Estreno en España: 21 Agosto 2009
Puntuación:
Sinopsis
Diana (Uma Thurman) disfruta de una vida perfecta con su marido y su hija. Pero al acercarse el decimoquinto aniversario de un suceso que tuvo lugar cuando ella estudiaba en el instituto, donde un estudiante armado la arrinconó a ella y a su amiga Maureen (Eva Amurri), Diana comienza a tener confusas visiones de un presente no tan perfecto como pensaba. Acosada por unas imágenes que amenazan con resquebrajar los muros de su realidad, Diana tendrá que bucear en su pasado para averiguar qué ocurrió realmente aquel día.
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
Hay películas que abusan del recurso más trillado del Hollywood actual, la vuelta de tuerca. Cuando se usa desmedidamente este recurso, ubicándolo en el final de la película, para brindarle a los espectadores una sorpresa que obliga a releer todo lo visto, suele ser empleada para “dárselas de inteligente”, para que el guión intente pasar por ingenioso aún provocando que dicho final confunda más de lo que aclara, cuando este recurso no es más que la evidencia de una mera trampa, una falsedad que termina atravesando toda la película. Curiosamente, el título de este film hace alusión a la vuelta de tuerca que resignifica la propuesta, pero aunque esta se encuentre en el título, su aparición en la historia no hace más que sorprender y desencajar lo visto hasta ese momento.
De todas maneras, esta vuelta de tuerca, esta trampa, no es lo peor de La vida ante sus ojos. Lo peor, que golpea la eficiencia interpretativa de Uma Thurman y de la ascendente Evan Rachel Wood, es el concepto detrás de la película. Hasta determinada escena, promete bastante. La escena en cuestión es el centro de la película, cuando Diana y su amiga Maureen se encierran en el baño de la escuela y de golpe comienzan a escuchar los disparos de un compañero de ellas, que arremete contra todo aquel que se le cruza. La película se centra en el momento en que este compañero irrumpe en el baño y las obliga a elegir cuál de las dos debe morir.
La vida ante sus ojos es un constante ir y venir entre la vida de Diana quince años más tarde, y la vida de estas dos amigas hasta el día de la masacre. Mientras que la Diana adulta no puede dejar atrás lo vivido, y en su relación con su hija revive permanentemente su adolescencia rebelde y trunca, la Diana joven se define a partir de sus diferencias con su amiga. Durante gran parte de la película, su discurso se confunde con la voz del verdugo de las amigas, y esto se deduce a partir de que las diferencias entre Diana y Maureen hacen que sea la propia película la que se pregunte (y se conteste) quién de las dos debe morir.
Básicamente, nos encontramos con que Maureen es una chica buena, sencilla, católica, virgen, que no se mete en los líos comunes de los adolescentes, que va todos los días a misa, mientras que Diana es todo lo contrario, vive su presente al máximo, es lo más atribulada que se puede ser a esa edad, y durante el desarrollo de la película hasta la vemos sometiéndose a un aborto. ¿Quién de las dos debe morir? Naturalmente, esta pregunta no tiene en la realidad el valor que esta película le da. Pensemos que el chico/verdugo no se pregunta quién debe morir basándose en criterios morales, simplemente es una excusa para depositar en las dos amigas la dolorosa y cruel decisión, y para que la película se tome el atributo de oficiar de juez moral y de atreverse a responder esa pregunta.
Por otro lado, esta acción es una excusa discursiva, puesta en manos de un loquito que oficia como portavoz, no del discurso de la película, sino de la pregunta en particular. Si la película se posara en el chico que decide matar a toda la escuela, estaríamos ante una película infinitamente más interesante. Ok, esto ya se vio en otras películas estupendas, pero aún así es imperdonable que un elemento tan potente actúe como mera excusa narrativa. Más imperdonable aún es que una película se plantee realmente, como si esa pregunta pudiese ser realizada con total libertad, quién “merece morir”. Atención a esto, que una película le traslade una pregunta de semejante magnitud a los espectadores, obviando la total inmoralidad de dicha pregunta, para plantear un discurso radicalmente conservador y recalcitrantemente católico, es de una imprudencia inadmisible, que barre con toda posibilidad de drama pretendidamente conmovedor.
La película trabaja durante buena parte de su metraje la culpa de una chica que, deducimos, dejó que su buena y virginal amiga se sacrificara por ella. En esta exposición de la culpa de Diana, la conflictiva relación entre Diana/madre y su sobreprotegida hija no termina de encontrar el espacio para su desarrollo y su coherente interacción con el traumático acontecimiento del pasado de Diana, pero esto es un mero detalle frente a la transgresión de una película que se atreve a decir “la chica que cruzó todos los límites en su adolescencia debería haberse sacrificado por su inocente amiga”, obviando lo retorcido de este planteo que se ampara en preceptos religiosos para justificar su terrible línea discursiva. Ahora bien, cuando nos encontramos con la desconcertante resolución, que obliga a replantearse todo lo visto hasta ahora, lejos de reinterpretar la funcionalidad del retrato de la Diana adulta, anula por completo este aspecto del relato, lo que hace que toda la película termine rendida a los pies de una vuelta de tuerca tramposa, la frutilla agria de un postre indigerible.
Lo mejor de la película: Uma Thurman y Evan Rachel Wood, haciendo lo que pueden en una película que no las merece en absoluto.
Lo peor de la película: La inmoralidad que plantea su discurso, amparándose en un catolicismo recalcitrante.
Dirección: Vadim Perelman.
País: USA.
Año: 2007.
Duración: 90 min.
Género: Drama.
Elenco: Uma Thurman (Diana McFee), Evan Rachel Wood (Diana joven), Eva Amurri (Maureen), Gabrielle Brennan (Emma McFee), Brett Cullen (Paul McFee), Oscar Isaac (Marcus), Jack Gilpin (Sr. McClood), Maggie Lacey (Amanda), John Magaro (Michael).
Guión: Emil Stern; basado en la novela de Laura Kasischke.
Producción: Marc Butan, Anthony Katagas, Vadim Perelman y Aimée Peyronnet.
Música: James Horner.
Fotografía: Pawel Edelman.
Montaje: David Baxter.
Diseño de producción: Maia Javan.
Vestuario: Hala Bahmet.
Estreno en USA: 18 Abril 2008.
Filmografía de Vadim Perelman
The Life Before Her Eyes (2007)
House of Sand and Fog (2003)