Estreno en España: 5 Junio 2009
Puntuación:
Sinopsis
En sus 200.000 años de existencia, el hombre ha roto el equilibrio de casi 4.000 millones de años de evolución de la Tierra. El precio a pagar es considerable, pero es demasiado tarde para ser pesimistas. A la humanidad le quedan diez años escasos para invertir la tendencia, concienciarse de la explotación desmesurada de las riquezas de la Tierra y cambiar el modo de consumo. Yann Arthus-Bertrand, con sus imágenes inéditas de más de 50 países vistos desde el cielo, compartiendo con nosotros su capacidad de asombro y también sus preocupaciones, coloca, con esta película, una piedra en el edificio que tenemos que reconstruir, todos juntos.
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
Con este documental ha sucedido un hecho curioso, que para el caso tal vez no aporte demasiado, pero que ayuda a entender su relevancia. Se ha estrenado en gran parte del mundo en la misma fecha, y a la par se estrenó en Youtube, para reforzar su condición de producto grande pero a su vez carente de pretensiones comerciales. Es un documental de difusión, hecho para el impacto (e impactante a la vez, no son dos cosas que vayan siempre de la mano), agobiante (pretendidamente agobiante) en la enorme cantidad de datos y estadísticas que se enumeran a lo largo de la película, y destinado a crear conciencia. La hipótesis de Home, bastante difícil de refutar, hay que decir, es que el ser humano ha arruinado el planeta que le dio la vida. Su explotación indiscriminada de los recursos naturales ha llevado a la concentración de riquezas en el mundo, y a la destrucción sistemática de las reservas naturales en todo el mundo, lo que lleva al planeta a una situación desesperante. Lo más interesante del film es que no necesita de testimonios, ni ningún recurso particular para avalar la teoría. Sus únicas armas son la belleza extrema de las tomas aéreas del afamado fotógrafo Yann Arthus-Bertrand, y una voz en off que no descansa hasta describir dato por dato, todas las situaciones en las que el hombre ha arruinado su capacidad de convivir con la naturaleza, aprovechándose al máximo de ella, e incapaz de pensar en el mundo que le está dejando a sus hijos. Es un documental necesario, sí, pero esta condición de “film importante”, hace que peque de obvio en muchos pasajes. Esto no le resta mérito a las imponentes imágenes de Arthus-Bertrand, pero hace que tanta sobreabundancia de datos termine molestando, y que ese agobio vaya en detrimento de su facultad de crear conciencia. El momento más crítico es cuando se pone en pantalla los datos más relevantes y horripilantes del accionar humano. La información en pantalla, luego de tanto discurso, termina siendo invariablemente repetitiva y molesta. Afortunadamente, luego de tanta crítica al modo en que el hombre ha afectado su planeta, el documental decide insuflar una brisa de aire fresco cuando enumera algunas de las acciones particulares que individuos y empresas hacen para no afectar el ambiente más de lo que está. Naturalmente, así como tan pocas acciones no alcanzan para que el planeta no siga dirigiéndose hacia el colapso definitivo, de la misma manera esta enumeración no alcanza para contrarrestar del todo el efecto molesto que produce la sobreabundancia de datos negativos sobre el accionar humano. Datos que, mencionados de una manera menos reiterativa y sofocante, colaborarían más con la idea primaria de hacer que un simple documental ayude a que los habitantes de este planeta hagamos algo por salvarlo.
Lo mejor de la película: Las imponentes y maravillosas imágenes aéreas de Yann Arthus-Bertrand.
Lo peor de la película: La agobiante sobreabundancia de datos termina molestando más de lo que impacta, y este efecto no colabora con la idea de crear conciencia en la sociedad.
Dirección: Yann Arthus-Bertrand.
País: Francia.
Año: 2009.
Duración: 120 min.
Género: Documental.
Guión: Isabelle Delannoy, Yann Arthus-Bertrand, Denis Carot y Yen Le Van.
Producción: Denis Carot y Luc Besson.
Música: Armand Amar.
Montaje: Yen Le Van.
Estreno en Francia: 5 Junio 2009.
Filmografía de Yann Arthus-Bertrand
Yann Arthus-Bertrand (13 de marzo de 1946) es un renombrado y conocido fotógrafo francés.
Originalmente su especialidad era la fotografía de animales, pero luego cambió su rumbo a la fotografía aérea; ha tomado fotos de locaciones aéreas alrededor del mundo. Ha publicado más de 60 libros con sus fotografías tomadas desde helicópteros y globos aerostáticos. Su trabajo ha sido publicado varias veces en la Revista National Geographic. Su trabajo ha sido exhibido en diversos países.
Arthus-Bertrand es un miembro de la “Académie des Beaux-Arts de l’Institut de France”.
Una de sus fotos mas conocidas es la de un bosque con forma de corazón en Nueva Caledonia, que ha sido utilizada como portada para sus libros The Earth from the air y The Earth from above.
El 5 de Junio de 2009 estrenó una película llamada Home, con una colección de fotos totalmente impresionantes.
CÓMO SE HIZO “HOME”
Yann Arthus-Bertrand y sus equipos han necesitado casi tres años para realizar una película que marca el punto culminante de más de treinta años de trabajo y de compromiso con el planeta. Cuando le surge la idea de esta película en 2006, Yann Arthus- Bertrand contacta con el productor Denis Carot (Elzévir Films), que inmediatamente cree en el proyecto… a pesar de la increíble idea del director: ¡que la película sea gratis! Enseguida se impone, por tanto, la necesidad de salirse del esquema clásico de explotación y de encontrar un sponsor capaz de financiar la película. Segundo imperativo: asociarse a un distribuidor internacional, capaz de soportar la vocación mundial del largometraje. “Cuando se conoció el proyecto entre la gente de la profesión, recuerda Denis Carot, todos los distribuidores de por aquí nos llamaron – hecho bastante inaudito para una productora independiente como la nuestra – incluidos los representantes de la industria americana. Pero todos se bloqueaban en cuanto abordábamos la cuestión de la gratuidad de la película. Al final, fue Luc Besson, con EuropaCorp, quien creyó en el proyecto, y quien le propuso a PPR que se asociara para financiar la película”. En ese momento, pudimos organizar el planning de rodaje: cuyas cifras serían, al final de la aventura, 54 países, 217 días de rodaje y 488 horas de escenas rodadas. Aprovechando las numerosas localizaciones que ya había efectuado por necesidades de sus libros (sobre todo para el best-seller La Tierra Vista Desde el Cielo, con 3 millones de ejemplares vendidos, más de la mitad en el extranjero) y de sus programas para televisión (Visto Desde el Cielo para France 2), Yann Arthus-Bertrand se rodea de los asesores técnicos y editoriales con los que suele trabajar. Entre ellos, Isabelle Delannoy, que coescribirá el guión de la película, y Dorothée Martin, periodista y colaboradora de Visto Desde el Cielo, que se convierte en la primera ayudante de dirección del proyecto. A su lado, un director de producción (Jean de Trégomain) y un productor general (Claude Canaple), encargados de organizar el increíble planning de la película que ha tenido a tres equipos de rodaje filmando durante veintiún meses de manera simultánea en los cinco continentes.
Como resume Dorothée Martin: “puede parecer muy sencillo dar la vuelta al mundo en helicóptero, pero en realidad, cada misión, cada rodaje nos ha exigido un enorme trabajo”.
Con una gran experiencia en imágenes aéreas (en particular en El Pueblo migratorio), Jean de Trégomain consideraba cada una de las misiones como “una película independiente, acompañada de una búsqueda del tesoro para encontrar el contacto adecuado in situ, el helicóptero adecuado y el piloto adecuado”.
Salvo en lo tocante a localizaciones, el grueso de la organización se preparaba desde París, para entregar una hoja de ruta precisa a los equipos desplazados. Por lo que respecta al equipo técnico, estaba compuesto, en el helicóptero, por el realizador o uno de sus ayudantes, un cámara Cineflex y un ingeniero de imagen. Ya que el rodaje de imágenes aéreas implica un sinfín de exigencias técnicas, empezando por la utilización de una cámara muy específica: la Cineflex, cámara HD giroestabilizada que permite, como su propio nombre indica, regular los problemas de estabilidad y, además, eliminar las vibraciones, para obtener un resultado similar al que se logra con un movimiento de grúa. Esta cámara – originalmente desarrollada por el ejército como asistencia al tiro y, por lo tanto, con una capacidad de zoom enorme – también es sinónimo de autonomía, porque las cintas podían cambiarse a bordo del helicóptero. En total, 120 kilos de material, que no es moco de pavo, para instalar en un espacio muy reducido.
Entre los cámaras seleccionados para el rodaje de Home, Tanguy Thuaud con 12 años de experiencia en tomas aéreas y varios vuelos con Yann Arthus-Bertrand para el programa de televisión Visto Desde el Cielo. Él también insiste en la constante adaptación que han exigido estas tomas: “no siempre podíamos elegir los helicópteros, ni tampoco los pilotos, y no hay que olvidar que, en las imágenes aéreas, el 60% del resultado obtenido depende de la destreza del piloto para manejar su máquina, así como de la potencia del aparato”. Sin contar los problemas de material, de meteorología o de comunicación con el director: “como Yann hacía fotos mientras que nosotros rodábamos, a veces, en las primeras misiones sobre todo, nos mostraba el resultado en su cámara para que entendiéramos el encuadre que buscaba”.
En cada misión, el cámara trabajaba en tándem con un ingeniero de imagen: Stéphane Azouze, uno de ellos, insiste por su parte en las increíbles prestaciones que ofrece la cámara Cineflex, que él tenía que transportar y verificar, antes de instalarla en el helicóptero y ayudar al operador. Particularidad de los rodajes: las imágenes se grababan en la cinta en calidad “bruta” para ofrecer el máximo de libertad en el etalonaje. “Te da una imagen bastante gris, plana, y poco reconfortante, obligatoriamente frustrante. Pero el ojo se acostumbra rápidamente a este resultado transitorio” (Stéphane Azouze).
Sin embargo, la mayor dificultad del rodaje en helicóptero reside en la escasa autonomía del aparato, como explica Dorothée Martin, “el motor gira, el carburante es limitado, el minuto muy caro y las posibilidades reducidas. Cuando sabes que la autonomía de un helicóptero es, de media, de 2 horas, 2 horas 30 máximo, y las localizaciones del rodaje suelen estar lejos del punto de reaprovisionamiento, tienes una media hora en el sitio elegido para rodar las imágenes que quieres. Evidentemente, esto quiere decir que hay que ser lo más preciso y eficaz posible”.
Más que la “pesadez” técnica, los equipos han tenido que luchar, sobre todo, contra la lentitud administrativa. Jean de Trégomain, que se ocupaba de toda la preparación antes del rodaje, explica que para cada país de rodaje, había que “comprender su cultura, su manera de trabajar y adaptarse al máximo”. Según el grado de “seguridad” exigido por el país contactado, eran necesarios varios niveles de autorización; la India se situaba, sin duda alguna, entre los países más exigentes. “Tuvimos que hacer una solicitud previa simultáneamente al Ministerio de Defensa, al Ministerio de Exteriores, a la Embajada, al Ejército y a la Aviación”, recuerda Dorothée Martin, “una vez superada esta primera etapa desde Francia, había que ir allí para establecer las localizaciones precisas. Teníamos que entregar la referencia GPS exacta del lugar en el que queríamos rodar. Luego, teníamos que esperar la respuesta de cada una de las instituciones…” En total, un año de preparación para 2 minutos 30 en la película, y una vigilancia permanente: “en el momento del rodaje, un oficial de seguridad nos acompañaba a bordo para verificar el plan de vuelo, los puntos GPS y los planos que rodábamos en directo; por la noche, visionaba las escenas rodadas con nosotros. Tuve que irme sin las cintas requisadas por la censura: de las 15 cintas entregadas, 2 y media fueron borradas…” Una precaución consecuencia de la especificidad del rodaje aéreo, puesto que la capacidad del zoom de la cámara Cineflex la asimila a una cámara de espionaje. Algunos países prohíben incluso rodar con esta cámara, por ejemplo, Siria.
Otra originalidad de este proyecto, y nada baladí: ¡el rodaje de Home se inició sin guión! Y al final, después de un año de rodaje, Isabelle Delannoy, periodista y fiel colaboradora de Yann Arthus-Bertrand, se encargó de coescribir con él la historia de la película. “Al final, me pareció algo positivo, porque las imágenes cuentan mucho por sí mismas, en particular por el ritmo”, nos explica ella. Y, mirando las escenas rodadas, se fue imponiendo la lógica de la narración: “Me acuerdo del shock que me produjo una imagen que resumía la alianza del agua, del cielo y de la Tierra. Yann y yo nos dimos cuenta en ese momento de que era ese lazo indefectible entre los elementos, ese lazo del hombre con la Tierra el que nos fascinaba: esto nos llevó a remontarnos a los orígenes de la Tierra. ¡Porque el hierro de nuestros cuerpos procede de las estrellas que explotaron en la Tierra hace millones de años!”
Otro imperativo derivado de la naturaleza del proyecto: “No caer en el catastrofismo, que no lleva a ninguna acción. Porque el mensaje de la película puede resumirse en la siguiente paradoja: nunca hemos dependido tanto de los recursos naturales y, al mismo tiempo, nunca nos hemos separado tanto de la naturaleza. Nos confundimos dramáticamente de modelo y tenemos que cambiar de comportamiento de manera inmediata. El cambio sólo será posible si nos concienciamos todos de ello, si todos lo entendemos. Y las imágenes aéreas aportan esta concienciación, ofreciendo, al mismo tiempo, la distancia necesaria para reflexionar”.
La preocupación pedagógica de Isabelle Delannoy también se observa en los comentarios en voz en off, que ha escrito junto a Toufik Fares, y que terminan con un mensaje incitativo: ahora nos toca a nosotros escribir la continuación de nuestra historia. Todos juntos.
Están las imágenes. Está el texto. Y está la música, que acompaña, sobrevuela, despierta una emoción, nunca es redundante, no carga las tintas con su propia sensibilidad de la narración sencilla y punzante que posee la película de Yann Arthus-Bertrand.
Su experiencia, su sincretismo y su cultura universal han enriquecido el proyecto con una dimensión poética única. Armand Amar tuvo que realizar varios viajes para grabar con la orquesta sinfónica de Budapest y el Shanghai Percussion Ensemble. Ha integrado en la partitura canciones e instrumentos de varios continentes (Mongolia, Armenia, Irán, etc…)
“Para crear la música de una película tienes que plegarte a un sinfín de condiciones.”, explica Armand Amar. “Todo se calcula a partir de una escena, de unas intenciones… La idea consiste en comprender lo que siente el realizador, pero desarrollando una visión personal de la película, aunque sin llegar a subrayar la narración. La partitura cuenta algo, las escenas otro algo distinto y el diálogo habla un tercer lenguaje diferente, pero todo tiene que mezclarse en una sinfonía, de manera armónica. Componer la música para una película fabricada a partir de imágenes sin guión era todo un reto para mí. La música también aportaba su movimiento a las imágenes y la emoción producida por la visión se exaltaba a través de los sonidos.
El ritmo de la película es contemplativo. Por eso me dejé llevar, aunque respetando esas exigencias… Había que dejar respirar a las imágenes. Son imágenes muy silenciosas. Volamos por encima de paisajes y necesitamos silencio. De la orquesta, sólo me quedé con la cuerda y los pianos. No buscaba un efecto demasiado “sinfónico”. He dado prioridad, como en las músicas tradicionales, a una escritura horizontal, más que vertical.
Habida cuenta de la amplitud del proyecto, y también porque Yann Arthus-Bertrand no podía estar presente en todos los rodajes, todas las noches, cuando finalizaba la misión efectuada durante el día, se procedía a un primer desbastado de metraje. En cada misión, se ponía a disposición de Yann Arthus-Bertrand un best-offcon el que podía ajustar los rodajes siguientes.
Esta preselección también facilitó la inmensa tarea de la montadora de la película, que, aún así, recuperó no menos de 488 horas de escenas rodadas. Yen Le Van se unía a la aventura en septiembre de 2007 y se puso manos a la obra, aunque el rodaje había empezado 5 meses atrás: descubrió las imágenes que ya se habían rodado, las clasificó y sacó una primera visión de conjunto, “optando por jugar con los contrastes, más que con los efectos”.
“Es la primera vez que se rueda una película 100% en aéreo, que es la imagen de marca de Yann Arthus-Bertrand. Esta película es realmente la culminación de todo lo que ha visto desde hace 20 años y el objetivo es realmente que lo vea el mayor número de espectadores posible” (Dorothée Martin).
“La película muestra bien el genio del hombre, su capacidad para adaptarse a su entorno… o para adaptarlo a su persona. Y todo se resume a esta pregunta: “¿Qué queremos hacer con ese genio?” (Isabelle Delannoy).