Estreno en España: 18 Marzo 2009
Edición en DVD: 27 Agosto 2009
Puntuación:
Sinopsis
La ex agente de la CIA Claire Stenwick (Julia Roberts) y el ex agente del MI6 Ray Koval (Clive Owen) han abandonado el mundo del espionaje gubernamental por un mundo mucho más lucrativo: la guerra fría entre dos multinacionales rivales. ¿Su misión? Hacerse con la formula de un producto que aportará una auténtica fortuna a la primera compañía que lo patente. Para sus jefes, el titán de la industria Howard Tully (Tom Wilkinson) y el consejero delegado Dick Garsik (Paul Giamatti), nada está prohibido en esta guerra. Los dos espías han arriesgado mucho y ninguno sabe quién engaña a quién. Mientras intentan mantenerse por delante y desbaratar los planes del otro, acaban por descubrir que el engaño y la mentira sirven de poco cuando se cae en las garras del amor.
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
Con las cosas que Hollywood nos está enseñando en los últimos años podríamos armar un libro, una suerte de “Manual de Usos y Costumbres del Cine Americano Actual”. Y uno de los ítems sería: “Si tenemos una trama sencilla, enredémosla lo suficiente para que parezca original y sorprendente.” Duplicity es completamente deudora de un modo de hacer cine bastante particular, pero a esta altura, demasiado visto. Un modo de disponer los elementos para desplegar de la manera más compleja posible, una trama de engaños y trampas. Sin ir más lejos, Duplicity le debe demasiado al estilo narrativo de la trilogía iniciada por Ocean’s eleven. Nos muestra a una pareja de espías que viven del engaño y funcionan de la misma manera que la banda de Danny Ocean, son tan seductores como aquellos, y la película nos intenta seducir de la misma manera en que lo hacía Soderbergh con su serie de películas.
Vayámonos aún más cerca, a la trilogía Bourne, de la cual Tony Gilroy, director y autor de esta, fue guionista. Bourne ha sido una muy buena trilogía de thrillers de acción con cierta implicancia política, y neta tendencia al relato conspirativo, con las excesivas vueltas narrativas que ello conlleva. Claro que Bourne se beneficiaba por un protagonista que no descansaba un segundo, y la agudeza de Paul Greengrass en la dirección de las secuencias de acción. Bourne se complicaba con vueltas constantes y largas parrafadas de guión, pero no decaía en ningún momento, resultando una suerte de Bond mucho más complejo, más acelerado y mucho menos seductor. Acá tenemos lo mismo, pero sin un ápice de acción.
Al ser una disputa de empresas, carece por completo de acción y aventura, lo que la vuelve más relajada (al menos eso debería haber sido), y mucho más trivial. Por ende, las infinitas vueltas de guión (los diálogos, los constantes avances y retrocesos en el tiempo) que tiene esta película, hacen que uno se pierda con demasiada facilidad, y lo único que a uno le termina importando es la relación de Clive Owen y Julia Roberts. La dupla, que se repite luego del bodriazo de Closer, desarrolla un magnetismo particular en pantalla, que termina por ser lo único especial de la película, aunque de los dos quien más se destaque sea Clive Owen, quien, luego de una serie de papeles de hombre duro, nos sorprende con un papel más relajado, donde se lo nota más simpático (sonríe, señores, algo que pocas veces hemos visto de él) y buscando siempre la complicidad del espectador.
Los títulos de la película abren con una excepcional y muy original secuencia, donde los dos rivales empresariales, interpretados por Paul Giamatti y Tom Wilkinson, se trenzan en un combate cuerpo a cuerpo absolutamente insólito e infantil. Semejante secuencia se beneficia por un ralentí consciente del disparate de la escena, y por estos dos grandes actores, quienes podrían sostener la película con mayor talento que el que despliega la pareja protagónica, sino estuviesen atados a una trama excesivamente enredada. Por tomar un ejemplo bastante claro, la sucesión de saltos temporales aclarados por la clásica placa respectiva (“dos semanas antes”, “cinco horas después”, etc.) podrían tranquilamente haber derivado en una parodia de las tramas conspirativas, como un reverso de Bourne, o de la ópera prima de este director, Michael Clayton. Pero no, estos recursos nunca decantan en un tono paródico, Gilroy se deja llevar por las palabras que plasmó en su guión, y no permite que la historia respire por sí sola.
No hay nada peor para alguien que hace cine que creerse más inteligente que cualquiera, y dejar que sus artilugios pretendidamente inteligentes (más pretenciosos que inteligentes, está de más aclarar) contaminen la historia y los personajes. Y así nos regala una excelente secuencia de títulos con un único y maravilloso recurso, y lo que sigue, salvo algunos pasajes bastante simpáticos (la ensayada e histérica escena de presentación de la pareja protagónica), se vuelve francamente insoportable. Ocean’s eleven giraba sin parar sobre el vacío absoluto, pero nunca dejaba de ser un vacío seductor y entretenido. Duplicity, que empieza con claro tono de comedia, se termina tomando demasiado en serio lo que cuenta y la cantidad de giros que necesita para hacerse ver como una trama astuta y compleja. Es notorio ver cómo Owen y Roberts parecen haber entendido mejor que el propio director y guionista lo que la película necesita, y prácticamente no parecen tomarse en serio sus personajes, lo mejor que podrían haber hecho. La torpeza disfrazada de habilidad de Gilroy (dividir la pantalla y hacer que la imagen se reduzca hasta desaparecer no alcanza para mostrarse relajado) es la principal responsable de que Duplicity finalmente nos seduzca a medias (nos histeriquea más de lo que nos seduce, y la poca seducción recae completamente en la pareja principal), y no entretenga ni un poco. Definitivamente este no era el mejor envase para que Tony Gilroy continúe con su racha permanente de tramas elaboradas y guiones que se creen más astutos, serios y complejos de lo que realmente son. Una sesión de spa para el director, por favor, que lo necesita sobremanera.
Lo mejor de la película: La química de la pareja protagónica, el talento de Clive Owen, y la excelente secuencia de pelea entre Giamatti y Wilkinson.
Lo peor de la película: Los enredos eternos y vacuos, y un guionista y director que se tomó demasiado en serio lo que cuenta.
Dirección y guión: Tony Gilroy.
País: USA.
Año: 2009.
Duración: 125 min.
Género: Thriller, comedia.
Elenco: Julia Roberts (Claire Stenwick), Clive Owen (Ray Koval), Tom Wilkinson (Howard Tully), Paul Giamatti (Richard Garsik), Dan Daily (ayudante de Garsik), Lisa Roberts Gillan (secretaria de Tully), Rick Worthy (Dale Raimes), Oleg Stefan (Boris Fetyov), Denis O’Hare (Duke Monahan), Kathleen Chalfant (Pam Frales), Khan Baykal (Dinesh).
Producción: Jennifer Fox, Kerry Orent y Laura Bickford.
Música: James Newton Howard.
Fotografía: Robert Elswit.
Montaje: John Gilroy.
Diseño de producción: Kevin Thompson.
Vestuario: Albert Wolsky.
Estreno en USA: 20 Marzo 2009.
Biofilmografía de Tony Gilroy
Tony Gilroy es un director de cine y guionista estadounidense, nacido en la ciudad de Manhattan, New York, el 11 de septiembre de 1956.
Gilroy, hijo de Frank D. Gilroy y hermano de John Gilroy y el guionista Dan Gilroy, escribió los guiones de las películas protagonizadas por Matt Damon sobre Jason Bourne . Ha sido nominado al Oscar a la mejor dirección y Oscar al mejor guión original por la película Michael Clayton, protagonizada por George Clooney.
Filmografía
Eclipse total (1995) (guionista)
El Abogado del Diablo (1997) (guionista)
Armageddon (1998) (guionista)
Prueba de vida (2000) (guionista/productor ejecutivo)
El caso Bourne (2002) (guionista)
El mito de Bourne (2004) (guionista)
El ultimátum de Bourne (2007) (guionista)
Michael Clayton (2007) (guionista/director)
Duplicity (2009) (guionista/director)
CÓMO SE HIZO “DUPLICITY”
1. El proyecto
Después de debutar como director en 2007 con la aclamada Michael Clayton, Tony Gilroy ha decidido volver al sucio mundo de las grandes corporaciones aunque, esta vez, con un toque romántico. Ha creado una historia llena de vueltas y revueltas contra el telón de fondo de la carrera entre dos titanes de la industria para ser el primero en comercializar un producto milagroso. Pero el núcleo de la historia es la guerra emocional de los dos amantes que se enfrentan en esa batalla corporativa, o al menos, eso parece. La película nace de la fascinación que siente Tony Gilroy por las complejidades del espionaje industrial. Durante los años en que se documentaba para escribir los guiones de las taquilleras entregas de Bourne, tuvo la ocasión de hablar con varias personas del mundo de los espías, y sabía que muchos se pasaban al sector privado. El director ha escrito un guión trepidante que combina elementos de comedia loca y de la clásica película de espías. Hablando de qué le inspiró y de cómo se documentó para la historia, dice: “Según las estadísticas, el robo corporativo oscila entre cincuenta y cien mil millones de dólares al año. No existe una sola corporación en este mundo que no tenga un departamento de inteligencia con un sistema ofensivo y defensivo. En otras palabras, un grupo de espías”. El cineasta ha inventado una guerra fría entre dos gigantescas multinacionales en la que los espías intentan engañar a sus jefes. Ha construido una compleja red de engaños entre dos magnates rivales que dos espías enamorados enredan aún más. La pareja estrella está compuesta por Claire Stenwick, ex agente de la CIA, y Ray Koval, antiguo espía del MI6. Su relación personal complica un trabajo de por sí complicado, y los constantes engaños hacen casi imposible saber qué siente el uno por el otro: “Nunca dicen la verdad. Siempre mienten, nada es lo que parece”.
El espectador conoce a Claire y a Ray mediante una serie de flashbacks: cómo se conocieron en Dubái en 2003 hasta el momento actual en Manhattan. Cuando imaginó a la pareja por primera vez, el director no podía apartar de su mente una extraña pregunta: “¿Cómo hacen el amor dos escorpiones?”. Tony Gilroy explica: “Me preguntaba qué pasaría si dos mentirosos profesionales se enamorasen. Debe de ser muy difícil para ellos, no pueden confiar en nadie. Pertenecen a una especie única”.
La primera vez que se ven, el entonces agente del MI6 no es más que un objetivo para la agente de la CIA. Le seduce en una fiesta del Consulado en Dubái, le droga y revuelve toda su habitación en busca de unos códigos secretos de la defensa aérea de Egipto. La productora Jennifer Fox añade: “A pesar de todo, Ray no puede reprimir una sonrisa cuando piensa en Claire. Está colado por ella, pero también se siente terriblemente frustrado. Debe encontrarla. Vuelven a verse en Roma, donde pasan un fin de semana idílico. Entonces deciden trabajar juntos, para lo que deben dejar el MI6 y la CIA y pasar a la empresa privada. Así podrán ganar mucho dinero muy deprisa y no separarse más”.
Tony Gilroy ofrece algunos detalles adicionales: “Después de Dubái, no vuelven a verse durante mucho tiempo y se reencuentran en circunstancias poco habituales. Toda la película gira alrededor de ellos mientras deciden si de verdad están enamorados, si pueden confiar el uno en el otro y si conseguirán hacerse ricos en esta guerra de espionaje industrial”.
El realizador también creó a Howard Tully (presidente de Burkett & Randle) y a Dick Garsik (presidente de Omnikrom), dos gigantes farmacéuticos cuya ambición y odio mutuo sólo puede compararse a su ego. “La rivalidad entre Tully y Garsik es el motor que hace funcionar la historia”, dice. “En vez de entre dos países, esta guerra fría se desarrolla en Park Avenue entre dos gigantescas corporaciones, pero es una lucha igual de encarnizada y compleja”.
Para que DUPLICITY fuera creíble, Gilroy sabía que debía haber muchísimo en juego en la guerra fría entre las dos multinacionales, por lo que imaginó una carrera para patentar un producto con una demanda tan enorme como para hacerse con todo el mercado y aniquilar a cualquier competidor: “Necesitábamos algo que todo el mundo desease tener, un producto tremendo, un auténtico grial económico”.
La productora Jennifer Fox está de acuerdo y alaba el instinto del director: “La gran fuerza de Tony es crear personajes fuertes, dinámicos e inteligentes. Me parece que lo ha conseguido con Claire y Ray. El público se divertirá viendo la película e intentando saber quién miente a quién. Del mismo modo que los personajes se engañan, Tony también nos engaña, y el pastel no se descubre hasta el último momento”.