Crítica SI LA COSA FUNCIONA

Estreno en España: 2 Octubre 2009

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Sinopsis

La película se centra en un excéntrico y maduro hombre de Nueva York (Larry David) que abandona su acomodada vida para llevar una existencia más bohemia. De este modo conocerá a una joven del sur, desembocando todo ello en una serie de enredos familiares y sentimentales.

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Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Woody Allen ha vuelto por partida doble. A Nueva York y a la comedia. Al espacio y al género que mejor le sientan. Desde hace un tiempo, la extensa filmografía de Allen se ha reducido a reelaboraciones de ideas pasadas (algo entendible en un director que, como muy pocos, se empeña en dirigir una película por año), y esta no es la excepción. Sin embargo, dadas las enormes decepciones que supusieron sus últimas películas, Whatever Works (Si la cosa funciona) es una brisa de aire fresco, poco comparable con el huracán de ideas de sus mejores películas, pero suficientemente estimulante en una carrera que venía en notorio declive.

Si la comparamos con su película anterior, la decepcionante Vicky Cristina Barcelona, más allá del regreso a la comedia, notamos que su regreso a Nueva York pone de manifiesto su alejamiento del rol de turista, propio de su aventura europea. Vicky Cristina… era su película más turística, el punto de vista que adoptaba la película era el de la joven (Scarlett Johansson) que llega a Barcelona y comienza a recorrer la ciudad y conocer su gente. De esta manera, la película apelaba a planos paisajísticos y personajes demasiado cercanos al estereotipo. En Whatever Works, Boris, el protagonista, le muestra la belleza de Nueva York a la joven que conoció por casualidad y se llevó a vivir con él. En Boris ya se ve el cambio de enfoque, del turista extranjero al personaje que puede enseñarle su ciudad a cualquier persona ajena a ella, abandonando la condición turística de su producción europea.

En Boris también se ve otro rasgo, el más notorio del último opus de Allen. Boris es otro intento de Allen de poner en escena el personaje que mayor fama le ha proporcionado. Hubo un tiempo en que el propio Allen volvió legendario un personaje construido sobre su propio cuerpo y difundido a lo largo de su cine: El judío neoyorquino neurótico e inseguro hasta la médula, personaje que ha vertebrado su filmografía y que, las pocas veces que no ha sido interpretado por él, ha terminado en manos de actores que se esforzaron inútilmente imitando todos y cada uno de los mohines de la caracterización de Allen. En Whatever Works, el personaje “alleniano” vuelve a cargarse al hombro la película, con una curiosa vuelta de tuerca. Este personaje es el agnóstico de siempre, con las mismas inquietudes existencialistas, aunque ahora se lo ve notoriamente amargado, mucho más cínico que de costumbre, y apelando al latiguillo “estuve a punto de ganar el Nobel” para enmascarar su habitual inseguridad y para justificar su condición de furioso ermitaño y misántropo.

Larry David, primero como co-creador de Seinfeld y luego con su propia serie, Curb your enthusiasm, se ha convertido en el comediante que resignificó el humor judío popularizado por Woody Allen en los últimos treinta años, aportándole, desde su propia producción y caracterización, un giro propio al personaje alleniano. La noticia de que Woody Allen lo había contratado para protagonizar su última película es lo mejor que hemos escuchado en los últimos años en lo relativo a su cine. Fácilmente, uno podía suponer que Allen lo iba a tomar como uno más en la lista de actores que han reencarnado al personaje popularizado por el propio realizador, y que Larry David podía ser la mejor reencarnación del personaje alleniano que se haya hecho hasta ahora, exceptuando, claro, al propio Allen. Precisamente esto es así, pero en este caso, lo mejor, lo que permite que el Allen interpretado por Larry David tenga vuelo propio, es que David no pierde tiempo imitando la caracterización de Allen (salvo en sus momentos de crisis existencialista). Podríamos decir que Boris no es estrictamente el rol habitual en la filmografía de Woody, es una combinación perfecta entre el Larry David de Curb your enthusiasm y el Woody Allen de siempre, y no sería una locura afirmar que está más cerca de la amargura y el cinismo del Larry David que encarna en su serie, que del personaje popularizado por el director, lo que hace que Boris no se convierta en un mediocre remedo del mejor Allen.

El Boris fantásticamente interpretado por David, consigue algunos momentos hilarantes provocados por su soberbia, como cuando insulta sin piedad a los niños que pretenden aprender a jugar al ajedrez con él. Sin embargo, pese a que el protagonista se destaca por ser una ligera variación del rol típicamente alleniano, el contexto en el que se mueve no deja de ser un conjunto de elementos recurrentes en su cine. El guión de Whatever Works es una reescritura de un guión que inicialmente iba a ser protagonizado por Zero Mostel, y está plagado de elementos presentes en toda su carrera, como el vínculo amoroso entre un hombre mayor y una joven (presente hasta en su propia vida fuera de la pantalla), los enredos entre parejas, y sus clásicas “one-liners” (los chistes sintetizados en una sola frase). El humor inicial comienza a resentirse a medida que aparecen por la ventana nuevos personajes, primero la madre, luego el pretendiente, y más tarde el padre de la joven que se ¿enamora? del insoportable Boris, todos estos papeles inclinados hacia el estereotipo, especialmente en la pintura regional de los padres, que sólo sirven para la crítica mordaz y despiadada de Boris. La película pierde humor mientras suma enredos inverosímiles, y termina atada a los ingeniosos diálogos de Woody y a recursos inteligentes, y también típicos de su cine, como el juego entre el personaje y el espectador, las mayores virtudes de esta vuelta a la comedia.

Para el final, Woody nos regala una visión optimista, que se vuelve irreal en tanto parece traicionar la típica acidez de Boris, pero no deja de ser la evidencia de una interesante reafirmación en el discurso del realizador. Woody Allen, el realizador septuagenario que supo hacer una marca registrada de su cine y de su propio personaje, que se convirtió en un genio de la comedia reelaborando elementos de su principal influencia humorística, Groucho Marx, y combinándolos con el arquetipo del judío psicoanalizado, haciendo de la culpa humor, abandona la misantropía de su personaje, la excesiva centralización en uno mismo, para dejarse llevar por las situaciones que se presentan y afirmar, en el ocaso de su vida, y una vez que parece haber dicho todo en sus mejores películas, que no hay nada mejor que disfrutar de las cosas que la vida te puede acercar a tu puerta. Que lo racional no puede ordenar todo, y lo mejor puede darse cuando uno menos se lo espera. Que todo se reduce a “whatever works”. En otro director, la explicitación de la filosofía que atraviesa discursivamente la película puede derrumbar, por su obviedad, la correcta exposición de este discurso. En Woody Allen, al construir este “mensaje” sobre la base de la mejor comedia, la obviedad de su exposición no desmerece en absoluto lo que nos tiene para decir, y pese a no llegar al nivel de sus mejores comedias, la esencia de su discurso potencia lo saludable de este regreso a lo mejor de su cine, que echa por tierra lo más olvidable de su período europeo.  

 

Lo mejor de la película: El regreso a Nueva York y a la comedia, Larry David, y el espíritu optimista de la propuesta.

Lo peor de la película: Que mucho de esta película lo ha hecho antes y mejor en sus clásicas comedias.

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Dirección y guión: Woody Allen.
Países:
 USA y Francia.
Año: 2009.
Duración: 92 min.
Género: Comedia.
Elenco: Larry David (Boris), Evan Rachel Wood (Melody), Ed Begley Jr. (John), Patricia Clarkson (Marietta), Conleth Hill (Leo Brockman), Michael McKean (Joe), Henry Cavill (Randy James), John Gallagher Jr. (Perry), Jessica Hecht (Helena), Carolyn McCormick (Jessica), Christopher Evan Welch (Howard).
Producción: Letty Aronson y Stephen Tenenbaum.
Fotografía: Harris Savides.
Montaje: Alisa Lepselter.
Diseño de producción: Santo Loquasto.
Vestuario: Suzy Benzinger.
Estreno en USA: 19 Junio 2009.

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Biofilmografía de Woody Allen

Allan Stewart Konigsberg (n. Nueva York, 1 de diciembre de 1935), conocido como Woody Allen, es un director, guionista, actor, músico y escritor estadounidense ganador del premio Óscar en múltiples ocasiones. Es uno de los directores más respetados, influyentes y prolíficos de la era moderna.

Nació el 1 de diciembre de 1935 en el barrio de Brooklyn, Nueva York, con el nombre de Allan Stewart Konigsberg. Es considerado uno de los principales directores y guionistas cinematográficos contemporáneos. Proviene de una familia judía de orígenes ruso-austríacos, a la que el propio Allen define como «burguesa, bien alimentada, bien vestida, e instalada en una cómoda casa». Sus padres y su hermana también son neoyorquinos. Woody estudió hasta sus ocho años en una escuela hebrea, y después acudió a la escuela pública de Midwood High School. Durante su infancia, aprendió a tocar el violín; posteriormente se convertiría en intérprete del clarinete (que toca con asiduidad en público, junto con una banda de jazz, The New Orleans Jazz Band), hecho que le ayudaría más tarde en la elección de las bandas sonoras de sus películas.

Hasta 1997 esta actividad de intérprete musical tuvo lugar en el Michael’s Pub de Nueva York, pero al cerrar este local sus puertas, pasó a tocar cada lunes en el Café Carlyle, en el hotel del mismo nombre, al que sólo falta los días en que su actividad como cineasta se lo impide.

Allen recuerda así sus primeros años: «Eran tiempos agitados, en parte debido a circunstancias económicas y en parte por la escasez de viviendas en tiempos de guerra. Mi familia siempre tenía que cargar con parientes. Constantemente había tíos y primos entrando y saliendo de las habitaciones y siempre nos estábamos mudando de casa».

Debido a que sus padres trabajaban, Allen estuvo al cuidado de niñeras desde el primer año de su vida. De un episodio con una de ellas se cree que proviene su aversión a los túneles largos y ascensores. Un día, cuando Allen tenía tres años, la niñera de turno se acercó a su cuna y después de envolverlo en una colcha le dijo: «¿Ves? Ahora mismo podría ahogarte y lanzarte a la basura y nunca nadie sabría lo que ha pasado», pero la mujer no cumplió la amenaza y dejó al chico en la cuna.

Su primer encuentro con el cine fue a la edad de tres años, cuando su madre lo llevó a ver Blancanieves y los siete enanitos. Fue tanta la emoción que le produjo ver cómo los personajes de la pantalla se movían, que corrió a la pantalla para tratar de tocarlos.

A los cinco años, se le observó el primer cambio de carácter: se convirtió en un niño solitario e introvertido. Se cree que la razón fue su ingreso a la escuela pública (escuela pública 99 de Brooklyn). Años más tarde Allen definió ese lugar como una escuela para maestros con trastornos emocionales.

Su disgusto por la escuela no cambiaría al ingresar a la secundaria. Lo único en lo que le iba bien era en las redacciones escolares, en las que él siempre dejaba ver su humor. Por aquella época, se había vuelto un buen deportista. Aparte del béisbol (era seguidor de los Giants), le gustaba el boxeo, inclusive llegó a practicar para los Golden Gloves, pero sus padres no le dejaron participar.

De su época adolescente comenta: «Yo no quería ser Bogart, tampoco quería ser John Wayne. Yo sólo quería ser el capullo de la clase, quería ser ese chico con gafas que nunca consigue a la chica, pero que es divertido y cae bien a todo el mundo».

Allen empezó su carrera como humorista a los 16 años, siempre asociado a otros humoristas. En 1957 se le concedió su primer premio Sylvana Award. A los 17 años tomaría la decisión de adoptar el seudónimo de Woody Allen. Comenzaría a trabajar individualmente, llegando a ejercer la tarea de director de sus espectáculos en la cadena de hoteles Borsch Belt de Nueva York, donde ya habían trabajado otros humoristas importantes como Jerry Lewis.

En 1952, cuando se encontraba terminando la secundaria, comenzó a confeccionar chistes para enviarlos a algunos columnistas de los periódicos de su ciudad.

El primero en usarlos fue Nick Kenny, columnista del Mirror. Poco después, Earl Wilson, el más leído del New York Post, también usaría algunos chistes de Allen. Inicialmente se publicaron de forma anónima, pero luego se publicaron con el seudónimo de Woody Allen.

Con 17 años su nombre ya circulaba por diferentes agencias de relaciones públicas y sus chistes aparecían más en los periódicos. Gene Shefrin, un agente de prensa, se interesó por este joven a quien contrató para la agencia en la que trabajaba.

A finales de 1953, Allen ingresó en la Universidad de Nueva York, donde entre otras materias cursaba Producción cinematográfica. Pero no le interesaban mucho las clases; le gustaba más asistir a las proyecciones de películas que tenía la asignatura. Después de dejar de asistir a la mitad de las clases, terminó su primer semestre en la universidad con pésimas calificaciones en varias materias. Se retiró sin iniciar el segundo semestre. Uno de los profesores le dijo alguna vez No eres material de universidad. Creo que tendrías que recibir ayuda psiquiátrica, porque me parece que no tendrás mucha suerte para encontrar trabajo. En parte tenía razón, Allen consiguió su primer psiquiatra en 1959 y seguiría acudiendo a uno por el resto de su vida.

Su primer contrato lo logra en 1955 en el programa The Colgate Happy Hour, con una asignación de 175 dólares semanales.

Actuó en numerosos locales, apareciendo ocasionalmente en programas de televisión, hasta que finalmente, y gracias a su talante e ingenio, tras una actuación en el local Blue Angel (en 1960), le ofrecieron la posibilidad de elaborar un guión y participar como actor en el filme What’s new, Pussy Cat?. En ese año conoce a dos personas que posiblemente han sido las que más le han influido: sus agentes Jack Rollins y Charles Joffe.

Su primera actuación en el Blue Angel fue gracias a una recomendación de Rollins. Ellos veían en Allen un excelente humorista, pero primero debían hacerle vencer su timidez. Esa noche de domingo en el Blue Angel fue un éxito, pero a pesar de eso, tuvieron que pasar dos años para que tuviera suficiente confianza y comenzara a improvisar saliéndose de los libretos que había preparado.

En 1968 rueda su primera película (primera película completamente escrita y dirigida por él y en la que también actúa), Take the money and run (Coge el dinero y corre). Al comienzo fue difícil encontrar una productora que financiara el proyecto (costaba dos millones de dólares), hasta que Palomar Pictures decidió apoyar el proyecto. Aunque la productora no estuvo muy contenta con el resultado final, la película resultó ser un éxito de público.

Después de éste éxito, a Allen no le costó trabajo encontrar algún estudio que siguiera pagando sus películas. En 1970 firma un contrato con United Artists (productora creada por Charles Chaplin), y comenzaría a rodar su segunda película Bananas. El contrato con United Artists lo comprometía para rodar tres películas, y el estudio le otorgó a Woody Allen total control sobre su producción, algo que era muy poco usual para cualquier director joven de la época (en aquella época ni siquiera Scorsese, Coppola o Mazursky tenían privilegios como éste).

En 1977, tras filmar El dormilón (1973) y Love and Death (1975), Allen realiza la película con la cual obtendría su primer premio Óscar: Annie Hall.

A partir de ese momento, Allen alcanza el éxito como director y guionista y también como actor, con la realización de películas ambientadas principalmente en su querida Manhattan, siendo uno de los primeros directores americanos en reivindicar a cineastas europeos como Ingmar Bergman.

En 1979 realiza la película que lo consagraría como director, Manhattan; filmada en blanco y negro, con largas e imponentes tomas de la localidad de Manhattan es considerada como un clásico de la historia del cine.

Ha sido nominado varias veces al Óscar y en 1977 recibió el premio como mejor director por su película Annie Hall, pero no acudió a la entrega alegando que se había olvidado de la ceremonia (se había quedado tocando el clarinete ese día), Diane Keaton obtuvo un premio Óscar como mejor actriz por ésta película.

Este incidente con los Óscar no sirvió precisamente para aumentar su escasa popularidad en los Estados Unidos. Varias veces ha declarado que, si no fuese por su acogida en Europa, le resultaría imposible continuar filmando.

En 2002 recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Desde entonces tiene una estatua en su honor en el centro de Oviedo. Sus últimas películas (2005 – 2006) han sido filmadas en Europa, recibiendo, como ya ha sido una constante, la aclamación de la crítica, especialmente la francesa.

En el verano de 2007 rodó la película Vicky Cristina Barcelona en Barcelona, Oviedo , Avilés y La Felguera donde participaron interpretes como Scarlett Johansson, Penélope Cruz o Javier Bardem. La producción estuvo a cargo de Mediapro. El director de fotografía fue el ganador de numerosos goyas, Javier Aguirresarobe.

Cuando actúa en una película, su actor de doblaje al español es Joan Pera, al cual ofreció un pequeño papel en la citada película, agradecido por el trabajo del actor español, por el que llegó a decir que gracias a él «era más héroe de lo que es en realidad».

También se puede destacar que su persona ha realizado fugaces apariciones en Los Simpsons. En la escuela le llamaban Red por su pelo cuando era pequeño.

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CÓMO SE HIZO “SI LA COSA FUNCIONA”

  Aunque resulta difícil imaginar a nadie más que a Larry David en el papel del misántropo de Manhattan Boris Yellnikoff, el papel principal en SI LA COSA FUNCIONA fue en realidad escrito para Zero Mostel. Woody Allen dejó de lado el guión tras la muerte de Mostel, pero recientemente, pensando que era una idea simpática, decidió revivirlo. Era sin embargo consciente de que los zapatos de Mostel eran quizás demasiado grandes para nadie más. “Estaba pensando en quién podría interpretar este papel con bastante humor y fuerza como personaje y pensé que Larry sería divertido,” comenta Allen. “Soy uno de sus grandes fanáticos y él ha participado en dos de mis películas anteriores [DÍAS DE RADIO e HISTORIAS DE NUEVA YORK], aunque en pequeños roles”. El debut de David con Woody Allen no fue particularmente auspicioso. “Después de hacer mi pequeña escena en DÍAS DE RADIO, me percaté de que no había ninguna cámara alrededor, así que busqué a alguien del equipo y le pregunté: ‘¿dónde está la cámara?’ Y él me señaló hacia arriba, bien arriba en el tejado. Y luego, cuando vi la película, lo único que se veía era mi cabeza calva”. Cuando la producción le preguntó acerca de su disponibilidad para interpretar el papel de Boris, David asumió que se trataba otra vez de un pequeño papel. “Abrí el guión y vi que el personaje de Boris estaba por todas partes en la primera página,” comenta David. “Y luego, por curiosidad, me fui a la página 50 y Boris estaba nuevamente allí. Y después me fui a la última página, y Boris también estaba allí en la última página. Y entonces me di cuenta….. ‘Vaya, este es realmente un gran papel’”. Aunque la mayoría de los actores se sentirían totalmente entusiasmados si les ofrecieran interpretar el papel principal en una película de Woody Allen, David tuvo una reacción muy distinta. “Pensé que Woody estaba totalmente trastornado,” comenta. “Me preguntaba quién le había podido meter esa idea tan loca en la cabeza. Y claro, como ocurre con cualquier cosa que me ofrecen hacer, no sentí que estaba a la altura. El sentirme a la altura es algo que me cuesta mucho.” El leer el monólogo de tres páginas que abre la película fue particularmente difícil. “Como en ´Curb Your Enthusiasm´, yo nunca memorizo nada,” explica. “De hecho, la mayor parte del tiempo, me entero un minuto antes de que voy a filmar. Así que esto es realmente algo muy distinto para mí”.

  “Larry me estuvo diciendo que cometía un error al contratarlo,” comenta Allen, “diciéndome que no tenía muchos registros, que era terrible y todo lo demás. Y luego, de manera sorprendente, todo bien a la primera toma, estuvo simplemente fantástico, un actor natural. Y lo que me sorprendió fue lo bueno que era en escenas que no requerían que fuera cómico, sino genuino. Pero el ser simpático forma parte de Larry, él es así. No tienes que empujarlo, sólo tiene que estar allí y representar las escenas de una manera increíble, sin intentar ser simpático, sólo intentando ser real. Cuando Larry es real, es divertido, porque él es divertido en la vida real.”

  El personaje de Boris es un misántropo a escala mundial, con una gran opinión de sí mismo y muy mala opinión sobre la raza humana. Con todo lo exageradas que pueden resultar sus palabras, no están muy lejos de las que ha pronunciado Woody Allen en el pasado. “Yo escribí el guión, así que obviamente la forma en que veo la vida,” explica Allen. “Pero Boris es un personaje creado por mí. No expresa mis ideas totalmente. En realidad, es una exageración extrema de mis sentimientos”.

  David cree que mucho del pesimismo de Boris proviene de su ateísmo. “¿Cómo puede alguien ser optimista con la muerte acechándonos constantemente y sin creer en el más allá?” También se trata de un físico que piensa que el planeta va a explotar, así que su vaso no está exactamente medio lleno. También debe ser frustrante ser más inteligente que todos los demás, porque nadie te entiende.” Sin embargo, podemos decir que el problema de Boris son justamente sus prejuicios. “Boris trata a todos por igual, lo que es realmente terrible,” explica David. “Para él, la mayoría de la gente es imbécil. Para mí también, excepto, claro, cualquiera que me aprecie”.

  El título original para la película de Woody Allen: ANNIE HALL era “Anhedonia,” un término que describe a alguien que no puede sentir placer, y Boris podría ser considerado una persona que tiene esa enfermedad. David no está de acuerdo. “Él disfruta de algunas cosas,” explica. “Disfruta insultando a la gente. Le encanta la música clásica, las películas antiguas, y los knishes. Pero lo que más le produce placer en la vida es poder expresarse: a él le encanta alardear y demostrar lo brillante que es”.

  Existen ciertas similitudes entre Boris y el personaje de Larry David que David interpreta en su exitosa serie para la cadena HBO “Curb Your Enthusiasm”. “Ambos disfrutan con las confrontaciones y no tienen reparo alguno en decir lo que sienten,” explica David, “pero ‘el Larry de Curb’ generalmente necesita un motivo para insultar alguien, mientras que Boris discrimina mucho menos en este sentido.” Y agrega: “el tío de ‘Curb’ no es tan inteligente como Boris, pero tiene mejor disposición, y parece obtener algo más de la vida. Además, él tiene las mismas necesidades que tiene la gente normal, como el amor y el sexo, algo que Boris no parece tener”.

  Tras abandonar su vida de físico eminente, con una bellísima esposa y un piso elegante en el mejor barrio de la ciudad, Boris se muda a un oasis cochambroso que se ajusta mejor a su necesidad de soledad y de desesperación. Pero su pesadumbre se ve interrumpida con la llegada de un rayo de sol, en la forma de Melody, una adolescente de Mississippi que escapó de su casa, interpretada por la joven actriz Evan Rachel Wood (EL LUCHADOR). “Melody no tiene ni un pelo de mala,” explica Wood. “Es increíblemente dulce y generosa e intenta por todos los medios complacer y parecer inteligente a los ojos de Boris. Ella es tonta como ninguna, pero eso es lo que resulta más llamativo acerca de ella.” En todos sus años como actriz, Wood ha interpretado con frecuencia papeles que han sido descritos como “muy buenos particularmente tomando en cuenta su juventud,” como es el caso de THIRTEEN, y Melody es un gran papel para ella. “No soy ni genio, ni nada,” explica Wood, “pero realmente es difícil hacer el papel de tonta. Pero fue realmente mucho más divertido. Tuve que hacer muchas tonterías, algo a lo que todos tenemos derecho, por lo menos una vez”.

  No es nada sorprendente que Boris, con la antipatía que siente por todos, no se sintiera entusiasmado con la llegada de Melody. “Ciertamente, al principio, él no parece querer que ella se quede allí por nada de este mundo,” explica David. “Él es algo rígido en su manera de ser. Pero a ella no le importa, nadie la echará tan rápido, ni siquiera Boris. Tampoco es tan loco.” Sin embargo, Boris no escatima ninguna oportunidad para decirle a Melody que tiene el cerebro de un chorlito y poder menospreciarla. A pesar de todo esto, ella se va enamorando de él. “Ella es un personaje solitario en una ciudad solitaria,” explica Allen. “Y allí está un tío que la acepta en su casa, le proporciona una cama y comida y que no se aprovecha de ella de ninguna manera. Por otra parte, ella reconoce que Boris es de verdad un genio y eso es muy atractivo para ella, porque ella tiene muy poca seguridad en sí misma.” Wood ve muchas razones por la que Boris, con todo y su mal carácter y sus fobias excéntricas, puede resultarle atractivo a Melody. “Yo estoy segura de que ella ni siquiera entiende la mitad de los insultos que él le lanza, y eso hace que las cosas sean más fáciles de llevar,” explica. “Y aunque es tonta, es muy buena descifrando a las personas. Yo creo que ella sabe que Boris tiene buen corazón y que en realidad, toda su actitud es más bien como un mecanismo de defensa para él. Boris es como Oscar el gruñón: es difícil, pero tierno.” Y con el tiempo, Boris comienza a apreciar los instintos de Melody para calmar sus ataques de pánico a través de la música y las películas antiguas. “Ver a Fred Astaire en la tele, le resulta tranquilizador,” explica Allen. “No es algo provocativo, no es conflictivo, no es deprimente, es escapista. Y es algo muy bello con hermosa música y encantadores bailes, y ese es el tipo de cosa que lo enternecen”.

  Patricia Clarkson, quien tuvo un papel secundario en la película de Woody Allen del año pasado: VICKY CRISTINA BARCELONA, se une al reparto en el papel de la madre de Melody: Marietta, quien se transforma de una ama de casa sureña y conservadora en una artista de Nueva York sexualmente liberada. “Yo nací y crecí en Nueva Orleans,” explica Clarkson, “y soy sureña hasta la médula. Así que conozco a estas mujeres. Pero la belleza de Woody es que es tan yanqui, pero él entendió perfectamente su sentido del humor y su sexualidad, porque es un gran escritor.” A pesar de la sorprendente transformación de Marietta, Clarkson no cree que su personaje cambie tanto como parece. “Yo diría que en realidad lo que ocurre es que queda alineada consigo misma. Ella es una mujer muy fuerte y voluntariosa. Está desbocada desde el punto de vista físico y sexualmente, pero no tanto mentalmente porque sus convicciones son muy ciertas y muy reales y ella no es una persona voluble”.

  Allen quiso diseñar escenas muy largas, con extensas tomas. “Tienes que saberte tus diálogos,” explica Clarkson, “porque a Woody le gusta seguir.” Wood agrega: “piensas que en una comedia te estarás riendo constantemente, pero en realidad pasas la mayor parte del tiempo intentando mantenerte serio, para no arruinarlo todo. Filmábamos diez páginas y cuando estábamos en la página nueve, Larry decía algo y yo no podía aguantarme y no podía parar de reír. Eso no fue muy bueno.” Al prepararse juntos para las escenas largas, los actores formaron vínculos muy estrechos rápidamente. “Larry es muy discreto, muy dulce y sencillo,” explica Clarkson. “Yo sé que a lo mejor estas no son cualidades que se le atribuirían a él, pero en realidad es bastante soñador, y por supuesto, divertido a rabiar.” Wood confirma: “Nos divertimos mucho. Larry y yo nos compenetramos porque yo nunca había hecho una comedia, y le pedí consejo; y él nunca había hecho una película donde tuviera que memorizar sus diálogos, por lo que me pidió consejo sobre eso.” David tiene en alta estima a su co-estrella. “Cuando hablas con Evan, nunca sientes que estás hablando con una chica de 21 años de edad. Ella parece mucho mayor. La he visto en un par de cosas y en cada una es una persona totalmente distinta. Ella parecía estar canalizando algo para este papel.” Clarkson y Wood se acoplaron con gran facilidad a su relación de madre e hija. “Sentí inmediatamente una conexión con Evan,” explica Clarkson. “Comencé a llamarla Sweet Pea (arvejilla), porque es una expresión muy sureña y parecía natural. Y resultó ser exactamente lo que su madre solía llamarle.” David admite que a veces me sentía sobrepasado por las actuaciones de Clarkson. “Siempre me sorprendió ver cómo se encendía su motor interno cuando tenía que pasar a la acción. Ella la aceleraba un poco, simplemente. A veces, me quedaba cautivado viéndola y me olvidaba que yo estaba en la escena”.

  Allen era una presencia callada en el escenario. “Él está muy concentrado y es algo reservado,” explica David, “pero puedes mantener una conversación con él y es muy divertido. Pero no es que esté intentando hacer que alguien se ría. Es la forma en la que habla naturalmente.” “Él puede ser divertido en el escenario, pero sabes que en general es bastante callado,” explica Clarkson. “Y todo es muy sencillo: funciona para él o no. También es una persona muy gentil”.

  Allen alentó al reparto a sentirse libres y salirse del guión. “Yo siempre hago eso,” explica. “Y los actores siempre dicen: ‘es fantástico trabajar para alguien que quiera que improvise,’ pero llegado el momento, vuelven a sus diálogos. “A él le gusta que lo mezcles todo,” explica Clarkson. “Es el escritor menos preciosista con el que haya trabajado jamás, pero tú quieres decir tus diálogos porque son muy divertidos.” David no hizo uso de su reconocido talento para la improvisación en SI LA COSA FUNCIONA. “Lo intenté,” explica David, “pero el personaje es mucho más inteligente que yo, y no sonaba bien. Sonaba demasiado a mí, y no lo suficiente como Boris. Los otros actores me miraban como si estuviera loco, así que dejé la idea”.

  El título de la película habla por sí mismo, pero en la película sugiere una actitud de no juzgar las diversas decisiones que toman las personas en aras de encontrar la felicidad. “A medida que vas por la vida, te enfrentas a dificultades y sea lo que sea que funcione y no le haga daño a nadie es perfecto,” explica Allen. “Así que aunque resulte extraña una relación romántica, si funciona, funciona. Y no se trata sólo de las relaciones románticas. Ocurre lo mismo con nuestros trabajos, o con nuestros hobbies, o con el lugar donde queremos vivir. Si funciona para ti el vivir sólo en una isla desierta, perfecto, funciona. No hace falta decir nada más y lo mismo acerca de cualquier otro aspecto de la vida. Si para ti funciona un entorno totalmente poco convencional, no hay nada malo en que lo tengas. Siempre que no estés estorbando a nadie, ni haciendo daño a nadie, es lo mejor para ti para seguir adelante en la vida”.

  “`SI LA COSA FUNCIONA´ significa que tienes que vivir tu vida, no de acuerdo con lo que la sociedad nos diga que son las reglas para la mayoría de las personas, sino de acuerdo con lo que te diga tu yo interior,” explica David. “No puedes estar con alguien simplemente porque pertenece al grupo demográfico correcto, o porque se vea bien en el papel. Incluso si no tienes nada en común con alguien, puede ocurrir algo cuando estás con esa persona que te haga sentir bien y cómodo. Esto, por supuesto, nunca me ha ocurrido a mí, e incluso si me ocurriera, encontraría la manera de rechazarlo. Conmigo es todo lo que no funcione”.

  “Lo que le ocurre a muchos de los personajes en la película es que se sienten infelices viviendo una vida que ellos sienten que es la que deberían vivir, o la que creen que está bien,” explica Wood. “Se sienten miserables. Y no es sino hasta que llegan al fondo y que tienen que volver a construirse que se dan cuenta de que sólo se trata de lo que te haga feliz. Siempre encontrarás una vía. Siempre encontrarás gente como tú. Yo creo que eso es lo que significa: sea lo que sea que funcione, sea lo que sea que te haga feliz, así es como debería ser la vida”.

  En la película, todos los personajes del sur vienen a la ciudad de Nueva York y encuentran lo que funciona para ellos. “Melody crece un poco,” explica Allen. “Al principio está enamorada de Boris, pero luego comienza a darse cuenta de su misantropía. Aunque muchas veces la gente se merece sus burlas, no todos la merecen todo el tiempo; él es demasiado extremista y al final, es una vida difícil de llevar. Ella estaría mucho mejor viviendo con alguien que no estuviera tan profundamente afligido por intensos sentimientos de pesimismo y misantropía, como Randy Lee James (Henry Cavill). Entonces, Melody deja de ser la pequeña idiota que era cuando llegó. Ella ha progresado, dentro de sus limitaciones, pero definitivamente ha cambiado. Marietta siempre ha vivido una vida falsa con un tío que en realidad no estaba enamorado de ella, ni le interesaba demasiado sexualmente, y eso es probablemente lo que desencadena todo. Y ella era víctima de todos esos prejuicios rurales y de la ignorancia derivada del estilo de vida del área en la que vivía. A la primera oportunidad, cuando alguien alienta su lado artístico, en lugar de acobardarla, de repente, ella está lista para florecer. Es una artista y lo único que hizo falta fue que alguien le diera la oportunidad de dejar aflorar su talento. Y lo mismo con su marido John (Ed Begley, Jr.). Él era un homosexual que no había salido del armario, tuvo la oportunidad de salir de él, y es mucho más feliz. Así que la película en realidad es mucho más sentimental de lo que la historia te llevaría a pensar. Porque al final, la madre es feliz, porque tiene una nueva vida; el padre es feliz, porque tiene una nueva vida, pero con otras personas”.

  Muchos de los eventos clave de SI LA COSA FUNCIONA ocurren por pura casualidad. La gente se junta por pura casualidad, como es estar en el mismo restaurante o en el mismo bar al mismo tiempo. Esto refleja la creencia de Allen de que la suerte es responsable del 90% de lo que ocurre en nuestras vidas. “Estoy convencido de que si haces tus ejercicios y tienes una buena alimentación, contribuyes a tu longevidad o a tu salud,” explica. “Pero es una pequeña contribución. Al final, dependes en gran parte de la suerte. Uno siempre puede contribuir con el trabajo y la disciplina, pero como dije en MATCH POINT: es mejor tener suerte que ser bueno.” Agrega: “puedes buscar a tu alma gemela en todos los lugares imaginables, pero eso no significa nada. Y de repente, puedes estar cruzando una calle y alguien deja caer un paquete, lo recoges, comienzas una conversación y esa es la persona con la que eres feliz. Y además de eso, existen millones de cosas que tienen que estar en el lugar correcto: no te tiene que atropellar un coche, ni tener cáncer terminal; tienes que asumir que tu pareja tiene suerte en ese sentido; tienes que disfrutar con las cosas que disfruta tu pareja, y tu pareja tiene que disfrutar con las cosas que disfrutas tú. Te levantas en la mañana, y lo único que puedes hacer con las cosas que te ocurren es trabajar muy duro para intentar influir en algo. Pero es poco lo que puedes hacer. El mundo es un lugar muy indiferente, carente de sentido y lleno de violencia. Puedes hacer todo lo posible por sobrevivir y ser feliz, pero necesitarás suerte para hacerlo, y mucho más suerte de la que crees. Mucha gente dice: ‘yo construyo mi suerte.’ Pero esa misma persona que alardea de construir su propia suerte, sale de su casa cuando están elevando un piano por los aires, se rompe la cuerda y le cae en la cabeza. En ese momento no decidió su suerte”.

  Sea lo que sea lo que le ocurra a Boris, él siempre será hasta cierto punto solitario y aislado, como lo es por su intelecto superior. “Todos en la película, sin importar sin son felices, o inteligentes, o exitosos, o perceptivos, funcionan dentro de ciertas limitaciones y están bien,” explica Allen. “Pero sus formas de pensar son prosaicas y limitadas, y las ideas de Boris no lo son. Boris es el único que ve lo que los demás no pueden ver. Él es de hecho un genio, porque es el único capaz de ver que en realidad hay un público ahí afuera. Cuando muestren la película, incluso si es para una sola persona, los estará mirando”.

 

 

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