Estreno en España: 12 Diciembre 2008
Puntuación:
Sinopsis
Para el director Rob Stewart, lo que comenzó como una aventura submarina para explorar a los tiburones acabaría convirtiéndose en un hermoso y peligroso viaje a través del equilibrio de la vida en la Tierra. Fascinado desde pequeño por los tiburones, Stewart desacredita los estereotipos históricos y la imagen que muestran los medios de comunicación de los tiburones como monstruos sedientos de sangre y revela la realidad de estas criaturas como pilares de la evolución de los océanos.
Crítica de Cine.com
por Leo Aquiba Senderovsky
Esta película, titulada originalmente Sharkwater, es un muy interesante documental educativo, y su principal valor radica en desmitificar la opinión generalizada sobre el gran tiburón blanco. Existen dos abordajes distintos que aparecen en este documental, por un lado, el relato de la experiencia personal del director, Rob Stewart, en las profundidades del mar y su convivencia con los tiburones, y por otro lado, la falsa idea del gran tiburón blanco como un asesino de humanos. Ambos abordajes se mezclan y se funden en el discurso ecologista, en contra de la caza indiscriminada de tiburones. La diferencia es que el relato personal de Stewart se encuentra aprisionado por un texto que pone siempre al director en un innecesario primer lugar, y un discurso que no requería de su tendencia constante al subrayado. Al colocarse como interlocutor principal, Stewart tiende a debilitar el mismo discurso que intenta difundir. Las imágenes poseen una fuerza mucho más impactante que cualquier texto y cualquier estadística que se superponga, y en ese sentido, ver a pescadores cortando las aletas de un tiburón para que estas terminen en una sopa insulsa y solo útil como símbolo de estatus en la cultura oriental, o la dicotomía que se produce entre las bellísimas imágenes obtenidas por Stewart debajo del mar, y el aviso cinematográfico del gobierno de Estados Unidos para que los ciudadanos aprendan normas de cuidado ante un posible ataque de tiburones, junto con las imágenes aterradoras popularizadas por aquella obra maestra del suspenso dirigida por Spielberg, y la difusión del terror a los tiburones generado por el sensacionalismo mediático, todas estas imágenes poseen un poder infinitamente mayor que cualquier texto de “Salven a los tiburones”, al punto que la película solo logra justificar su exceso verbal cuando presenta a los militantes que persiguen a los buques pesqueros. En síntesis, un documental que resulta mucho más contundente en sus poderosas imágenes (tanto las propias, como la forma en que se presentan las imágenes que se contraponen a las propias y reflejan el discurso opuesto) que en sus apuntes a lo diario personal y panfleto verbal contra la caza de tiburones.
Lo mejor de la película: Su poder educativo, la belleza de sus imágenes y su discurso en contra de la concepción tradicional de los tiburones como asesinos del hombre.
Lo peor de la película: Su tendencia a la sobreexplicación y al diario personal.
Dirección y guión: Rob Stewart.
País: Canadá.
Año: 2006.
Duración: 89 min.
Género: Documental.
Producción: Rob Stewart.
Música: Jeff Rona.
Fotografía: Rob Stewart.
Montaje: Michael Clarke, Rik Morden, Chuck Miller y Jeremy Stuart.
Estreno en Canadá: 23 Marzo 2007.