Estreno en España: 21 Julio 2010
Estreno en Argentina: 17 Junio 2010

Sinopsis
Los creadores de “Toy story” y “Toy story 2″ abren de nuevo el baúl de los juguetes y nos traen de vuelta a la pandilla. Andy se prepara para ir a la universidad y sus leales juguetes acaban en… ¡una guardería! Los mocosos malcriados con sus deditos pegajosos resultan bastante peligrosos, así que los juguetes, bajo el lema “todos para uno y uno para todos”, organizarán una espectacular huida. Además, a la aventura se incorporan algunas caras nuevas —unas de plástico y otras de peluche—, entre las que están Ken (el simpático novio de Barbie), un erizo vestido de tirolés llamado Sr. Púas y un oso de peluche rosa que huele a fresa y se llama Lotso Abracitos.
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
A los que vimos de niños y amamos las dos primeras entregas de Toy Story, no nos resulta raro que la tercera se haya convertido en la película de animación más taquillera de la historia. Más allá de las cualidades intrínsecas del film, que no son mayores a la altísima media de Pixar (la factoría de ideas más maravillosa del cine norteamericano actual), estamos ante una continuación plenamente coherente con el discurso de las primeras dos, y cuyos valores estéticos, narrativos, y por sobre todas las cosas, ideológicos, pueden fácilmente seducir a los niños de ahora, y principalmente, a los que lo fueron quince años atrás.
¿Es fácil hablarle a un niño de ahora del valor de un juguete? Vivimos en un mundo que ha dejado atrás la materialidad del juego, por una creciente virtualidad. Pixar lo sabe de antemano, porque esta empresa fue una de las gestoras de esa virtualidad, de esa revolución tecnológica que terminó por derribar la supremacía occidental de la animación artesanal. Pixar es la respuesta cinematográfica de una tendencia que se fue imponiendo desde el nacimiento de los videojuegos, y cuya repercusión en los hogares comenzó a aparecer en paralelo a los primeros desarrollos de la empresa. Poco a poco, el videojuego se fue instalando en las casas, y los muñecos pasaron a ser un objeto obsoleto.
Toy Story encarna el núcleo del discurso de Pixar. No por nada, la primera entrega fue el primer largometraje de la empresa. Toy Story es una celebración de la materialidad del juego. No es casual que cada muñeco presente texturas particulares, tan identificadas con los juguetes que decoraron la niñez de cada uno de nosotros. Tampoco es casual que siempre se haga hincapié en el modo en el que los niños abrazan, acarician y manipulan estos juguetes. Sin embargo, esta celebración no es hipócrita, no busca enfrentarse con lo virtual, porque, como bien dijimos antes, esto último es la esencia misma del trabajo de Pixar. La dupla Woody – Buzz es la respuesta ideológica de Pixar. La convivencia entre el cowboy y el astronauta, entre la añeja materialidad y las nuevas tecnologías (que no dejan de apelar a lo material, porque Buzz es también un muñeco). El pasado y el futuro representados hasta en sus propios nombres. El conflicto entre estas dos concepciones opuestas llega a una conciliación en la primera entrega, y luego la saga se enfocó en lo que realmente le importaba contar, que lo esencial del juguete radica en el acto mismo de jugar.
Todos nos hemos visto identificados con el pequeño Andy que creaba universos maravillosos con sus juguetes. Las primeras imágenes de Toy Story 3 nos reseñan aquel Andy, que supo ser un poco de todos los niños que lo vimos en pantalla grande. La conclusión de esta secuencia es otra evidencia más de la solidez narrativa de Pixar (esa que, por ejemplo, nos mostraba, en cinco minutos, una hermosa historia de amor que definía la esencia del protagonista de Up): Andy ya creció, como todos los que fuimos niños en aquella época, y su crecimiento trajo aparejado el abandono natural de los juguetes.
El grupo de juguetes comienza por urdir algún que otro plan para atraer a Andy, pero, al no obtener resultados favorables, se ve obligado a sentir que han pasado al olvido. Woody intenta de cualquier forma convencerlos de que el mejor destino para ellos está en el ático, almacenados como un mero recuerdo de aquel que fue un niño. Sin embargo, la llegada del grupo a una guardería regenteada por el aparentemente tierno, aunque maquiavélico, oso Lotso, los obliga a vivir una serie de aventuras que terminarán demostrando, a los propios juguetes, a Andy y al espectador, que lo mejor para un juguete es pasar de mano en mano, de generación en generación, sin convertirse en objeto de coleccionistas (como en Toy Story 2), y sin ser guardado descuidadamente en un depósito. El juguete y su materialidad se eternizan en la acción misma de jugar, en un presente que les permita vivir en las manos de niños gozosos, no en acciones que representen su carácter paulatinamente arcaico.
Al ver Up, tuve la sensación de que, cuando la película se adentraba en el terreno de la aventura, caía en la concesión forzosa de todo film animado que se presume para niños. Toy Story 3 me obliga a rever esa posición, en la medida en que la aventura, en este caso, es la clara muestra de que los grandes discursos y las observaciones más profundas de la vida pueden venir de los films menos solemnes y más divertidos de todos, esos que no tienen miedo de mostrar una fachada de producto irrelevante y predigerido (imagen totalmente falsa, claro está), que, a fin de cuentas, es la mejor forma en la que se pueden decir las grandes cosas, y Toy Story (las tres) son una fuente inagotable de ellas.
Toy Story 3 habla de la necesidad de jugar, de la camaradería y la fidelidad, del paso del tiempo, del fin de la niñez, y de la infancia como aquel capítulo feliz que nos acompaña por el resto de nuestra vida. Demasiadas cosas para un film supuestamente para chicos (está claro igual que, al menos esta, no es principalmente para ellos), con una enorme dosis de aventura y un final que sabe emocionar hasta las lágrimas consiguiendo, gracias a su abordaje infantil, lo que en otro relato pecaría de exceso de golpe bajo. No llega a ser lo mejor de la factoría Pixar, pero es la mejor conclusión que se podía esperar para la más maravillosa declaración de principios de la compañía que revitalizó a Hollywood.
Lo mejor de la película: Pixar redoblando la apuesta, desplengando una enorme complejidad discursiva, enmascarada en una aventura cargada de felicidad y de emoción.
Lo peor de la película: Sencillamente que no llega a superar a otros grandes films de Pixar.

Dirección: Lee Unkrich.
País: USA.
Año: 2010.
Duración: 103 min.
Género: Animación, aventuras, comedia.
Doblaje original: Tom Hanks (Woody), Tim Allen (Buzz Lightyear), Joan Cusack, Timothy Dalton (Sr. Púas), John Ratzenberger (Hamm), Michael Keaton (Ken), Wallace Shawn (Rex), R. Lee Ermey (sargento), Jodi Benson (Barbie), Whoopi Goldberg (Pulpi), Ned Beatty (Lotso Abracitos).
Guión: Michael Arndt.
Producción: Darla K. Anderson.
Música: Randy Newman.
Distribuidora: Walt Disney Studios Motion Pictures Spain.
Estreno en USA: 18 Junio 2010.