Estreno en España: 2 Abril 2010
Estreno en Argentina: 10 Abril 2010 (BAFICI)
Sinopsis
Christine ha pasado la mayor parte de su vida confinada en una silla de ruedas. Para escapar de su aislamiento, emprende un viaje a Lourdes, el legendario lugar de peregrinaje en el corazón de los Pirineos. Una mañana, se despierta aparentemente curada por un milagro. El jefe del grupo de peregrinos, un seductor voluntario de la Orden de Malta, empieza a interesarse en ella, que intenta aprovechar esa nueva oportunidad para ser feliz, mientras que su curación despierta envidia y admiración entre los demás miembros del grupo.
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
Jessica Hausner filma en Lourdes por primera vez después de veinte años, y su película, si bien no intenta atacar la institución clerical, exhibe la cara más visible y más horrorosa de las peregrinaciones a esa ciudad: La utilización mezquina de la fe. De la mano de Christine, una mujer discapacitada, se introduce en el universo de los enfermos que viajan a Lourdes en busca de una cura, y muestra el efecto que produce en un grupo de peregrinos las supuestas manifestaciones milagrosas.
Christine viaja con ellos pero no parece simpatizar con el sentimiento de la mayoría. Se dedica a observarlos, y habla apenas lo justo y necesario. Pero el rostro de Sylvie Testud, quien interpreta fantásticamente ese papel, especialmente en la esforzada composición de la discapacidad física del personaje, lo dice todo. Christine es una peregrina más, pero no va allí a formar parte, como la mayoría, de una puesta en escena del sufrimiento humano. Christine sonríe todo el tiempo, aunque no parece demasiado ingenua y le toca observar de qué manera eso que todos conciben como un milagro, se apodera de ella, revelando la nefasta miseria del resto del grupo, incapaces de disfrutar de la felicidad ajena y desahuciados ante la pregunta, inevitable pero carente de respuesta, “¿Por qué ella y no yo?”
Christine, quien ante el milagro se encuentra atrapada en esa felicidad espuria que genera su aparente cura milagrosa, comienza a vislumbrar la vida que no pudo tener hasta ese momento. Empieza a encontrarle un sentido real al enamoramiento (su interés por Kuno, el voluntario de la Orden de Malta, la lleva a vincularse con él) y sueña con un futuro que hasta ese momento le había sido esquivo. Pero para poder hacer realidad las aspiraciones truncadas por su enfermedad, debe despegarse del grupo de peregrinos, algo que no le es posible, porque su condición de peregrina la coloca a la par de aquellos que, suponiéndose enraizados en una fe sincera, corren desesperados hacia el centro de la fe sólo en busca de una cura, de una salvación, que jamás llega, o se manifiesta de manera efímera.
Para narrar esta historia de sentimientos tan complejos, Hausner apela a un relato cargado de una sutil ironía y a una puesta en escena extraña, que se detiene en las rutinas del grupo como si fueran piezas de una mecánica siniestra, un sistema clerical que invita a la fe a través de la promesa de salvación física. Lo espiritual puede verse expuesto en pequeños modismos cotidianos, mientras que no se llega a tener una real dimensión de las implicancias espirituales de esta peregrinación. Hausner describe esta hipocresía generalizada a través de zooms que permanentemente van de lo particular (Christine) a lo general (el grupo de peregrinos), revelando la imposibilidad de la protagonista de pensar su aparente cura fuera de los límites del grupo. El mayor mérito de la directora es el de construir un complejo relato en el que se fusionan momentos de hondo dramatismo, como la revelación del cáncer que padece una de las monjas que coordina el grupo, con momentos absurdamente graciosos, como las explicaciones de manual que suele aportar el sacerdote, y personajes que con un mero detalle definen la ácida caricatura de aquellas personas que se envuelven en un manto de fe para enmascarar sus miserias. Todo ello siempre atravesado por una pátina de humor sobrio y sugerente, al que no le hace falta sumergirse en lo explícito para elaborar una crítica inteligente, respetuosa y a la vez feroz de esa forma de entender la religión.
Dejando la caricatura de lado, no así la voluntad crítica, Hausner nos entrega una escena final inolvidable y demoledora, en la que aprovecha en tono irónico la canción italiana popularizada por Al Bano y Romina Power, “Felicitá”, para sintetizar el horror en el que se encuentra inmerso Christine, y la hipocresía que lleva a los peregrinos a buscar la salvación a costa de todo.
Lo mejor de la película: La ironía con la que se narra la tremenda hipocresía de los peregrinos.
Lo peor de la película: Cierta lentitud al inicio del desarrollo del relato.
Dirección y guión: Jessica Hausner.
Países: Austria, Francia y Alemania.
Año: 2009.
Duración: 99 min.
Género: Drama.
Elenco: Sylvie Testud (Christine), Léa Seydoux (María), Bruno Todeschini (Kuno), Elina Löwensohn (Cécile), Gerhard Liebmann (padre Nigl), Gilette Barbier (Sra. Hartl), Katharina Flicker (Sonja), Linde Prelog (Sra. Huber).
Producción: Martin Gschlacht, Philipe Bober y Susanne Marian.
Fotografía: Martin Gschlacht.
Montaje: Karina Ressler.
Dirección artística: Katharina Wöppermann.
Vestuario: Tanja Hausner.
Distribuidora: Alta Classics.
Estreno en Austria: 11 Septiembre 2009.