Crítica WATCHMEN

Estreno en España: 6 Marzo 2009

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Sinopsis

“Watchmen” está ambientada en 1985, en unos Estados Unidos alternativos en los que los superhéroes disfrazados son parte del tejido de la sociedad cotidiana, y el “Reloj del Fin del Mundo” (que mide la tensión entre USA y la Unión Soviética) marca permanentemente las doce menos cinco de la noche. Cuando uno de sus antiguos colegas es asesinado, el vigilante enmascarado llamado Rorschach descubre un complot para matar y desacreditar a todos los superhéroes, actuales y del pasado. A medida que va contactando de nuevo con sus antiguos compañeros de la legión anti-delitos (un abigarrado grupo de superhéroes retirados, de los cuales sólo uno tiene auténticos superpoderes), Rorschach va descubriendo una preocupante conspiración de largo alcance que vincula su pasado común con unas catastróficas consecuencias para el futuro. Su misión es velar por la humanidad, pero… ¿quién vigila a los vigilantes?

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Crítica de Cine.com por Leo Aquiba Senderovsky

Un gravísimo problema afecta a esta megaproducción, la clara demostración de que detrás de esta adaptación cinematográfica hay un cómic complejísimo, cuya complejidad esta adaptación es incapaz de trasladar a la gran pantalla. Zack Snyder demuestra una vez más su corrección a la hora de trasladar la propuesta visual de determinados cómics. Eso ya lo podíamos ver en 300, la adaptación de la novela gráfica de Frank Miller. Allí Snyder apostaba a la excesiva estetización, y el marcado subrayado de la violencia. Entre tanta sangre y vísceras, la sustancia cinematográfica se licuaba en la necesidad de Snyder de transponer literalmente, necesidad que carecía por completo de toda fibra cinematográfica. No es lo mismo un excelente cómic transpuesto al cine, que un cómic excelentemente transpuesto, de la misma forma en que no es lo mismo para la literatura o el teatro. Una cosa es contar con una buena materia prima, y otra muy distinta es contar con el talento necesario para distinguir dos medios distintos, y adaptar de la mejor manera posible una materia de un medio a otro, sin ir en desmedro de ninguno de los dos medios. La literalidad en la adaptación puede colocarse como bandera de defensa de una transposición, puede convertirse en una militancia para algunos realizadores. Pongamos como ejemplo Sin City, la versión cinematográfica de Robert Rodriguez del cómic de culto de Miller. Sin City funciona majestuosamente en su adaptación, porque independientemente de su literalidad (de trasladar planos concretos del cómic a la gran pantalla) y de su estetización, es claramente una película, con un ritmo concreto, con un montaje preciso, y con una narración compleja y sólida a la vez. Sin City puede calcar el cómic de origen, pero a su vez es una película con todas las letras, ajustada a los cánones y los tempos propios de la gran pantalla. Metámonos con Watchmen. Watchmen es una novela gráfica dividida en doce números, una de las tantas genialidades de Alan Moore, un relato complejo, que construye una realidad paralela (una USA sumergida en una tercera presidencia de Nixon y con una guerra fría extendida con la Unión Soviética hasta las últimas consecuencias) sobre la cual se encuentra un grupo de superhéroes, la mayoría de ellos más humanos que “superhombres”, que terminan confrontando por sus dispares visiones respecto a lo que necesita la sociedad para encontrar la paz. Para comenzar, se hace difícil trasladar un cómic de Alan Moore (la mayoría de las adaptaciones de obras de Moore al cine han resultado pura basura), pero no parece una misión imposible. Sí se complica más si uno apuesta a comprimir doce números en una sola película. Los volúmenes de Watchmen conforman una perfecta unidad que, se entiende, se hacía complicado de separar en una serie de entregas cinematográficas. Ambas opciones contenían sus propios riesgos, pero en este caso, comprimir los doce números provoca un efecto muy sencillo, que si uno no está al tanto de la realidad que propone Watchmen, se pierde irremediablemente en la trama de la película. Si esto no sucedía en Sin City (y tampoco en 300), pese a cierta compresión del cómic original, era básicamente porque aquel cómic de Frank Miller proponía una realidad netamente ficcional, carente del origen ucrónico de Watchmen. Entrar en un verosímil que propone una realidad paralela, con sus correspondientes lecturas políticas y con héroes más cercanos a debates morales que a la acción, extrañamente lindantes con la figura de sociópatas antes que con la de protectores de la humanidad, requiere que la película tenga las agallas necesarias para hacer que todo aquel que ingresa por primera vez a este universo, no salga completamente confundido. Apegarse a la lógica narrativa del cómic original no parece ser la mejor opción, simplemente porque en un cómic, más aún una obra ejemplar de Moore, difícilmente haya una sola viñeta de más, por lo que apretar en dos horas y media (o tres, como el corte de director editado en dvd), lo que en el cómic se extiende por doce volúmenes, hace que finalmente queden al margen fragmentos necesarios para la comprensión de este universo y sus personajes. Tampoco es sólo una cuestión de extensión de cómic y película. En la historia del cine hemos visto enorme cantidad de adaptaciones literarias de todos los colores, algunas grandes películas basadas en novelas olvidables, formidables películas de grandes novelas, y pésimas adaptaciones de obras maestras. Todo se debe a la manera en que el realizador de turno entienda el cine. Con las adaptaciones de cómics ocurre algo más complicado, primero porque este furor por el cómic en la gran pantalla es relativamente reciente, y no cuenta con la historia de otro tipo de adaptaciones, y segundo, porque uno siempre tiende a entender el cómic como un relato de superhéroes, por lo que la aparición de un film como Watchmen causa una inevitable sorpresa, sorpresa que se extiende si tenemos en cuenta la forma en que esta película fue promocionada, apelando a la acción como principal fuerte. O ha sido un desacierto de la Warner, que venía acostumbrada a relatos de superhéroes más concretos y menos reflexivos (la última Batman es por demás reflexiva, tal vez mucho más reflexiva que esta adaptación del cómic de Moore, pero en la cual la acción no es para nada subsidiaria, como sí parece serlo en esta) y no podía comprender la naturaleza radicalmente distinta de este film, o ha sido un defecto del propio Snyder, que no supo congeniar con la Warner cuál era la mejor manera de vender este film, debido a su compleja naturaleza. La acción en Watchmen representa el diez por ciento de esta superproducción, y Snyder tiende a resolver las escenas apelando al recurso de moda en las películas de acción (recurso que ya empleaba en 300), jugando a una combinación de ralentí y aceleración en todas las secuencias. Algo parecido a este recurso se extiende por toda la película, la combinación entre diálogos y acción termina volviéndose en desmedro de la apuesta de Snyder, ya que afecta al propio ritmo de la película, al peso de plomo de las más de dos horas de escenas dialogadas (lentas, muy lentas), no le genera un verdadero contrapeso los minutos de acción, o si lo genera, este contrapeso no representa un elemento para una combinación ideal, sino un elemento que navega por otros mares, los diálogos y la acción terminan siendo dos componentes disímiles, que parecen corresponder a dos películas distintas. Tampoco ayudan otros elementos propios de la propuesta de Snyder. En la lógica de esta película, a una escena híper violenta le puede seguir una de sexo. Esto puede tener cierto cauce en la lógica del cómic de Moore, pero aquí solo parecen dos viñetas continuas y contrapuestas, que en suma no provocan absolutamente nada. Para el recuerdo seguramente quedará la formidable secuencia de títulos inicial, que resume la intervención de los héroes en distintos acontecimientos históricos relevantes del siglo veinte. Esta secuencia, con “The times they are a-changin’” de Bob Dylan de fondo, ya demuestra desde el inicio que difícilmente podamos entender este film desde la óptica de las tradicionales películas de superhéroes. Lamentablemente, el resto de la película carece de la identidad peculiar y concreta que posee la secuencia de títulos, carece de su extraña unidad estética. Watchmen es, en el mejor de los casos, una película ambiciosa y fallida, que pierde por la voluntad de adaptación textual del director, y por no poder construir absolutamente nada desde el plano cinematográfico. Para establecer una parábola política como esta, Snyder debería haber abrevado en los cuantiosos ejemplos cinematográficos que hay al respecto, no ceñirse a la lógica de Watchmen como si se tratara de una película más de superhéroes. También en el mejor de los casos es una película que puede despertar cierto interés en aquellos espectadores que se acercan por primera vez a este universo, espectadores que podrán admirar a través de este film la complejidad narrativa del original, aunque al terminar de ver la película probablemente no hayan entendido absolutamente nada. 

 

Lo mejor de la película: Su ambición desmedida, y su apuesta a un relato de superhéroes completamente distinto al resto.

Lo peor de la película: Su incapacidad para condensar la novela gráfica de origen al cine, convirtiéndolo en un relato pesado, lento, carente de la complejidad narrativa del original.

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Dirección: Zack Snyder.
País:
USA.
Año: 2009.
Duración: 163 min.
Género: Acción, fantástico, ciencia-ficción.
Elenco: Malin Akerman (Laurie Jupiter/Espectro de Seda II), Billy Crudup (Jon Osterman/Dr. Manhattan), Matthew Goode (Adrian Veidt/Ozymandias), Carla Gugino (Sally Jupiter/Espectro de Seda), Jackie Earle Haley (Walter Kovacs/Rorschach), Jeffrey Dean Morgan (Edward Blake/El Comediante), Patrick Wilson (Dan Dreiberg/Búho Nocturno II).
Guión: David Hayter y Alex Tse; basado en la novela gráfica co-creada e ilustrada por Dave Gibbons.
Producción: Lawrence Gordon, Lloyd Levin y Deborah Snyder.
Música: Tyler Bates.
Fotografía:
Larry Fong.
Montaje: William Hoy.
Diseño de producción: Alex McDowell.
Vestuario: Michael Wilkinson.
Estreno en USA: 6 Marzo 2009.

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Biofilmografía de Zack Snyder

Zack Snyder (nacido el 1 de marzo de 1966) es un director de cine estadounidense nacido en Green Bay, Wisconsin (Estados Unidos). Es conocido por su debut, realizando un remake de la película El amanecer de los muertos de George A. Romero, y de su segunda película y exitosa en taquilla 300, adaptación del comic de Frank Miller.

Filmografía

# Watchmen (2009)

# 300 (película) (2007)

# El amanecer de los muertos (2004)

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CÓMO SE HIZO “WATCHMEN”

1. El proyecto

  Nueva York, 1985: un mundo ensombrecido por el miedo y la paranoia. En donde seres humanos normales, que antaño se pusieron máscaras para combatir el delito, ahora las usan para esconder sus identidades. En donde el arma definitiva (un súper-ser todopoderoso) ha hecho oscilar la balanza del poder mundial, empujando implacablemente al mundo hacia la medianoche nuclear. En donde hombres desesperados inventan medidas desesperadas ante la descarnada vista del Armagedón. Este es el mundo de ‘Watchmen’, la adaptación a la gran pantalla de la novela gráfica más célebre de todos los tiempos, llevada a la vida por primera vez por el visionario director Zack Snyder. En una pintada hecha con spray en una pared de un sombrío y mugriento callejón de Nueva York, hay una pregunta que advierte: ‘Watchmen: ¿quién vigila a los Vigilantes?’. Snyder apunta: “¿Quién tiene el derecho de decidir lo que está bien y lo que está mal? ¿Y quién controla a los que deciden lo que está bien y lo que está mal?” Watchmen apareció por primera vez como una serie limitada de cómics de 12 ejemplares. Fue publicada originalmente por DC Comics entre 1.986 y 1.987, y luego vuelta a publicar como la novela gráfica legendaria en la actualidad. La ‘cara de Smiley’ manchada de sangre de la portada, la imagen de las agujas de un reloj avanzando un minuto más cerca de la medianoche, y la estructura en doce capítulos son emblemáticas de esta obra ricamente compleja a la que se atribuye desde hace tiempo el haber elevado la novela gráfica hasta convertirla en una nueva forma de expresión artística. Watchmen es la única novela gráfica que ha ganado el prestigioso premio Hugo o que apareció en la lista de 2005 de la revista Time entre “las 100 mejores novelas en lengua inglesa desde 1923 hasta el presente”. También obtuvo varios premios Kirby y Eisner. Cuando se publicó, Watchmen tuvo gran repercusión entre una generación que había crecido con la perspectiva de una guerra nuclear, no como una abstracción sino como una realidad palpable. Ha sido elogiada por dar voz a la angustia y ansiedad de la época, el miedo y la intimidación del poder y sus abusos, y la sombra de paranoia e impotencia experimentada cada día por la gente corriente, considerada insignificante por los que detentan el poder. En las décadas transcurridas desde su publicación, se ha ganado una legión de fervientes admiradores de todas clases que sigue creciendo.

  “En los ochenta, había mucha paranoia con lo de la ‘Guerra Fría’ (si iba a continuar su escalada y qué pasaría si lo hacía) y con la fragilidad de la sociedad, con qué poco habría que hacer para destruir completamente todo lo que teníamos”, comenta Dave Gibbons, el ilustrador gráfico y coautor de Watchmen. ”Era algo muy real para mí. Y aunque haya disminuido un poco, existen nuevos miedos a la destrucción masiva, así que creo que siempre habrá paranoia”.

  Subvirtiendo y reconstruyendo el concepto de los superhéroes, la historia presentaba a un grupo de personales que eran más “humanos que sobrehumanos”: personas reales que se enfrentan a temas éticos y personales, que luchan contra la neurosis y el fracaso y que, aparte del Doctor Manhattan, carecen de superpoderes. El equipo original de héroes, los Minutemen, estaba formado por La Silueta, Espectro de Seda, El Comediante, Justicia Enmascarada, Capitán Metrópolis, Búho Nocturno, Polilla y Dólar Hill. La siguiente generación de aventureros enmascarados (los que están en el centro del misterio en la novela gráfica) son Espectro de Seda II, Búho Nocturno II, Rorschach, Dr. Manhattan, Ozymandias y El Comediante, que es el único que queda de los Minutemen. Cada uno simboliza una clase de poder, una obsesión y una psicopatología diferente. Una clase diferente de superhéroe.

  Además de la mística del libro (con su intrincada y poliédrica narrativa y diálogos, su simbolismo y sincronicidad, sus flashbacks y metaficción), Watchmen ha sido considerada durante mucho tiempo tanto una obra única… como una obra virtualmente imposible de rodar.

  Durante más de una década, los productores Lawrence Gordon y Lloyd Levin mantuvieron la fe en que esto último no era verdad, elaborando el proyecto y esperando el momento justo y al director adecuado para dar vida al libro en una forma que estuviese a la altura de la obra. “Leí Watchmen cuando salió por primera vez”, cuenta Levin. “Yo era un gran fan de los cómics, pero nunca había leído nada igual. Fue la primera vez que conecté de verdad con una novela gráfica, en el sentido de percibir que aquel era mi mundo, el mundo en el que todos vivíamos. Es una gran obra literaria. La naturaleza precisa como un reloj de la narración, lo profundamente que aborda la condición humana, la naturaleza épica de la historia, todo esto hace que sea una lectura muy intrigante y provocativa”.

  El proyecto se completó cuando el director Zack Snyder, que estaba todavía produciendo el que iba a ser el taquillazo de ‘300’, comunicó a los productores su afinidad hacia la novela gráfica y su deseo de dirigirla. “Con Watchmen, siempre ha habido una sensación de descubrimiento, coincidencia y ritmo”, dice Gibbons. “Parecía que ésta era una buena ocasión para que sucediese, y Zack era sin ninguna duda la persona adecuada para hacerlo correctamente. Pero nada de esto hubiera podido realizarse sin la paciencia y la pasión de Larry y Lloyd, quienes no lo hubieran hecho si no se pudiera hacer bien”.

  Lawrence Gordon observa: “Después de trabajar más de 15 años para conseguir hacer ‘Watchmen’, estaba ilusionadísimo. En todos y cada uno de los aspectos de la producción (desde desarrollar el guión hasta reunir a nuestro equipo creativo, desde dirigir al estupendo reparto hasta plasmar el aspecto de la película), Zack Snyder hizo un trabajo maravilloso”.

  El objetivo de Snyder era dar vida a Watchmen tal y como era, sin actualizarlo al presente y sin cambiarlo sustancialmente, sino siendo lo más fiel posible a la novela al hacer la película. “Zack respetaba tanto el material de partida que sabía que, para adaptarlo, tenía que ceñirse lo más que pudiera al original”, dice la esposa del director y socia en la producción, Deborah Snyder. “Cambiar la época, o enfatizar algún personaje más que a los otros, no le haría justicia al argumento que hay en la novela gráfica, que siempre ha sido algo más que la suma de sus partes. Había aspectos que sabíamos que no íbamos a poder incluir por entero (como Bajo la máscara, que era la crónica de Hollis Mason de los Minutemen, los primeros aventureros enmascarados de los años 30, y Historias del carguero negro), pero sabíamos que luego podríamos hacer algo con estos temas complementarios en el DVD. Para Zack, la clave de este colosal proyecto estribaba en mantenerse siempre fiel a la novela gráfica”.

  “Siempre se decía que Watchmen era la única novela gráfica imposible de rodar”, dice Zack Snyder. “El propio argumento es francamente misterioso, pero además está esa enorme conspiración que contiene intrigas internacionales y un supervillano y todo lo que uno espera de una historia de superhéroes. Hay una cualidad tonal en cada una de sus partes, desde la interacción de los personajes hasta la estructura del dibujo, ya sea un flasback hacia atrás o hacia delante, o una historia paralela que se cuenta. Es muy tradicional y a la vez muy poco corriente por la forma en que está estructurada. No le debe nada a ningún género en concreto, simplemente tiene uno propio, fiel a sí mismo y a todos sus personajes”.

  El guión, adaptado por David Hayter y Alex Tse, mantenía la descripción que se hacía en la novela gráfica de los superhéroes como unos personajes muy humanos, sujetos a las mismas presiones sociales y psicológicas que cualquiera. Snyder observa: “Con todos estos personajes, uno siente que sus creadores les quieren profundamente, a pesar de sus defectos o de cómo son vistos en el contexto de la vida real, o de lo que sugieren sobre otros iconos de la mitología de los superhéroes”.

  Watchmen es más compleja en el sentido de que no crea simplemente un personaje arquetípico, sino que explora todas las variaciones de por qué alguien se pondría un disfraz, de por qué querría luchar contra el delito”, afirma Gibbons. “¿Hay que estar loco, o que ser altruista? ¿Y qué pasaría si uno tuviera superpoderes pero no le importase el resto del mundo?”

 

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