Estreno en España: 8 Enero 2010
Puntuación:
Sinopsis
Año 1967, Larry Gopnik, un profesor de física de una tranquila universidad del Medio Oeste americano, acaba de enterarse de que su esposa ha decidido dejarle. Se ha enamorado de Sy Ableman, un pomposo conocido de la pareja, que le parece más coherente que el apático Larry. Por si fuera poco, su hermano Arthur, incapaz de conseguir un trabajo, duerme en el sofá del salón; su hijo Danny tiene problemas de disciplina y hace novillos en la escuela hebraica, y su hija Sarah le sisa dinero de la cartera porque sueña con operarse la nariz. Mientras su esposa y Sy Ableman empiezan una nueva vida y la carga de su hermano se hace cada vez más insoportable, alguien empieza a mandar cartas anónimas para chantajear a Larry y hacerle perder su puesto en la Universidad. Además, un alumno de posgrado intenta sobornarle para obtener una mejor nota, al mismo tiempo que le amenaza con llevarle a los tribunales por difamación. Pero la cosa no acaba ahí, la preciosa vecina de Larry le atormenta tomando el sol desnuda. En su lucha por mantener el equilibrio, Larry pide consejo a tres rabinos. ¿Podrá alguien ayudarle a salir del agujero y convertirse en una persona decente, un hombre serio?
Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky
Luego de una película tan aclamada como ajena al universo de los Coen (No es país para viejos), y de una comedia muy coeniana pero excesivamente ligera y superficial (Quemar después de leer), Joel y Ethan Coen regresan con gloria al eje de su filmografía, con su habitual radiografía social cargada de ironía y con una apuesta conceptual que puede dejar perplejos a muchos.
Tal vez convendría, primero que nada, dilucidar dos líneas sobre las cuales se sostiene la cadena de infortunios que le suceden al pobre Larry Gopnik. La primera de ellas, la más evidente, es la versión libre del cuento de Job, la historia bíblica de un hombre sin maldad que es condenado por Dios a una serie de desgracias, con el propósito de probar su fe. A partir de estos hechos, Job empieza a preguntarse por qué Dios lo ha condenado a todas esas desdichas, y dicho cuestionamiento termina con Dios respondiendo a su desesperada llamada.
Un tipo serio presenta una serie de elementos algo difíciles de descifrar (el prólogo, el final, muchas frases que se pronuncian en la película) y a cualquier espectador desconocedor de la cultura judía le puede resultar fácil ampararse en ese desconocimiento para no buscar la clave que explique y encauce todos esos elementos. Sin embargo, el planteo de la película toma las preguntas que se hace Job para asociarlas, no con un discurso religioso, sino con un principio físico, el principio de incertidumbre o relación de indeterminación de Heisenberg, que vagamente explica el protagonista a sus alumnos –y al espectador– la segunda, y principal, línea que desarrolla la película, y el motor de todas las preguntas que se hace el personaje. Básicamente, el planteo de la película es científico, y la respuesta a este planteo es tanto científica como religiosa. Este último caso se ve en la frase de Rashi del comienzo, “Recibe con simplicidad todo lo que te suceda”, la misma respuesta de los rabinos con los que se entrevista Larry, y lo que parece decirle Dios a Job con su aparición.
A Larry comienza a sucederle un cúmulo de situaciones que no puede o no sabe cómo manejar, y todas terminan amparándose en ese principio de incertidumbre. La película se disfruta sin necesidad de leerla bajo este concepto, pero si se quiere acceder a las dimensiones intelectuales que despliegan los Coen, atando todos los cabos que, supuestamente, quedan librados a la interpretación del espectador, es necesario saber un poco acerca de este principio, que atraviesa a todos los personajes y situaciones y que es la matriz que rige la puesta de algunas escenas geniales, como la del accidente.
Básicamente, el principio de incertidumbre afirma que no se pueden precisar en simultáneo ciertos pares de variables físicas, como la posición y la velocidad de un elemento, es decir, que las partículas en movimiento no tienen una trayectoria precisable. En otras palabras, que ante una situación determinada, como el ejemplo del gato en la caja, que se menciona en la película, la ciencia puede acercarse hasta cierto punto, pero el resto queda sujeto al libre desarrollo de alguna de las opciones. El gato puede estar o no muerto, pero no lo sabremos.
Tomando como eje este concepto, tenemos a Larry, un profesor de matemática, un ser racional que un día comienza a padecer una serie de infortunios (su mujer lo abandona por un conocido suyo, su hermano comienza a revelar su condición de jugador compulsivo, un alumno suyo supuestamente lo soborna para conseguir que cambie la nota de un examen, etcétera), y como no encuentra explicación a tantos tormentos juntos, decide recurrir al consejo de tres rabinos. El prólogo de la película, que aparentemente es inconexo o puede ser tomado como una simpática disgresión narrativa, es la síntesis de cómo el principio de incertidumbre actúa en la trama. Es un relato situado en un shtetl (una aldea judeoeuropea del siglo XIX), con un hombre que lleva a su casa a un conocido que no ve hace tiempo. La mujer de él se sorprende y le dice que ese hombre está muerto, y al verlo entrar a su casa, lo toma por un fantasma. El esposo, que repetidamente se asume como un ser racional, descree de esa versión y entiende que, si lo ven, es que no ha muerto. La incertidumbre está en el hecho de no saber si ese invitado es o no un fantasma, y ante esa incertidumbre, se muestran las dos posiciones, la racional y la espiritual o religiosa, encarnada en la mujer. Este relato dispara una historia que nada tiene que ver con aquél, y que sólo se vincula en la ilustración de ese principio de incertidumbre.
Volviendo a Larry, lo vemos asistir impávido al desmoronamiento de su familia y de todos los aspectos que hacen a su existencia. Su mente racional no consigue lidiar con la incertidumbre que lo rodea, y ante esa incertidumbre, la respuesta religiosa unánime es la misma que la frase de Rashi, “Recibe con simplicidad todo lo que te suceda”. Básicamente, la única respuesta es resignarse, hay cuestiones sobre las cuales no tendremos respuesta, y es conveniente seguir el curso de los acontecimientos sin que nada sea cuestionado, ya que todo cuestionamiento terminará en la nada. Como el relato bíblico del que parten los Coen, Dios se aparece ante Job, pero no contesta sus preguntas: su aparición es más importante que la respuesta que da. Dios valora el cuestionamiento de Job, de otro modo no se aparecería, pero al evadir sus preguntas, confirma la imposibilidad de conocer por qué suceden algunas cosas, por qué la vida a veces nos pone palos en la rueda.
Los Coen pintan una aldea con evidentes trazos autobiográficos y narran, con una fuerte carga de ironía, las vicisitudes de una familia judia americana de clase media en los sesenta. Con un discurso irónico, que pese a cierto agnosticismo, no busca atacar a la religión, se ponen en la piel de este sujeto que no puede dejar de hacerse preguntas, más cerca de una mirada científica que de la óptica religiosa. Los Coen no encuentran comodidad en la frase de Rashi ni en la respuesta evasiva de los rabinos, pero cuando miran hacia el otro lado, en la eterna pelea entre ciencia y fe, la balanza queda repartida. Bajo un principio determinado, la ciencia ha afirmado la imposibilidad de dar respuesta fiel a todo lo que se presenta. Ni la fe ni la ciencia le permiten a Larry entender hacia dónde debe disparar, y ese es el dilema que plantea toda la película.
No nos vamos a detener aquí en todos los elementos que se asocian con el principio mencionado y con la conclusión religiosa. Sería interesante que cada espectador vea o vuelva a ver la película y los busque. De todas maneras, podemos mencionar algunos, como la frase que le espeta el padre del alumno coreano ante las dos probabilidades que le presenta Larry (“Please, accept the mistery”, “Por favor, acepte el misterio”), tal vez la frase más graciosa de la película, pero que remite directamente a la forma de asumir la incertidumbre; lo que le dice el rabino al chico para su bar mitzvá, citando “Somebody to love” de Jefferson Airplane, leit motiv de la película y cuya letra guarda no pocos elementos de conexión con el argumento, y párrafo aparte merecen las resoluciones escénicas que se entroncan con este concepto. Entre ellas están la escena del final, cuando Larry va camino a una realidad que sólo puede intuir (y que tal vez se origina en el único acto reprobable que Larry comete cerca del final), o la mencionada escena del accidente, cuyo montaje paralelo confunde intencionalmente y hace creer que Larry y la nueva pareja de su esposa, Sy Ableman, van camino a estrellarse uno contra el otro. En determinado momento, vemos chocar a Larry y, posteriormente, se nos anuncia que Sy murió en ese mismo momento, en otro accidente que no vimos ni veremos. Esta genial puesta en escena es la más audaz, ya que nos hace abrir los ojos y detenernos ante una precisa escenificación del principio de incertidumbre, a la que sigue un cuestionamiento de Larry tan gracioso como desgarrador: “¿Qué me está queriendo decir Dios? ¿Que Sy y yo somos la misma persona?”.
Y si esto fuese un exhaustivo análisis de la película, podríamos seguir mencionando muchos personajes y situaciones que giran en torno a este mismo concepto, pero me gustaría detenerme en otro aspecto particular de esta gran película. Hasta ahora, los Coen no se habían detenido en su cultura judía. Ahora que lo hacen, lejos de bastardearla, la toman como lo que es, una inagotable fuente de preguntas. Dejando esas preguntas a un lado, tenemos un retrato social que sabe hacer foco en lo patético de estos personajes. En este sentido, la pintura de los judíos, principalmente de los personajes adolescentes, se parece a la de Todd Solondz, de quien hablamos en la crítica de la española Gordos. La diferencia está en que, mientras Solondz condena a sus personajes por los actos que cometen, los Coen se apiadan de los suyos, en especial de Larry. El pobre Larry carga con una vida desolada, y los Coen lo observan mientras se hacen las mismas preguntas que él. La pintura de Larry se ve además beneficiada por la formidable interpretación de Michael Stuhlbarg. En medio de una serie de películas protagonizadas por un cúmulo de estrellas, varios de ellos figuras habituales en el cine de los Coen, se agradece enormemente que para este relato más pequeño e independiente hayan relegado la habitual multiestelaridad y apostado a un elenco de actores poco conocidos y por demás solventes.
Finalmente, cabe repetir algo que se ha aclarado suficientemente, pero que es preciso recordar. Un tipo serio puede disfrutarse enormemente como una comedia amarga e inteligente con un hombre alarmado ante la descomposición de todo lo que lo rodea. Podemos obviar todos los conceptos en los que se ampara el relato, y aun así podemos disfrutarla, pese a que, bajo esa visión, algunas escenas queden descolgadas o sin explicación aparente. Ahora bien, si lo que queremos es ver esta película y disfrutar plenamente de la astucia autoral de los Coen, podemos revisar algunos conceptos, y nos encontraremos con una de las comedias más inteligentes de los últimos años. El mejor regreso a la esencia del cine de los Coen, y a sus complejas radiografías sociales, que podrían haber planeado estos dos hermanos tan rebeldes como adultos.
Lo mejor de la película: La inteligencia conceptual de los Coen, y el personaje encarnado formidablemente por Michael Stuhlbarg.
Lo peor de la película: La posibilidad de quedarse en la superficie y disfrutar la película sin ahondar en los conceptos que trabaja.
Título original: A serious man.
Dirección y guión: Joel Coen y Ethan Coen.
Países: USA, Francia y Reino Unido.
Año: 2009.
Duración: 105 min.
Género: Comedia dramática.
Interpretación: Michael Stuhlbarg (Larry Gopnik), Richard Kind (tío Arthur), Fred Melamed (Sy Ableman), Sari Lennick (Judith Gopnik), Adam Arkin (el abogado), Peter Breitmayer (Sr. Brandt), Jessica McManus (Sarah Gopnik), Aaron Wolff (Danny Gopnik).
Producción: Joel Coen y Ethan Coen.
Música: Carter Burwell.
Fotografía: Roger Deakins.
Montaje: Roderick Jaynes.
Diseño de producción: Jess Gonchor.
Vestuario: Mary Zophres.
Estreno en USA: 2 Octubre 2009.
Biofilmografía de Joel y Ethan Coen
Joel y Ethan Coen, conocidos como los hermanos Coen, son directores de cine estadounidenses. Autores de comedias como Arizona Baby o El gran salto, de películas de cine negro como Muerte entre las flores o El hombre que nunca estuvo allí, y también de películas en las que mezclan ambos géneros como Fargo, El gran Lebowski o Barton Fink. Ambos colaboran en la escritura, producción y dirección de sus películas, si bien es frecuente que Joel aparezca como director y Ethan como productor en los títulos de crédito. En la industria cinematográfica, de hecho, se les conoce por el apodo de “el director bicéfalo” (the two-headed director). Muchos actores que han trabajado con ellos cuentan la anécdota de que al estar tan compenetrados, al hacer una pregunta, sobre el guión o sus personajes a cada uno de ellos, reciben exactamente la misma respuesta de cada hermano.
Crecieron en St. Louis Park, Minnesota, en los arrabales de Minneapolis. Su padre era profesor de economía, y su madre profesora de historia del arte. Los hermanos Coen se han convertido en los mayores exponentes del cine independiente norteamericano. Capaces de hacer películas que entusiasman a los críticos, ofrecen, también, una vertiente de atracción del gran público.
Para sus películas cuentan con cierto equipo y actores que los acompañan frecuentemente, entre ellos se incluyen John Turturro, Michael Badalucco, Holly Hunter, Steve Buscemi, Frances McDormand, John Goodman, Jon Polito y Stephen Root, cada uno ha aparecido en al menos tres producciones de los Coen.
Joel Coen (n. 29 de noviembre de 1954) y Ethan Coen (n. 21 de septiembre de 1957), crecieron en St. Louis Park, Minnesota, un suburbio de Minneapolis. Sus padres, Edward y Rena Coen, ambos judios, fueron catedráticos, su padre un economista de la Universidad de Minnesota, y su madre una historiadora de arte de la Universidad St. Cloud State.
De niños, Joel ahorró dinero cortando cesped para comprar una camara Vivitar Super-8. Juntos, lo hermanos hiceron películas que veían en TV, junto a un vecino, Mark Zimering (”Zeimers”), como actor. The Naked Prey (1966) de Cornel Wilde, se transoformó en una versión hecho por los Coen titulada Zeimers in Zambia, la cual también tenía a Ethan como un nativo.
Ambos se graduaron en Simon’s Rock Early College (ahora Bard College at Simon’s Rock) en Great Barrington, Massachusetts. Luego Joel pasó cuatro años en un programa de cine universitario en la Universidad de Nueva York, donde realizó una película de 30 minutos llamada Soundings. La película mostraba a una mujer involucrada sexulamente con su novio sordo mientras fantaseaba verbalmente sobre tener sexo con el mejor amigo de su novio, quien escuchaba en la habitación de al lado. Ethan fue a la Princeton University y ganó un titulo de filosofía en 1979.
Joel Coen nació el 29 de noviembre de 1954, está casado con la actriz Frances McDormand desde 1984. Han adoptado un hijo originario de Paraguay llamado Pedro McDormand Coen (Frances y todos sus hermanos tambien son adoptados). McDormand ha trabajado como actriz en 5 de la películas de los hermanos Coen, incluyendo una pequeña aparicion en Muerte entre las flores, un rol secundario en Raising Arizona, y como protagonista en Blood Simple, The Man Who Wasn’t There y Fargo (con la que ganó el premio Oscar).
Ethan Coen nació el 21 de septiembre de 1957, está casado con la editora Tricia Cooke.
Viven en la ciudad de Nueva York.
Con mucha influencia del cine negro y otros estilos de cine del pasado, las películas de los hermanos Coen combinan el humor seco con la ironía fina y visuales escandalosas. Prefieren no poner los creditos de presentación al principio de la película. Los hermanos Coen son algunos de los directores contemporaneos que han mostrado afecto por las comedias de los años 30 y 40 (”Screwball comedies”), y han incorporado algunos de sus elementos introduciendo variantes ingeniosas y sutiles, como en El gran salto y Intolerable Cruelty, y en ocasiones colocando a excentricos personajes habladores como Steve Buscemi en Muerte entre las flores. Su estilo de caracterización crea un mundo en el cual incluso personajes con poca participación, y que hablan poco, parecen tener exagerados razgos o caracteristicas. Esto puede estar adtribuido a los escenarios de muchas de las películas (por ejemplo los raros y maravillosos personajes de El gran Lebowski no parecen estar por fuera de la realidad de muchas comunidades de Los Angeles).
Ganadores del Oscar como mejor guión por Fargo, los hermanos Coen son conocidos por los dialogos de sus películas. Por momentos escasos (El hombre que nunca estuvo allí; Fargo; No Country for Old Men), por momentos inusualmente locuazes (The Big Lebowski, Raising Arizona), sus guiónes tipicamente presentan una combinación de ingenio, agudeza, lenguaje exagerado y deslumbrante ironía. Además de Fargo, muchos de sus guiónes han sido nominados (El hombre que nunca estuvo allí, O Brother).
Estilisticamente y argumentalmente, las películas de los Coen muestran una gran influencia del cine de gangsters del cine negro. Los Coen, que raramente admiten alguna de sus influencias, reconocen libremente el impacto que novelistas clásicos del cine negro han tenido en sus trabajos más oscuros. En particular, Muerte entre las flores esta basada en novelas de Dashiell Hammett, particularmente en The Glass Key y Cosecha roja; El gran Lebowski en novelas de Raymond Chandler y El hombre que nunca estuvo allí en novelas de James M. Cain.
Sus películas también presentan un contraste inhóspito y austero, y temas sobre personas elaborando planes y confabulando, como por ejemplo los secuestros. En los argumentos de sus películas usan la confusión como mecanismo: confusión acerca de quien mató a Rug Daniels y las causas de fricción entre los diferentes bandos mafiosos en Muerte entre las flores; confusión de la copia del plano de Norville que luego le causará dolor en El gran salto; El gran Lebowski comienza con una alfombra estropeada como causa de una confusión de identidad. El hombre que nunca estuvo allí rinde homenaje al cine negro, con un argumento que parece una versión actual y distorcionada de El cartero siempre llama dos veces. La película es en blanco y negro, y ha sido mencionada por varios criticos por su fotografía y sus compasivos personajes, mientras otros criticos hacen mención al filoso cambio en el argumento hacia el final de la película. Los Coen ha descrito esos giros como un intento de imitar los inesperados terceros actos de las novelas de Cain.
El dinero esta involucrado en muchas de las películas de los Coen. En Fargo, el dinero fue la razon para todos los eventos sucedidos durante la película. El gran Lebowski tiene dinero, siendo robado o perdido, lo que es causa de varios problemas y situaciones comicas de los personajes. O Brother, Where Art Thou? consiste en tres convictos que escapan para tratar de encontrar un tesoro escondido. En El hombre que nunca estuvo allí, el personaje principal chantajea a la esposa de su jefe para obtener dinero. El quinteto de la muerte trata sobre un excentrico profesor sureño y su equipo planeando el robo a un casino. La historia en No Country for Old Men gira en torno a un cazador que se fuga con dos millones de dólares robados y es perseguido por un asesino psicopata que reclama el dinero.
La mayoria de las películas de los Coen son bastante violentas. En cada una hay por lo menos una muerte y, en muchos casos, multiples muertes. En El gran salto, el argumento es desencadenado por el suicidio del presidente de una compania. Y en El quinteto de la muerte todos los personajes principales mueren en su intento de eliminar una vieja. En algunas de sus películas más gráficas como Fargo, muchos de los personajes principales mueren o son agredidos, los cuales con mostrados en pantalla, como el cuerpo de uno de los personajes que es intrudicido en una trituradora de madera.
La mayoria de la violencia en sus películas entra en la categoría de humor negro. Un ejemplo notable es No Country for Old Men, en el cual mucha de la violencia es representada con austeridad, severos matices y algunos efectos de comedia negra, para representar de forma efectiva y fiel, la historia original de Cormac McCarthy. Los Coen muchas veces usan la violencia para hacer avanzar la historia; por ejemplo en Fargo, el ataque de Shep Proudfoot a Carl Showalter hace que este último llame de inmediato a Jerry para que le entregue el dinero.
Varias de sus películas cuentan con personaje que personifica el arquetipo de “diablo imparable” (”unstoppable evil”). En muchos casos, indirectamente esos personajes son inhumanos o presentan matices demoniacas. Por ejemplo, el Sheriff Cooley en O Brother, Where Art Thou? encaja en la descripción de demonio dada por uno de los personajes. Él indica su inhumnidad cuando, aconseja que sería ilegal colgar fujitivos perdonados, sarcasticamente opina que “la ley es una institución humana”. Otros ejemplos que encajan dentro de este arquetipo son Eddie Dane, el asesino a sueldo en Muerte entre las flores, Leonard Smalls en Raising Arizona y Charlie Meadows en Barton Fink. En No Country for Old Men, Anton Chigurh personifica la violencia y la muerte en el mundo en el cual el Sheriff Bell intenta dar sentido.
Filmografía
* Sangre fácil (1985)
* Arizona Baby (1987)
* Muerte entre las flores (1990)
* Barton Fink (1991)
* El gran salto (1994)
* Fargo (1996)
* El gran Lebowski (1998)
* O Brother! (2000)
* El hombre que nunca estuvo allí (2001)
* Crueldad intolerable (2003)
* El quinteto de la muerte (2004)
* Paris, je t’aime! (2006)
* No es país para viejos (2007)
* Burn After Reading (2008)
* A serious man (2009)