en Venecia) aparecieran en el circuito comercial.

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