Estreno en España: 8 Agosto 2008
Puntuación:
Sinopsis
Mike Terry (Chiwetel Ejiofor) es el instructor jefe de la Academia de Jiu-Jitsu Southside. A pesar de su calidad como luchador, rechaza participar en competiciones profesionales. En su lugar, se dedica a entrenar a futuros guardaespaldas, policías y soldados en el arte de la autodefensa. Pero todo cambia una noche en la que Mike salva de una brutal paliza a Chet Frank (Tim Allen), una famosa estrella del cine de acción. Este acontecimiento lo lanza al mundo del cine, donde su destino le conducirá a aquello que siempre había dejado de lado: un campeonato de lucha.
Crítica de Cine.com
por Leo Aquiba Senderovsky
El destacado y prolífico guionista David Mamet (que cuenta en su haber con grandes obras como Los intocables o El cartero siempre llama dos veces), en todas sus películas como director, aún en sus más débiles o fallidas, ha sabido plasmar un fuerte estilo clasicista, que realza cada una de las diversas historias que ha elegido narrar. Tal es el caso de esta historia que, lejos de ser una película de “artes marciales”, toma el jiu-jitsu como la matriz, la disciplina que servirá de base para una historia de valores y principios. Con un guión propio de la astuta pluma de Mamet, Cinturón rojo nos pone en la piel de un instructor de jiu-jitsu que se ve enredado en una trama donde el poder y la corrupción se hacen presentes, ahogando la ilusión de progreso laboral del protagonista. Mike Terry tiene la nobleza de muchos personajes característicos de, por ejemplo, Humphrey Bogart. Ese es el clasicismo que respira Cinturón rojo, el clasicismo de las historias con “héroes” que deciden no mancharse ni corromperse, en un contexto en el cual parece no salvarse nadie. En esa lista podemos ubicar a Joe Mantegna, un rostro ya probado para este tipo de papeles, o a Tim Allen, todo un descubrimiento para la película, lejos de su personaje habitual de padre de familia en productos Disney y otras comedias afines al conservadurismo más radical. Tim Allen personifica a un veterano star de cine que parece tener el mundo a sus pies y pretende colocar a Mike en la producción de su nueva película. Sin embargo, a medida que avanza la trama, tanto el personaje de Allen como el resto de los secundarios, se vuelven parte del decorado, y dejan todo el peso de la película en Mike y su desesperado enfrentamiento con la corrupción que gobierna el campeonato de jiu-jitsu, al que accede a participar para poder pagar sus deudas. Si bien la ingenuidad de Mike resulta, por momentos, exasperante, si bien algunas situaciones parecen estar excesiva y arbitrariamente digitadas desde el comienzo para llevar el conflicto hacia determinados lugares (por ejemplo, el suicidio del policía), hasta el punto de perder toda naturalidad, si bien el desenlace se muestra un tanto simplón y naif (tan simplón como los tradicionales desenlaces de Karate kid), esta nueva película de Mamet se destaca por la enorme performance de Chiwetel Ejiofor, quien no hace mucho se había mostrado como la sorpresa principal del film Talk to me, y se destaca a su vez por ese clasicismo que permite mostrar personajes haciendo lo imposible para mantener su nobleza y dignidad, y se permite además sus cuotas de acción, sin que la violencia adquiera un protagonismo innecesario. Y lo principal, el clasicismo de Cinturón rojo radica en ser leal a un sólido y complejo guión, algo a lo que Mamet ya nos tiene acostumbrado.
Dirección y guión: David Mamet.
País: USA.
Año: 2008.
Duración: 99 min.
Género: Drama, acción.
Interpretación: Chiwetel Ejiofor (Mike Terry), Alice Braga (Sondra Terry), Emily Mortimer (Laura Black), Tim Allen (Chet Frank), Joe Mantegna (Jerry Weiss), Rodrigo Santoro (Bruno Silva), Max Martini (Joe Collins), Ricky Jay (Marty Brown), Rebecca Pidgeon (Zena Frank), Randy Couture (Dylan Flynn).
Producción: Chrisann Verges.
Música: Stephen Endelman.
Fotografía: Robert Elswit.
Montaje: Barbara Tulliver.
Diseño de producción: David Wasco.
Vestuario: Debra McGuire.
Estreno en USA: 9 Mayo 2008.
Biofilmografía de David Mamet
David Mamet (Chicago, Illinois, 30 de noviembre de 1947) es un novelista, ensayista, autor teatral, guionista y director de cine estadounidense.
En el campo teatral, ha obtenido el Premio Pulitzer; en el cinematográfico, ha sido dos veces candidato al Oscar. Como escritor cinematográfico, es autor de los guiones de algunas de las películas más conocidas de las décadas de los 80 y 90.
Su última película es Redbelt, inspirada en el mundo MMA, Mixed Martial Arts, Artes marciales mixtas, uno de los fenómenos actuales en USA. Han colaborado numerosos cinturones negros, como Randy Couture y John Machado, como consejeros para las escenas de combate.
Filmografía
# Redbelt (2008)
# Spartan (2004)
# Heist (2001/I)
# State and Main (2000)
# Catastrophe (2000)
# The Winslow Boy (1999)
# The Spanish Prisoner (1997)
# Oleanna (1994)
# Homicide (1991)
# Things Change (1988)
# House of Games (1987)
CÓMO SE HIZO “CINTURÓN ROJO”
El guionista y director David Mamet, quien jamás ha sentido miedo de recorrer los caminos menos transitados, ha vuelto a alejarse de nuevo de los convencionalismos para crear la película Cinturón Rojo, un proyecto que trata por todos los medios de dejar bien en claro que “no es una película de artes marciales”. En su lugar, Cinturón Rojo aborda temas intemporales como el honor y el respeto a través del arte del Jiu-Jitsu brasileño y del deporte de las artes marciales mixtas, en rápida expansión, dos temas que jamás han aparecido en una superproducción. Pero no se trata de sacar tajada de la última moda del mundo del deporte; el amor y respeto de Mamet por el jiu-jitsu se remonta a hace cinco años, cuando este ex-luchador en el instituto, boxeador y profesional del kung fu empezó a estudiar Jiu-Jitsu brasileño en Los Ángeles junto a Renato Magno, cinturón negro y coreógrafo de los combates de Cinturón Rojo. Pero ¿cuál es la esencia de esta arte marcial originaria de Japón y perfeccionada en Brasil? “El jiu-Jitsu es un arte marcial al igual que lo son el boxeo o el savate (kickboxing francés)”, explica Mamet. “Lo principal del Jiu-Jitsu es que el entendimiento vencerá a la fuerza. Y aunque es filosófico, realmente es extraordinariamente práctico. No uses más fuerza de la que necesitas; el conocimiento conquistará a la fuerza. Si tomas dos fuerzas y las enfrentas, una de ellas será una fuerza perdida, de modo que una de ellas acabará perdiendo fuelle. Si tienes un tipo más fuerte y otro más débil y el más débil puede agotar al más fuerte, dejarle sin fuelle, el más débil podrá poner entonces en práctica sus dotes. Es como si (John) Machado me estuviera diciendo “el jiu-jitsu no te pone a prueba de puñetazos. Lo que hace es darte la oportunidad en el último momento para poder dar la vuelta al combate”. Mamet, actualmente cinturón azul de Jiu-Jitsu, pronto se vio absorbido por las técnicas y filosofías del arte, y cuando está sobre el tatami, no le importa nada más. “Es aterrador”, exclamó Chiwetel Ejiofor, estrella protagonista de Cinturón Rojo. “Se le pone una mirada como de no andarse con tonterías y después se lanza. Le he visto abalanzarse, y es fuerte y tiene mucha maña”. E incluso mucho más que aprender las bases, Mamet se sintió fascinado por la cultura y la gente que rodea al Jiu-Jitsu, lo que le inspiró a documentar lo que había visto y aprendido.
“Decidí bastante pronto en mi experiencia con el Jiu-Jitsu que el mundo era fascinante porque trasciende muchos estratos sociales distintos”, ha expresado. “Los tipos con los que entrenas, algunos son polis, otros gorilas, otros miembros de las fuerzas de élite de la marina o tipos del SWAT. Algunos eran dobles de cine y otros éramos gente normal que simplemente queríamos aprender a defendernos. Me sentí inspirado porque quería escribir una historia acerca de esta gente, escribir una historia acerca de estos luchadores, pero me llevó un tiempo saber cuál sería la historia”.
Finalmente, Mamet comenzó a escribir y, como lo quiso el destino, la historia acabó cerca de casa, en Hollywood, con la Academia de Jiu-Jitsu propiedad del protagonista de la cinta, Mike Terry (interpretado por Chiwetel Ejiofor), como el núcleo donde siempre acaba llegando la acción.
“En Hollywood hay una gran influencia entre las artes marciales y la industria del cine. El negocio del celuloide tiene películas en las que suceden peleas y en las que aparecen especialistas, y prácticamente todos ellos estudian artes marciales mixtas por diferentes motivos. Además, las estrellas de cine también necesitan gente que les proteja, de modo que cuentan con gorilas y guardas de seguridad y toda la pesca. Y Cinturón Rojo es la historia de estas personas tan diferentes que se encuentran a través de la academia. Así que no es tanto que decidiera ambientarla en Hollywood, sino que me puse a buscar la cultura de las artes marciales en Hollywood y escribir acerca de ella”.
Mientras elaboraba el guión, dos influencias muy distintas y nada convencionales tiñeron el trabajo de Mamet. “Una es la película del samurai, acerca del héroe sin nombre, popularizada por Clint Eastwood”, explica Mamet. “Pero en realidad lo que esa película es, ese spaghetti western, es Sanjuro Yojimbo, el compañero, el guerrero solitario que tantas veces hizo Akira Kurosawa. Y la otra influencia es el cine de combate americano, cine negro. Una película como la original “Noche en la ciudad” (“Night and the City”) o “Más dura será la caída” (“The Harder They Fall”) o “The Set-up” o “Champion” o “Marcado por el odio” (“Somebody Up There Likes Me”) o la historia de Jake La Motta, “Toro salvaje” (“Raging Bull”).
En el corazón de Cinturón Rojo se encuentra su protagonista, Mike Terry, un veterano de la guerra del Golfo que posee y gestiona una escuela Jiu-Jitsu que lucha por salir adelante, pero que también vive con un código de honor que transmite a sus pupilos.
“Mike Terry es un tipo sin dobleces en muchos sentidos, lo cual no quiere decir que sea simple”, dice Ejiofor. “Pero es un tipo sencillo y tiene una existencia en Los Ángeles que para él tiene sentido, como profesor en su escuela. Enseña Jiu-Jitsu de una forma increíblemente seria basándose tanto en su propia experiencia, conocimiento y percepción como en su creencia en las filosofías del Jiu-Jitsu. Intenta aplicar esos valores en su vida, incluso cuando la situación parece hacerlo imposible. Evidentemente, las situaciones así se conspiran en la acomodada vida de Los Ángeles”.
El código de vida de Terry incluye el dicho de que “la competición debilita al luchador”. Así, a pesar de las grandes tentaciones económicas que supone luchar en el circuito profesional de las artes marciales mixtas, Terry permanece fiel a su arte y a sus convicciones morales. Sin embargo, a lo largo de la película, Terry se verá obligado a cuestionarse esas convicciones y acabará saltándose su código.
“La película trata acerca de un tipo que no forma a los luchadores para competir, sino, como él dice, para que prevalezcan, y les instruye para salir del callejón y no saltar al cuadrilátero, pero finalmente él se ve obligado a participar en una competición. De modo que en cierto sentido es una película de samuráis porque se ha dedicado a una vocación superior. Si eres cura y te dedicas a una vocación superior, haces voto de pobreza. Es lo que haces, y sabes que si te haces cura haces voto de pobreza. De modo que este tipo hace, en efecto, un voto de pobreza y, debido a determinados hechos, debe renunciar a dicho voto; no porque se haya vuelto codicioso, sino porque determinados actos suyos provocaron una necesidad de dinero en su vida para su mujer y la gente de la que es responsable, por lo que debe dejar de lado ese voto de pobreza y le suceden ciertas cosas”.
Sólo faltaba una cosa, y Mamet pronto encontró la pieza que completaría el rompecabezas de su historia. “Es un guión que siempre estuvo como buscando el gancho, eso que realmente hiciera que tuviera sentido”, afirma el productor Chrisann Verges. “Y en el momento en que (Mamet) tuvo la idea de las tres canicas y escoger cuál será tu desventaja, le vino todo lo demás”.
En la historia de Mamet, Terry realiza un ritual en su gimnasio aprendido de su profesor de Jiu-Jitsu (interpretado por Dan Inosanto). Se colocan tres canicas, una negra y dos blancas, en un cuenco. Antes de la lucha, los combatientes sacan una canica del cuenco. Si resulta ser blanca, el luchador emprenderá una lucha normal con todas las extremidades. De lo contrario, si resulta ser negra, deberá luchar con una desventaja, como por ejemplo con una mano atada. Este ritual tiene una función clave a lo largo de toda la película, y ató todos los cabos sueltos de Mamet, que acabó el guión de Cinturón Rojo y después se embarcó en la aventura de hacer la película. Sin embargo, no sería cosa fácil.
“En este momento”, recuerda Verges, “casi nadie estaba interesado en hacer una película acerca de artes marciales mixtas”. En Hollywood, las películas de acción de boxeo, karate y kung fu han tenido un gran éxito entre el gran público. Las artes marciales mixtas, un deporte que no se introdujo en Estados Unidos hasta el primer Ultimate Fighting Championship de 1993, jamás han servido de telón de fondo de un gran largometraje. Y la industria, como la mayoría de los americanos medios hasta los últimos años, se mostraba recelosa de este deporte, que combina jiu-jitsu, lucha, boxeo y kickboxing en un único evento.
“Las artes marciales mixtas son simplemente eso, un deporte mixto”, explica Randy Couture (Dylan Flynn), tres veces campeón de pesos pesados y dos veces campeón de pesos ligeros del UFC y antiguo suplente olímpico de lucha. “E independientemente de la formación deportiva que tengas o del arte marcial que hayas practicado, este deporte, y el jiu-jitsu en concreto, nos mostraron que no existe un único estilo de arte marcial que englobe todo lo que podría suceder en un combate. De modo que el profesional del jiu-jitsu debe aprender kickboxing y algo de Muay Thai y técnicas de lucha para hacer frente a atletas con esas formaciones concretas. Yo, que procedo del mundo de la lucha, tuve que aprender a golpear y aprender algo de jiu-jitsu, y se convierte en un deporte muy mixto, en el que has de aprender los distintos estilos para ser un luchador completo. Si descuidas uno de esos estilos, posiblemente alguien te lo deje claro, y de una forma muy rápida”.
Cuando el deporte fue regulado, a principios del nuevo milenio, volvió a la televisión por cable y permitió producir una serie de telerrealidad llamada “The Ultimate Fighter”. A consecuencia de ello, los aficionados empezaron a acudir a ver los combates en manadas, y pronto las competiciones del UFC eran acontecimientos masivos que superaban sistemáticamente a las competiciones de boxeo en los canales de pago por visión. ¿Por qué? Porque era real.
“Muchas veces lo comparo con el ajedrez cinético”, afirma Couture. “Y creo que la gente, una vez supera el asombro inicial y se acostumbra más o menos a las tácticas, la técnica, la disciplina y todo lo que hace falta para ser un luchador completo, así como las numerosas dimensiones de este deporte, se ve muy atraída por este deporte. La gente se queda enganchada”. Una de esas personas fue David Mamet. “Es más interesante porque hay más posibilidades”, afirma. “Y una vez has visto artes marciales mixtas, especialmente si entiendes algo de las diversas técnicas, ver el boxeo pierde todo el color. El boxeo se practica de pie. La finalidad última es dejar inconsciente a tu rival, darle una sacudida tal que perda el conocimiento y caiga en la lona, y noquearlo. Así que, más o menos, eso es lo único que puede suceder, aunque a veces el árbitro puede intervenir y declarar un ganador por puntos. Pero en las artes marciales mixtas, pueden suceder un montón de cosas. Puedes ganar por puntos, el oponente puede perder el conocimiento o puede hacer algo que no se ve en el boxeo: puede hacer tap (rendirse). Es decir, que una persona puede encontrarse en una posición tal que, si el oponente aplica un poco más de presión, puede perder el conocimiento o romperse algo. Así que esa persona puede decir simplemente: “Tap, tú ganas”. Y puede hacerlo porque le están golpeando, porque está exhausto, porque le están asfixiando, porque le están agarrando forma que se asfixia o porque se le va a romper algo”.
Así que no es ninguna sorpresa que el mundo de las artes marciales mixtas profesionales se convirtiera en una parte muy importante del guión de Cinturón Rojo. La pregunta era quién podría apoyar una película de ese estilo.
Esa pregunta halló pronto respuesta en Tom Bernard y Michael Barker, de Sony Classics, que dieron luz verde al proyecto. Cinco semanas más tarde, empezaba la preproducción de Cinturón Rojo.
“El periodo de preproducción fue bastante corto, pero nos dimos cuenta en seguida de que lo más importante era que los actores empezaran a entrenar”, recuerda Verges. “Así que primero hicimos el casting de la película, y elegimos a Chiwetel bastante pronto en el proceso de preproducción. Vive en Londres, así que tuvimos que ponerlo a entrenar con uno de los Gracie, de la famosa familia Gracie de jiu-jitsu. Se entrenó a conciencia durante tres semanas en Londres. Le trajimos aquí tres semanas antes de que empezara el rodaje, y estuvo ensayando y aprendiendo intensivamente. Acudía al estudio cada día. Cuando seleccionamos a los actores, les reunimos un par de veces por semana y estuvimos trabajando en las luchas, lo que se notó mucho cuando empezamos a rodar”.
Para Mamet, la elección de Chiwetel Ejiofor para el papel de Mike Terry fue muy sencilla. “Me había cruzado con él varias veces, porque tenemos el mismo agente”, cuenta Mamet. “Antes incluso de que viera nada de lo que podía hacer, una noche estaba cenando con mi agente y en ese momento entró Chiwetel, y el agente dijo: “Te voy a presentar a un tío que es el mejor actor del mundo”. Y yo dije; “Ah, excelente. Buen trabajo de agente”. Pero después vi un par de películas de Chiwetel, en concreto Negocios ocultos (Dirty Pretty Things) y Pisando fuerte (Kinky Boots), y me dije: ‘Este agente, Bernal, tiene razón’. Hubo un momento en que estaba viendo Sin retorno (Fail-Safe), una de las mejores películas de Sid Lumet. Y estaba viendo a Henry Fonda, que probablemente sea uno de los mejores actores de la Historia. Henry Fonda siempre siempre era sincero y sencillo, y nunca se inventó nada. Chiwetel es igual, también tiene algo, como un don del cielo. Y lo utiliza de forma espectacular, generosa y sencillamente, y es un magnífico, magnífico actor”.
Lo que atrajo a Ejiofor, a quien también se ha visto en American Gangster, Hijos de los hombres (Children of Men), y Plan oculto (Inside Man), fue que el guión de Cinturón Rojo no era la típica historia de una “película de lucha”. El guión tenía mucho más, y le permitía abordar asuntos que pocas veces se ven en las películas de deportes de combate.
“Tuve que leerlo un par de veces porque era muy novedoso”, comenta Ejiofor a propósito del guión. “En realidad no había forma de predecir qué iba a pasar. No había nada que pudiera saltarse, las típicas páginas que puedes saltarte o leer a medias. Todo tenía una relevancia real y específica, y todo era igual de importante. Cuando lo terminé sentí que tenía que empezar de nuevo, así que lo volví a leer de cabo a rabo, porque era mucho más complejo de lo que había pensado al principio. Supongo que cuando empiezas a leer un guión que sabes que trata de jiu-jitsu o de artes marciales, crees que, en cierto sentido, se va a ajustar a una cierta fórmula. Y cuando lo lees, lo haces con eso en la mente, pensando que va a ser un tipo de película muy concreto. El guión habla de un tipo que es experto en artes marciales, así que resulta obvio que va a tener problemas y que va a usar su conocimiento de artes marciales. Tienes la sensación de que ya conoces el guión. Sin embargo, aquí hay una dimensión mucho más profunda. Al final, es una historia sobre personas, y sobre cómo las personas utilizan lo que tienen para sobrevivir ante cualquier situación. Y sobre cómo las cosas no han cambiado y que, en cierto sentido, algunos términos, ética y moral han desaparecido de la escritura de guiones y de la literatura. En la vida de la gente hay cosas verdaderamente importantes. Por ejemplo, cómo escogen vivir sus vidas, y eso es lo que trata la película”.
Emily Mortimer, que intepreta el papel de Laura Black, se muestra de acuerdo. “Existe un conflicto sobre lo que significa ser un héroe, sobre si es posible hacer sólo el bien en el mundo y cómo, algunas veces, esforzarse por hacer el bien en el mundo termina causando dolor y problemas. Así que no creo que haya leído nunca antes un guión tan cercano a ese un tema y un argumento de ese tipo. [Mamet] es un extraordinario y magnífico escritor, y es impresionante porque, en cierto modo, esta película es de acción, pero aún así tiene inteligencia y es interesante, y supongo que, en ese sentido, es una película de samurai. Funciona a la perfección en todos esos niveles, y por eso me encantó”.
Con Ejiofor y Mortimer dentro del proyecto, el casting del resto de personajes de Cinturón Rojo iba a ser clave para el éxito de la película. Afortunadamente, la profundidad del proyecto y la oportunidad de trabajar junto a Mamet atrajeron a un plantel de los mejores actores de esta generación, incluidos Alice Braga, Tim Allen, Joe Mantegna, Rodrigo Santoro, Ricky Jay, Max Martini y David Paymer.
“El casting es más que fundamental”, afirma Mamet, “es la película entera. Si no pueden actuar o no son la persona adecuada para su papel, no se va a ningún sitio. Así que todo se reduce a hacer un buen casting”.
La productora Chrisann Verges puntualiza: “En esta película, se ha salido un poco de su norma. Yo la veo como una mezcla entre los actores habituales de Mamet –Ricky Jay, Joe Mantegna, J. J. Johnston, David Paymer, Rebecca Pidgeon–, y después está el elemento brasileño, con Rodrigo Santoro y Alice Braga, que fue delicioso, y por supuesto, Chiwetel, que fue lo que nos trajo suerte”.
Sin embargo, no se puede ambientar una película en el mundo del jiu-jitsu y las artes marciales mixtas sin luchadores, y aunque sobre el papel podría haber sido una gran dificultad encontrar luchadores y cinturones negros de jiu-jitsu que pudiesen actuar y luchar, la comunidad local se movilizó con entusiasmo para echar una mano.
“Renato Magno es mi profesor, y la película está inspirada en gran medida en él y su mundo”, relata Mamet. “Y como él conoce a todo el mundo y goza de un gran respeto, pudo llegar a los mejores luchadores, para que aparecieran en la película o sugirieran movimientos en la coreografía que Renato estaba preparando. Y es como hacer una película sobre música y que alguien llame a Slava Rostropovhich, muerto y todo, o a Yo-Yo Ma, y diga: ‘Oye, ven por aquí, a ver qué te parece. ¿Cómo crees que debemos hacer esto?’ Pues así lo hicieron estos tíos, con muchísima elegancia”.
“Queríamos hacerlo lo mejor posible”, añade Verges. “David está muy involucrado en el mundo del jiu-jitsu, todo el mundo quería ayudarle, y conseguimos a la mejor persona para que nos asesorara sobre jiu-jitsu, que fue Renato Magno. También trajo a su primo, John Machado, y a Rico Chiapparelli. Y se convirtieron en los coreógrafos de los combates. Después conocí a Jack Gill. Busqué meticulosamente a buenos coordinadores de dobles que fuesen adecuados para esta película, encontramos a Jack, y Jack y Dave conectaron a las mil maravillas. Así que al final tienes los dos elementos: el coordinador de especialistas de Hollywood y los coreógrafos brasileños para las luchas”.
En cuanto a la selección de los luchadores pra la película, Mamet reunió a una amplia gama de atletas del presente y del pasado, como la leyenda del judo Gene LeBell (antiguo especialista de cine), el gran experto en artes marciales Dan Inosanto (Joao Moro), el campeón del UFC Randy Couture (Dylan Flynn), el antiguo campeón de boxeo de peso ligero Ray ‘Boom Boom’ Mancini (George), los maestros de Jiu-Jitsu John Machado (Augusto Silva) y Renato Magno (Romero), el destacado luchador Rico Chiapparelli (Sanchez), y los competidores de artes marciales mixtas Enson Inoue (Taketa Morisaki) y Frank Trigg. Algunos dirían que un reparto así es algo arriesgado. Pero no Mamet.
“Los luchadores pertenecen a esa clase de gente que tiene que darlo todo ante el público y bajo gran presión”, afirma. “Y ‘Boom Boom’ Mancini, por ejemplo, campeón del mundo, sale en una película. Y John Machado y Rico Chiapparelli son campeones, la mayoría de ellos lo son, porque están a la altura cuando hay mucha presión, por lo que (actuar) debería ser muy sencillo. Y la verdad, no complican nada las cosas. Es mucho más sencillo coger a alguien que no sea actor pero que tenga un don que elegir a un actor que haya estado en una escuela de arte dramático”.
Una vez terminado el casting, la mayor parte de los directores ensayan con los actores. Pero, según explica Verges: “Él no ensaya nunca. Se reúne con los actores, habla con ellos, pero no ensayan”.
Sin embargo, el proceso de escritura del guión siguió su curso. “La escritura del guión es eterna”, afirma Mamet. “A veces, la eternidad es un mes, otras veces, son diez años. Y cuando empiezas la preproducción de una película, reescribes el guión una y otra vez, porque sucede que visitas una localización y piensas: ‘Eh, un minuto. Ahora veo que lo que escribí no va a funcionar porque, por la razón que sea, no entendí cuál era la ubicación, o porque no tenemos dinero, bla, bla, bla, bla”. Así que estás reescribiendo continuamente durante la preproducción de la película, que es el periodo más importante, a excepción de la postproducción. El rodaje en sí, curiosamente en muchos sentidos, la parte más previsible y, por tanto, el más sencillo de los tres periodos. Así que en la proproducción escribes, reescribes y vuelves a reescribir. Y también puede suceder que te des cuenta de que no hay dinero suficiente. Entonces dices: “Vaya, he encontrado la localización, exactamente lo que quería. Pero si ruedo aquí, el productor dirá: ‘No vas a tener dinero para rodar aquella otra escena en Marte'”. Así que estás continuamente replanteando el guión en términos de lo que podrían llamarse consideraciones no artísticas”.
Rodada en localizaciones de Los Ángeles y Santa Mónica, el primer asunto una vez se completó el reparto fue meter a Ejiofor en el gimnasio en Londres, con el experto en jiu-jitsu Roger Gracie.
“Yo había oído nombrarlo”, dice Ejiofor a propósito del jiu-jitsu. “Siempre pensé que es una palabra con muy buena onda: jiu-jitsu. Si alguna vez pensaba sobre ello, me parecía que podía ser algo interesante, así que me gustó cuando oí que [Cinturón Rojo] trataba sobre el jiu-jitsu, sólo por aprender un poco más sobre ello. Después aprendí que es un arte marcial, y también una filosofía. Es muchas cosas a la vez. También está la increíble historia de su evolución de Japón a Brasil. Descubrir y averiguar todas esas cosas fue interesante de verdad”.
Después vinieron las sesiones de ejercicios que, no hace falta decirlo, fueron todo un nuevo mundo para el actor británico. “Creo que la diferencia es que el contacto real es muy intenso porque es una lucha”, cuenta. “Gran parte del jiu-jitsu es lucha, forcejeo; se basa mucho en la intuición y en ser intuitivo sobre qué respuesta dar, y en sentir de verdad cada una de las distitnas posiciones y el juego de ajedrez, para sentir cuándo alguien te permite hacer algo para conseguir ventaja en otro sitio. Todo eso lo sabes cuando has evolucionado a un nivel superior, y por eso es tan adictivo. Por eso la gente se pierde un poco con el jiu-jitsu, porque es muy físico, pero al mismo tiempo requiere mucha habilidad. Después le aplicas todo el aspecto filosófico, y te das cuenta de que puedes aprender grandes lecciones para la vida de este arte marcial. Por eso David quedó fascinado por él, y por eso estamos todos aquí”.
Incluso los brasileños Rodrigo Santoro (Bruno Silva) y Alice Braga (Sondra Terry), ninguno de los cuales lucha en la película, quedaron absortos por el jiu-jitsu y empezaron a tomar clases con Renato Magno y John Machado cuando el rodaje empezó en California.
“Tomé un par de clases con ellos y fue encantador”, cuenta Alice Braga. “Pedí a Chrisann, David y a los chicos, Renato y John, que diéramos algunas clases para sentir lo que era, porque mi personaje creció en una familia totalmente dedicada al jiu-jitsu. Así que probablemente ella lo conoce también, y yo quería sentir eso, entender qué es. En mi opinión, es un arte marcial muy bello, porque no trata sólo sobre la lucha. Trata sobre cómo evitar la lucha. El objetivo no es golpear, sino aprender a salir de allí. Y es muy mental, así que tiene una gran belleza”.
Santoro está de acuerdo. “El jiu-jitsu no es sólo un modo de lucha, y no es sólo algo físico”, afirma. “Es algo muy mental, muy filosófico y muy espiritual, en el sentido de que tienes que controlar la mente y permanecer tranquilo. Todo depende de lo calmado que estés, de lo centrado. Algunas veces, viendo las peleas (del UFC), he visto a unos tiarrones inmensos que, a causa de la multitud o de todo el aparato, se distraen un segundo, y ahí los tienes: derrota instantánea. Todo va sobre eso. Tienes que ser confiado, estar tranquilo, centrado, y saber lo que estás haciendo. Así que gran parte de todo está aquí (se señala la cabeza); eso es lo que he aprendido”.
Durante el mes y medio previo al rodaje, Santoro practicó este arte tan propular en su Brasil natal, donde no es sólo un deporte, sino un modo de vida.
“Crecí escuchando historias y viendo a todos esos tipos de Río, donde yo vivo”, cuenta Santoro. “El jiu-jitsu es muy, muy popular, es como una religión. Muchísima gente lo practica y oyes hablar de ello todo el tiempo”.
Y con la cultura brasileña impregnando toda la película, era importante que actores de ese país interpretaran papeles en Cinturón Rojo, una autenticidad sobre la que Mamet insistió una y otra vez.
“Mucha gente puede interpretar a los brasileños, ciertamente, pero son diferentes, culturalmente son diferentes”, afirma convencido. “Al igual que cada país es diferente, los brasileños tienen sus propios ritmos, sus propias inflexiones al hablar inglés. Y cuando observas el trabajo de Alice te das cuenta de que es una joya. ¿Quién mejor para interpretar este papel? Yo la había visto en Children of God, por supuesto, y en Lower City. Es impresionante. Y Rodrigo es… bueno, es su Montgomery Clift. Le vimos en Los 300 y en un par de películas más, y nos dimos cuenta de que es el hombre de moda en Brasil, es el Matinee Idol. Hemos tenido mucha, muchísima suerte con estos actores. Y como Hamlet dice de los actores, más vale un mal epitafio a vuestra muerte que sufrir en vida su censura. Así que el que los actores digan: “Sí, me entusiasma la perspectiva de venir a trabajar contigo, trabajar duro, no dormir y darlo todo” es un cumplido fantástico.
Santoro y Alice Braga fueron los afortunados en cuanto al reparto internacional, porque son brasileños que interpretan a brasileños. Ejiofor y Emily Mortimer, como nativos del Reino Unido, aparentemente tenían una tarea más difícil al intepretar a estadounidenses. Pero para ambos, actores veteranos, lo único que hizo falta fue un poco de práctica.
“Chiwetal y yo nos decíamos que todo va bien hasta el momento en que alguien dice: ‘Eh, venga, improvisa unas cuantas líneas al principio de la escena'” narra Emily Mortimer entre sonrisas. “En ese momento te dices ‘Oh, Dios mío, ¿qué? No sé’. Y te vas a casa y aprendes cómo decir tus diálogos con acento estadounidense, y luego vuelves al rodaje y las dices, y todo va de maravilla hasta que alguien te dice algo diferente y entonces te quedas sin habla. Y probablemente podrías hacerlo, pero has perdido la confianza. Si no lo has ensayado, te parece que no puedes decirlo. Así que, sí, a veces las pasas canutas, pero ahora llevo tres películas seguidas en las que he interpretado con acento estadunidense, y ahora ya casi me atrevo a abrir la boca sin haber ensayado antes”.
Una vez empezó el rodaje, Mamet se encontró en seguida en su elemento, e incluso con un nuevo plantel de actores a su alrededor, ahbía suficientes caras familiares que habían trabajado con él antes como para que el ambiente en el set fuera distendido.
“Es muy familiar, porque muchas veces ves a gente que conoces y que han sido amigos tuyos toda la vida”, contaba el veterano actor Joe Mantegna (Jerry Weiss), que lleva años trabajando con Mamet. “David es leal más allá de lo que cualquiera pueda imaginarse razonablemente, lo que le convierte en la extraordinaria persona que es. Nunca olvida a nadie, y muchas veces en los platós de rodaje hay una buena mezcla de viejos y nuevos, y bueno, yo pestañeé y me di cuenta que formaba parte de los viejos, lo que me hizo darme cuenta de que muchas caras me eran conocidas y algunas otras no, y esos eran los nuevos. Y eso es lo que es fenomenal. Existe una continuidad entre sus sets, en el sentido de que hay gente, no sólo entre los actores y el equipo técnico, sino en todas partes, que han estado de algún modo en el círculo de su vida durante muchos años. Así que todo tiene un ambiente muy familiar, y es agradable, es realmente muy agradable”.
El segundo día, Mantegna recibió un cursillo acelerado sobre “los nuevos” con los diversos personajes en el set. “Es muy típico, en cierto sentido, que Dave intente generalmente rodearse de personas de las que sabe que van a cuadrar en el programa”, dice. “Es un grupo escogido, y eso es lo que me gusta. Conocí a todo el mundo, desde antiguos amigos de Chicago hasta dos tíos que hacen polvo a la gente en Brasil entrenándoles en las artes marciales, lo que estaba muy bien. Así que teníamos una buena mezcla en cuanto a profesiones, nacionalidades, razas, antecedentes y un montón de cosas más. “Así que era una maravilla: estábamos todos en la misma página, en el sentido de que estábamos allí por el deseo y la voluntad de un hombre que había desempeñado un papel decisivo al aportar todos los ingredientes y mezclarlos, y a nosotros nos correspondía preparar el pastel”.
Otra cara familiar para los espectadores que apareció en el set fue Tim Allen, el adorado actor de la exitosa serie Un chapuzas en casa (Home Improvement), y progagonista de numerosas comedias y películas familiares. Sin embargo, muchos se sorprenderán de que el papel de Allen en Cinturón Rojo no sea cómico.
“No hay nada humorístico en su personaje”, comenta Allen, que interpreta al héroe de acción de Hollywood Chet Frank. “Y me gusta que sea así. Para mí, no tiene oído. Una vez hice una película con Marty Short en la que teníamos que hacer una escena muy seria, y ahora lo relaciono totalmente. La comedia es tan natural para mí, que si no hay humor en la escena me parece que no hay ninguna razón para pagarme. Y aquí tiene sentido, porque aquí no me están pagando. (Se ríe) Pero eso es lo que yo hago. Sin embargo, David ha tenido una gran habilidad para pulsar mis demás resortes y hacer que utilice otros músculos, lo que no está mal”.
Ciertamente, Allen no arrancará ninguna carcajada de los espectadores por su sólida interpretación de Frank, pero eso no significa que no pasara los días de rodaje gastando bromas a sus compañeros y al equipo técnico.
“Es divertidísimo”, dice Ejiofor al ser preguntado sobre Allen. “Y es estupendo trabajar con él. Existen diversas formas de hacer un casting, y puedes terminar con gente que tiene muy poca relación con el personaje que interpretan, pero que resultan muy convincentes. O con gente que es exactamente igual que su personaje. Y después está el tipo de gente que es muy distinta en muchos sentidos al personaje que intepretan, pero que pertenecen al mismo mundo. Es un aspecto fascinante del casting, y creo que el público va a ver un lado diferente de Tim Allen con Chet Frank, y que le va a parecer muy interesante”.
Para Allen, como para la mayor parte de actores de Cinturón Rojo, lo llamativo de la historia no es que fuese una película de patadas y golpes, sino que existen otros niveles bajo la superficie que terminan revelándose a medida que la historia se desarrolla.
“Es una fábula moral”, explica Allen, “y fue verdaderamente atrayente. Leer el guión fue un placer. A lo largo de los años, he tenido encima de la mesa muchos guiones de esos en los que no puedes esperar, y con éste fua algo así. Estaba muy bien estructurado, y el conjunto era brillante”.
Randy Couture, luchador profesional de talla mundial, no quedó tan embaucado como Allen la primera vez que leyó el guión, en particular porque el protagonista, Mike Terry, no aprueba el circuito profesional de lucha.
“Cuando leí el guión por primera vez, no sabía bien si me había gustado o no”, recuerda Couture. “En cierto sentido, estaba en contra de lo que yo he estado haciendo los últimos diez años de mi vida, que es participar en combates, y al protagonista, en realidad, no le gusta luchar: cree que la lucha debilita al combatiente, a causa de las normas y todo eso. Es una visión muy tradicional de las artes marciales y la forma en que se aplican. Así que me llevó un poco de tiempo congraciarme con el guión, hasta que vi que era una especie de historia de samurai americano en la que uno de sus estudiantes se suicida por cuestiones de honor, y el honor cobra una gran importancia. Una vez lo puse en tal perspectiva, empezó a tener mucho más sentido para mi”.
Sin embargo, para Couture, que ha luchado ante decenas de miles de personas en los UFC y ha aparecido en televisión incontables veces, estar en un set de rodaje con Mamet y un plantel de actores conocidos podría haber sido más amedrentador que luchar contra un oponente experto con poder para dejarle K.O. en cada mano. Pero Mamet, acostumbrado ya a ese tipo de situaciones, hizo que el campeón de artes marciales mixtas se sintiera cómodo inmediatamente.
“Creo que David tiene un enfoque un poco diferente, porque está pendiente del guión”, afirma Couture. “Parece decir, ‘bueno, di lo que dirías en una situación así’, y es ligeramente diferente a tener que pasar horas memorizando diálogos y repitiéndolos palabra por palabra, lo que permite un flujo un poco más libre. Es prácticamente vivir y respirar, y eso está bien. Crea un ambiente en el que te sientes cómodo. Puedes adaptar las cosas a tu propio lenguaje y sintaxis”.
El rodaje sucede principalmente en la academia de jiu-jitsu de Terry y en el estadio donde se grabaron las luchas, con algunas escenas intercaladas en casa de Terry, en la comisaría de polícia local, y en la mansión de Chet Frank. El contraste más fuerte era, por tanto, pasar de un gimnasio de lucha muy usado a un estado repleto de personas y fans vociferantes.
“Un día podía ser totalmente distinto al siguiente”, recuerda Ejiofor. “Así que las cosas que hacíamos en la academia, que está viaje y destartalada, ya sabes, sin ninguna flotirtura, y casi parece una película distinta a los lujosos decorados y las cosas que hacíamso en los demás sitios. Así que existe la sensación de que todo se mueve a su propio ritmo y que estos mundos distintos se combinan en cierto modo, que es exactamente lo que pasa. Y lo fantástico de eso es que diferentes personas entran y salen del set de rodaje, y entonces vives una experiencia como si fuera una película completamente distinta. Así que, aunque algunos días existía una especie de reverencia silenciosa hacia toda la cosa y a continuación una especie de jovialidad, otros días la sensación era de frenesí, de rapidez, cuando rodábamos todas las escenas de lucha”.
Y cuando llegaba la hora de hacer esas secuencias de lucha, todas las personas que no estaban trabajando en ese momento dejaban lo que estuvieran haciendo para presenciar un arte al que nunca habían estado expuestos anteriormente. “Toda la parte de la lucha es tan nueva, que todo el mundo estaba impresionado y querían saber más”, afirma Ejiofor. Traducir las sutilezas del jiu-jitsu a la gran pantalla no iba a ser fácil, sin embargo, y Mamet se dio cuenta pronto del problema.
“Cuando era un chaval existía un programa llamado Kung Fu, que popularizó una forma de artes marciales, basadas en técnicas de golpear”, explica Mamet. “Y el Kung Fu se hizo muy popular, y las películas de Chuck Norris tuvieron gran éxito, y las películas de Billy Jack tuvieron un gran éxito, y dio para hacer películas de Kung Fu durante 30 años. Guay. Pero el jiu-jitsu no es un deporte de ataque. Es un deporte cuerpo a cuerpo. Y la gente, en realidad, nunca ha visto una película basada en la técnica del jiu-jitsu. Es completamente distinta de las formas de ataque y, por lo tanto, la forma en que lo ruedas también tiene que ser diferente. Lo bueno de las formas de ataque es que es muy atractivo filmarlas. Los combatientes se acercan, y se separan. Se vuelven a acercar, y se vuelven a separar. El público puede seguirlo. Vale, veo de que va. Veo un puñetazo en ese lado. Vale, ya sé de que va. El otro tipo ha reaccionado y se ha echado hacia atrás, oh, y ahora el otro acorta distancias. Tal vez, una de las razones por las que nunca antes se había grabado una película de jiu-jitsu es porque la mayor parte del jiu-jitsu sucede de tal forma que si no sabes lo que estás mirando no puedes entenderlo, porque los que luchan están mezclados en una maraña de piernas y brazos, y lo más drástico puede ser que uno de ellos trabaje varios minutos para poner la mano debajo, y eso es lo que decidirá el combate”.
Era una situación en la que podían haberse tomado licencias para dar los combates un estilo más hollywoodense o espectacular, pero Mamet no quiso ni oír hablar de eso, insistiendo en que la autenticidad de las secuencias de lucha era fundamental.
“Es importante para mí que todo sea completamente auténtico, porque esa es la razón de esta película”, afirmaba. “Es una película sobre jiu-jitsu. Así que, puesto que es un deporte, una ciencia y un arte que siento muy profundamente, aparte del respeto que me inspiran mis profesores y el arte que han creado, es importante que sea completamente auténtico. No hay nada de esta película que nmo sea auténtico. Son movimientos reales de jiu-jitsu, y no sólo eso, isno que también son todos los movimientos básicos porque son esos los que permiten ganar un combate”.
Les presentamos a Renato Magno, el primer cinturón negro de Rigan Machado y profesor de Mamet. Siguiendo sus instrucciones, los actores y los luchadores reales fueron coreografiados en lucha que son lo más reales que se verán nunca en una pantalla.
“La coreografía es todo obra de Renato”, relata Mamet. “Teníamos seis luchas en la película, y sabíamos que cada una de ellas tenía que ser un poquito diferente. Y Renato no sólo se encargó de coreografiarlas, sino también de producirlas. Es decir, que fue él quien llamó a los demás expertos para que ayudaran un poco por aquí y otro poco por allá, y al final las escenas de lucha resultaron muy reales. Así es exactamente como son las luchas, y teníamos clases de luchas muy diferentes en la película. Así que, lo que he intentado hacer durante toda la película es mostrar, mediante cada una de las luchas, los distintos modos en los que hoy en día en Hollywood estas personas, la mayor parte de las cuales vive en Los Angeles, utilizan el jiu-jitsu. ¿Quién es la gente que lo utiliza? Los policías lo utilizan, los porteros de discoteca lo utilizan, los especialistas lo utilizan, las fuerzas especiales lo utilizan. Así que hay varias luchas sobre cómo se aplicaría en cada una de estas situaciones”.
Sin embargo, a pesar de la autenticidad de todas las luchas de Cinturón Rojo, el público no se vería verdaderamente inmerso en la acción realista si el protagonista Mike Terry no luchara de forma tan visceral cuando suena el gong. Ahí es donde los meses de entrenamiento intensivo de Ejiofor dieron resultado.
“Dado que el jiu-jitsu era una disciplina completamente nueva para mí, fue muy útil conocer primero lo más básico y toda su filosofía, para poder practicar los movimientos básicos, o lo que podía de ellos”, ha afirmado. “Después unes todo en una lucha y, en cierto sentido, te preguntas…. te dices: ‘¿Puedo atacar al tipo este mientras hago todo esto? Ese movimiento me encanta. Lo he estado practicando una y otra vez’. Así que, de una forma o de otra, ese movimiento encuentra su camino hacia la lucha. Así que es muy útil poder hacer las dos cosas: tener la coreografía, obviamente, pero también tener una formación de base suficiente para poder hacerlo todo. También tuve mucha suerte, porque John Machado, contra el que lucho en la película, se encargó también de enseñarme jiu-jitsu. Así que tuve una especie de doble ventaja. Quiero decir, Jack Gill es el coordinador de especialistas, pero John Machado y Renato fueron de muchísima utilidad para recrear toda la lucha, porque obviamente son expertos en jiu-jitsu. Así que resulta de gran ayuda tener a alguien que te está enseñando y que también participa en la película. Yo nunca había experimentado algo así antes. Y no conozco a mucha gente que lo haya hecho. Pero es genial”.
Pero para obtener una respuesta definitiva sobre la autenticidad de las escenas de lucha en Cinturón Rojo, tal vez sea mejor preguntar a un luchador profesional.
“Creo que lo que he visto es técnicamente muy auténtico”, afirma Randy Couture. “Han utilizado a atletas reales, y todos los compañeros han recibido formación sobre jiu-jitsu y técnicas de combate. Creo que todo lo que se hace relacionado con el género de la lucha ante una cámara se ve siempre un poco “hollywoodizado”, pero aquí no hay nada de eso. No puedes salir ahí fuera y coser la cara a puñetazos, desafortunadamente, pero a mí me parece bastante realista”.
Encontrar un lugar para rodar la secuencia de la luchna final fue probablemente la lucha más dura de todas. Sólo hay que preguntárselo a la productora Chrisann Verges.
“Estudiamos todos los estadios disponibles, la mayoría de los cuales son bastante grandes”, recuerda Verges. “Pero ninguno estaba disponible. Estábamos empezando a preocuparnos en serio por el tema y el estado que utilizamos (en Long Beach) de hecho cerró un torneo de volleyball femenino para poder acomodarnos. Así que tuvimos mucha suerte”.
Tal vez sí, pero el producto acabado que es Cinturón Rojo no tiene nada que ver con la suerte. Lo que ha permitido hacer esta película ha sido la visión de David Mamet y el trabajo excelente de un reparto y un equipo técnico estelares que refleja verdaderamente no sólo la cultura y el arte dle jiu-jitsu y del circuito de lucha profesional, sino también un significado más profundo del honor, la lealtad y la integridad, y lo que eso significa en el mundo de hoy en día. En otras palabras, lleva el sello inconfundible de Mamet de principio a fin.
“Creo que la parte de la lucha es nueva, pero todos los demás elementos son clásicos, clásicos de mamet”, afirma Verges. “¿Cómo se puede mejorar este guión de David Mamet y algunos combates?”
“Creo que el éxito de esta película será masivo”, afirma Mamet. “¿Por qué? Porque el mercado de las películas de artes marciales mixtas es muy grande y, más importante aún, porque es una película muy buena. Es una historia típica americana y también es una historia típica japonesa. Es una película de samuráis con un samurái americano”.
Noticias relacionadas:
‘Leonera’ arrasa en el Festival de Cine Latinoamericano de Lima