Estreno en España: 23 Enero 2009
Puntuación:
Sinopsis
“Revolutionary Road” es un incisivo retrato de un matrimonio norteamericano visto a través de los ojos de Frank (Leonardo DiCaprio) y April Wheeler (Kate Winslet). El relato que hace Richard Yates de la Norteamérica de los años 50 plantea una pregunta que ha venido repercutiendo desde entonces sobre las relaciones modernas: ¿pueden dos personas romper con la rutina sin romper entre ellos? Frank y April siempre se han considerado especiales, diferentes, preparados y deseando vivir sus vidas con arreglo a ideales más elevados. Así que, en cuanto se mudan a su nueva casa en Revolutionary Road, declaran su independencia respecto de la inercia suburbana que les rodea y deciden no dejarse atrapar nunca por las restricciones sociales de su época. Sin embargo, pese a su encanto, belleza e irreverencia, los Wheeler descubren que se están convirtiendo exactamente en aquello que no esperaban: un buen hombre con un trabajo sin sentido que ha perdido el valor, un ama de casa infeliz que anhela un poco de satisfacción y pasión, una familia americana con sueños irrealizados, como otra cualquiera. Decidida a cambiar sus destinos, April trama un audaz plan para empezar de nuevo, para dejar atrás las comodidades de Connecticut y lanzarse a la inmensidad de lo desconocido en París. Pero cuando el plan empieza a llevarse a cabo, los dos cónyuges son presionados al límite: uno para escapar a toda costa, y el otro para salvar todo cuanto tienen, sin importar las consecuencias.
Crítica de Cine.com
por Leo Aquiba Senderovsky
El cineasta británico Sam Mendes vuelve a centrar su atención en la hipocresía que entreteje la vida cotidiana atada al sueño americano. A diferencia de Belleza americana, donde los personajes buscaban pequeños escapes al tedio que acarrea el confort y las comodidades propias de la burguesía americana, aquí narra la vida de un matrimonio sumido en conflictos conyugales, que pretenden salir de una vida cómoda y sin sorpresas, planeando mudarse a París, donde sueñan poder despegar de la rutina, reconfigurando su estructura familiar y laboral. Claro que no todo es tan fácil, y el precio a pagar por vivir atado a las responsabilidades familiares resulta demasiado caro. Si bien el tema del sueño americano, tema que suele desvelar al público del norte, posee infinidad de ejemplos cinematográficos, Revolutionary Road, film que reúne diez años después a la histórica pareja de Titanic, Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, mujer de Mendes, posee dos virtudes particulares que la alejan del resto. La primera es un abordaje cercano a lo teatral, concentrándose en pocos personajes (la pareja en cuestión, los hijos de ellos, con una presencia menor en la trama, la pareja de vecinos, la extraña familia encabezada por el personaje de Kathy Bates, y los compañeros de trabajo de Frank Wheeler, el personaje de DiCaprio), y con un duelo conyugal que recuerda a films clásicos como ¿Quién le teme a Virginia Woolf? Como aquella, Revolutionary Road da la impresión de encontrarnos ante un conflicto circunscripto a un espacio reducido y de hondo trasfondo dramático (aunque sin la histeria y la exacerbación etílica de aquella). El otro aspecto es la construcción que Mendes realiza respecto al fracaso del sueño americano, no por la falta de concreción de este, sino por el tedio que despierta su concreción, la realidad que conlleva el ideal de bienestar familiar, y un concepto lindante con este, habitual en las temáticas que trabaja Mendes, que es la hipocresía cotidiana de la sociedad americana. Hipocresía que implica infidelidades, secretos ocultos bajo la alfombra, y la habitual construcción de “familia ideal” para el entorno, que esconde las miserias propias de cada familia. En ese sentido, el plano final de la película (el marido sordo de Helen, el personaje de Kathy Bates, bajando el volumen de su audífono para evitar oír su descarnada opinión sobre los Wheeler, luego de pasar toda la película entrometiéndose en su intimidad y poniendo la mejor cara frente a ellos) refleja como ninguna otra escena, el mundo hipócrita en el que se encuentran inmersos los Wheeler, y cómo este termina por fagocitar sus sueños de grandeza. Sin embargo, pese a sus virtudes, el relato que propone Mendes, y que se encuentra representado con enorme lucidez y convicción por todo su elenco (especialmente por la dupla DiCaprio-Winslet, quienes muestran el enorme crecimiento actoral desde aquellas actuaciones de telenovela en uno de los mayores supertanques que Hollywood supo concebir), muestra la hilacha claramente por la pobreza de ciertas aristas, especialmente en la inserción arbitraria y poco creíble de algunos personajes, como el hijo de Helen recién salido del neuropsiquiátrico, personaje que inmediatamente lleva a pensar en el conflicto que generará desde su primera aparición. Que venga un loco a golpearles la cara, enfrentándolos con su propia falta de coraje para encarar un vuelco en sus vidas, es el recurso más previsible y obvio que se le puede haber ocurrido a Mendes para explicitar su discurso. Ni que hablar del embarazo de April (Winslet), que deviene en uno de los panfletos antiabortistas más virulentos que se hayan producido en el último tiempo (y se oyeron tantas críticas al respecto por el film mexicano Bella, un drama mucho más liviano e inocuo que este), lo que hace encontrarnos con una película irregular, estupendamente interpretada, y con un entramado ideológico concreto y a la vez complejo, que contiene ribetes por demás polémicos y teñidos por una enorme carga de gravedad y solemnidad, lo que hace pensar que no hacía falta llegar a tanto, ni subrayar todo con tanta insistencia, para que florezca el contenido discursivo de la película.
Lo mejor de la película: La dupla Winslet-DiCaprio, y la mirada de Sam Mendes de una sociedad hipócrita y conformista.
Lo peor de la película: Que dicha mirada se sustenta a base de personajes insertados a la fuerza, y estalla en varias direcciones, algunas cuyo contenido y tratamiento resulta ampliamente discutible.
Dirección: Sam Mendes.
Países: USA y Reino Unido.
Año: 2008.
Duración: 119 min.
Género: Drama.
Elenco: Leonardo DiCaprio (Frank Wheeler), Kate Winslet (April Wheeler), Michael Shannon (John Givings), Kathryn Hahn (Milly Campbell), David Harbour (Shep Campbell), Kathy Bates (Helen Givings), Zoe Kazan (Maureen Grube), Dylan Baker (Jack Ordway), Richard Easton (Howard), Jay O. Sanders (Bart Pollock).
Guión: Justin Haythe; basado en la novela “Vía Revolucionaria” de Richard Yates.
Producción: John N. Hart, Scott Rudin, Sam Mendes y Bobby Cohen.
Música: Thomas Newman.
Fotografía: Roger Deakins.
Montaje: Tariq Anwar.
Diseño de producción: Kristi Zea.
Vestuario: Albert Wolsky.
Estreno en USA: 26 Diciembre 2008.
Biofilmografía de Sam Mendes
Samuel Alexander Mendes (Reading, Berkshire, Inglaterra – 1 de agosto de 1965) es un director de cine y teatro británico.
Estudió en la Universidad de Cambridge. Como director de escena, es muy conocido por su producción de 1998: “Cabaret” (musical) estelarizada por Alan Cumming. Como director de cine se le reconoce por su ópera prima “Belleza Americana” (1999), la cual lo hizo acreedor a un premio de la Academia por Mejor Director.
Tras una cadena de romances con varias actrices, que incluye a Cameron Diaz, Calista Flockhart y Rachel Weisz, Sam se casó con la actriz inglesa Kate Winslet el 24 de Mayo de 2003. Su primer hijo Joe Alfie Winslet-Mendes nació el 22 de diciembre del 2003. También tiene una hijastra, Mia Hiney Threapleton, producto del primer matrimonio de Winslet con el asistente de dirección inglés Jim Threapleton.
Filmografía
Cabaret (TV) (1993)
Company (TV) (1996)
American Beauty (Belleza Americana) (1999)
Road to Perdition (Camino a la perdición) (2002)
Jarhead (2005)
Revolutionary Road (2008)
CÓMO SE HIZO “REVOLUTIONARY ROAD”
1. El proyecto
Revolutionary Road fue el debut como novelista de Richard Yates, publicada cuando tenía 36 años, y poniéndole instantáneamente en el candelero literario. Ya desde poco después de su estreno, y hasta la fecha, otros escritores han venido comentando apasionadamente su fuerza. Tennesse Williams la calificó de “inmediata, intensa y brillantemente viva. Si hace falta algo más para realizar una obra maestra de la ficción moderna norteamericana, yo no sé que pueda ser”. Kart Vonnegut apodó a la novela “el Gran Gatsby de mi época”. William Styron dijo que era “una novela hábil, irónica, bella, que merece ser un clásico”. Muchos compararon a Yates con Fitzgerald en el sentido de que se convirtió en un cronista de su época, haciendo con el anhelo, la ambición y el caos matrimonial de la “Era de la Ansiedad” lo que Fitzgerald había hecho para la “Era del Jazz”. A medida que pasaba el tiempo, la novela se iba haciendo cada vez más relevante, incluso visionaria, sugiriendo el comienzo de la Era Digital, el cambio de papel y el fortalecimiento de las mujeres en los hogares norteamericanos, y la tendencia cada vez mayor al conformismo. Hasta el día de hoy, Revolutionary Road sigue siendo una obra intemporal y provocativa. Sin embargo, pese a toda la atención que despertó la novela, el propio Yates nunca alcanzó en su vida el éxito por el que luchó tan ardorosamente. Luchando toda su vida, al igual que sus personajes, contra el alcoholismo, la depresión y la dificultad para relacionarse, murió por causa de un enfisema a los 66 años de edad. No obstante, su obra sigue viva en el corazón de sus lectores, gracias sobre todo al afán publicitario de sus fans confesos entre las filas de los gurús literarios contemporáneos, entre los que se encuentran Richard Ford, Nick Hornby, Joan Didion, David Hare, Kate Atkinson, Stewart O’Nan y Sebastian Faulks, quienes empezaron a hablar en público, y a menudo fervientemente, de la influencia de Revolutionary Road. Blake Bailey, quien escribió en 2.003 Una Trágica Honradez, la primera biografía de Yates, piensa que Revolutinary Road ha perdurado porque su narrativa arroja luz sobre muchas más cosas que un matrimonio norteamericano. “Trata nada menos que de los temas fundamentales de un ser humano”, dice, “trata de llegar a estar en paz con uno mismo, de ser honrado con uno mismo, enfrentándonos a nuestras propias limitaciones e intentando hacernos un hueco en la vida pese a todas nuestras limitaciones. Como decía Yates, ‘lo peor que se puede hacer en la vida es vivir una mentira'”.
Con tantos sentimientos apasionados en torno a Revolutionary Road, no era fácil encontrar a un guionista dispuesto a adoptar un enfoque nuevo sobre la adaptación. La búsqueda llegó a término con Justin Haythe, que no sólo es guionista (co-escribió el thriller LA SOMBRA DE UN SECUESTRO junto con Pieter Jan Brugge), sino, lo que es igual de importante, un aclamado novelista por derecho propio, obteniendo una nominación al premio Man Broker por su debut, La luna de miel.
Haythe sabía que entraba en un terreno resbaladizo para un escritor, pero creyó que valía la pena el riesgo porque la historia de Yates aún habla muy alto y claro. “Aunque la novela está ambientada en los años 50, los personajes son muy reconocibles psicológicamente para la gente de nuestra época”, dice. “Creo que esta historia es muy relevante para nuestras vidas de ahora, y sin embargo está centrada en una época fundamental en la historia norteamericana. Merecía que se hiciera una película”. Al igual que el propio Yates, Haythe consideró que la historia era más grande que su época y su localización. “Nunca lo enfoqué como si tratara sobre la vida en las zonas residenciales”, explica. “Creo que es una historia mucho más amplia acerca de la fragilidad y el deseo humanos”.
La dificultad estribaba en presentar en la pantalla a Frank y April Wheeler de una manera accesible pero sin idealizarlos románticamente (ni satirizarlos) dejándoles que revelen, mediante sus palabras y sus actos, sus esperanzas, sus miedos y las formas en que chocan contra las prohibiciones de la sociedad sobre el modo en que hombres y mujeres deben actuar los unos con, y sin, los otros.
Para Haythe, el eje primordial de la historia es el convencimiento de los Wheeler de que son especiales, diferentes, destinados a algo mucho más grande que la vida que llevan ahora, una ilusión que será hecha añicos por las circunstancias. Por mucho que se crean alguien que está por encima de la influencia de la cultura consumista que se está desarrollando a su alrededor, cada vez se dan más cuenta de que han caído en su poder igual que sus amigos y vecinos. “Lo que hace que el romance entre Frank y April sea tan emocionante al principio es la suposición de que no son como todos los que les rodean”, explica. “Y luego llega un día April y le dice a Frank, ‘sabes, nos estamos volviendo como todos los demás, así que vamos a hacer algo para cambiar nuestras desilusionadas vidas. Salgamos de aquí. Vayamos a París. Salvémonos’. Pero su gran fuga nunca tiene lugar”.
De hecho, París seguirá siendo una fantasía irrealizada porque April se queda embarazada, haciendo recapacitar a Frank y consiguiendo que cambie toda la dinámica entre ellos. “París se convierte en un símbolo grandioso de valor y potencial”, dice Haythe. “Yo creo que en el fondo se trata de la siguiente cuestión: si uno tiene la ocasión de intentar ser la persona que siempre quiso ser, ¿qué cosas se descubrirán acerca de quién es uno mismo en realidad?
La admiración y el respeto que Haythe sentía por todo lo que Yates había logrado en el libro le inspiró el deseo de ser tan fiel como fuera posible al tono y los diálogos de Yates en la adaptación, reconociendo a la vez que una película es una creación diferente de una novela. “En una novela, uno tiene acceso inmediato a las confesiones interiores de los personajes, mientras que en una película, el arte está en dramatizar eso”, observa. “Espero fervientemente que la película consiga que haya más gente que descubra a Yates, y le de el reconocimiento que él siempre quiso y mereció”.
Cuando hubo que busca un director cuya sensibilidad pudiera actuar sinérgicamente con la aguda sensibilidad de Yates, la búsqueda condujo hasta Sam Mendes, el ganador de un Óscar afincado en el Reino Unido famoso por aportar una astuta mirada de forastero a los entresijos de la vida norteamericana en películas como AMERICAN BEAUTY, CAMINO A LA PERDICIÓN y EL INFIERNO ESPERA. Director de teatro igualmente laureado, Mendes aportó a la producción una inclinación a elucidar a los personajes mediante los detalles y la interpretación íntima.
Mendes no había leído aún el libro, pero supo de él cuando su esposa, Kate Winslet, recibió el guión de Haythe. Tan pronto como lo leyó, Winslet sugirió que Sam lo dirigiera. “Se convirtió en una de esas cosas que van tomando cada vez más impulso cuanto más hablábamos de ella”, recuerda Mendes. “Cuando leí el libro, me di cuenta de la magnífica película que se podría hacer, y de que podía ser una emocionante historia moderna. Hay muchísima sabiduría y clarividencia en ella, y me encanta poder ofrecerla finalmente a un público más amplio”.
Se sintió atraído por el material porque era un retrato crudo y mordaz de un matrimonio, tanto en sus momentos más íntimos como en los más tumultuosos, explorando las maneras en que las consecuencias y la dinámica de un romance pueden ser tan injustas como liberadoras. “Lo que vi en esta historia fue el potencial de explorar en detalle a un matrimonio, con todos sus roces, vulnerabilidad, crueldad, rabia y puro sentimiento”, dice. “A veces, una pareja que quieren estar juntos, que creen que tienen que estar juntos, no son capaces de hacer que funcione. Los sentimientos del público hacia Frank y April se vuelven tan conflictivos y misteriosos como nuestros sentimientos acerca de las relaciones de pareja y la vida en general”.
Mendes consideraba que todos los personajes reflejaban la tendencia universal al anhelo (a veces hacia su aspecto más destructivo, pero también más reconfortante), algo con lo cual todo el mundo puede sentirse identificado. Impregnó la tragedia de la historia amorosa con una sensación de esperanza. “Yo nunca la consideré en absoluto una historia sombría”, dice. “Está llena del ingenio de Yates, de su excentricidad y originalidad, y de personajes que a uno le gustan de verdad, quizás a pesar de uno mismo. Está repleta de detalles acerca de los seres humanos (de los malos y de los maravillosos), y eso era lo que yo quería llevar a la pantalla”.
Para Mendes, uno de los mayores retos consistía en captar de una manera evocadora la época de los años 50, posibilitando a la vez que su retrato arrojase luz sobre nuestra época actual. “Frank vive en un mundo de hombres de negocios neoyorquinos con trajes de franela gris que toman martinis y ligan con las secretarias. Pero, aunque creo que el libro puede considerarse, en cierta medida, una exploración de esa época, en realidad no trata acerca de los años 50. Trata de problemas modernos más profundos. Así que, aunque la época era tan importante como el fondo, no quería caer en el fetichismo”, explica. “Espero que una de las polémicas que suscite la película, igual que lo hizo el libro, sea acerca de la manera en que el siglo XX y los años 50 nos han traído hasta donde estamos ahora”.
Mendes ya tenía en mente desde el principio el reparto de los personajes clave, previendo que Leonardo DiCaprio acompañase a Winslet en los papeles de Frank y April, en la creencia de podían evocar al mismo tiempo la ternura del amor de la pareja y lo pernicioso de sus ilusiones acerca del otro. “Leo y Kate se conocen desde que ambos tenían 20 años. Conocen mutuamente sus debilidades, y no pueden hacerse creer mutuamente que son alguien que no son”, explica Mendes. “Hay un gran nivel de honradez entre ellos, una sensación de apoyo mutuo y también una sensación de estar probándose mutuamente. Pero, más allá y por encima de eso, tienen la virtud de que dos más dos sea igual a cinco: cuando se les junta a los dos, surge otra cosa”.