Crítica PONYO EN EL ACANTILADO

Estreno en España: 24 Abril 2009

Estreno en Argentina: 23 Julio 2009

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Sinopsis

Sosuke, un niño de cinco años, vive en lo más alto de un acantilado que da al mar. Una mañana, mientras juega en una playa rocosa que hay bajo su casa, se encuentra con una ‘pececita’ de colores llamada Ponyo, con la cabeza atascada en un tarro de mermelada. Sosuke la rescata y la guarda en un cubo verde de plástico. Ponyo y Sosuke sienten una fascinación mutua. Él le dice: “No te preocupes, te protegeré y cuidaré de ti”. Sin embargo, el padre de Ponyo, Fujimoto, que en otro tiempo fue humano y ahora es un hechicero que vive en lo más profundo del océano, la obliga a regresar con él a las profundidades del mar. “¡Quiero ser humana!”, exclama Ponyo y, decidida a convertirse en una niña y regresar con Sosuke, escapa. “Ponyo en el acantilado” es una aventura mágica sobre la fuerza de la amistad y el poder de la naturaleza que traslada a la gran pantalla la particular visión del director sobre el cuento de la Sirenita.

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Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Si la felicidad, o lo que conocemos o consideramos como tal, pudiese encontrarse en el cine, una de las películas donde podemos hallarla es en Ponyo…, el último film de Hayao Miyazaki. Antes que nada, este comentario carece de referencias a las anteriores películas de quien es considerado un maestro del animé, admirado en todo el mundo. Esto es por una razón básica, mi ingreso al mundo de Miyazaki ha sido a través de este film, hasta el momento, pese a los constantes elogios que he escuchado y leído respecto a la obra de Miyazaki, principalmente a partir de El viaje de Chihiro, la primera de sus obras que cobró popularidad internacional, no me había preocupado por disponerme a admirar su cine. Esto quizás también es por una razón sencilla y concreta, por más que tengo una particular fascinación por el cine animado (me parece uno de los pocos géneros que consiguen sacar hoy al cine americano de la medianía absoluta), siempre fui bastante reticente a la animación japonesa. Creo que esta reticencia se debe a una mera cuestión estética, por la creencia habitual de que la impronta visual del animé es siempre la misma, y que esa impronta visual no es la preferida de alguien que se ha criado con productos de la factoría Disney, y mirando muy ocasionalmente algún animé. A su vez, esta reticencia creo que termina de fundarse cuando la animación tradicional de Disney empieza a entrar en su etapa de decadencia, etapa que coincide con productos cuyos personajes poseen rasgos más cercanos al animé, que a la animación americana.

En fin, lo que importa en todo caso es que Ponyo… me hizo conocer un mundo animado completamente distinto, no ya el universo del animé en sí, sino un mundo completamente superador de este, un mundo donde la magia no es un elemento que aparece como uno más, sino que se instala desde el principio en la historia, y rige completamente el sentido de la película. Para ilustrarlo de manera concreta, la historia parte de una sirenita que conoce a un niño, y a partir de allí sueña con ser humana, por sus propios poderes (y por entrar en contacto con la sangre humana), se convierte en una niña, esta conversión pone en crisis el orden natural de las cosas, y de la misma forma mágica en que Ponyo se transforma en niña, la trama se resuelve con una simple, y mágica, intervención. La historia no parece decir mucho, o parece decir mucho de lo que ya conocemos, pero si bien la historia de Ponyo… posee un hilo conductor concreto con los clásicos cuentos de hadas, a diferencia de la versión occidental de estos, Miyazaki demuestra que cree más en la magia que en los hechizos, que el cuento de hadas no debe poseer elementos mágicos, sino que la magia es la que hace al cuento en sí. Ponyo no es una cenicienta que por un hechizo se convierte en princesa, y a determinada hora vuelve a ser lo que siempre fue, es decir, una chica común. Ponyo, desde su propia existencia, es un ser mágico, cuyo deseo es pertenecer al mundo de los comunes mortales carentes de cualquier poder sobrenatural, su sola presencia define al universo que habita, al universo con el que entra en contacto, y a la propia película.

Pero quien termina de definir la magia de esta película es el mismo Miyazaki, con su genial pincelada a la hora de construir mundos maravillosos. Pocas veces tenemos la posibilidad de observar en el cine de animación occidental un mundo tan espléndidamente imaginado como el que erige Miyazaki, con peces dorados, olas monstruosas, y un universo subacuático extremadamente bello y único. Quizás el excepcional arte de Pixar, con su tendencia habitual al hiperrealismo, ha quemado por completo la posibilidad de imaginar universos fantásticos en la animación de Occidente. Cualquiera que entienda más de animación americana que del animé, podrá encontrar aquí el toque Disney en la historia del solitario Sosuke. Sin embargo, dos elementos concretos alejan esta subtrama del fantasma Disney. El padre de Sosuke nunca está ausente del todo, y Miyazaki nos regala una emotiva escena, cuando Sosuke se comunica a través del faro con el barco en el que viaja su padre. Por otro lado, esta historia de ausencia termina resolviéndose a caballo de la historia principal, por lo que en ningún momento hay lugar para la traumática angustia habitual en la factoría Disney.

Ponyo… no deja de ser un hermoso cuento para niños, cuya magia sostenida es capaz de cautivar a este público de manera mucho más sólida que cualquier animación americana, sin embargo, es una experiencia cuya belleza es capaz de fascinar por igual a niños y adultos, por lo que su visión se vuelve imprescindible. Acabo de entrar al cine de Miyazaki gracias a esta preciosa película, pero esta experiencia me ha inspirado el deseo de ingresar una y otra vez en su peculiar universo animado, el deseo de ver todas las películas del Estudio Ghibli, y de seguir sorprendiéndome con las mágicas aventuras que allí se encuentran. 

 

Lo mejor de la película: Su magia y belleza extremas

Lo peor de la película: Que este fascinante cine debería ser mucho más popular de lo que es en la actualidad en el público occidental.

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Dirección y guión: Hayao Miyazaki.
País:
 Japón.
Año: 2008.
Duración: 100 min.
Género: Animación, aventuras, familiar.
Producción: Toshio Suzuki.
Música: Joe Hisaishi.
Fotografía:
 Atsushi Okui.
Montaje: Takeshi Seyama.
Dirección artística: Noboru Yoshida.
Estreno en Japón: 19 Julio 2008

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Biofilmografía de Hayao Miyazaki

Hayao Miyazaki es un ilustrador, dibujante de cómics (mangaka) y productor de dibujos animados (anime) japonés, nacido en Tokio el 5 de enero de 1941. Director de populares filmes de animación como El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke y El castillo ambulante.

Desde joven supo que se dedicaría al negocio de su padre. Cursó estudios de ciencias económicas, sin embargo, en la década de los 60 comenzó a trabajar en Toei con el cargo de intercalador (encargado de dibujos entre movimientos). Con el tiempo se convirtió en secretario en jefe del sindicato, donde conoció a Isao Takahata, gran amigo que luego sería colega en el estudio Ghibli.

Miyazaki fue ganando más responsabilidades en sus primeros años de trabajo, lo que le lleva a colaborar con Isao Takahata en los anime Heidi y Marco para el estudio Zuiyô Enterprise, que más tarde se convertiría en Nippon Animation, en los 70. También participa en la obra Ana de Las Tejas Verdes. En 1978 dirige su primera serie Conan el niño del futuro y en 1979 su primera película El castillo de Cagliostro.

Después de crear la película de Lupin, Miyazaki fue desarrollando un anime en su propio estudio. En 1982 el manga Kaze no Tani no Nausicaä (Nausicaä del Valle del Viento) apareció por primera vez en la revista Animage como fruto de una de esas ideas. Este trabajo da un fuerte impulso a su carrera, al mostrar un estilo diferente, pasando del cómic infantil al imperante en la época.

Anteriormente sólo había publicado un par de mangas, entre ellos Shuna no taby. Mientras Miyazaki estuvo sin trabajo, se dedicó a trabajar en un manga, que tuvo muy buena acogida por parte de los lectores y se le ofreció la oportunidad de hacer una versión animada de Nausicaä. Este ofrecimiento le dio por fin la oportunidad de realizar su ansiado proyecto de creación de un estudio. Junto a Takahata en 1985 abre su propio estudio de animación: el Estudio Ghibli.

La mayor parte de su obra ha estado enfocada a los niños, al punto de ser llamado el “Disney japonés”. Su obra trata temas de contenido, con mensajes antibélicos, o abordando temas complejos como el hombre y la naturaleza, el individualismo o la responsabilidad, lo que le ha valido el reconocimiento público de Occidente y de los especialistas.

El viaje de Chihiro recibió el Oso de Oro de la Berlinale 2002, el Oscar a la mejor cinta animada en 2002 y el reconocimiento a su trayectoria en el Festival Internacional de Cine de Venecia.

Howl´s Moving Castle (o El castillo ambulante) fue nominada al Oscar 2005 como mejor película animada.

 

Filmografía

Conan el niño del futuro (Mirai Shōnen Konan), 1978

El castillo de Cagliostro (Lupin III) – (Rupan sansei: Kariosutoro no shiro), 1979

Nausicaä del Valle del Viento – (Kaze no tani no Naushika), 1984

Sherlock Holmes – (Meitantei Hōmuzu?), 1984-1985

Laputa: El castillo en el cielo – (Tenku no shiro Rapyuta), 1986

Mi vecino Totoro – (Tonari no Totoro), 1988

Majo no takkyubin – (Kiki’s Delivery Service en idioma inglés, El delivery de Kiki en la Argentina y Nicky, la aprendiz de bruja en España), 1989

Porco Rosso – (Kurenai no buta), 1992

La princesa Mononoke – (Mononoke Hime), 1997

El viaje de Chihiro – (Sen to Chihiro no Kamikakushi), 2001

Hauru no Ugoku Shiro – (Hauru no Ugoku Shiro, El increíble castillo vagabundo en Argentina y Mexico y El castillo ambulante en España), 2004

Gake no ue no Ponyo – (Ponyo on the Cliff en idioma ingles, Ponyo y el secreto de la sirenita en la Argentina y Ponyo en el acantilado en España), 2008

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